Naim Darrechi en una escena del videoclip “Panas”.
Naim Darrechi en una escena del videoclip “Panas”.

Haciendo scroll

Caída en desgracia de Naim Darrechi y extraños grupos de Facebook

Son tiempos duros para los influencers. James Charles puede dar fe de ello: acaba de volver a YouTube tras pasar unos meses lejos de la cámara de su iPhone, acusado de grooming por una docena de chavales menores de edad, una alegación que sacudió TikTok. No quiero entrar en la saga de controversias en las que se ha visto envuelto en los últimos años el que ha sido una de las caras más importantes de YouTube en la segunda mitad de los 2010, pero en esta ocasión James Charles parece tener serios problemas para remontar. Morphe, la marca de maquillaje con la que trabajaba, ha decidido prescindir de él y YouTube lo ha desmonetizado temporalmente, por lo que ha perdido sus dos fuentes de ingresos. Charles ha sacado dos vídeos en respuesta a ello: uno que se sitúa en el que top de vídeos con más dislikes de la semana en YouTube y en el que afirma que es “ridículo e irresponsable intentar volver a las redes sociales y hacer como que no ha pasado nada”, y el segundo, publicado un par de días más tarde, en el que… hace galletas.

 Tiempos duros para James Charles: qué pena. <a href="https://twitter.com/gowithdennis/status/1411151341070667781" target="_blank">
Tiempos duros para James Charles: qué pena.

Estas son las clases de situaciones con las que Internet USA dibuja su línea moral en conductas sexuales indebidas. Pasó con Shane Dawson, pasó con James Charles, pasó con David Dobrik. En España lo estamos descubriendo de la mano de Naim Darrechi, que, como ya han contado distintos medios mainstream, contaba en una entrevista con Mostopapi que eyacula sin avisar en chicas con las que mantiene relaciones sexuales, y que posteriormente les miente diciéndoles que es estéril para que no le den más vueltas. Mostopapi ríe. Twitter e Instagram se escandalizan.

Para quienes necesiten situarlo: Naim Darrechi tiene 26 millones de seguidores en TikTok y es uno de los mayores influencers del país mientras intenta, como muchos otros creadores que ven cómo Instagram se está hundiendo y que el curso natural de TikTok será el mismo en unos años, pasar a una más convencional carrera musical sacando un par de temitas. La gravedad del asunto y de las consecuencias que puede tener parecen chocar con él cuando la ministra de igualdad Irene Montero tuitea sobre el asunto. Hasta TMZ, página estadounidense que suele romper los cotilleos sobre gente como Kim Kardashian, se hace eco de la noticia (un besito al becario español que deben tener). Y Darrechi, que ya venía de saltar de polémica en polémica (que si TikToks contra el aborto en casos de violación, que si denuncias por parte de su ex), decide sacar la clásica carta caducada en 2014 de era-todo-un-experimento-social. Que el colectivo marginado de los influencers necesita ayuda. Definitivamente, no se ha visto el capítulo del reality “Instant Influencer” en el que James Charles enseña a youtubers-wannabe a hacer un “apology video”, un subgénero propio dentro de la comunidad de YouTube.

El revuelo causado por la confesión a cámara de Naim Darrechi debería ser suficiente para acabar con la carrera de una personalidad como la suya, desechable ya desde hace tiempo, por lo menos en esferas mainstream. En las redes sociales de 2021, donde predominan las leyes del algoritmo… tendremos que verlo.

Naim Darrechi: tipo más que desechable. <a href="https://twitter.com/llop_98/status/1414326063161823237" target="_blank"> Ver tuit</a>
Naim Darrechi: tipo más que desechable. Ver tuit

Tanto si hacen tiktoks como si escriben fanfics, en la esfera de lo digital a estos influencers se les llama “creadores” y son una pieza clave para entender las luchas transplataforma que dominan la estructura actual de internet. Facebook, por lo menos, tiene claro que son su pieza clave para salir de la deriva digital en la que se encuentra. No hay duda de que el vídeo sigue siendo el rey de la creator economy –tanto en posibilidades de monetización como en creación de una identidad de marca–, pero la megaplataforma prefiere esparcir sus fichas por todo el tablero, apostando también por el audio y por la letra. Para atraer talento, Facebook opta por incorporar suscripciones mensuales a páginas de influencers, la posibilidad de insertar anuncios en vídeos de formato corto y livestreams, sus salas de conversación (Clubhouse à la Facebook), pódcasts y su propia plataforma de newsletter (Bulletin). Y recientemente hemos sabido que quiere pagar un billón de dólares a los creadores para que usen sus plataformas. Todo parece indicar –y por “todo” quiero decir que Facebook no pretende cobrar a los creadores de contenido hasta 2023– una estrategia a largo plazo, pero con una ansiedad inminente de estar perdiendo poco a poco el control de la esfera virtual que tenía antes con Instagram. Con mucho dinero apoyando esta estrategia, pero sin líneas de acción claras que ayuden a escapar del foro conspiranoico en el que han dejado que la red social se convierta en los últimos años, el cambio de rumbo implica cosas como… contratar a Tan France de “Queer Eye” (2018-) para que escriba newsletters en tu nueva plataforma. ¿Es así como nos ven a la gente joven los inversores de Silicon Valley? ¿Tan France? ¿El más cutre de los Queer Eye, en serio?

La escala global que tiene Facebook –y que parece ignorar con estas acciones tan “USAcéntricas”– ha cambiado la funcionalidad de la red social en las nuevas generaciones. El público joven sigue ahí, aún existe sin interactuar con los amigos que tiene añadidos y cambiando radicalmente el uso que se hacía de la plataforma hace diez años. La facilidad de acceso y su presencia masiva en (casi) todos los países hacen de ella un foro fidedigno, tierra fértil para grupos de búsqueda de pisos en el extranjero, de expatriados… También están entre ellos los grupos privados de Facebook en los que se reúne la Gen Z para compartir contenido extremadamente específico –desde “New Urbanist Memes For Transit-Oriented Teens”, donde miles de adolescentes comparten memes sobre transporte público, hasta “A Group Where We All Pretend To Be Ants In An Ant Colony”, donde 1,8 millones de usuarios fingen ser hormigas en un hormiguero–. ∎

Fingiendo ser hormigas: triste pero cierto.
Fingiendo ser hormigas: triste pero cierto.
Etiquetas
Compartir

Contenidos relacionados