Experiencia total. Foto: Alfredo Arias
Experiencia total. Foto: Alfredo Arias

Concierto

Godspeed You! Black Emperor: activismo artístico

La banda canadiense cumplió con las expectativas anoche en Madrid, ofreciendo una experiencia sonora y visual que deja al público en un estado de asombro y reflexión. Su propuesta en directo no es simplemente un espectáculo musical, es un viaje emocional y filosófico que encapsula la esencia misma del post-rock y el activismo político. Hoy tocarán en Bilbao y mañana en Barcelona.

Mat Ball, miembro de los post-metaleros Big|Brave, abrió la noche en la sala La Riviera de Madrid –primero de los tres conciertos que el colectivo canadiense, dentro de su gira “Liberation Spring Of ‘25”, va a ofrecer esta semana en España– con un set de drone que desarrolló armado tan solo con su guitarra y un puñado de pedales de efectos. Fue media hora de inmersión purificadora y excelente prefacio para lo que estaba por venir.

Godspeed You! Black Emperor salieron al escenario en penumbra, tal como acostumbran, cediendo el protagonismo a las proyecciones que durante todo momento apoyan la música y que se manipulan en directo desde un punto elevado tras la mesa de sonido y frente al escenario. Estas imágenes, lanzadas a través de tres pequeños proyectores alineados, crean una atmósfera de anticipación y misterio que son el perfecto complemento para el colectivo.

Sobre el escenario, los ocho músicos (tres guitarristas, dos bajistas –uno de ellos también contrabajista–, un batería, una violinista y un percusionista) están colocados de manera minimalista, con los instrumentos dispuestos en semicírculo reflejando la naturaleza colaborativa de la banda. No hay un centro de atención; en su lugar, cada miembro es parte igualitaria de un todo cohesivo. Esta disposición no solo facilita la interacción entre los músicos, sino que también simboliza la filosofía de GY!BE: la música entendida como un esfuerzo colectivo y democrático.

Como un torrente. Foto: Alfredo Arias
Como un torrente. Foto: Alfredo Arias

La primera pieza de la noche, una versión extendida de “Hope Drone”, la improvisación con la que suelen abrir sus actuaciones desde hace años, resultó una vez más una elección perfecta para inaugurar el concierto. Los drones de guitarra, el contrabajo, los violines melancólicos y las percusiones sutiles crearon una textura sonora inquietante y reconfortante a la vez: la música fluyendo como una corriente, llevando al público a través de olas de tensión y liberación. Sin prisa, porque cada nota y cada silencio son parte de un viaje cuidadosamente orquestado.

Tras la introducción, el octeto se lanzó a interpretar los tres primeros cortes de “NO TITLE AS OF 13 FEBRUARY 2024 28,340 DEAD” (2024) de manera consecutiva y respetando el orden del álbum: “SUN IS A HOLE SUN IS VAPORS”, “BABYS IN A THUNDERCLOUD” y “RAINDROPS CAST IN LEAD", cada uno de ellos desembocando en un crescendo final de emoción incontenible que el público celebró con sonoros aplausos.

Tras estos, el grupo hizo un par de incursiones en su discografía previa más inmediata, con parada en los discos “Luciferian Towers” (2017), incluyendo “Bosses Hang”, y “G_d’s pee AT STATE’S END!” (2021), interpretando “Fire At Static Valley”. Ambos títulos fueron igualmente celebrados por una audiencia que ocupó alrededor de tres cuartos del aforo de la sala madrileña.

Post-rock con actitud. Foto: Alfredo Arias
Post-rock con actitud. Foto: Alfredo Arias
Después, regresaron una vez más al repertorio de su último disco fusionando sus dos últimos cortes, “PALE SPECTATOR TAKE PHOTOGRAPHS” y “GREY RUBBLE – GREEN SHOOTS”. La ejecución de ambos logró momentos de increíble intensidad. Más tarde, encararon el último tramo del concierto con una de sus composiciones clásicas, “The Sad Mafioso”, incluida en “East Hastings”, uno de los tres movimientos de “F#A#∞”, el que fuera álbum de debut del grupo en 1997. La apoteosis final de esta fue un momento de catarsis colectiva. Las guitarras distorsionadas, el violín estridente y las percusiones implacables se combinaron en un clímax que resonó en cada rincón del recinto. La pieza sirvió como epílogo perfecto, dejando al público noqueado y exultante.

Con los instrumentos aún rugiendo, la banda abandonó poco a poco el escenario sin despedidas grandilocuentes, como es marca de la casa. Este gesto típico del grupo canadiense refuerza la idea de que sus conciertos no son un mero espectáculo, sino una experiencia vital compartida que pretende ir más allá. Porque Godspeed You! Black Emperor no solo ofrecen música, también proponen una forma de ver el mundo. Su propuesta es un recordatorio de que la belleza y la resistencia aún son posibles. ∎

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