RDL #1 (1984): Boy George era nuestro hombre / RDL #399 (2024): 40 años de cultura.
RDL #1 (1984): Boy George era nuestro hombre / RDL #399 (2024): 40 años de cultura.

Artículo

40 años de Rockdelux: la vida cañón

El número 399 está disponible para quien sienta curiosidad por la cultura en toda su magnitud. Celebra los 40 años de Rockdelux, que nació en 1984. Y lo hace escogiendo 200 personalidades del mundo cultural de esos 40 años, hasta 2024. Además, también están las listas con lo mejor del año. Es un número que rebosa información en sus más de 200 páginas.

40 años de Rockdelux es mucho. Lo digo yo (antiguo Me, Myself & I en esta casa), lo insinúa el Ministro de Cultura en la página previa y, sobre todo, lo dice el sentido común. La revista que nació en noviembre de 1984 (al módico precio de 300 pesetas: o sea: 1,80 euros) como un accidente editorial en plena era moderna (o más bien posmoderna) tuvo unos inicios de aluvión y acabó arrancando como un producto un tanto indefinible pero por momentos sorprendente y muy ajustado a los tiempos que se vivían: imperfecto equilibrio entre comercial, heavy y moderno llamando a las puertas de una improbable sumatoria de diversos públicos. Para la posteridad, su primera portada: Boy George, Bowie, Alaska, AC/DC y Scorpions, todo en uno. Mezclando churras con merinas: nivel.

Afortunadamente, la indigesta cosa (maquetación feísta poco propicia para la lectura) se fue arreglando, corrigiendo, enmendando. Porque, tarde o temprano, en la vida hay que aclararse, o más bien definirse. Rockdelux, paulatinamente, empezó su remontada con un pertinaz propósito de mejora constante y casi artesanal, tanteando una línea editorial entendible para un público que quisiese sintonizar con la música en tiempo presente sin olvidar el pasado y sin miedo al cambiante futuro. Una vez conseguida e identificada esa dirección, Rockdelux –entonces Rock De Lux y, para los amigos, RDL– se fue afianzando con un talante muy específico y particular, alejada conscientemente del resto de publicaciones y convirtiéndose en un indudable referente de la prensa musical y, después, más tarde, al ampliar el foco, también de la prensa cultural en lengua española, generando opiniones y marcando tendencias con persistente moderación, como quien no quiere la cosa.

