Coherencia interna. Foto: Alfredo Arias
Coherencia interna. Foto: Alfredo Arias

Entrevista

Caribou: bailar en la oscuridad

Cada nuevo disco que Dan Snaith publica bajo su alter ego Caribou es un pequeño gran acontecimiento. “Suddenly”, la quinta entrega del proyecto, vuelve a presentar un caleidoscopio musical que va del pop a la electrónica, ofreciendo un recorrido emocional que detalla la vida de su creador. El canadiense, afincado en el barrio londinense de Stoke Newington desde hace años, habla con ojos brillantes de su nuevo álbum. Los chicos sensibles también bailan.

“Suelo trabajar de nueve a cinco, cuando los niños están en el colegio. Cuando vuelven estoy con ellos y con mi mujer... hasta que se acuestan y regreso al sótano de nuevo a seguir haciendo música”. Dan Snaith es la antítesis de la rock star. Con su título universitario en Matemáticas a cuestas, sus gafas de metal y una taza de té en la mano, parece más un profesor que ha venido a dar una conferencia sobre formas modulares de Siegel –su especialidad– que a hablar de sus conciertos y álbumes. De educación impoluta, afirma que las entrevistas le sirven para “coger perspectiva” y aclarar los sentimientos que le provoca su propia obra.

En el lobby de un hotel en el madrileño barrio de Salamanca, Dan se muestra afable y entusiasta. La de Rockdelux es la primera entrevista de la mañana y una de las primeras que concede también para charlar de “Suddenly” (Merge-City Slang-Music As Usual, 2020). Confiesa estar deseando hablar de él y parece sincero cuando agradece los halagos que se le dedican sobre un elepé que vuelve a confirmar su maestría para aunar melodía, ritmo y textura. El título no es casual, según relata su autor: “Le doy bastante importancia a elegir palabras que puedan definir la música. La duda siempre está en si el título describe todo el proyecto o solo una parte de él. En este caso creo que lo he conseguido, pues ‘Suddenly’ es la suma de muchas cosas inesperadas que han ocurrido sin que me haya dado cuenta”.

Se refiere a la parte más estrictamente musical, con canciones que se retuercen sobre sí mismas para sorprender al oyente con arreglos mágicos, estructuras circulares y melodías oblicuas. Pero también a su vida personal. “Los discos son como fotografías de cada momento. Han pasado casi seis años desde el anterior disco de Caribou y, aunque he estado haciendo otras cosas, se han amontonado las vivencias. Es inevitable que todo se filtre en las canciones. Un álbum de recuerdos y emociones”.

“Los discos son como fotografías de cada momento. Han pasado casi seis años desde el anterior disco de Caribou y, aunque he estado haciendo otras cosas, se han amontonado las vivencias. Es inevitable que todo se filtre en las canciones. Un álbum de recuerdos y emociones”

Dan Snaith

En su caso, además de las experiencias vitales, se han acumulado también las ideas. Hasta novecientos bocetos ha llegado a disponer para conformar las doce canciones de “Suddenly”. “Trabajo constantemente –se defiende– y diría que tengo facilidad para dar con ideas. Casi siempre es el mismo proceso: una línea melódica, una secuencia de acordes, un sonido particular que encuentro... Todo eso lo almaceno y lo reviso posteriormente. El ritmo y las letras llegan casi siempre después”. Dos figuras aparecen entonces como ayuda en el proceso de edición: su mujer y su gran amigo Kieran Hebden (más conocido por su nombre artístico Four Tet). “Ella me ofrece la versión de alguien que no está metida en el mundo de la música. Tiene una visión más pura en ese aspecto. Y, además, sé que va a ser completamente sincera. No se va a cortar conmigo (risas). Kieran, en cambio... En realidad debería decir que es un colaborador, pues su ‘input’ es fundamental. Él me dice si algo le suena repetitivo, como si ya lo hubiera hecho antes. También si suena actual o desfasado. Me fío al 100% de él. Si me advierte de que una parte puede dar más de sí, lo más seguro es que le haga caso y, como mínimo, le dé una vuelta”, señala.

Ese laboratorio de creación se encuentra en el barrio londinense de Stoke Newington. Cerca de Dalston y no muy lejos de la movida hipster de Shoreditch, es, sin embargo, un pequeño remanso de paz en mitad de la capital británica. No es raro que muchos músicos vivan allí. La elección del lugar de residencia y trabajo no es casual, según explica Dan. “Mis padres son de origen británico, aunque yo crecí en Canadá. Eso me hizo sentir siempre como si no fuera de ninguna parte. En Canadá era ‘el inglés’, y en Inglaterra, ‘el canadiense’. A Stoke Newington me mudé hace ocho años, cuando ya era caro, pero todavía no la locura que es ahora”. Esa deslocalización vital afecta también a lo musical. “Creo que es inevitable que el espíritu de la ciudad se cuele en lo que hago. Si viviera en otro lugar, mis discos serían muy diferentes”, continúa.

La huella de sus padres –profesores– se filtra en la relación de Snaith con las matemáticas. “Me interesa el lado más abstracto de ellas, cómo pueden ser una disciplina en sí mismas, casi una filosofía. Mucha gente no entiende que uno pueda dedicarse a algo que no tiene una aplicación práctica inmediata, pero existe una emoción en ello. En ese sentido, se parece a la música. No haces canciones porque vayan a servir nada más que para transportar a un lugar mental al creador y al oyente”.

