Música con fondo. Foto: Alfredo Arias
Música con fondo. Foto: Alfredo Arias

Entrevista

GG Quintanilla: fe en la música como patria

El antiguo líder de Ornamento y Delito, y cabeza de la propuesta poético-electrónica Mecánica Divina, ha vuelto con una versión en solitario de sus brillantes textos sobre base rítmica. “Una fe provisional” es un disco hondo, dulce en forma y recio en fondo, ideal para neófitos y melómanos.

Que su nombre nos haga pensar en GG Allin o en una localidad de Zamora no quiere decir ni que comparta el estilo del lunático escopofílico ni que sea zamorano. GG Quintanilla es un nombre parido en el albor de una sencilla conjunción de casualidades. La doble consonante encuentra su razón en el registro civil del cantante, Garikoitz Gamarra, y el apelativo desgranado alberga los mismos motivos. Si el azar quiso que su alias lógico tuviera esas coincidencias, a él deberían pedirle explicaciones.

Un caballero vasco, de inamovibles binóculos y asfaltadas entradas capilares, con su barbita. Y con prosa y actitud finas, suaves y versadas. La ración de combustible de su último álbum, “Una fe provisional” (Grabaciones Sentimentales, 2024), es de ternura –incluso cuando resulta ácida–, singularidad fonética –no es música de masas– e intelectualidad.

Con él y con su guitarrista, José “Pepe” Ramón Areces, me doy cita para hablar del proyecto, entre berridos de niños cerca de un parque infantil. Porque Gari es padre. Y se es padre, siempre y contra maldad, antes que artista.

Este es un disco curioso. Sin ser explícitamente ecléctico, las melodías, los ritmos y las sensaciones varían. Hay temas que van de lo sentimental a lo cómico e incluso a cierta turbiedad. En “Orconera”, por ejemplo. Es una canción como empañada.

Pepe: Es una mina que existe. Y es un poco pues todo lo que pasó con esta mina y demás. Es muy opaca. Brumosa, sí. En “El largo viaje”, por ejemplo, cambia. Es un tres por cuatro, poco común en el pop, ¿no?

Gari: Sí. Ahora mismo estamos en la época del eclecticismo puro. De la música líquida. Y todo se entrelaza. A mí siempre me ha gustado mucho Leonard Cohen y sus primeros discos son todo valses. Yo hago generalmente la música primero y luego las letras. Si me salen canciones felices y lírica triste, pa’lante. Ya convivirán como buenamente sea.

Confieso que la portada me ha flipado.

Gari: Primero hicimos un paisaje a carboncillo. Pero no cuajó. Se me ocurrió hablar con Novak, que es un sello de Barcelona. Juan Antonio, que es el encargado de la parte artística, me mandó cosas como de gasolineras abandonadas. Hasta que, de repente, me llegó el buey de mar. Y me moló. Me resultaba muy icónico. Luego me recuerda a The Prodigy. Era como un poco la disección de los noventa.

Pinzas para diseccionar el contexto social.
Pinzas para diseccionar el contexto social.

En varios sitios te tildan como una de las mentes más brillantes que han poblado el pop español. ¿Qué te parece?

Gari: No me parece… ¿Qué puedo decir? Supongo que para la crítica especializada tengo valores que aprecian. En el porcentaje comercial realmente nada. Lo he intentado, eh. Pero he visto que no hay manera. Creo que para lo comercial hay que ser un poco lerdo. Yo soy una rara avis. Aparte de gustarme la música, profesionalmente me he dedicado a la filosofía. Hubo un tiempo en que realmente eran dos mundos completamente independientes. Pero luego, en el momento que empecé a escribir filosofía, la propia escritura de la música se fue llenando de esos conceptos.

“Es un extrañamiento, sí. Estaba leyendo a Mark Fisher y justo hablaba de eso. Dice que cuando el post-punk se dedica a hacer canciones de amor lo deconstruye. Al desmontarlo, reclama que el enamoramiento es ser víctima de una ideología. Creo que he tendido a hacer bastante eso. Este disco, aun así, tiende a ser constructivo”

Yo veo cinismo, pero un cinismo casi humorístico.

Gari. Es un extrañamiento, sí. Estaba leyendo a Mark Fisher y justo hablaba de eso. Dice que cuando el post-punk se dedica a hacer canciones de amor lo deconstruye. Al desmontarlo, reclama que el enamoramiento es ser víctima de una ideología. Creo que he tendido a hacer bastante eso. Este disco, aun así, tiende a ser constructivo.

¿Cuánto ha afectado tu paternidad?

Gari: Hay nanas, directamente. “Una vida normal”, por ejemplo, cuya inspiración original era la canción infantil “Quisiera ser tan alto como la luna”. Muchas de esas canciones se las cantaba a mi hijo cuando era bebé. Y, bueno, lo recibía bien.

Garikoitz Gamarra y, su guitarrista, José “Pepe” Ramón Areces. Foto: Alfredo Arias
Garikoitz Gamarra y, su guitarrista, José “Pepe” Ramón Areces. Foto: Alfredo Arias

¿Cómo veis a las generaciones futuras?