Evolución del logo de Rockdelux con algunas des sus variaciones (1984-2024).
Evolución del logo de Rockdelux con algunas des sus variaciones (1984-2024).
En fin, muchos años, mucha tela que cortar, muchos descubrimientos, muchas apuestas de riesgo, muchas meteduras de pata, muchos enfoques variopintos, muchas polémicas (no) buscadas y, claro, muchas listas potencialmente comentables más allá del radio de acción de la propia revista. Y ofreciendo todo ello, además, con tenacidad y voluntarismo, el que siempre han aportado sus múltiples y diversos colaboradores, sobrados de personalidad y conocimiento específico. Porque la columna vertebral de Rockdelux, renovándose constantemente, se ha nutrido siempre de personas culturalmente inquietas que han disfrutado explicándose y comprometiéndose con una idea artística alejada de lo trivial o de lo evidente, aunque sin renegar, por decreto, de lo comercial. Porque, siendo lo más prioritario en nuestros contenidos, no solo de lo underground o alternativo ha vivido Rockdelux. Aunque es una evidencia palmaria que en esos ámbitos ocultos, o menos reconocidos a nivel generalista, es donde suele producirse la chispa de la que surge lo más interesante (por lo menos en su origen), no todo lo comercial o mayoritario ha sido ignorado en Rockdelux, como bien saben nuestros lectores: desde valorar a Madonna o Pet Shop Boys o Beyoncé cuando eran tomados por horteras por los listos rockeros de turno hasta encumbrar a Rosalía ya con su primer disco flamenco antes de cualquier moda universal. Y hemos apostado por esas “cosillas menores” a la vez que promovíamos el primer concierto de Sonic Youth en España en 1988: pagaron 420 personas; se cubría con 400 (ojo, también estrenamos en directo por aquí a The Wedding Present). O dedicábamos una portada y un informe al hip hop en ¡1987! (Run DMC: el rugido del gueto) y otra a Missy Elliott en 2003, y entronizábamos a Public Enemy, Kanye West o Kendrick Lamar (la tríada imbatible). O aplaudíamos las carreras de Surfin’ Bichos, Los Bichos, Aventuras de Kirlian o Cancer Moon, la protogeneración perdida. O auspiciábamos a indies indiscutibles como Los Planetas, Sr. Chinarro, El Niño Gusano, Los Punsetes, Triángulo de Amor Bizarro o Pony Bravo. O elogiábamos a Swans, Fugazi, Low, Aphex Twin, Burial, Stromae, Daniel Darc, Hidrogenesse, El Guincho, Za!, Yung Beef o Niño de Elche. O ensalzábamos a Salif Keita, Youssou N’Dour y Ray Lema (la santísima trinidad africana); también a Ali Farka Touré, claro. O nos atrevíamos con un portada sobre el reguetón mientras adorábamos desde hacía tiempo a Tego Calderón. O sintonizábamos a Negu Gorriak y Lisabö tanto como ahora admiramos a Ralphie Choo o nusar300 o Maestro Espada. O incorporábamos el flamenco (el nuevo y el de Morente) en nuestras páginas cuando nadie en la prensa rock lo hacía. O exaltábamos a Nacho Vegas, Anari, Juli Bustamante o Xavier Baró. O mezclábamos a Prince con Tom Waits, o a Nick Cave con Björk, tal como después hicimos con Frank Ocean y Lana Del Rey, y ahora hacemos con Alcalá Norte y Charli XCX. O rendíamos pleitesía a John Peel en su muerte; así como a Bowie, Prince y Cohen, en el año de desgracia de 2016, con sendos especiales mortuorios (que también tuvieron Lou Reed, Chuck Berry, Mark E. Smith, Aretha Franklin y Scott Walker en sus decesos: respect!). O poníamos en portada a Woody Guthrie, a la serie “Mad Men”, al fenómeno Spotify o a Morrissey en tres cubiertas diferentes, cada una de un color. O lanzábamos CDs gratuitos acompañando la revista cuando eso era una novedad en nuestros quioscos (cuando todavía había quioscos). O nos inventábamos otras publicaciones complementarias y alternativas como la trimestral Factory y la anual Dancedelux. O ampliábamos las páginas hasta 200 o más en los números con lo mejor del siglo XX y de las dos primeras décadas del siglo XXI, convirtiendo esos especiales en objetos de culto y, sobre todo, de consulta. O dirigíamos el festival BAM (y hacíamos debutar en España a Lambchop, Tindersticks, The Magnetic Fields, Belle And Sebastian, Beth Orton, Mark Eitzel, Moonshake, Lois…). O procurábamos un listado de grupos posibles a las primeras ediciones del Primavera Sound como asesores (y sensores) artísticos. O etc., etc., etc., etc., etc. Sí, es cierto, desgraciadamente no tenemos abuela (murió envenenada).

