Forever desde 1974.
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Volkswagen

50 años siendo copla: la vida montada en un Golf

El mítico modelo compacto de Volkswagen, impecable en su versatilidad, cumple medio siglo afirmándose en su carácter popular y proyectándose hacia el futuro desde la raíz en un nuevo y emocionante spot con Machado, Lorca y Camarón como protagonistas… pero sobre todo con todos y cada uno de los conductores y pasajeros que le han reservado un lugar en la eternidad.

“La trascendencia es lo que dice Machado sobre las coplas: ‘Las coplas, hasta que no las canta el pueblo, coplas no son’. Y lo mejor que te puede pasar es que la gente olvide cuál es el autor, porque entonces es que son coplas, son del pueblo. Eso es para mí lo más importante. O sea, ¿la primera persona a la que se le ocurrió sofreír el ajo? Ese es el capo di tutti capi”, le dijo C. Tangana a Jordi Évole en una entrevista previa a la salida en cines de “Esta ambición desmedida” (Santos Bacana, Cris Trenas y Rogelio González, 2023), el documental con el que mataba al cantante (el rapero ya ni estaba ni se le esperaba) y le daba la bienvenida al cineasta, al autor anónimo, a un nuevo retratista de nuestra cultura popular. “El Madrileño” mataba al nombre en un convencimiento de que, como decía Machado, “al fundir el corazón en el alma de lo popular, lo que se pierde de nombre se gana de eternidad”. Lo supo también Lorca, que quizá entendió que para ganar la batalla contra la barbarie, el odio, la intolerancia tendría que dejar que se llevaran su vida por delante. Sus versos resuenan en la garganta de Camarón cuando, en los setenta, decidió disolverse “en el flujo de cosas que han sucedido y que sucederán” –también palabras de un brillante y locuaz Antón Álvarez, esta vez a la revista ‘GQ’– y convertir en estandarte la idea de que la cultura popular es mutante, permeable, bastarda y libre, sobre todo libre.

Canta Camarón a esa leyenda del tiempo y se recitan las palabras de Manuel Machado en el nuevo anuncio de Golf, que celebra medio siglo llevando ambiciones, sueños, pasiones de un lado para otro, haciendo del viaje algo tan trascendente como el destino y a la vez siendo un compañero más. “50 años siendo copla”. Siendo un coche popular, para el pueblo, para cada uno de los que lo hacen suyo. 50 años de estampitas, de locuras colgadas del retrovisor. 50 años de guanteras con casetes de Lole y Manuel, de Camela. Con CDs desordenados de Ketama, de Pata Negra, de Radio Futura, de Golpes Bajos, de Caetano Veloso. De pinchos USB donde antes había un cenicero, de móviles conectados por bluetooth a las canciones más escuchadas de Judeline, Queralt Lahoz, María José Llergo o Rodrigo Cuevas. De, en fin, playlists  interminables con 50 años entremezclados desprejuiciadamente en modo random. ¡Cuántas canciones habrán sonado dentro de un Golf! Con todas ellas podría hacerse seguro un buen retrato de lo que ha sido la España de la democracia. También con las noticias que han sonado por sus radios. Pero, por encima de todo, con todas esas historias que se han compartido de puertas para dentro, que se han sentado en sus plazas, que se han guardado en su maletero. Que se han encaramado contra las ventanillas cubiertas de vaho sobre un asiento reclinado. Que han puesto sus pies descalzos sobre el salpicadero. Tantas como para que el nombre poco importe. O nada. Porque cuando las coplas “las canta el pueblo, ya nadie sabe el autor”.

Él soñaba sobre el tiempo.
Él soñaba sobre el tiempo.
No se trata, por tanto, de Volkswagen ni de Golf. Tampoco de Giorgetto Giugaro, el del sofrito y el ajo. Su creación de 1974 hace tiempo que dejó de ser suya para pasar a las manos que conducen el volante, y lo más revolucionario de un modelo revolucionario de por sí quizá fue precisamente eso, perseguir esa idea (loca, quizá) de hacer un coche que fuera como la copla: popular, “para ser de los demás”. Un coche versátil en todos los aspectos, cómodo, con una autonomía sólida, amplio espacio para un compacto tanto en la cabina como en el maletero y respaldos traseros plegables (que en un primer momento fueron toda una innovación), ideal para viajar pero también para desenvolverse en ciudad y asequible económicamente, con precios competitivos y populares… y con una versión como el GTI, que llegó en 1976 para democratizar una experiencia de conducción deportiva antes reservada solo a constructores asociados con el lujo.

Flotando como un Golf.
Flotando como un Golf.

Con el paso de las décadas y ocho generaciones, y con cerca de 40 millones de unidades vendidas, el Golf se ha convertido en el modelo de automóvil europeo más vendido de la historia, tercero a nivel global. Y su sola silueta, con ese inconfundible pilar C que sostiene la parte trasera y amplía el maletero y la parrilla negra en el frontal con el logo circular de VW inscrito en el centro, ya es una imagen icónica de nuestra cultura popular. Tanto como puede serlo el pomo de la palanca de cambios que recuerda a una pelota de golf, una idea inicial de la diseñadora alemana Gunhild Liljequist que se ha ido readaptando en todos los modelos, con especial atención a sus surcos cóncavos y a su valor esencialmente simbólico. O como el hecho mismo de crear un vehículo dispuesto desde el minuto uno a ganarse la eternidad. La ambición desmedida de hacer algo único y atemporal. ∎

“50 años siendo copla”.
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