El retorno de Matías Aguayo

“Support Alien Invasion” fue el último álbum lanzado por Matías Aguayo. El trabajo, publicado en 2019 en una alianza entre Cómeme y el sello belga Crammed Discs, fue una declaración de principios y una guerra pronunciada a los límites y fronteras. También una sensual y polirrítmica celebración de la libertad, el movimiento y la reciprocidad entre comunidades.

El productor es un ejemplo del desprejuicio y de la vida nómada: nació en Chile, pero el exilio de sus padres a consecuencia de la dictadura militar, ocurrida entre 1973 y 1990, lo asentó en Alemania. Tuvo una irreverente estadía en Argentina a principios de los dos mil, con sus callejeros y reivindicadores shows Bumbumbox. Eran performances fugaces, sin horario ni ubicación específica, que consiguieron una comunicación transversal entre los transeúntes. Ha tenido constantes e influyentes residencias en Chile, donde a partir de conciertos, sus sesiones de DJ y su apoyo a la escena underground se transformó en una figura clave dentro de la comunidad electrónica del país. Y hoy hace su vida en México, donde conoció la selva de Veracruz, que transformó en su hogar, refugio y retiro durante la pandemia.

Esta atmósfera fue propicia para que, junto a la productora y música experimental Camille Mandoki y el productor Carlos Reinoso, creara “2031. Televisión del futuro para la gente del pasado”, proyecto televisivo transmitido a través de Twitch que fue parte de la programación del canal Drem Access TV (DAT), fundado en Detroit por el DJ y productor norteamericano Seth Troxler, y que se basó en una especie de juego dadá-surreal-sci-fi que contó con rankings de canciones más escuchadas, músicos, álbumes, videoclips y noticias imaginarias. Todo esto en silencio y sin redes sociales en las que comunicar sus pasos, ya que en 2018, a través de un streaming de doce horas titulado “The True Matías Show”, creó una propuesta insólita, extraña, multicultural e interdisciplinaria que mezcló conversación, gastronomía, música y diálogo con artistas durante una jornada ininterrumpida que fue transmitida al mundo, con el fin de cerrar su interacción en las plataformas sociales.

Fueron cuatro años los que pasaron hasta que decidió volver. En un momento en que los medios de comunicación dedicados a la música desaparecen, las plataformas digitales se han transformado en una de las pocas alternativas para difundir el trabajo de los artistas. Con varios proyectos en carpeta, tras su distancia y retiro en la selva, Aguayo decidió volver para dar a conocer al mundo sus nuevas propuestas: “Las herramientas para acompañar un disco y crear cierta tensión en la industria se están acabando. Decidí volver porque me lo pidió mucha gente, decidí que durante un tiempo vería qué pasaba. Quién sabe cuánto me quedaré, tampoco me arrepiento de salir. Aprendí mucho en esos cuatro años, me abrió a muchas cosas, sobre todo a profundizar el contacto con la gente, lo que me mantuvo vivo, tocando y haciendo proyectos. Las redes sociales crean cierta flojera, porque pones un ‘like’ o un comentario y te da la sensación de que estás en contacto, pero como me borré de esa lógica tuve que buscar a la gente, escribirle y ponerme de acuerdo para hacer llamadas o acordar encuentros. Me armé giras así. Fue interesante explorar todas esas cosas que no son tan visibles. Ahora volví porque me di cuenta de que muchos promotores ven tu página de Instagram como un portafolio de lo que haces, en vez de meterse a la página web o investigar de otra manera. Mi idea es reunir ahí todos los proyectos que he hecho y que haré. Volver, sin embargo, no ha sido fácil; todo es incluso peor que hace cuatro años, sobre todo en el contexto de la música electrónica, donde me asombra que haya tan poca fantasía y que básicamente exista un modo de operar que es muy normativo e igual para todos: anunciar la ‘tocata’, sacarse la foto afuera de la discoteca, subir un vídeo cuando das un show y cosas que surgen de un miedo a no postear nada y creer que puedes desaparecer o perder relevancia como artista. No dan muchas ganas de ser parte de esto y es triste que sea la forma más establecida de comunicación. Yo prefiero reírme y ocuparlo de manera más lúdica, para mostrar muchas cosas que me rodearon durante el tiempo en la selva. Tengo un montón de contenido que podría postear por años, sin sacar una foto nueva. Por ejemplo, ahora muestro mariposas nocturnas; un descubrimiento importante para mí durante la pandemia”.