RDL #11 (Madonna, 1985), RDL #33 (Run DMC, informe hip hop, 1987) y RDL #103 (Pet Shop Boys, 1993). / BAM 1996: Lambchop, debut en España, tocando en los camerinos de la Plaça del Rei debido a la lluvia (dirección artística del festival: Rockdelux). / Los Planetas (1996; de la sesión de fotos en Granada para la portada del RDL #126). / Entrada concierto Sonic Youth (Zeleste 2, 4 de octubre de 1988; organizado por Rockdelux). / Missy Elliott (2003; foto de portada del RDL #203). / Kanye West (2013; foto interior del artículo de portada del RDL #320).
RDL #11 (Madonna, 1985), RDL #33 (Run DMC, informe hip hop, 1987) y RDL #103 (Pet Shop Boys, 1993). / BAM 1996: Lambchop, debut en España, tocando en los camerinos de la Plaça del Rei debido a la lluvia (dirección artística del festival: Rockdelux). / Los Planetas (1996; de la sesión de fotos en Granada para la portada del RDL #126). / Entrada concierto Sonic Youth (Zeleste 2, 4 de octubre de 1988; organizado por Rockdelux). / Missy Elliott (2003; foto de portada del RDL #203). / Kanye West (2013; foto interior del artículo de portada del RDL #320).
En esencia, todas estas líneas de fuga heterodoxas desembocaron en la gestación de una línea editorial basada en la rigurosidad y la confianza, sello distintivo de Rockdelux. Se ha dicho más veces, pero lo repetimos sin vergüenza: Rockdelux es una escuela oficiosa de periodismo musical, por donde han pasado y siguen pasando las mejores firmas posibles a lo largo de los años, marcando un tono diferencial con respecto a otras cabeceras. Y no solo escritores, también fotógrafos, ilustradores, diseñadores…

Tras 394 números, y afectados por la pandemia, llegó el fin del papel en mayo de 2020. Bajo el paraguas de Primavera Sound –festival con el que nos identificamos plenamente por su simpar línea estilística abierta y desprejuiciada, en el que mantenemos un escenario privilegiado–, volvimos a los siete meses en digital, con contenidos diarios a tutiplén y, desde diciembre de 2022, además, con dos lujosas revistas físicas al año (en junio y en diciembre). Este que tienes en tus manos es el número 399, el que coincide con su cuarenta aniversario. Grandísimo motivo de celebración, por tanto –y no solo para nosotros–. Una vez más, estas 204 páginas sirven para mostrar sin ambages la identidad de Rockdelux, que no es otra que la cultura, más allá de la música pero con la música en su pleno centro rotatorio, y referenciando ese universo cultural pop que, pivotando a su vera, se transforma y se expande en muchas direcciones.

Mucho tiempo auscultando la actualidad mes a mes, año a año, década a década. Y eso, como ya hemos dicho, es mucho, muchísimo. Sobre todo en este contexto de la música, donde una semana puede parecer medio año, y un mes suena a un lustro. Las cosas vuelan, se precipitan en un continuum imparable hacia una renovación constante de géneros, estilos, subestilos, colisiones, mestizajes, tendencias y modas que, además, se reciclan cada cierto tiempo para, insospechadamente, volver a la actualidad con un aspecto de casi nuevo que suele colar –paradojas del destino– como nuevo.

2016: año de luto (portadas e informes Rockdelux con Bowie, Prince y Cohen). / CDs especiales de Rockdelux: DJ Hell, Manta Ray, Tributo a Family, el sello Trojan, Josh Rouse, Nacho Vegas (DVD) y tributo a Julio Bustamante. / Momentos Rockdelux: algunos CDs con las canciones del año.
2016: año de luto (portadas e informes Rockdelux con Bowie, Prince y Cohen). / CDs especiales de Rockdelux: DJ Hell, Manta Ray, Tributo a Family, el sello Trojan, Josh Rouse, Nacho Vegas (DVD) y tributo a Julio Bustamante. / Momentos Rockdelux: algunos CDs con las canciones del año.
Rockdelux ha estado ahí para dar testimonio de todo eso. Pero, lo más importante, no solo para eso. Se ha empeñado en tomar partido decididamente por un determinado tipo de artistas, marcando una especie de canon invisible con los que hemos considerado mejores, o más interesantes, o los que podrían perdurar en el tiempo o, por lo menos, en su año triunfal en curso, para recomendarlos con entusiasmo, pero también con reflexión y emotividad. Por supuesto, Rockdelux nunca ha querido ser un buenista boletín de todas las novedades donde todo cabe con publicidad de por medio. Ni un panteón reaccionario de revivalismo caduco viviendo eternamente en el siglo XX. Ni un blog novelty agitado por la reacción de las redes sociales. Ni una cabecera obsesionada con el producto español antiguo, malo y peor (ese seudoindie calamitoso). Más bien lo contrario a todas esas cosas, tan respetables como lo nuestro… pero que no son lo nuestro (sin ofensas, pero con orgullo).

