Músico, actor, pintor, productor, poeta, compositor… Es imposible encasillar a Gavin Friday, y uno tiene la sospecha de que es así como le gustan las cosas. A finales de los setenta fundó una banda, Virgin Prunes, que se situó entonces en la punta de la vanguardia artística y musical del momento, mezclando elementos de la onda siniestra y una teatralidad heredera del Teatro de la Crueldad de Antonin Artaud. Se disolvió a mediados de los ochenta sin que su legado alcanzara la repercusión merecida.
Después, su carrera musical en solitario ha sido, de cara al público, intermitente, pero activa en la sombra, componiendo o participando en bandas sonoras para cine, varias de ellas para películas dirigidas por Jim Sheridan: “En el nombre del padre” (1993), “The Boxer” (1997) “ o “En América” (2002). Ahora, trece años después de su anterior disco de canciones, ha reaparecido con “Ecce Homo” (BMG, 2024). Una buena excusa para charlar con él por videoconferencia, dado que la única otra ocasión en que se le había entrevistado en Rockdelux fue en diciembre de 1989, en nuestro número 59, en una pieza firmada por Escarlata Mix.
Tu nombre es Fionan Hanvey. ¿Qué significa Gavin Friday?
Gavin Friday fue un nombre que me pusieron mis amigos cuando era adolescente, con 14 años. Todos nos poníamos apodos y a mí me pusieron Gavin Friday, porque decían que tenía cara de “Gavin”, y Friday porque me llevaba bien con todo el mundo. Así que era como el Viernes de “Robinson Crusoe”.
Han pasado trece años desde tu disco anterior. ¿Por qué tanto tiempo?
Pasan muchas cosas en la vida y algunas se interponen. Nunca hago discos como si estuvieran en una cinta transportadora, al estilo de uno cada dos años y luego gira y luego otro disco a los años. Nunca hice eso, ni siquiera con los Virgin Prunes. Justo después de la gira de “catholic” (Rubyworks, 2011), trabajé con el compositor de música clásica contemporánea Gavin Bryars y la Shakespeare Company y fue algo muy emocionante y educativo para mí. Luego surgieron algunas bandas sonoras y otras cosas. Así que siempre estaba trabajando en algún otro proyecto. De hecho, cuando empecé a trabajar en “Ecce Homo” no fue como si estuviera haciendo un nuevo álbum. Surgió de forma bastante espontánea cuando uno de los coproductores, Dave Ball, el que fuera músico de Soft Cell, me envió algunas ideas después de que hiciéramos un homenaje a Suicide. Hacía un montón de años que no había visto a Dave Ball, desde 1985. La última vez había sido cuando trabajé con él haciendo una versión de “Ghost Rider” para los discos de tributo “Alan Vega 70th Birthday Limited Edition EP Series”.
He leído que el proceso creativo de este disco fue un trasvase de correos electrónicos de varios años hasta que los dos os encontrasteis físicamente en Londres, en sesiones de trabajo también dispersas a lo largo de más tiempo.
Yo no quería que fuera solo electrónico, sino que incorporara algo del sonido de mis bandas sonoras: cuerdas, voces femeninas, vientos y orquestaciones. Y así, en 2019, empecé a terminar el álbum y cuando ya iba a empezar las mezclas, a la semana, llegó la pandemia y el proyecto se quedó en una estantería otros dos años. Como ves ha sido algo mucho más espontáneo que una decisión de “¡vamos a hacer un disco!”, porque he seguido con otros proyectos al mismo tiempo.
Tanto Irlanda como España son países católicos. Tres de tus discos tienen títulos que hacen referencia a ese origen: “Adam ‘n’ Eve” (1992), “catholic” y ahora “Ecce Homo”. ¿Qué opinas del catolicismo?
No me gusta. Crecí en él cuando era un instrumento muy poderoso en Irlanda y estranguló a nuestro país. Yo fui educado por la iglesia católica, por la Congregación de los Hermanos Cristianos, y fue realmente muy duro. Vivíamos casi en una dictadura católica. Pero ahora es un país muy diferente. Yo soy ahora un hombre de 65 años, así que alguien que ahora tenga 30 no puede sentir lo mismo que yo sentía.
En la portada de “catholic” apareces sobre un ataúd, con un crucifijo y envuelto en la bandera irlandesa…
“catholic” salió unos años antes del centenario del Alzamiento de Pascua contra Inglaterra, el centenario de la independencia de Gran Bretaña. Y poco antes de que se produjera todo el país estuvo al borde de la quiebra: en 2009 y en 2011 el Banco Central Europeo intervino para rescatar financieramente el país, que estaba muerto económicamente. En Irlanda había un pintor muy famoso llamado John Lavery y fui a una exposición en la que vi un cuadro suyo de Michael Collins, uno de los grandes héroes de la revolución irlandesa, que fue asesinado por los ingleses en 1922. Lavery lo pintó ya muerto, con su traje del ejército y la tricolor y el crucifijo. Y yo decidí homenajearlo, porque sentía que la vieja Irlanda estaba, por fin, muriendo. Y lo quise titular “catholic”, con c minúscula, no con c mayúscula, porque en el diccionario “catholic” significa “variado”, “amplio”, “para todos”, “universal”. Y fue la iglesia católica romana la que se adueñó de la palabra “católico”.
Vale, entiendo esa portada, pero en “Ecce Homo” también apareces en la cubierta con la frente lacerada, como si hubiera llevado una corona de espinas. ¿Te consideras, en cierto sentido, un mártir?