“Watch: Voyages divers” (2019), proyecto del director de ópera y teatro francés Olivier Fredj, contó con la colaboración y musicalización de la pianista clásica Shani Diluka y de Matías Aguayo, además del trabajo instrumental de la Orquesta de Cámara de París. Esta obra artístico-social ha reunido a entidades e instituciones que normalmente no se cruzan, en talleres impartidos dentro del hospital Pitié Salpêtrière, el centro penitenciario de Meaux, el SamuSocial de París, así como la Maison de la Poésie en la capital francesa, además de la residencia de ancianos Hector Berlioz y el centro cultural MC93 de Bobigny. La obra, además, fue estrenada en el Théatre du Châtelet, uno de los espacios de música clásica más importantes de París. “Fue un trabajo más fácil de lo que pensaba”, afirma Aguayo. “No sentí esa diferencia entre un músico que viene de la cultura de baile y los doctos; al contrario, desde el inicio sentí una apertura, curiosidad, respeto e interés por lo que hago, algo que fue por supuesto recíproco. La idea de Olivier fue que intentara encontrar lo festivo dentro de Schubert, el resultado fue una pieza con ritmos de cumbia y reminiscencias de juegos de vídeos de los ochenta que sirvió de atmósfera para acompañar a los actores: prisioneros que aún cumplen condena y llevan entre ocho y quince años en la cárcel. Fue un trabajo emocionalmente complejo, pero me enseñó muchas cosas. Uno de los recuerdos más presentes fue para mi cumpleaños: estábamos trabajando en la cárcel y me dieron una pequeña sorpresa; en los últimos diez minutos del ensayo hicieron una gran celebración que se transformó en un momento muy liberador, porque habían pasado siete meses desde el término de la pandemia, yo aún no había tocado en vivo y me encontré en la situación de hacer bailar a la gente, algo que realmente me hizo feliz. Sobre todo por sentir ese ambiente de fiesta que extrañaba tanto. Fue muy trascendental ese momento porque me abrió los ojos, me hizo replantear el rol del DJ y cómo puedo lograr llevar el baile a otros lugares y no solo a la discoteca”.

“Que si el mundo” fue el primero de una serie de trabajos que publicó en 2022. El disco surgió de un show de radio titulado “Electroterapia”, que transmitió periódicamente por Radio Cómeme: “La pandemia fue un momento muy difícil y, para hacer frente a esto, comencé a hacer entrevistas con DJs de Latinoamérica. Ahí conversábamos sobre nuestro estado emocional, reflexionando sobre lo vivido en nuestros países y el mundo entero”. En este contexto decidió, junto a la destacada DJ y productora colombiana Juliana Cuervo, conocida como Julianna, crear un álbum a distancia: “Este disco es muy importante para mí, ya que ambos pasábamos por procesos emocionales muy profundos que derivaron en conversaciones realmente terapéuticas y que naturalmente nos hicieron crear música. Como no existía pista de baile ni ninguna referencia clara, fue bastante libre. El disco no apeló a una situación concreta, pero sí nos llevó a desarrollar nuestra amistad. El trabajo fue bonito porque cada paso en el proceso fue como escribir una carta. Uno hacía una cosa y la entregaba, pasaba una semana o dos, volvía algo y así se fue armando, poco a poco”.

Parte del álbum “The Visitor”, publicado por Cómeme en 2013, “El camarón” es un tema que pasó desapercibido en su momento. Sin embargo, en 2022, con el fin de la pandemia y la apertura de los clubes, la canción comenzó a sonar en fiestas y encuentros musicales. El responsable de este redescubrimiento fue el destacado productor y DJ Ricardo Villalobos. “A Ricardo lo conozco hace mucho tiempo. No nos cruzamos tanto porque por lo general no tocamos en los mismos lugares; son distintos contextos los que nos invitan, así que esto surgió muy inesperadamente. Cuando me contactó, me dijo que había escuchado el ‘track’ y que le había encantado. Creo que él vio mucho potencial en un tema perdido que valía la pena que reapareciera. Cuando lo hizo comenzó a sonar otra vez, como si fuera una celebración al retorno de la pista de baile. Cada vez que suena esa parte que dice ‘abajo, más abajo’, la gente lo hace realmente, en una dinámica muy divertida donde terminan todos tirados en el piso”.

