Nacido de la bruma del final de un amorío significativo, el álbum de debut de Fabiana Palladino explora el amor, la soledad y las normas de la sociedad en torno a las relaciones amorosas. A lo largo de diez canciones, “Fabiana Palladino” (Paul Institute-XL-Popstock!, 2024) mezcla R&B vintage, soul, pop y disco de los ochenta y noventa con una producción contemporánea, mirándose en el espejo de los sonidos maximalistas de estudio pero filtrados con una perspectiva única y fresca.
Pese a llevar años lanzando música y trabajando en estudios y giras como músico de sesión para Jessie Ware, Sampha o SBTRKT, Fabiana Palladino culmina el periplo con un álbum que es un testamento a su crecimiento artístico y para el que se rodea de toda una plétora de colaboradores que incluye a Jai Paul, Rob Moose a los arreglos de cuerda y a su padre, el legendario bajista Pino Palladino, que se incorporó como bajista de directo a The Who cuando falleció John Entwistle y ha tocado para un gran número de músicos, como D’Angelo, Erykah Badu o Eric Clapton, entre otro muchos. Un esfuerzo colaborativo que, con todo, no evita que el disco haya sido producido y escrito al completo por la propia Fabiana.
Antes de los conciertos que va a protagonizar desde esta semana en A Coruña (18), Madrid (19) y Barcelona (21), hablamos por teléfono con ella sobre encontrar el equilibrio entre colaboración con terceros y control creativo, sus influencias ochenteras, el estira y afloja entre la retronostalgia y la innovación y mucho más.
El tuyo es un álbum de debut tardío, puesto que llevas catorce años lanzando música. No es algo que se suele ver en la industria.
Ha tomado mucho tiempo, está claro, y ha sido un viaje un poco complicado. No era, desde luego, el plan. La primera música que lancé era autoeditada y llegó en un punto en el que era muy joven, en el que trataba de encontrar una identidad como artista. Aún estaba tratando de entender el tipo de música que quería hacer y el tipo de canciones que quería escribir. No llegué hasta ese punto hasta 2014, cuando lancé “For You” con Sampha, un gran amigo mío. Miro atrás y es de las producciones que guardo con más cariño, sobre todo porque marca un antes y un después para mí en el sentido de que empecé a trabajar con otros artistas y productores. Y, aun así, todavía tardé unos años en buscar el hogar apropiado para mi música, que terminó siendo Paul Institute. A todo esto súmale que por entonces era una sesionista, que es como me ganaba la vida. Aunque parezca un camino arduo y un viaje largo, estoy muy agradecida de haber llegado hasta aquí, de haber podido lanzar este álbum, de poder salir de gira con él, de conocer fans…
¿El perfeccionismo ha tenido algo que ver? Porque Jai Paul también lo es…
Está claro que también lo soy y eso ha marcado que el disco no haya salido hasta 2024. Somos dos perfeccionistas y juntarnos en un mismo espacio trabajando puede ser complicado. En cualquier caso, no me interesa lanzar música en la que no creo firmemente, no le encuentro sentido. Por poder, podría haber lanzado este álbum de debut mucho antes; no sería por falta de canciones. Quizá a la gente le hubiese gustado o quizá no. Así que las canciones tuvieron que pasar por mucho refinamiento. La música y las canciones tenían que ser la prioridad. También hay cosas aburridas entre bambalinas que afectaron al proceso, como el COVID. Ya sé que no es la historia más glamurosa, pero es la verdad. Lo que está claro echando la vista atrás es que he utilizado el enfoque correcto, pero también he aprendido a priorizar y, toco madera, creo que el próximo álbum no va a llevarme catorce años.
Mencionas el hecho de que el álbum sea muy colaborativo, pero a la vez buena parte del mismo ha sido autoproducido. ¿Cómo encontraste un equilibrio entre mantener el control creativo y colaborar con terceros?
Otra cosa que tuve que aprender es que es peliagudo trabajar marcando límites, porque quieres dejar a la gente entrar, quieres colaborar con gente, pero a la vez no quieres que esas canciones pierdan la esencia. La clave de todo se redujo a que primero tenía que conseguir sentirme bien y feliz con esas canciones y luego traer a gente al estudio para que me hiciesen de guía. Cosas como decirle a Jai que quiero hacer tal cosa, que necesito que me haga unos beats, una programación de percusión o lo que sea dándole referencias o descripciones específicas sobre cómo quería que sonasen o se sintieran las canciones. Me resulta muy difícil ceder el control de las cosas, pero a la vez me siento muy afortunada de poder haber trabajado con toda esta gente.
Influencias hay muchas, pero quizá las que más sobresalen son las de Janet Jackson y el rollo más rockero de Prince. ¿Cómo integras estos sonidos específicos en el álbum?