Las matemáticas  y la música. Foto: Alfredo Arias
Las matemáticas y la música. Foto: Alfredo Arias
Esa visión pura de su profesión como compositor se traslada igualmente a la particular relación que Caribou mantiene con el mundo de los clubes y los festivales, a sus 45 años. “Sigo yendo a clubes –explica–, porque quiero escuchar a los DJs”. El hedonismo, en su caso, es bien distinto al habitual. “Ir a una sesión muchas veces implica madrugar, no aguantar por la noche. Me puede llamar un amigo para proponerme si vamos a ver a no sé quién a Fabric. Me pongo el despertador a las cuatro de la mañana y vamos para allá. Jamás me he drogado y no bebo, así que tampoco siento que haya cambiado tanto. Por otro lado, tener acceso al ‘backstage’ hace que la experiencia sea un poco más cómoda en el aspecto físico (risas). En todo caso, me gusta el ambiente y la conexión que se produce en estos lugares. Me sigue apeteciendo pinchar, aunque tampoco lo hago constantemente”.

Preguntado sobre si “Suddenly” está enfocado a la pista de baile, contesta que no lo tiene claro del todo. “Creo que el valor del disco es precisamente que es poliédrico, y a mí me gustaría pensar que cada uno lo puede recibir de una manera particular. Diría que es el álbum más variado de Caribou, y eso es ya una victoria para mí. Tampoco es que tenga un plan establecido, pues las canciones pueden variar bastante desde el inicio del proceso, pero de cualquier forma es muy importante para mí tener sensación de avanzar y de sorprenderme a mí mismo”.

En su caso, el concepto de “álbum” sigue siendo clave. “Pasan los años y, aunque las ‘playlists’ y singles cobran importancia, el álbum completo sigue siendo la manera de expresar una visión creativa total. Para mí, el disco cobra vida por sí mismo entre las muchas ideas o fragmentos que tengo. Cuando lo escuchas adviertes la línea argumental o la coherencia interna que hay en esas canciones. Es la manera de englobarlas y de que adquieran sentido”, indica.

Por otro lado, la conexión vital de Caribou con España sigue vigente en esta nueva entrega. Además de haber anunciado su participación en las próximas ediciones del Primavera Sound y el Bilbao BBK Live, Dan tiene amigos aquí, nos visita regularmente, y la foto de la portada de “Suddenly” se tomó en Asturias. “Me estaba costando encontrar una imagen que para mí explicara el contenido. Como decía antes al respecto del título, no es fácil que una fotografía pueda describir todo lo que contiene un álbum. Cuando la vi, supe que tenía que ser esa. Ahora lo que quiero es coger una caravana con mi familia y dedicarme a conocer Asturias en profundidad”, finaliza. ∎

Pop Life. El camino de Caribou en cuatro paradas

MANITOBA
“Start Breaking My Heart”
(Leaf, 2001)

Antes de Caribou, Dan Snaith fue Manitoba. Se trataba solo de distintos nombres, porque el talento ya estaba ahí. Su ópera prima presentaba un arsenal de ideas, quizá todavía más interesado en texturas que en melodías puras. Las canciones eran laberintos sonoros absolutamente hipnóticos, como un cuadro puntillista cuyas formas se advierten conforme uno se va alejando de ellas.

CARIBOU
“Andorra”
(Merge-City Slang, 2007)

El momento en el que los brochazos sonoros del canadiense se convirtieron en canciones. Algunas de ellas monumentales, como la inicial “Melody Day”, capaz de viajar desde la psicodelia de 1967 hasta el siglo XXI. La decisión de Snaith de utilizar su propia voz como vehículo conductor de sus creaciones le vino de perlas. El pop de dormitorio dio paso a escenarios en festivales multitudinarios y su talento innato se rodeó de una producción a la altura de su ambición. “Sandy”, “Sundialing” o “After Hours” opositaban a clásicos propios.

CARIBOU
“Swim”
(Merge-City Slang, 2010)

En cierto sentido, “Odessa” –primer corte y single de lanzamiento del álbum– es la canción definitiva de Caribou: seductora, pegadiza e irresistible en auriculares y pistas de baile. El resto del disco estaba a la altura, lo cual es una pequeña locura. Un millón de melodías mágicas, subrayadas por decisiones sónicas que siempre huyen de lo obvio para forjar un universo propio. Y esa voz delicada y frágil a su manera para dotarle de la humanidad necesaria al conjunto.

CARIBOU
“Our Love”
(Merge-City Slang, 2014)

Su obra más decididamente bailable y, a la vez, la más melódica de todas. El sonido se limpia con pianos eléctricos, sintetizadores oníricos y ritmos de inspiración ochentera. Atrás quedaba la psicodelia y exabruptos experimentales de anteriores trabajos. Las voces femeninas (Jessy Lanza en “Second Chance”) añaden un aire house que se extiende por cada recoveco del elepé (“Can’t Do Without You”, “All I Ever Need”, “Our Love”). ∎

Etiquetas
Compartir

Contenidos relacionados