Publicado a finales de septiembre de 2022, el EP “The Tiger” no solo marcó el regreso en solitario de Aguayo, sino también el retorno a un viejo hogar: Kompakt, sello con base en Colonia, la ciudad en que creció e hizo amistad con sus fundadores: “Con Wolfgang Voigt, Michael Mayer y Jürgen Paape nos conocíamos desde antes que el sello existiera. Tenían una tienda que frecuentaba que se llamaba Delirium y nos fuimos conociendo hasta que nos hicimos muy amigos, por lo que me siento parte de la familia Kompakt. ‘The Tiger’ nació cuando Michael me preguntó si quería volver a editar en el sello, ya fuera un EP, un álbum o lo que quisiera. Hacía tiempo que no trabajaba con ellos, lo último que publiqué fue un EP que se llama “Legende”, que salió en 2014, y después no edité más porque musicalmente me alejé de lo que estaban haciendo, y ellos, al mismo tiempo, buscaron cosas afines a sus gustos. Volver fue una tentación muy grande, me dieron ganas de probar y hacer un disco que me urgía, porque la idea ya existía. La onda me llevó a algunos orígenes musicales que veo en mi vida en Colonia. También la pandemia me permitió conectar con mi música de otra manera, más atemporal. El disco representa mucho la situación en que estuve: viviendo en el bosque, en la selva, pero vestido como si estuviera a punto de salir a la discoteca. Mantener una onda nocturna fue una manera de resistir esa situación y no terminar con una barba larga y vestido de verde, sino más bien explorar el encanto nocturno de la selva con las polillas, insectos, ritos que hacían los murciélagos, la luz de la luna y la natural, que me hizo sentir dentro de una distopía selvática que trasladé al disco”.

El disco fue producido en un pequeño estudio provisorio creado por Aguayo en la selva de Veracruz, entre Xalapa y Coatepec, una de las zonas con mayor biodiversidad de México, lo que le permitió conseguir sonidos, texturas y timbres muy personales y únicos: “La selva es bastante ruidosa porque siempre hay pájaros, insectos, algún movimiento, un animal que camina sobre el techo y que no sabes lo que es, sonidos que se filtraron en las grabaciones”. El trabajo oscila entre ritmos fuertes y marcados al mismo tiempo que habita una contención que le da cierta suavidad, con un golpe de cintura que elude la verticalidad y se conecta con un movimiento que parte en la cadera y sigue, inevitable y sinuosamente, hacia los costados: “Anita Tijoux una vez me puso el ‘gato del beat’ y por ahí nació la idea del nombre de este disco. Son cuatro temas, todos tienen una vibra en común, pero al mismo tiempo son bien distintos. Está el tema ‘Show Me What You’re Feeling’, que me abrió hacia algo muy emocional, interno, sin ironía ni cinismo; características que creo que surgieron de un trabajo interno y emocional que tuvo su origen en el encierro. El disco no es nada ‘cool’ y creo que siempre ha sido una meta o una idea acercarme a eso: hacer algo directo y abierto, en contra de cierta normatividad, de esa oscuridad que no tiene humor ni erotismo y una idea demasiado referencial de la música”.

Latineo es el primer festival de electrónica desarrollado en Medellín, Colombia, en el que participaron únicamente músicos latinos. Tuvo lugar el pasado diciembre durante doce horas. El Sky Center del centro de eventos de La Mayorista –un edificio en medio de la central de abastos habitado por montañas de lechugas, tomates o huevos que se debían atravesar para llegar a la fiesta– fue el escenario donde los cerca de tres mil asistentes crearon una energía salvaje, latina y llena de sonidos experimentales, funk, electro, techno y house.

Organizado por Alejo Cardona y Matías Aguayo, contó con presentaciones de la música y productora colombiana Lucrecia Dalt, del francoecuatoriano Nicola Cruz, de la chilena Valesuchi, de los colombianos Sano, GladKazuka y Julianna, y, desde São Paulo, Badsista: “La idea nació de mi última visita a Medellín, donde conversé con Alejo, quien es realmente el promotor del festival, una persona muy activa en la ciudad y que ha conectado a mucha gente. Contribuir y ser parte de este encuentro me permitió enfocarme e investigar sobre qué es lo que está pasando en Latinoamérica y de qué forma crear una alternativa musical local. Así creamos Latineo, un encuentro que se celebrará anualmente en Medellín y que dará visibilidad a esa riqueza tan diversa y distinta que tenemos”. ∎