Para Ghouljaboy no existen apenas diferencias entre un producto cultural u otro: un libro, un disco o una película tienen (o han de tener) el mismo cometido, que radica en no quedarse en lo meramente estético o placentero, sino en ser el continente de un mensaje mayor. Así, el jerezano logra trascender el significado de “álbum conceptual”: sus discos no solo poseen un concepto, sino también una introducción, un nudo y un desenlace dentro del género ficticio, aunque la moraleja radica en cuestiones humanistas.
“OH NO SYZYGY!” (BMG, 2023) narra una historia por sí mismo y a la vez se sitúa dentro del mundo paralelo que ha creado Ghouljaboy para aunar todo su producto artístico bajo el mismo paraguas: una fantasía seudorrealista dentro de la cual los discos están ordenados cronológicamente y se conectan entre sí, tanto a nivel lírico como musical.
El álbum se ha grabado en los estudios La Mina junto a Raúl Pérez, ha sido mezclado por Pat Jones (Toro Y Moi) y masterizado por Erik Thorsheim (boy pablo). Si a nivel sonoro la continuidad con “dreamcore” (BMG, 2021) es menos radical, sí se aprecian nuevas vías a explorar dentro del universo fatalista del autor: Jorge Arroyo ha vuelto a The Beatles, su referencia más primigenia (¿acaso no es la de todo el mundo?), cerrando así un círculo que conecta, del mismo modo que su ficción narrativa, su trayectoria musical.
Dices que todos tus álbumes están interconectados y que estás creando una trilogía conceptual con todos ellos. ¿Dónde se sitúa “OH NO SYZYGY!” dentro de todo tu universo?
No me gusta revelar mucho lo que significa cada cosa, solo dar pequeñas pistas. Lo que puedo decir es que todo lo que son mis proyectos, álbumes, EPs y demás están conectados en una especie de universo. Una de las cosas que siempre tengo en mente a la hora de hacer música es que sea un producto completo. Ya sea una película o un disco, todo es una obra con su principio y su fin, aunque tenga un final abierto. Necesito que tenga esa solidez porque a mí no solo me gusta la música, sino que principalmente lo que me gusta es el arte de contar historias. Ahora mismo estoy usando la música como herramienta, pero también estoy haciendo un libro y mi meta a futuro es hacerlo también en formato audiovisual. Básicamente es eso, cada álbum tiene su historia y se inserta dentro del mismo universo.
¿Empezaste a tocar porque te interesaba la música o siempre la has visto como un medio para llegar a ese fin más grande?
Yo siempre he escuchado mucha música desde pequeño porque mi padre tocaba la guitarra y es muy joven.
¿Cuántos años tiene?
Él tiene ahora 45 años o 43. Lo siento, papá, no me acuerdo muy bien. Él tenía 16 o 17 años cuando me tuvo. Así que yo crecí escuchando la misma música que mi padre: Nirvana sobre todo, cosas más punk. Todo eso me gustaba, pero llegó un momento, cuando tenía en torno a 12 o 13 años, que empecé a darle más caña a la guitarra y a tomármelo más en serio. Me encantaban The Beatles y Green Day, y vi que ambos tenían tanto el “American Idiot” (2004) como el “Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band” (1967), y los dos son álbumes conceptuales que narran una historia. Pensé: “Tío, qué guapo”. La forma en la que una canción vuelve a una melodía anterior, una referencia a otra en otra letra y al final todo está conectado. Yo creo que siempre he tenido la idea de crear universos en ese sentido.
En referencia a eso, he visto que te citas mucho a ti mismo. ¿No te da miedo convertirte en tu máximo referente?
No, no me pasa, porque cuando me cito a mí mismo es por mantener esa continuidad y ese lore. Una de las cosas que yo creo que se nota en cómo he estado haciendo mis discos es que cada uno va avanzando en cuanto a sonido, y eso es porque en el transcurso entre que hago un disco y otro empiezo a escuchar nueva música y me acaba influenciando. Pienso en cómo incorporar todos mis nuevos referentes. Voy descubriendo también nuevas formas de composición, porque al fin y al cabo soy autodidacta y me voy informando poco a poco de cosas que antes no sabía. Así que eso de autocitarme, ¿cómo no me voy a citar a mí? Si es algo de lo que estoy orgulloso y me gusta. Conectando todo el lore es algo obvio citar, y no lo hago solo en temas de letras, también lo hago musicalmente. Siempre meto una referencia a otra canción, tal vez en el mismo tono que la he hecho, o para que al transportarla tenga sentido. O un guiño a una melodía anterior…. cualquier detallito que esté dentro de la misma burbuja, por así decirlo.
