El número de followers de Caroline Calloway no es nada en el vasto mundo de los influencers de Instagram, pero su huella en la historia contemporánea de internet la desmarca de cualquiera en el club del millón. Con alrededor de 650k seguidores, habiendo comprado una gran cantidad de ellos, Caroline destaca por llevar años caminando sobre la línea entre lo que es ser una estafadora y lo que no. Y en la era del girlbosseo del scammer artist (entre el Tinder Swindler, la multitud de documentales de Anna Delvey y Elizabeth Holmes), eso conlleva la admiración y el odio de la red a partes iguales.
Su leyenda comenzó en 2015 con el acuerdo de 500.000 dólares para publicar un libro basado en sus pies de foto de Instagram, libro que nunca llegó a escribir y cuyo adelanto gastó antes de que el editor tuviese tiempo de reclamarlo. Luego vinieron los seminarios de cuatro horas sobre “cómo ser tú mismo” que costaban 165 dólares y, a finales del año pasado, su viralidad recaía en un mejunje llamado Snake Oil con beneficios no demostrados y un envoltorio digno de niñas de parvulario vendiendo collares en la piscina del camping. Lo vendía por Instagram a 75 dólares.
Esta semana, Caroline ha vuelto a los pies de página de la historia de la red por marcharse de su apartamento de Nueva York dejando una deuda de 40.000 dólares al casero. Con esto, Calloway se marca un dos por uno: sigue alimentando su propia leyenda como persona que lleva la estafa al terreno del arte performativo y da contenido premium a todos los que aman odiarla (la gran mayoría de su público). Las fotos de su estudio se han viralizado en la red. Y no tiene pinta de que le vayan a devolver la fianza.
Ser influencer en las redes sociales no solo significa colgar fotos, hacer colaboraciones con las marcas y vender artículos de calidad cuestionable a precios exorbitados. A pocos días de la ceremonia de los Óscar, la actriz Rachel Zegler respondía al comentario de una fan en Instagram diciendo que no estaba invitada a la gala, a pesar de que “West Side Story” (Steven Spielberg, 2021), película que ella protagoniza, esté nominada a siete premios (incluidos los de mejor película y mejor director).
Los Óscar, como el resto de premios cinematográficos mediáticos, llevan años en la cuerda floja. No es que Rachel Zegler sea la persona más querida de internet, menos aún tras descubrirse que, a pesar de presentarse a sí misma como actriz latina en un Hollywood ya escueto para papeles racializados, solo tiene una abuela nacida en Colombia. E incluso menos tras hacer lecturas dramáticas de posts de Britney Spears en IG. Pero tras anunciarse quiénes serán los presentadores de la gala, la gente se ha sumado a la queja de que DJ Khaled esté invitado y ella no.
Este movimiento colectivo se antoja más inercia para culpar a los Óscar que un problema real de la organización de la gala, ya que solo los nominados directos reciben invitaciones para asistir a la misma y después se dan invitaciones a los estudios para que repartan como quieran. Sea como fuere, la Academia parece haber querido ahorrar en disgustos y explicaciones y, finalmente, ha invitado a Rachel Zegler como presentadora.
El sábado por la noche, El Xokas intentó compartir pantalla durante uno de sus streams. El medio segundo que tardó en volverlo a cerrar tras ver el error que había cometido fue suficiente para que sus espectadores lo viesen logueado en una cuenta de Twitter llamada @CathyVipi, que pronto descubrieron que utilizaba para meterse con gente que hablaba mal del Xokas.
La idea de que famosos en internet tienen cuentas B con las que pueden decir cosas que no pueden expresar en su cuenta principal es algo asumido, pero nunca había sido algo tan explícito y tan… patético. Los tuiteros han tardado pocas horas en descubrir otras cuentas con el mismo modus operandi que forman un ecosistema de defensores del Xokas. Y se sospecha muy fuerte que sean de él mismo.
Solo un año después desde su primer clip viral, a nadie le sorprende que El Xokas esté diciendo burradas, insultando a diestro y siniestro a cualquiera que le haga un poco de crítica. Esta es la marca del streamer. Pero la viralidad del asunto (el running gag que desencadena alguien pillado con las manos en la masa haciendo algo tan ridículo) ha generado reacciones directas de otros mastodontes de Twitch como Ibai o Auronplay. Y ha desembocado en peleas de otros como Grefg y Willyrex. No sabemos si este será el final del streamer, pero sí que será un golpe duro contra la idea de que su agresividad solamente está ligada a su personaje y no a su persona.
Depths Of Wikipedia es una cuenta multiplataformas que recopila frases y fotos sacadas de “las entrañas de Wikipedia”. Sus posts raramente se viralizan más allá de sus miles de seguidores, pero a veces ocurre, como el chiste del Bar Sumerio que se ha convertido en meme de la semana. Depths Of Wikipedia explica que la entrada de “Bar Joke” cuenta cómo el primer chiste documentado de este subgénero data de 1800 AC y que ha perdido su contexto para ser interpretado:
“Un perro entra en un bar y dice ‘no puedo ver nada, abriré este’”.
La imposibilidad de entender este chiste desde nuestra perspectiva cultural ha generado debate entre expertos en cultura sumeria que tampoco se ponen de acuerdo sobre el significado de su punchline, aunque parece que tiene algo que ver con el doble sentido de “bar” y “burdel” en la época. También discuten sobre ello aficionados a la cultura de internet, que vinculan esta falta de contexto a otros memes que tampoco serán entendibles en 100 años. Uno de los más conocidos por ello sigue siendo Loss. ∎