Parece obvio que, como músico, Marley fue un producto 100% jamaicano, pero también lo fue el fenómeno Marley. En la década de los setenta, Jamaica pasó por una época de gran agitación sociopolítica que terminó por cargarse los últimos vestigios del colonialismo. El proyecto de Michael Manley y su gobierno recién elegido, del partido de izquierdas Partido Nacional del Pueblo, totalmente projamaicano, nacionalista y defensor de la autosuficiencia estatal, proponía reinventar la nación jamaicana diez años después de su independencia. Manley era un antiguo líder sindical y se ganó el apoyo de la clase trabajadora prometiendo reformas sociales radicales y un grado de integración social que nunca había existido durante el gobierno del Partido Laborista Jamaicano. Desde que Jamaica consiguió la independencia en 1962, el Partido Laborista Jamaicano (con sede en Estados Unidos) no había movido ni un dedo para reducir el enorme abismo de riqueza entre la élite jamaicana de plantadores y comerciantes y la gran mayoría trabajadora. En cambio, el gobierno del Partido Nacional del Pueblo, de inspiración marxista, desarrolló el sistema universitario, y muchos jóvenes jamaicanos que se habían marchado a estudiar a Estados Unidos o al Reino Unido regresaron a casa entre 1973 y 1974, deseosos de contribuir al renacimiento de su patria.
Fue decisivo que Manley rescatara a los
natty dread (los rastas) de la oscuridad y los situara en primera línea de la cultura juvenil jamaicana. La religión rastafari estaba establecida en Jamaica desde la década de los treinta. Cuarenta años después, aproximadamente el 5% de una población de 2,5 millones eran rastas o simpatizantes del rastafarismo, la mayoría jóvenes. Antes del gobierno Manley, era normal que la policía humillase a los rastas, deteniéndolos y afeitándoles los
dreadlocks, en una práctica que se conocía como
trimming (recorte). Pero Manley propuso legalizar la marihuana y ofrecer billetes de avión subvencionados a Etiopía. En la campaña electoral de 1971, reclutó a Bob y Rita Marley (además de a Dennis Brown y The Inner Circle) para que formasen parte del PNP Musical Bandwagon, el carrusel musical del partido. A pesar de que los rastafaris desconfiaban enormemente de la política (la llamaban “polichanchullo”), es comprensible que muchos de ellos, y también muchos músicos, se animaran a apoyar el PNP.