Pepe: Creo que se tienen que buscar la vida. Ahora buscarse la vida es más sencillo. Tienen medios. Yo grababa canciones de un casete a otro a pelo. Aunque para buscarte la vida y encontrar una música, unas letras, unas buenas al menos, tienes que bucear mucho.

Gari: Yo creo que no les queda más que ser muy eclécticos. Soy bastante apocalíptico. Nos hemos montado aquí un tinglado a partir del año 2000 con internet y sus derivados al que no le veo salida. Pienso en reservas sin internet. En términos totalmente tecnófobos. Esto lo decía también Guy Debord: tus hijos son más hijos de tu época que de ti. El problema que más veo en los chavales es que tienen dificultades para imaginar. No se les permite aburrirse. Acostumbrado mi hijo a que se pueda parar todo, en YouTube o plataformas, si ve una cadena de televisión clásica donde las cosas llegan cuando tienen que hacerlo, se enrabieta. Ya resulta un sufrimiento. Y es un poco esa lógica en la que están metidas las nuevas generaciones.

De ahí se diría que sale el título, ¿no? “Una fe provisional”. Es decir, hay que confiar, pero con reservas.

Gari: Si algo define nuestra época es la provisionalidad. Es algo que llevo sufriendo desde que salí de la universidad. Mudarte quince veces en los próximos quince años, cambiar de pareja, de amistades. Sin embargo, melódicamente el disco tiene algo muy clásico. Cualquiera puede identificarse. A pesar de que todo sea provisional, nos remitimos a lugares comunes. La voluntad es la perennidad.

“Es un poco un disco... no me gusta decir de entendidos, pero, bueno… es para gente a la que le interese la música. Es un álbum para quien le guste la música. No estamos haciendo distorsiones a mazazos. Es facilón de escuchar. Pero el concepto del disco en sí es complicado”

Lo clásico nos une.

Gari: No solo eso, es que hay que renunciar a la modernidad. Somos más modernos si renunciamos a la modernidad. Los grandes momentos del arte, como el Renacimiento, era gente que quería renunciar a hacer algo nuevo. Quería recuperar la tradición. Este disco es precisamente eso.

Se respira no diría nostalgia o melancolía directamente, pero sí cierta referencialidad al pasado en el álbum. ¿La patria del hombre es su infancia?

Gari: Totalmente. Yo llegué a Madrid en 2012. Pero Bilbao me acompaña y sigo muy vinculado. Yo siempre he tenido una pelea, en gran medida interna, con el nacionalismo vasco, aunque me obsesiona. Me puede el tema porque hay una verdad en esa especie de arraigo a la tierra. Este rollo de que hay que ser ciudadano del mundo y demás es una pijada.

Pero ya no eres la misma persona que salió de allí.

Gari: Creo que cierta vehemencia idiota he perdido… Es curioso, miramos al pasado con ojos más cínicos y juzgones de lo necesario. Eras de una determinada forma, y eso tenía una esencialidad y un morbo. Yo me recuerdo muy valiente. Hacía verdaderas barbaridades. El vídeo que hicimos de “Drama de España” con Ornamento y Delito, en el que estaba Miguel Ángel Blanco fundido con Iosu de Eskorbuto… Eso lo haces ahora y te cuelgan. Quizá la libertad antes estaba en el hecho de que no lo exhibías tanto.

Ornamento y Delito: “Drama de España” (2009), vídeo realizado por GG Quintanilla.

¿Qué os ha dado y qué os ha quitado la música?

Pepe: Tiempo, eso seguro. Aunque también me lo ha dado todo. Empecé escuchando muy jovencito, pues eso, música muy underground. Y al final he hecho de la música mi vida. Soy profesor de música, figúrate.

Gari: Pepe ha sido melómano. Y luego ha sido profesional. Mientras que yo he vivido la música como creativo desde el principio.

De ahí se deduce la ambición auditiva del disco, que no es para todo el mundo. O, mejor dicho, no todo el mundo será capaz de identificar los matices.

Gari: Es un poco un disco... no me gusta decir de entendidos, pero, bueno… es para gente a la que le interese la música. Es un álbum para quien le guste la música. No estamos haciendo distorsiones a mazazos. Es facilón de escuchar. Pero el concepto del disco en sí es complicado. Si no es alguien que vaya con cierto interés, seguramente lo despache.

Me resulta significativo eso de “gente a la que le gusta la música”. Si escuchas música es porque te gusta, ¿no?

Pepe: Cada vez menos. Hay gente que la oye y gente que la escucha. Es una diferencia.

Gari: Yo tampoco estoy muy de acuerdo en que sea cada vez menos. Yo creo que esto es bastante estable. Es decir, los melómanos, la gente que le gusta la música, son una minoría. Igual que todos. A la gente le gusta la música de forma genérica. Le gusta lo que le echen. Lo que me jode es que hubo momentos en que lo que les echaban molaba más.

Pepe: Ahora lo que les echan, en general, es bazofia.

Gari: Gente que realmente se centre a escuchar música como hacíamos nosotros con las tecnologías previas, delante del radiocasete y mirando cómo se mueve la cinta, pasándote horas y horas, hay muy poca. Pero no pasa nada. Siempre habrá también unos cuantos locos que lo harán. ∎

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