En los campos magnéticos del shoegaze. Foto: Sean Stout
En los campos magnéticos del shoegaze. Foto: Sean Stout

Entrevista

DIIV: “El shoegaze no suele ser un género político”

Abandonándose a un sonido etéreo, brumoso y expansivo y experimentando por primera vez con samples y multitud de capas, el cuarteto neoyorquino regresa de sus cenizas con un cuarto disco en el que abrazan definitivamente el shoegaze. Pero en lugar de mirarse a los pedales fijan la vista en el mundo oscuro en que vivimos y, cara a cara, comprometidos, le recuerdan que siempre hay esperanza. Este mes de noviembre tocarán en Madrid (25) y en Barcelona (26).

Hubo un tiempo, a principios de los 2010, en el que DIIV fue el excitante proyecto del cantante y guitarrista Zachary Cole Smithenfant terrible, adicto y pareja entonces de Sky Ferreira– y representó una vía destructivista para el pitiminí de una escena, la neoyorquina, que se había apoltronado en un comportamiento complaciente y burgués. El mundo y sus propias adicciones pasaron por encima y, entre todas las vorágines vividas, siempre hubo un disco con el que catalizar la catarsis y ver tanto nuevas luces como nuevas oscuridades.

En “Frog In Boiling Water” (Fantasy-Music As Usual, 2024), su cuarto álbum y el primero en Fantasy Records, una rara avis para el indie o las guitarras de nuevo cuño, recuperando la formación cuarteto de sus primeros días y dejando atrás los sintetizadores, el grupo que completan Andrew Bailey (guitarra), Ben Newman (batería) y Colin Caulfield (bajo) abandona en parte esas dinámicas y mira de frente a un mundo que colapsa. Con ira, sí, con inquietud, miedo y ansiedad, pero también esperanzados por su convencimiento de que la música, pese a todo, tiene que seguir sirviendo a ese propósito. Al de poner luz, simplemente. Quizá para aceptar que no somos más que ranas en agua hirviendo, acomodados ante el fin del mundo, pero también para recordarnos que a veces solo es cuestión de dar un salto para salir de la olla. Hablamos con ellos.

“Reflected”, muestra del álbum “Frog In Boiling Water”.

¿Pensáis en “Frog In Boling Water” como un disco político o más como un disco existencial?

Andrew: Yo creo que es más existencial. Porque no estamos haciendo ideología. No le estamos diciendo a nadie lo que pensamos que es la política. Supongo que solo estamos haciendo un comentario sutilmente crítico al sistema económico, financiero… filosófico incluso. Pero el disco realmente trata de hacerse una idea de cómo podemos existir en este mundo nosotros como seres humanos.

Cada vez parece más difícil…

Colin: Sí… De nuestros últimos viajes por todo el mundo he aprendido que en cada lugar resuenan los mismos pensamientos, la misma sensación de que las cosas son inevitables y que estamos abocados a una locura mayor. Mucha gente se siente incapaz, atrapada, y se tiende siempre a mirar a lo local en este sentido, pero creo que ahora mismo ha trascendido hasta ser un sentimiento global.

¿El arte tiene que ser útil para el mundo?

Andrew: Por supuesto. Históricamente el arte ha demostrado ser una manera efectiva de subvertir las cosas, de alterar las estructuras de poder, para bien y para mal. Pero luego ese poder fue arrebatado a los artistas casi sin que se dieran cuenta.

Zachary: Los artistas casi siempre han estado en una posición precaria que de algún modo te somete a las estructuras de poder. Tienes que agradar a la gente y las corporaciones que tienen el dinero para poder vender tu arte. Así que es una posición muy difícil en la que estar a veces, porque puedes perder rápidamente el significado de tu arte, tu voluntad artística. Pero también es una manera que tiene la gente de procesar sus propias emociones, y eso es muy importante, porque toda esa gente tampoco tiene ningún control sobre ninguna estructura. Al final estamos en la misma situación. El sistema parece tener sus manos sobre todo, y muchas veces parece fútil lo que hacemos.

