Aunque completamente diferente, “Lento ternura” –que puede adquirise junto a un libro de poemas y escritos diversos– es hijo natural de “PUTA”; sin ese disco que puede considerarse uno de los más aclamados de esta década y que marcó un antes y un después en su carrera y su vida, Zahara probablemente no habría dado este volantazo que la conduce hacia el terreno de la delicadeza y los afectos, individuales y colectivos. Recordemos: mucha gente se sintió ofendida con varios temas de “PUTA”, y en agosto de 2021, el partido político VOX pidió la cancelación de un concierto de Zahara en Toledo alegando que el cartel que lo publicitaba resultaba ofensivo hacia la figura de la Virgen María y a los creyentes (en él aparecía caracterizada como en la portada del disco y con un bebé en los brazos). Encendidos editoriales en prensa prolongaron, a su pesar, la polémica.
“Es muy potente todo lo que pasó con ‘PUTA’”, dice. “Salía llorando de las entrevistas. Descubrí que mi manera de protegerme era ir separándome de aquello. Llegaba a los sitios y era la compositora de ‘PUTA’, y todas las demás facetas se diluían. Este es un disco que nace de las ascuas de ‘PUTA’, un disco que me incendió, buscando ahora cierta calma hogareña y cierta despreocupación”.
En el nuevo álbum hay espacio para la evocación de placeres mundanos (“Formentera”), encomio del amor en medio rural (“Yo solo quería escribir una canción de amor”), alabanza de la amistad (“Tus michis”), saber tomar distancia de la realidad (“CTRL+Z”)… aunque probablemente el tema que mejor resume su esencia sea “La ternura”, en el que se plantea: “¿Qué más darán la belleza y la juventud, incluso el sexo (…) cuando lo que de verdad te ha conmovido ha sido la ternura?”. En cualquier caso, “Lento ternura” es apacible hasta determinado punto. En una de sus canciones, “La violencia”, se adivinan flecos del impacto que esa crisis tuvo en ella: “Me veis respirar y parezco calmada, siento mi cuerpo quizá más desnudo, aún lleno de rabia e igual de inseguro”, dice la letra.
“Me hizo mucho daño”, reconoce sobre la controversia de Toledo. “Cuando saqué el disco, llevaba un año y medio de acompañamiento terapéutico con una psicóloga fantástica y cuando salió ‘PUTA’ me dio el alta. Los primeros seis meses no pasó nada polémico con el disco. Me relajé, bajé la guardia. Y cuando empezó toda esa polémica, me pilló completamente desarmada. Veía que se producía un ataque que no tenía nada que ver conmigo, sino que me atacaban porque un partido quería llamar la atención. Me utilizaban”.
En parte, atribuye el desatado barullo a la voracidad de políticos que buscan ganancia en aguas revueltas. “Hasta ese momento, teníamos unos políticos que aunque fueran de derechas no sacaban pecho del extremismo ni del fanatismo extremo. Pero ahora sí. Hay personas que alimentan eso y está tan polarizado todo que se vuelve más agresivo”, opina.
“Hubo en Twitter gente que filtró mi teléfono”, prosigue. “Y me enviaban amenazas, mensajes de banderas de España con el águila, empecé a recibir fotopollas… Fue como abrir la puerta de mi casa y que se cuele gente dentro. Tuve que volver a terapia. Hablé con amigos muy mediáticos y que generan mucha polémica para que me calmaran. Llegué a tener miedo a salir a la calle; pensaba que era el objetivo número uno de esos exaltados y que querían matarme. El terror que sufrí me llevaba a pensar eso. Es muy heavy cómo procesamos las experiencias del mundo digital, como si sucedieran en el mundo real. Lloraba ante mi psicóloga. Fue un momento bastante duro que duró mes y medio, con mucha ansiedad. Recibí mucho apoyo, que fue precioso, de ilustradores, cómicos…, pero que me mantenía en la conversación”.
No considera que “PUTA”, el álbum, haya inaugurado un nuevo discurso continuado, después, por canciones de similar mensaje como “Perra” (2022), de Rigoberta Bandini, o “Zorra”, de Nebulossa (2024). “No me siento plagiada… Por desgracia no soy la dueña de ese insulto. Si algo siento al respecto es que es guay que nos estemos apropiando de insultos que nos han dedicado. Ojalá el insulto desapareciera, porque lo sigo oyendo de forma agresiva, pero qué guay poder apropiarnos de aquellos insultos que nos intentan empequeñecer y digamos: ‘Invéntate otra cosa’. Y si ‘puta’ significa ser libre, pues bien. Bravas todas”. Y apunta, acertadamente, que La Zowi sacó antes, en 2020, un tema titulado “Puta”.
Zahara publicó su disco de debut como profesional, “La fabulosa historia de la chica que perdió el avión”, en 2009. Antes había lanzado dos álbumes de manera autoeditada. Sus primeros trabajos la situaban en la esfera del pop luminoso, del que se ha ido alejando progresivamente, más aún cuando creó su propio sello discográfico, G.O.Z.Z., en 2015 para editar “Santa”. “No es deliberado”, responde cuando le pregunto cuándo dejó de ser la chica pop –es el título de una de sus primeras canciones– para apostar por la electrónica y las letras incómodas. “La música que escucho, los lugares a los que voy, la importancia de la ‘rave’ y la música electrónica me han llevado en esta dirección. Sigo disfrutando de una música que lanza mensajes contra los que lucho, no hay que cuestionar lo que escuchamos o vivimos. Pero también de las que dicen algo. Está en mí esa voluntad de querer ser aquello que escucho”.