No, no me veo como un mártir. No me veo llevando una corona de espinas: me la he quitado. Y también me encanta la idea de ecce homo, que es lo que dijo Poncio Pilatos antes de que crucificaran a Cristo. Es el libro de Nietzsche. Es un libro de George Grosz. Es un famoso cuadro de Cristo con la corona de espinas. Lo que significa ecce homo es “he aquí el hombre” y con “he aquí el hombre” me refiero a mí, porque la primera cosa que se me vino a la mente fue lo que has hecho notar tú antes: no he hecho un álbum en trece años. Es decir: el muerto se ha levantado, porque en la portada del álbum anterior yo estaba muerto y ahora me he levantado. Estoy jugando con la imaginería católica, pero no llevo corona de espinas porque me siento un hombre libre. También es teatro: es usar la imaginería como un arma, como forma de expresión. Aun así, aunque no practico la religión católica, si estoy en la ciudad y el centro está muy concurrido, a veces entro en una iglesia y me siento, y me resulta hermoso. Se está más fresco y me encanta el arte y la tranquilidad. Pero en cuanto veo a un cura, me largo. No soy antidios. No soy anti-Biblia. Soy antirreligión organizada. Soy antifundamentalismo.
En “Ecce Homo” hay una canción, “Stations Of The Cross”, que significa vía crucis en castellano, que está dedicada a Sinéad O'Connor. ¿Sientes que fue otra víctima de la iglesia católica?
Yo conocí a Sinéad muy bien y fue víctima de circunstancias terribles en su familia, pero realmente no creo que fuera víctima de la iglesia católica: creo que fue maltratada por la iglesia católica. Ella denunció a la iglesia antes que nadie. Cuando rompió la foto del Papa, estaba advirtiendo: ¡Pederastia! Y años después quedó probado. Desde que rompió esa foto, Sinéad O'Connor fue tratada como si atravesara su propio vía crucis y la llevaran a crucificar.
Desde la época de Virgin Prunes has colaborado con artistas minoritarios como Mark E. Smith o Scott Walker y con gente de éxito arrollador como Bono o personajes intermedios como Nick Cave. ¿Hay algo que los unifique a todos?
Vaya. ¡Nunca había pensado en eso! No lo sé. Todos ellos son outsiders. No son artistas estándar. Son bastante únicos y extraordinarios.
Si añado a Dave Ball a esa lista de músicos colaboradores, casi todos son gente de tu generación. ¿No te interesa la música actual?
Sí. Hay algunos, pero por ahora solo quiero interpretar mis propias cosas. Hay algunas buenas bandas irlandesas en este momento, especialmente en el folk.
Yo destacaría dos nombres: Fontaines D.C. y Lankum.
Lankum son increíbles y el suyo es uno de los mejores discos del año 2023. Me encantaría colaborar con ellos. Su actitud es como si fuera irlandesa precristiana, como celta. Es como druídica. Como pagana. Y cuando actúan es como un ritual, algo muy similar a la filosofía que teníamos en Virgin Prunes. En Virgin Prunes también utilizábamos el canto tradicional irlandés sean-nós.
¿No tienes la sensación de que el mundo actual es mucho más conformista que en los setenta, cuando surgió el punk? ¿Cómo lo ve un viejo punk como tú?
¿El mundo actual? Está muy jodido. Como decía antes, cuando era joven, la iglesia católica tenía el control y teníamos muchos problemas políticos con Irlanda del Norte, pero a finales del siglo pasado esos problemas desaparecieron e Irlanda empezó a convertirse, posiblemente, en el país más liberal de Europa, una Irlanda realmente inclusiva y abierta. Pero en el último par de años estoy viendo el renacer de la extrema derecha, del fundamentalismo, del racismo, de la homofobia, y de actitudes antimigración. Y están Trump y Putin. Tenemos fake news y todo es extremo: extrema derecha, extrema izquierda, extremo, extremo. Nadie habla. Nadie se junta. Nunca he visto algo así, tan malo, en toda mi vida.
En lo que sí se ha ganado con respecto a hace 40 años es en la aceptación de la diversidad sexual, ¿no crees?
Absolutamente. La fluidez de género y todo eso. Ahora veo a hombres y mujeres jóvenes juntos vestidos como vestíamos en Virgin Prunes y digo “¡guau! es increíble”. Pero también está el auge de la intolerancia. Así que espero que la libertad de diversidad sexual no se categorice, porque la gente parece estar más molesta por los trans que por cualquier otra cosa.
Tengo entendido que viviste al lado de Bono y que eres padrino de su hija, Eve Hewson. ¿Cómo os conocisteis y cómo surgió una amistad tan estrecha?
Yo vivía al lado de él. Crecí en la misma calle. Y sí, Eve es mi ahijada y una gran actriz. A Bono lo conocí cuando era un chaval de 12 o 13 años. Cuando eres un chaval, siempre llevas tus discos bajo el brazo. Vas presumiendo, como diciendo “me gusta Bowie, me gusta esto”. Y él no paraba de decirme: “Préstame un disco” y yo le decía “no”. Pero con el tiempo empezamos a hablar y nos hicimos amigos de verdad y nos dimos cuenta de que teníamos grandes intereses comunes. Bono, Guggi –de los Virgin Prunes– y yo teníamos relaciones muy difíciles con nuestros padres y eso fue posiblemente un pegamento subliminal entre nosotros. Luego todos formamos bandas; nosotros fuimos a Europa y ellos a América y eso que sucede de que pierdes a todos tus amigos cuando viajas mucho no nos pasó, porque éramos todos los que viajábamos, así que seguimos siendo amigos 50 años después. ∎