Para aquellos que no sean de Valencia, la constelación que conforman Raquel Palomino (voz), Mauro Llopis (bajo), Alba Raja (guitarra y sintes), Adrián Camáñez (guitarra y sintes) y Lluisen Capafons (batería y voz) bajo el nombre Gazella parece haber surgido de la nada con una rotundidad aplastante. Una de las cosas que más impresiona de “Gazella” (Foehn, 2023) es su gestión detallista de múltiples elementos, lo que nos invita a preguntarnos sobre la dialéctica entre composición y producción.
“Ambas fueron siempre mucho de la mano”, observa Lluisen. “Tenemos la capacidad de autogestionarnos y es cierto que gran parte del disco se trabajó más en estudio que en el local: es más fácil generar complejidad de estructuras ahí que componer una estructura de arreglos y capas complejos en los ensayos”. Además, la creación de la obra se alargó un año, algo que se refleja en la ponderación inherente a las pistas. “El proceso fue diferente en cada caso”, añade Adrián. “Por ejemplo, ‘Azul (ctrl z)’ era una composición determinada que, al llegar al estudio, se empezó a complicar bastante a nivel de electrónica y efectos”. Por el momento, tienen conciertos confirmados en abril en Barcelona (5) y en julio en el Atlantic Fest de Vilagarcía de Arousa (entre el 19 y el 21, fecha por determinar).
El álbum es una refrescante bocanada de ruidismo melódico que en una primera escucha parecería actualizar el shoegaze y el dream-noise pop británico de los noventa. ¿Cómo os acercáis al concepto de “género”?
Adrián: Más allá de un estilo determinado, que sí lo hay en varias pistas, tenemos más en mente un sentimiento que intentamos canalizar. Buscamos la nostalgia en todas las canciones, y eso es algo que nos gusta a todos los miembros de la banda. No lo pensamos conceptualmente. Lo que ofrece el disco es, en cierto modo, nuestra manera de ver la música, más allá del género que pueda estar de moda. Lluisen y yo, al tener ambos el rol de productores, sabemos lo que nos piden las canciones, y dejamos un poco el ego o los gustos aparte. Respetamos la idea original de quien trajo el tema y siempre intentamos aportar en vez de destrozar.
Lluisen: Es lo que sucede cuando compones con alguien que es muy afín a ti. En realidad fue bastante cuestión de suerte, porque Adri y yo empezamos a trabajar sin conocernos de nada: él tenía unos temas y yo otros, empezamos a desarrollarlos juntos con un entendimiento común, una idea vaga de hacia dónde queríamos ir. Nos interesaba mucho todo el movimiento de los noventa, pero también el krautrock de los setenta y de alguna manera hubo una simbiosis. Raquel, la más joven de nosotros, tiene los mismos referentes y cuando metió melodías vocales en las canciones fue un match muy fuerte. Nos embarcamos sin ningún miedo ni pretensión a ver hacia dónde nos llevaría todo esto. Y lo que ha acabado siendo el disco es algo muy sincero. Te pueda gustar más o menos.
La gestión de la voz de Raquel en las mezclas es uno de los puntos más peculiares del álbum: es un elemento más en el meticuloso torbellino de capas instrumentales. ¿Cómo llegasteis a ese concepto sonoro?
Adrián: Es como cuando vas a un concierto de música densa, experimentas todos los instrumentos en un mismo nivel y eso te deja en un estado de hipnosis. Vimos que, al haber tantos instrumentos y capas, poner la voz claramente por encima eclipsaba demasiado el resto, dejándolo en tercer plano, y eso le restaba profundidad al conjunto.
Lluisen: Nos interesa lo que es ininteligible, abstracto o no tangible, lo etéreo o vaporoso. Que la voz sea una capa más, un instrumento más, que no tenga ese protagonismo que suele dársele. De nuevo, llegamos a esa conclusión de forma natural, no predeterminada, y creo que también es un sello de identidad nuestro el hecho de que no se entienda nada de la letra. A mí personalmente es una sensación que me gusta bastante. Uno de mis artistas españoles favoritos es Yung Beef, a pesar de no entender gran parte de lo que dice. Hago interpretaciones y me genero mis propias letras. El 80 o 90 por ciento de la música que escucho no es en castellano, y lo cierto es que no le doy una importancia excesiva a la letra. Me fijo más en lo que me transmiten a nivel sonoro la voz y los instrumentos. Algunas de mis canciones favoritas todavía no sé lo que cuentan.
Un debate todavía latente en el circuito de la música alternativa es el rol de las discográficas en la era de la autogestión. Como banda totalmente independiente, ¿qué opináis de ese rol en base a vuestra experiencia con Foehn Records?
Adrián: Es una pregunta de tesis, desde luego. Si bien hoy día no es fundamental formar parte de un sello para que una banda funcione, sí es mucho mejor estar englobado dentro de un catálogo, porque la prensa suele buscar etiquetas para categorizar y dividir en segmentos el mercado. Y a eso se le suma la muy necesaria labor de management y booking. Sin todo eso es casi imposible que como banda emergente alguien te haga caso.
Lluisen: Como grupo ya hicimos todo el trabajo que teníamos que hacer, ya plantamos todas las semillas, y cuando sale el disco pueden pasar dos cosas: que se paralice todo porque no hay movimiento o que empiece a circular gracias a los esfuerzos del sello, que se encarga de pasear el proyecto para que no caiga todo en saco roto. Foehn están generando muchas cosas que nos benefician un montón, porque delegamos ese trabajo.
¿Cómo encajáis en la escena valenciana?
Lluisen: En Valencia hay una escena muy potente de post-punk. No es que todos los grupos sean iguales, claro, pero al ser una ciudad relativamente pequeña sí se comparten espacios, ambientes, amigos, formas… Creo que Gazella sí tiene cosas que nos diferencian del resto de propuestas; por ejemplo, contar con una voz muy característica o el hecho que Adri lleve años frikeando no solo con instrumentos, sino también pedales, sintetizadores, samplers… Eso nos ofrece un abanico de posibilidades mucho mayor a la hora de producir. Podemos lograr texturas más enrevesadas. Pero la escena de Valencia es muy chula, quizá lo único criticable entre comillas es que, al ser reducida, cuando surgen nuevas propuestas siempre puedes intuir, en base a sus miembros, por dónde irán los tiros. Quizá esto también nos diferencia: cuando nos juntamos ninguno de nosotros pertenecía a la escena propiamente dicha, no nos conocían tanto.
Adrián: A nivel geográfico, algo que sí nos perjudica es que vivimos en una comunidad que desgraciadamente no invierte demasiado en cultura. En comparación a otras bandas de sitios como el País Vasco o Cataluña no contamos con el mismo acceso a apoyos institucionales que podrían ayudarnos.
¿Cuál es el siguiente paso para Gazella?
Lluisen: Creo que ninguno estamos pensando en el futuro de la banda ahora mismo; disfrutamos del momento, de que nos estén saliendo festivales, que el álbum esté teniendo una buena recepción y se esté moviendo. Trabajamos muchísimo el directo, al principio nos costó mucho encontrar fórmulas para trasladar los temas al directo, era un desastre, pero ahora los defendemos bien. También tenemos ganas de meternos en el segundo disco, pulir un poco más el concepto y presentar algo más maduro. Idealmente, queremos crear música que permanezca para siempre y tenga un sentido, y que quizá dentro de veinte años pueda ser referente para otros grupos. Eso sería todo un logro. ∎