¿Qué, pues? Siendo un selectivo vehículo prescriptor, hemos arriesgado muchas veces con apuestas que ahora pueden parecer obvias pero que, en su momento, no lo fueron tanto. Sin importar estilos ni edades ni procedencias. Echando la vista atrás, nos llena de orgullo haber seguido trayectorias de artistas que, independientemente de su aceptación, considerábamos fundamentales para encajar en un mundo convulso y variable, el del pop, que siempre ha vivido, sistemáticamente, entre la locura y la razón.

Ahora que parece que nada es para siempre, Rockdelux ha pretendido que sus elecciones afectivas perduraran, no solo artísticamente, sino también emocionalmente. Porque, parece evidente, el vínculo sensible que han establecido muchos lectores con Rockdelux ha sido uno de los grandes logros de la publicación, marcando territorios de iniciación a mentes abiertas y desacomplejadas. Si no fuese así, ¿cómo es posible seguir vivos cuarenta años después? ¿O que se nos valore y nos respete incluso desde (amistosas) filas enemigas?

Woody Guthrie (2012; ilustración de Miguel Breva para la portada del RDL #310: 100 años matando fascistas). / Morrissey en 3 colores: para la portada del RDL #332 (2014). / Dancedelux y Factory: Sonic Youth, Negu Gorriak  y Fugazi en portada.
Woody Guthrie (2012; ilustración de Miguel Breva para la portada del RDL #310: 100 años matando fascistas). / Morrissey en 3 colores: para la portada del RDL #332 (2014). / Dancedelux y Factory: Sonic Youth, Negu Gorriak y Fugazi en portada.
Aquí continuamos, sí, tan despiertos y entusiastas como siempre, intentando narrar esos logros culturales que hacen que el mundo pueda ser, o por lo menos parecer, un poco mejor. Y, en este especial del 40º aniversario, nos hemos propuesto rizar el rizo y volcarnos con una lista compuesta por 200 personajes imprescindibles entre el período de vida de Rockdelux. Y lo hemos hecho a partir de su producción en el año 1984, que es el año de arranque de la revista y que da pie a esta celebración. Comprobaréis que, en algunos casos, hay personajes con vida artística anterior a ese año, y con producciones no precisamente menores. No obstante, se ha considerado que su obra más importante (o, por lo menos, tan importante como la anterior a ese 1984 que marca la línea de salida), así como probablemente la más popular entre nosotros, corresponde al período posterior a 1984. Hablamos de 200 figuras totales que, efectivamente, han hecho que el mundo sea mejor. Con su aportación, han inyectado nuevas ideas y han posibilitado que su visión del arte nos enriquezca como consumidores y nos mejore (tal vez) como personas. Marcando nuevas líneas de avanzada, sus logros han abierto caminos que luego han transitado otros. Atrevidos, aventurados, revolucionarios, finalmente también clásicos, sus obras nos han hecho más felices o nos han incitado a reflexionar sobre inéditos aspectos artísticos, incorporando y naturalizando modos, costumbres y comportamientos que, al instante o a la larga, han ayudado a modificar el conocimiento que genera cambios en la sociedad (y no solo del espectáculo).

