En un panorama musical en el que la nostalgia eclipsa a la innovación, Fat Dog emergen como una desafiante anomalía. Curtidos en el Londres del posconfinamiento, este grupo crea una música anacrónica y futurista, canalizando una energía cruda que bebe a partes iguales tanto del primer post-punk como del agnosticismo de géneros de la era posinternet. Lo suyo es una mezcla caótica de punk, dance y psicodelia que demanda una escucha activa.
Fat Dog, además, es una de esas bandas cuyo directo es un espectáculo en sí mismo, un huracán de frenética intensidad que a menudo se torna casi ritualístico. Desde el pasado septiembre tenemos por fin un álbum de directo que es tanto un manifiesto como un experimento. Las canciones son una colisión de riffs dentados, ritmos disonantes y texturas electrónicas impredecibles. Y el disco, un mapa sonoro de las caleidoscópicas y chaladas influencias del grupo: Pixar, Ingmar Bergman, la música klezmer, los videojuegos, Bicep…
Del pulso motorik del krautrock al frenetismo de la cultura rave primitiva, “WOOF.” (Domino-Music As Usual, 2024) es la representación definitiva del compromiso de la banda por el caos como forma de expresión. Hablamos con Joe Love (voz y guitarra) y Chris Hughes (teclados) –la formación la completan Johnny Hutch (batería), Morgan Wallace (saxo) y Jacqui Wheeler (bajo)– en un hotel del Paral·lel barcelonés la mañana antes de su concierto en Primavera a la Ciutat, más de tres meses antes de que se publicase su debut en largo.
Creasteis la banda durante el confinamiento. ¿El hecho de estar encerrados en vuestra casa durante meses y que vuestras libertades fuesen limitadas marcó de alguna manera el sonido y espíritu de la banda?
Joe: Por supuesto. Cuando no puedes mover tu cuerpo, creo que el instinto natural es hacer música que te permita moverlo más. De algún modo, es como luchar contra las restricciones, ¿sabes? Por ejemplo, a la gente que hace música electrónica en momentos como ese le da por hacer música heavy metal. Todos tenemos nuestro pequeño proyecto paralelo.
¿Actuasteis mucho en ese primer verano después del confinamiento en el que en Londres, de hecho, germinó una nueva escena de raves ilegales?
Chris: Vosotros tuvisteis un montón de bolos antes de que yo empezara en la banda. Recuerdo algunos en los que estaba todo el mundo sentado. ¿Te imaginas ir a ver un show de Justice con la gente sentada en sillas? No mola, ¿verdad? Seguro que los chicos se debieron sentir de puta madre cuando por fin la gente pudo volver a estar de pie y bailar. Tuvimos como 400 conciertos antes de lanzar un single. De hecho, es que no veíamos la necesidad de lanzar uno y por eso lo acabamos postergando: teníamos suficiente con nuestra base de fans. Todo funcionaba muy bien con el de boca en boca.
¿Y creeis que esta estrategia os hubiese funcionado en el largo plazo? Es más, ¿se puede uno dedicar a la música sin lanzar música?
Chris: Para nada, acabarías enfadando a tus fans. Todo el mundo necesita su espacio para desfogarse de lo que hace a diario. Cuando actúas cada noche llega un momento en el que estás un poco saturado de la música, casi que te vuelves sordo. Así que todo el mundo necesita tiempo en el estudio para recuperarse de lo que hace cada día, y para pensar en lo que quieres hacer después. No puedes estar en la carretera todo el día. Bueno… creo que alguna gente sí podría, yo desde luego no.
¿Y cómo funciona eso de dar cientos de bolos sin sello ni canciones de estudio?
Joe: Teníamos un agente antes de tener un sello, pero incluso antes de tener nuestro agente ya habíamos tenido 150 conciertos sin ayuda externa. Todo se centraba en Londres o sus alrededores. La cosa era buscar salas que nos molaran, hablar directamente con sus promotores y conseguir el bolo.
Hablando de Londres, muchos de estos bolos fueron en el Windmill Brixton, una especie de incubadora para toda esta oleada de bandas post-post-punk tras el Brexit. ¿Diríais que algo os une a ese tipo de bandas?
Chris: Bueno, está claro que hablas de bandas tipo black midi. Lo que está claro es que nuestra música no suena demasiado como la de esas bandas. No me gusta el término “música cerebral”, pero diría que esos tipos hacen eso. Se centran en una cosa muy grande, compleja y loca. Para nosotros todo se reduce a hacer temas de baile divertidos.
Joe: Sí, durante un tiempo escuchaba a black midi y decía “sí, quiero ser tan bueno como ellos”. Pero me resulta imposible. Son demasiado buenos (en aquel momento, no se sabía que black midi dejarían de existir tras el anuncio de la carrera en solitario de Geordie Greep).
Chris: Para conseguirlo tendríamos que buscar un buen equilibrio entre vida social y vida musical. Esos tipos son tipos que se encierran en sus habitaciones durante una década y ahora se ve el fruto de su trabajo. Mientras tanto, nosotros estábamos en el pub emborrachándonos.
¿Creéis que transicionar hacia un ambiente más profesional, habiendo fichado por Domino, cambiará las cosas un poco?
Chris: Yo lo veo igual que siempre. Lo único que cambia es que nos imponen más deadlines y tenemos más bolos.
Joe: Y viajes con todo pagado a Barcelona.
Chris: Uy, cierto. Sería imposible, en cualquier caso, cambiar la esencia de la banda. Tenemos, eso sí, mejores guitarras, pero a mí me están maltratando con un sintetizador que parece el juguete que dan en McDonald’s con un Happy Meal. Pero intento sobrevivir.