¿En qué ha cambiado tu forma de componer? ¿Sientes que te fuerzas a ir por nuevos derroteros?
No, no me esfuerzo. Simplemente porque, por ejemplo, antes no tenía ni idea de poner acordes en el piano. Ahora mismo ya sé piano, o estoy aprendiendo nuevas técnicas con la guitarra, un nuevo plugin… Todo lo que es nuevo y en lo que me voy formando es lo que me influye. Siempre estoy escuchando nueva música, pero no puedo llegar a hacerla porque para eso tengo que aprender la técnica: pues la aprendo. O he visto este vídeo, o ahora me voy a comprar el tomo dos de teoría musical, ese tipo de cosas.
Entonces, ¿cuáles han sido los referentes que tenías para este disco y que no tenías en los anteriores?
Por ejemplo, los libros de Albert Camus. No lo había leído a fondo, sabía sobre él, pero “El extranjero” (1942) y “La peste” (1947) me inspiraron. Tampoco había prestado mucha atención al funk psicodélico rollo Funkadelic. He retomado el volver a escuchar los discos antiguos de Kanye West. Este año he ido a México. Antes no había salido de España nunca, ni había ido casi fuera de mi ciudad porque no tenía la oportunidad de hacerlo. Y desde el año pasado he ido a Ámsterdam, Brighton, México, Estados Unidos…. Un montón de cosas que me están influyendo mucho más. Pero este disco creo que no dista mucho de lo que es la influencia del anterior, solo que el tratamiento está hecho desde otro punto de vista.
¿Y cuál es el trasfondo que te han otorgado esos referentes? ¿Qué es lo que narras en tu nuevo trabajo?
El trasfondo tras lo musical es una historia que se me ocurrió para narrar lo que quería. En ella, un personaje se cree que es especial y que está destinado a hacer algo, pero al final se da cuenta de que no importa lo que haga, que es simplemente una pieza más de algo más grande. Así que el disco presenta a un personaje que está obsesionado con alinear las estrellas, porque así va a recuperar el amor de su vida. Ese amor es algo abstracto, puede ser una persona pero puede no serlo, no es algo físico. Él piensa que es el elegido y que alineando las estrellas lo recuperará, a pesar de que eso haga que la sociedad donde vive se vaya a la mierda, se inunde, se vaya al carajo. Al final no era él quien tenía que hacerlo, ni era tan especial. Y todo se va a la mierda y es consumido por el vacío.
Es un poco triste, ¿no?
Realmente siempre hay un trasfondo bastante triste en todo lo mío. No es triste, sino un poco realista. Una corriente entre el realismo y el romanticismo, como los poetas malditos franceses. Y también es un poco Camus y fatalista. Sí, es muy Camus. Y muy nostálgico. Siempre digo que la nostalgia es mi sentimiento favorito y el que más odio a la vez.
¿Y cómo trasladas la nostalgia, o cualquier otro sentimiento, al plano musical?
Yo siempre intento pensar primero en el concepto y la historia que quiero narrar, y después voy adaptándolo a las distintas canciones. Por ejemplo, sé que tengo este patrón de acordes, pero todavía no lo he desarrollado y quiero que te ponga en situación del escenario, es una introducción. Intento que la música, las texturas, la progresión y desarrollo te pongan un poco en el contexto. Y después que la letra te vaya contando la historia.
Me da la sensación, quizá por eso, de que en tu disco predomina la textura por encima de la melodía o la armonía, pero no sé hasta qué punto eres detallista con estos otros elementos.
Soy bastante confiado en eso. Sé que lo que me va a salir me va a gustar. Normalmente cuando voy a hacer una melodía de guitarra o de voz, le doy vueltas, pero en unos cuantos intentos tengo lo que quiero, porque también más o menos busco esa espontaneidad. Y sé que tampoco fuerzo mucho que las cosas sean demasiado perfectas. No, porque creo que de esa forma se corta la libertad de lo que te está saliendo en el momento. Sí, me pasa mucho que hay demos que me acaban gustando más que la versión final, aunque la versión final tenga el sonido, las texturas, las progresiones, la corrección, todo perfecto, o que esté mucho mejor. La demo siempre tiene algo especial.