“Los artistas casi siempre han estado en una posición precaria que de algún modo te somete a las estructuras de poder. Tienes que agradar a la gente y las corporaciones que tienen el dinero para poder vender tu arte. Así que es una posición muy difícil en la que estar a veces, porque puedes perder rápidamente el significado de tu arte, tu voluntad artística”

Zachary Cole Smith

La banda ha pasado en los últimos años por procesos muy convulsos, pero en este disco parecéis aceptar vuestra oscuridad interior.

Zachary: Hay un intento en el disco de verlo todo desde un ángulo superior, y quizá ese proceso ha sido más reflexivo, sí. En cualquier caso, también creo que es nuestro disco menos solipsista, ¿eh?

Ben: Creo que el mood del disco sí tiene, como dices, una parte de resignarse incluso ante la oscuridad, pero no lo veo depresivo. A día de hoy somos unos tipos bastante accesibles y tranquilos, pero en el pasado hemos podido ser todos bastante brutales y depresivos. Para mí el disco va mucho de intentar encontrar esperanza en los momentos más desesperanzados, y eso es un ejercicio muy oscuro.

¿Así que ya no hay ira?

Ben: Sí, también. Ha habido mucho tiempo en el que ha alimentado fundamentalmente la música, aunque ahora parezca que puede ser alienante o algo así, más una pulsión que te domina, y se infrautilice. Pero creo que es una emoción genial para explorar musicalmente. No creo que el disco sea furioso per se, pero sí que hemos procesado la ira a la hora de llevar ciertos procesos o incluso clichés estilísticos a nuestro territorio.

También había muchos problemas en el mundo mientras se grababa, y se dejan ver en el disco. La pandemia, por ejemplo. ¿Cómo os ha afectado todo eso?

Zachary: Sucedió algo muy interesante en la pandemia, y es que fue la primera vez que los artistas, que en general somos peña que no tiene ni un duro, recibimos ayudas sociales. Teníamos un ingreso mínimo vital del gobierno y eso nos benefició muchísimo. En cierto modo fue algo utópico, poder dedicarnos aunque fuera por un período corto de tiempo solo a hacer música sin tener que preocuparnos por hacer dinero.

Habéis sacado una web, soul-net.co, como para reíros de las fake news, la posverdad, las teorías de la conspiración y todo eso. ¿Cuál es la intención que hay detrás de ello?

Andrew: Es más una amalgama abstracta de frikadas. La idea inicial era simplemente tener una web donde poder lanzar nuestras canciones sin depender de las plataformas de streaming. Luego empezamos a pensar en cómo queríamos que luciese la web y, como el disco también va un poco de la conspiración, terminamos en esta especie de lluvia de ideas que al final es la web. Fue muy divertido de hacer, pero no hay un mensaje secreto ni nada parecido, ni un sentido en todo: hay cosas que son de verdad, otras que no, cosas más divertidas y otras que de repente son bastante serias…

Recalculando ruta: Colin Caulfield, Andrew Bailey, Zachary Cole Smith y Ben Newman. Foto: Louie Kovatch
Recalculando ruta: Colin Caulfield, Andrew Bailey, Zachary Cole Smith y Ben Newman. Foto: Louie Kovatch

¿Y el formulario de remixes del final?

Andrew: Nos interesaba mucho la idea de los remixes para este disco. Ya no recuerdo exactamente cómo fue, pero al principio queríamos que hubiese algo oculto en la web, como una especie de premio que podías obtener, y las primeras versiones de “Soul Net” (la canción) las hicimos con esa idea en mente. Y al final lo que decidimos fue poner precisamente esa canción en la web y decirle a la gente que podía hacer lo que quisiera con ella.

Pero es real, ¿no? ¿Habéis recibido remixes?

Andrew: Sí, sí, y bastantes.

Zachary: Sí, hay una playlist en YouTube en la que creo que están casi todos los que tenemos. Por lo general, es prácticamente imposible acceder a las pistas de un artista si no eres parte de la industria o directamente te han contratado para hacer un remix, así que nos interesaba mucho democratizar eso. Y hay cosas guapísimas. Uno de nuestros héroes musicales, Lawrence Chandler, el tipo de Bowery Electric, encontró las pistas e hizo un remix. Muy guay.

En algún momento en esa especie de utopía de los 2000, internet parecía ser un espacio libre, horizontal, abierto a la conversación… ¿Cuándo dejamos que lo convirtieran en esta especie de máquina perfecta del sistema?