Digo que son “solo” 200, porque, en bruto, partíamos de una lista que sobrepasaba los mil. Después de darle muchas vueltas, eliminamos de la relación a muchos músicos, pero también a filósofos, deportistas, políticos, etc. Al final, solo han quedado músicos (la mayoría), cineastas, escritores, dibujantes y showrunners, sobre todo; de lo que hablamos habitualmente en Rockdelux, vaya. También hay una pequeñísima muestra de creadores de videoclips, de videojuegos y artistas. Ha sido doloroso ir amputando nombres que también han contribuido a definir estos años de un modo trascendental pero que, finalmente, lamentablemente, no han entrado en este ranking de dos centenares de creadores (para nosotros) incontestables. Podríamos citar los que se han quedado fuera, pero preferimos no hacerlo. La satisfacción de irse encontrando tótems particulares y la decepción de no dar con otros tan o quizá más importantes queremos que forme parte de este juego que proponemos en este especial de cuarenta años. Es una lista variopinta, no numerada, y que abre o puede abrir debates entre lo irrebatible y lo inesperado. De eso se trata. En esencia, de eso ha tratado siempre Rockdelux.

RDL #300 (2011): homenaje fotográfico con la historia en imágenes de Rockdelux en ‘ADN’. / Concurso de maquetas 1993: el mítico donde llegaron a la final Eat Meat, Los Planetas (segundo premio), Soul Mondo y Australian Blonde. / Carteles BAM: imágenes del festival BAM. Entre 1995 y 1999, dirigido artísticamente por Rockdelux. / Escenario Rockdelux en el Primavera Sound: en el Auditorio del Fòrum.
RDL #300 (2011): homenaje fotográfico con la historia en imágenes de Rockdelux en ‘ADN’. / Concurso de maquetas 1993: el mítico donde llegaron a la final Eat Meat, Los Planetas (segundo premio), Soul Mondo y Australian Blonde. / Carteles BAM: imágenes del festival BAM. Entre 1995 y 1999, dirigido artísticamente por Rockdelux. / Escenario Rockdelux en el Primavera Sound: en el Auditorio del Fòrum.
Pero no se vayan todavía porque, por supuesto, también están incluidas en este ejemplar de aniversario las listas con los mejores del año 2024, tal y como ya hicimos en los últimos dos números en papel (los publicados en diciembre) de esta época digital, y como ya era tradición, antes de la pandemia, en los esperados ejemplares de enero de cada año. Aunque ahora está de moda en muchos medios publicarlas en noviembre o por ahí, como si el año ya se hubiese acabado en esas fechas, en una absurda e ilógica costumbre de ir avanzando semanas para llegar los primeros a la gran carrera de las listas, nosotros lo seguimos haciendo a final de año. Para eso somos unos clásicos en este asunto. Porque, pioneros en territorio español que fuimos, ¿cómo disociar Rockdelux de una buena lista en tiempos navideños? Imposible.

Por cierto, en el timeline gráfico que podrán seguir en las próximas páginas, gentileza de Gemma Alberich, se recogen los vencedores en todas las categorías desde que, en 1986, empezamos con esto de las listas (sí, somos unos pesados). Podrán recordar a los escogidos de todos estos años –con Tortoise y Sepultura compartiendo honores en 1996, por ejemplo; a ver quién supera eso– y recordar o imaginar cómo eran las cosas entonces o, más recientemente, en los últimos tiempos, unos tiempos en los que quizá se valora poco la información (la buena; también existe, sí) que nos procura internet; la solemos leer en diagonal y con prisas y tal vez no somos conscientes de las horas que han invertido los periodistas en ella. Qué lástima. Tampoco se valora lo suficiente las publicaciones físicas en papel, ya sean periódicos o revistas, generalmente convertidos en objetos retro que definen épocas pasadas. Sí, parece una lucha contra los elementos, pero, no obstante, aquí seguimos: online, cada día, y en papel, dos veces al año. Y, por supuesto, gracias infinitas a nuestros suscriptores: valoramos enormemente el esfuerzo que hacen pagando por los contenidos de Rockdelux en estos tiempos difíciles. Pero, haciendo caso a Dickens –en 1859: “Eran los mejores tiempos, / eran los peores tiempos”–, continuamos. A por 2025. Con vosotros. Por vosotros. ∎

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