Yo creo que eso es algo que le pasa a muchos grupos.
Claro, la demo tiene la emoción del momento. Cuando hago la versión final intento que no se me vaya demasiado ese primer impulso, procuro no pensar demasiado. Está grabado en el estudio La Mina pero producido por mí. Hay cosas que no se grabaron y se usaron de las demos. Sí que hay coproducción justamente en el tema con Dent May y en el que tengo con Myd. También hay otra coproducción que es con Windows 96, que es de ambient, que me flipa. Lo mezcló Pat Jones, que mezcla los discos de Toro Y Moi. Me flipa. Es un referente.
¿Y por qué decidiste mezclar fuera? ¿Por la ilusión de que te lo mezclase alguien que te flipa o porque sientes que a lo mejor aquí no podrías conseguir el sonido que estabas buscando en ese momento?
Creo que es un paso intermedio, porque el siguiente disco lo voy a grabar en Los Ángeles. Pero aquí sí se producen cosas buenas. Produzco en mi casa, produzco aquí con colegas.
¿Y cómo intentas mantener un hilo conductor si en cada álbum se te ha englobado bajo una etiqueta diferente? Trap, city pop, post-punk… ¿Te da miedo caer en ejercicios de estilo?
Me parece estúpido que la peña quiera encasillarlo todo por fuerza, porque necesitan venderlo de alguna forma. Una cosa que siempre digo es que para mí los géneros son como cuando vas a hacer un cuadro y tienes distintas paletas de colores. Al final el resultado final es el cuadro y cada color es el género que estás usando. El pintor no dejas de ser tú y el cuadro no deja de ser el que tú has hecho.
¿Y qué opinas de que se te asocie con el hyperpop?
En 2019 hice unos temas coproducidos con Trillfox y él está más dentro del hyperpop. Yo estoy haciendo un disco ahora que suena a los Beatles, pura psicodelia, pero en temas antiguos pude hacer algo. Tampoco conozco mucho sobre el hyperpop, no he profundizado porque tampoco es algo que me atraiga mucho, pero en 2019, cuando empecé, había mucha gente haciéndolo. Y Luis (Trillfox) sí que está metido ahí y él sí que controla. Así que, si te das cuenta, ese tema justo tiene guitarras, que son mías, y todo lo hyper, que lo hizo él.
¿Crees que la gente entendió mal tu primer disco por el simple hecho de estar en el sello La Vendición?
La paradoja con el tema del trap es que yo estaba en La Vendición no porque quisiera ser rapero como tal, sino que venía de tocar en bandas y el proyecto de Ghouljaboy nació para poder hacer lo que me diera la gana: poder experimentar y no tener que estar compartiendo con nadie ni debatir sobre la dirección que tomar. Además, en esa época justo descubrí a Yung Lean, a toda esa peña que ahora se ha puesto tanto de moda y dije: “Tío, quiero experimentar con esto”. Coincidió que estaba experimentando con ese género en concreto, claro, al igual que después intenté hacer city pop y después otra cosa, pero sí hay una conexión entre álbum y álbum. Siempre hay un tema puente o un tema que ya está dando la vibra de lo que va a ser el siguiente.
¿“El Rascal” tenía la misma ambición a nivel conceptual que “OH NO SYZYGY!”?
“El Rascal” (La Vendición, 2020) sí que es como más álbum o como intentarlo, pero es demasiado caótico como álbum. Yo diría que álbum, como yo lo entiendo, tengo “dreamcore” y el nuevo.
Después de tocar bandas y hacer tu proyecto en solitario, ¿echas de menos volver a trabajar con gente?
No, no. No quiero aguantar a otra peña que diga lo que hay que hacer. Soy muy autoritario en ese sentido. Hay cosas en las que no, como la batería. Ya de por sí el hecho de tener que ensayar un directo y compartir un escenario es una cosa que tienes que manejar con más gente. Respecto a hacer canciones con banda, no volvería en la vida. ∎