Zachary: Los recursos en internet no escaseaban, todos podíamos acceder a lo mismo y tener lo mismo en el mundo digital porque no hay unidades, así que está esa idea de una librería casi infinita de fuentes y recursos. Pero luego entran las megacorporaciones tecnológicas como Spotify o Apple que hacen gatekeeping con todo eso y te obligan a pagar ya no por el producto o por la información en sí, sino por el uso de sus servidores, tecnología, algoritmos y toda esa mierda. A día de hoy la música solo es el pasto que utilizan para alimentar y vender su tecnología.

Y luego están las redes sociales.

Colin: No solo pasa en la música: creo que todos los procesos creativos están experimentando esa especie de loop de retroalimentación voraz, y la mayoría son hot takes sin demasiada sustancia que la gente se toma demasiado en serio, y así sucesivamente. Hace poco hicimos una versión de un tema de Pavement y alguien puso un comentario en plan “esto apesta”. Y unas horas después se comentó a sí mismo diciendo “lo siento, tíos, estaba en un mal espacio, el tema es realmente bastante bueno”. Ojalá esto pasara más, pero la realidad es que no es así. Y aunque fuera así, hay demasiados bots que se limitan solo a regurgitar información, y el posible consenso se nos va de las manos alimentado por inteligencias artificiales. También la gente usa otro lenguaje online, y se habla de forma perversa y compulsiva de todo, refleje o no tu verdadera opinión sobre las cosas.

“Hay demasiados bots que se limitan solo a regurgitar información, y el posible consenso se nos va de las manos alimentado por inteligencias artificiales. También la gente usa otro lenguaje online, y se habla de forma perversa y compulsiva de todo, refleje o no tu verdadera opinión sobre las cosas”

Colin Caulfield

En este disco abrazáis definitiva y completamente el shoegaze y quizá renunciáis a esos momentos de tensión más enérgica de otros discos en favor de un sonido más brumoso, más nublado. Contadme un poco sobre esto.

Colin: Teníamos claro que no queríamos recrear nada ni repetirnos a nosotros mismos, pero también que queríamos volver un poco a ciertos detalles de nuestra primera etapa. Hay muchas referencias a “Oshin” (Captured Tracks, 2012), de hecho. No en términos de composición pero sí en cuanto a esa atmósfera que te atrapa y simplemente se deja ir. Una idea que también estaba clara era que no queríamos hacer solo un disco de shoegaze. Tampoco uno abiertamente político, pero sí en cierta manera algo que pudiera considerarse un disco de shoegaze político. Porque por lo general el género no lo es, es más ambiguo, más nuboso, más misterioso. Así que creo que todo está en ese equilibrio: queríamos ser directos en los temas y los conceptos del disco, pero mantener esa atmósfera brumosa de la que hablas.

Habéis experimentado bastante grabando este disco, con samplers por ejemplo.

Andrew: Empezó porque yo quería remplazar todos los sintes con los que grabamos las demos básicamente porque no me gustaban.

Colin: A veces los sintetizadores y los sonidos generados por ordenador pueden no sentirse demasiado humanos, y los samples tienen un aspecto muy humano en su construcción manual. Puedes usarlos de una forma muy nostálgica, pero también puedes llevarlos a un lugar completamente nuevo, inusual, inesperado. Para mí tienen esa capacidad de resonar emocionalmente y pueden expandir el universo de una canción mucho más que unos sintes. Queríamos que el disco tuviera muchas texturas y que de algún modo te recompensara por hacer una escucha activa, o por escucharlo muchas veces. Buscábamos esa confusión con las cintas y todo eso, un poco que no supieras lo que estabas escuchando porque muchas cosas suenan y suceden a la vez. Es lo que me apasiona de los discos de My Bloody Valentine, que aunque haga zum e intente concentrarme en un sonido no tengo ni idea de lo que está sucediendo. Me gusta ese misterio. Y creo que los samples y los loops han sido fundamentales para conseguir esto vistiendo las canciones, rellenando los espacios, expandiendo el sonido. Además para nosotros, que estamos acostumbrados a la norma de las guitarras, bajo y batería, sigue siendo algo fresco y completamente nuevo. ∎

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