Todo fluyó de manera bastante natural. Esta es la música con la que crecí y a la que volví a acudir durante el proceso de hacer el álbum. Llegó un punto en el que me puse muy nerdy con todas estas corrientes que mencionas. Para mí, los productores Jimmy Jam y Terry Lewis son una influencia muy grande y es como quería que sonaran mis canciones; era algo que quería emular hasta cierto punto. El equilibrio estaba en rendirles tributo pero a la vez hacer que mis canciones sonaran como algo propio, y eso fue algo que tomó un tiempo.
En un mundo en el que se saca rédito a la nostalgia, ¿cómo dirías que tu música escapa de todo eso y la utiliza de una manera más subversiva?
Sí, ese siempre ha sido uno de los retos de este disco. Había momentos en los que escuchaba las canciones y pensaba que había ido demasiado lejos, que sonaban, no sé, demasiado retro o directamente a una copia de algo. Nunca me ha gustado sentirme así, no es algo que quiera hacer ni quiero basar mi personalidad artística en la nostalgia. El desafío está en hacer que esas influencias que son inherentes a mi personalidad aparezcan naturalmente en la música y que la mejoren. Traer a gente al estudio ayudó en el proceso, consiguiendo que la música tomara una dirección diferente y se sintiera más auténtica, como una creación original.
¿Cómo de importante crees que es la intencionalidad a la hora de crear música?
Tiene que sentirse intencional, está claro, tiene que sentirse arriesgada. Nunca me ha interesado hacer algo demasiado insípido o difuso. Quiero que la gente escuche mi música y sienta una inmediatez en ella. Lo que más me gusta de la música pop y la música que ha influenciado este álbum es cómo te consigue agarrar de inmediato, atraerte dentro y hacerte sentir emocionalmente conectado a ella. Las canciones son lo más importante para mí y tienen que poder erigirse con la cabeza bien alta. Quiero que la gente conecte con mi música de una manera muy directa.
No soy el primero que lo dice, pero tu álbum encaja en un pequeño grupo de trabajos pop que hacen pensar que ya no se hace música como la de antes. No quiero sonar ni intenso ni reaccionario, pero es así. ¿Es algo que fluye de manera natural o que entiendes como parte de una declaración artística personal?
Es un poco de ambas cosas y te agradezco que me digas eso. Me ha tomado muchos años llegar a este punto en el que puedo decir con confianza que mi escritura es potente. Detrás de eso, he de admitirlo, hay un poco de querer demostrarse a una misma que puedo hacer esto y que si iba hacerlo tenía que ser muy especial. Me exigí muchísimo y está claro que hubo momentos en los que pensé que estaba siendo todo demasiado difícil, que no iba a terminar jamás el disco, que no iba a ser lo suficientemente bueno. Me gusta demasiado la música pop como para no darlo absolutamente todo en este disco. No tiene sentido hacer algo si no apuntas a lo más alto.
A la vez, también consigues encontrar un equilibrio entre producción de disco-evento pop con capas más complejas, más dadas a la experimentación. ¿Cómo consigues eso sin perder la accesibilidad inherente en el pop?
Hay una realidad alternativa en la que este álbum podría haber sonado musicalmente más complejo, pero siempre he querido ser directa, que fuese inmediato. El principal criterio para escoger las canciones que formaban parte del disco y las que no fue precisamente ese. Hay temas que no pasaron el corte y que quizá sonaban, por así decirlo, demasiado influenciados por el jazz, que eran más difíciles de escuchar. Tenía que ser incluso despiadada con música que, por otro lado, era buena pero que simplemente no encajaba con mi modus operandi, con mi visión de lo que quería que fuera el álbum.
Tus letras se escapan de la corriente actual de letras excesivamente personales, cargadas de metáforas y de narrativas complejas.
La moda está en hacer ahora unas letras demasiado literales, y lo entiendo porque es una manera de hacer música muy directa, que sea fácil de entender. Pero la mayoría de letristas que me gustan son más abstractos y poéticos. Para este disco quería escribir canciones que fueran auténticas y personales, pero a la vez encontrar un equilibrio para hacerlas entendibles sin resultar obvias o aburridas. También me gusta que las letras sean visuales, que te lleven a un lugar determinado muy visual.
Terminemos con la que quizá sea la mejor canción del disco, “Can You Look In The Mirror”, en la que sobresale tu pericia por las capas y las texturas.
Quizá fue la canción que más me costó crear. Cuando la compuse inicialmente era una balada, era muy lenta y muy triste, melancólica. Estaba bien, pero no me inspiraba, no me excitaba, así que la aceleré un montón y tardé bastante en encontrarle el estilo de producción apropiado, pasando por diferentes géneros en una fase en la que aún trataba de encontrar un estilo general al álbum. Entonces llegó la referencia de Janet Jackson y las producciones de Rich Harrison. Así que puse sobre la mesa unas ideas rítmicas específicas para la percusión y Jai Paul tuvo un papel protagonista en eso. ∎