Joe: Desde luego, la actitud en general no ha cambiado mucho. Pero sí, después de mucho tiempo haciendo el ganso de tanto en tanto, toca ponerse las pilas. Y, para ser honesto, ahora bebemos más que antes. Y eso no está bien porque tocamos mejor cuando no bebemos. Vamos a intentar hacerlo esta noche.
Pero si estáis tomando una birra conmigo ahora…
Chris: Ups, ya, bueno… haremos una siesta antes (risas).
¿Esto de tardar tres años en lanzar el single de debut fue una decisión consciente?
Joe: No queríamos lanzar algo que pasase desapercibido, que nadie escuchase. Queríamos que el primer single fuese un hit. Así que durante mucho tiempo estuvimos tratando de perfeccionarlo.
Chris: Es algo que sentimos como permanente, duradero, así que no queríamos lanzar cualquier cosa que acabase desvaneciéndose a los días o semanas. Queríamos contribuir a crear un poco de hype en torno a nuestro primer lanzamiento y, a la vez, cumplir con las expectativas depositadas en nosotros.
Se están acumulando muchos hitos: en marzo tuvisteis vuestra primera gran gira, actuando en sitios como South By Southwest. Luego la portada en ‘NME’. Esta noche Primavera Sound, luego el álbum de debut. ¿Sentís presión?
Chris: Siempre hay algo de presión. Pero a mí lo que más presión me genera es ofrecer un buen concierto. Y cuando eso no se da duele más que cualquier otra cosa. Al final, la presión para mí se reduce a tocar las teclas correctas en el momento correcto.
¿Habéis tenido bolos de mierda?
Joe: Por supuesto, hemos tenido unos cuantos de estos. Nuestro ratio al menos está mejorando. Antes era 50-50. Ahora te diría que es 60-40, o incluso 70-30.
Hay que tener huevos para lanzar un single de debut de siete minutazos.
Chris: Qué va, no tenemos cojones. De hecho, yo pensaba que no deberíamos haber hecho eso. Pero los fans lo querían.
¿Lo escogen ellos?
Chris: Sí, más o menos han ido escogiendo todos nuestros singles. Al final te subes al escenario, analizas la reacción del público y ya sabes lo que más quieren escuchar. “King Of The Slugs” es una canción muy larga y, a la vez, la que mejor se conocían nuestros fans. Así que nos centramos en hacerlo superbien. No te lo negaré, fue un dolor en los huevos, pero luego acabó resultando que otras canciones del disco fueron un dolor aún más grande al grabarlas en el estudio.
¿Cómo se traslada al estudio esa actitud caótica, anárquica y de importante todo una mierda que tenéis en el directo?
Joe: Te tengo que corregir, las cosas sí que nos importan. La gente piensa que todo nos importa una mierda, pero es lo contrario.
Entonces, ¿hacéis ver que todo os importa una mierda?
Chris: No, no, no, es todo lo contrario, apasionadamente intentamos tomarnos en serio las cosas. El único al que le importa todo una mierda es a nuestro batería.
Cierto, ¿dónde está ahora?
Chris: ¡Exacto! Perdió el vuelo a Barcelona. Ahora tiene que coger otro vuelo y llegará por los pelos. Hemos palmado 300 libras por culpa de él. El tipo se durmió, nunca llega a tiempo.
Vamos, tíos, que os ha fichado Domino.
Chris: ¡Exacto! Intentamos ser profesionales (risas).
James Ford produce vuestro álbum. Entiendo que fue cosa de Domino, pero ¿qué esperabais de él?
Chris: Como Joe decía antes, una de las mejores cosas de tener un productor en el estudio es que cuando te obsesionas con una canción de tanto escucharla, en plan que estás seis horas dándole vueltas a dos notas, esa persona te va a brindar una cierta objetividad.
Joe: Muchas veces me encuentro pensando que una toma vocal es una mierda, pero viene él y dice que es todo lo contrario. Me pasó, por ejemplo, con “Running”. Los buenos productores son los que te salvan cuando estás caminando por el abismo.
Entonces, después de toda la acumulación de hitos, ¿qué es lo siguiente para vosotros? ¿Conseguir un Mercury Prize?
Chris: Nah, no creo.
¿Por qué?
Chris: Nos falta ser más populares. Lo que sí te puedo contar es que estamos intentando hacer canciones para Eurovisión. Tenemos la chalada idea de representar a un país extraño en el certamen, pero se nos pasó el deadline. Algo como Lituania o así. También se lo podríamos pedir a Suiza.
A ver, tíos, un poco de cabeza, acaban de ganar el concurso. No os quieren.
Joe: Tienes razón, ¿por qué nos iban a querer? ¿Y si intentamos Australia?
Chris: ¿Participan en Eurovisión? Eso es una puta locura. Alguien tiene que arreglar eso, no estamos en 1860. ¿Y si lo probamos con Tasmania?
Joe: Eso no es un país, es una parte de Australia. Es una pequeña isla.
Pero a ver, por favor, contadme más de eso, ¿qué tipo de canción estáis haciendo?
Chris: Es una electrónica un poco loca pero mezclada con ese rollo de los años ochenta tipo Live Aid.
¿Perdona?
Chris: Sí, sí, ¿sabes Save The Children? ¿Feed The World? Pues eso.
Me encanta. ¿Pero en plan rollo irónico?
Chris: Sí, más o menos eso. Estamos intentando buscar un coro de niños tipo “We Are The World”. Ese es nuestro siguiente paso. ∎