Eurovisión, stablecoins, Elon Musk, Jack Harlow y Cara Delevingne

Volvió la noche más importante del año para la autopista de la información europea –que, aparentemente, llega hasta Australia–. Registrando el mejor resultado de España en el Festival de Eurovisión en casi 30 años, Chanel quedó tercera. La controvertida pero predecible victoria fue para Ucrania.

La geopolítica eurovisiva de internet ha cambiado notablemente en un año. En 2021 se intuía un cambio: internet global se volcaba en Eurovisión y usuarios de todo el mundo contribuían a la creación de contenido sobre la gala. El grupo Måneskin acababa yendo a Coachella. Pero este año, entre el poder salir de casa y el fallido lanzamiento de la versión de Eurovisión americana que ha hecho que los estadounidenses nos tengan un poco menos de envidia, la locura se ha circunscrito a la red europea. Los memes, como cada año, son muchos y variados: el Xokas rumano, Moldavia (en general), Laura Pausini como representante nacional y memes sarcásticos sobre cómo ganar Eurovisión han hecho que la guerra se acabe en Ucrania.

El destino tiene sus formas de meter el dedo en la llaga: volver a convertir la palabra “Luna” en trending topic con la luna de sangre a principios de esta semana después de lo que pasó hace escasos días con la criptomoneda homónima tiene esta energía de chiste hecho por un dios griego nada benévolo.

Crash course por si ver los posts fuera de contexto que incluyen la palabra “crypto” te hacen scrollear aún más rápido: la criptomoneda Luna pertenece a un ecosistema blockchain llamado Terra, conocido por intentar fusionar los beneficios de las economías crypto con una cierta estabilidad monetaria que otros ecosistemas basados en criptomonedas como el Bitcoin –que suben y bajan cada día– no tienen. La base de su sistema era el UST, un stablecoin algorítmico –stable = estable, coin = moneda– que no fluctuaba y se mantenía siempre en relación 1:1 con el dólar estadounidense. También otra moneda nativa para su red llamada Luna, que se usa para mantener el valor del UST intacto y es imprescindible para hacer cualquier cosa en el ecosistema de Terra, ya que los gastos de transacciones en ese ecosistema se pagan con ella.

La semana pasada Luna se vio atrapada en una “espiral de la muerte”. El valor del UST caía en picado –el lunes, ese valor que tenía que mantenerse siempre en paridad con el dólar era de 11 céntimos–. El algoritmo de Terra empezó a producir Lunas para incentivar a la gente a comprar el UST, generando tal hiperinflación de la moneda nativa que hizo que su valor cayese prácticamente a cero. Si la semana pasada hubieses metido 1 millón de dólares en Luna, tus ahorros el lunes valdrían 3 dólares.

Internet tiene la capacidad de hacer famoso a alguien en cuestión de días y también de arrastrarlo a las profundidades de la vergüenza. El auge y la caída de Jack Harlow como sensación de internet empezó en el vídeo de “Industry Baby” de Lil Nas X y siguió gracias al encanto que produce en las mujeres afroamericanas. Pero esta semana, entre el lanzamiento de su nuevo disco en paralelo al de Kendrick Lamar –los dos álbumes quedan a mucha distancia entre sí a ojos de la crítica– y un vídeo en el que es transportado por dos hombres negros para que sus zapatos no se ensucien, ha roto la ilusión sobre la que se sostenía su leyenda. De la noche a la mañana, internet tiene nuevo enemigo.

Cara Delevingne lleva un tiempo en su propia espiral de muerte internetera, dando la nota en TikTok con vídeos que dan vergüenza ajena, alejándose más y más de los años en que era una de las modelos más mediáticas del planeta. En un momento cultural en que los nepotism babies están intentando pasar desapercibidos porque tenemos el ojo puesto en ellos, a ella –especialista en tener la sección “Early Life” de su página Wikipedia teñida de nombres en azul– no le ha llegado el aviso. Esta semana se ha convertido en el trending topic y meme primario de los Billboard Music Awards tras perseguir y acechar a Megan Thee Stallion.

Elon Musk ha parado la compra de Twitter temporalmente, alegando que el número de bots de la red social es mayor de lo estipulado en las cuentas de la empresa y que ello afecta a su valor. Suena a bluff.

El precio de las acciones de Twitter –como el de un montón de empresas asociadas al mundo de la tecnología– ha caído en picado. Los 54,20 dólares por acción de la oferta inicial de Musk están muy por encima de lo que valen las acciones ahora. Para esta adquisición, el billonario tomó préstamos contra el valor de las acciones de Tesla, cuya cotización también ha caído en un 25% desde el acuerdo. Las posibilidades de que en este panorama los bots supongan un problema (o el mayor de ellos) son minúsculas. El misterio que el tiempo resolverá ahora es si este movimiento ha sido solo para renegociar o para echarse atrás definitivamente. ∎