Recuerda su nombre. Foto: Edgar Núñez
Recuerda su nombre. Foto: Edgar Núñez

Radar

J Noa, haciéndose un nombre

Autoproclamada “La hija del rap” como forma de situarse en la genealogía urbana de la República Dominicana, a la zaga de Melymel La Mermelada o del Lápiz Consciente, esta joven de 18 años se convierte en la nueva sensación del hip hop latino y se encomienda a los clásicos del género en castellano, adaptándolos a su forma de sonar, suspendida en el tiempo pero alejada de la nostalgia. Hace poco ha presentado algunos temas de “Autodidacta”, su segundo EP, en la plataforma Tiny Desk de la emisora nacional estadounidense NPR.

Con la vuelta del rap en términos vamos a decir “clásicos” es muy fácil que se acabe cayendo en nostalgias vacías, en revisiones simplonas o en comodidad e inmovilismo. Lo normal es que busquemos lo estimulante de propuestas sincréticas que han sabido mantenerse en la ortodoxia de la cultura dejando entrar todo el aprendizaje de las olas reactivas, como sucede aquí en España con los padrinos de nuestra nueva generación de raperos, de Dano y Elio Toffana a Israel B o incluso, mirando más atrás, Toteking o Joka Jr. Suárez. Que asistamos a la confirmación tardía de algunos que nunca desistieron de formas clásicas y que encontraron en la propuesta del colectivo Griselda su forma de adaptarse a los nuevos tiempos, a los nuevos sonidos.

Pero no estamos tan acostumbrados a que venga alguien nacido en 2005 y nos recuerde directamente a los mejores días de Arianna Puello, de Residente, de Los Aldeanos o de Hurricane G. Recuperando lo que casi podríamos considerar como la esencia del rap latino –a medio camino entre el espíritu rockero, lo social, lo tradicional, lo ragga, el funk, el son y la salsa; no me maten si digo que Héctor Lavoe es el primer rapero del continente– y con los 18 recién cumplidos, llega echando todas las puertas abajo la dominicana J Noa. De nombre real Nohelys Jiménez y nacida en San Cristóbal, se forma en la calle y en la escuela, rapeando en parques y batallas y demostrando muchísima soltura en el freestyle. Su primer tema subido a plataformas es precisamente eso, un freestyle, “Freestyle #1”, en el que deja claro que su estilo es agresivo pero consciente, que se basa en la verborrea frenética y en la metralleta vocal y que supura flow por cada poro de su cuerpo. Apenas eso, junto a otros freestyles –en Spotify está, por ejemplo, “Freestyle #5 (temp.3)” (2021)– y un videoclip amateur para la canción “El que menos corre vuela”, necesitó para que Sony Music Latin ofreciera un contrato discográfico.

“El que menos corre vuela”.

Pocas veces asiste uno a un talento así, tan contemporáneamente convencido como consciente del pasado. Su segundo tema, “La hija del rap”, más que presumir de sus –sobradas– cualidades técnicas para el fraseo o de su dominio de la cultura, supone un guiño a su herencia musical dominicana: es una referencia directa a los conocidos como “La mamá” y “El papá” del rap en República Dominicana, Melymel La Mermelada y Lápiz Consciente. Con estos temas montó rápido su primer EP, “Mi barrio” (Sony, 2022), y se puso a trabajar con músicos de jazz y de banda para darle forma a algo más contundente que le sirviera como carta de presentación internacional. Y así, en pocos meses –apenas medio año: “Mi barrio” salió en octubre de 2022–, llegó “Autodidacta” (Sony, 2023), publicado en mayo de este año. Entre el miniálbum, el EP y la mixtape, actualiza sus códigos sin perder el flavour clásico, con beats subdivididos y futuristas que recuerdan a los últimos Calle 13, los de “Multiviral” (2014), sobre ritmos hardcore. Expone su ambición orgánica con arreglos orquestales y abraza el funk, pero del mismo modo ofrece bases más imaginativas –como la de “No me pueden parar”– o coquetea con la épica soul, con sonidos vinculados a los afrobeats y con las nuevas formas, más etéreas y urbanas, del pop latino: “La niña”, dura letra sobre el suicidio infantil.

Presencia y desparpajo. Foto: Edgar Núñez
Presencia y desparpajo. Foto: Edgar Núñez

Tiene claros sus puntos fuertes: lleva escribiendo barras desde los ocho años, es mujer en una industria de hombres y viene desde abajo. “P’al colegio, p’al estudio, también pa’ los oficio / Atrás de un sueño que aún no me ha dejado beneficio”, dice en “No me pueden parar”. Mucha gente rapea, pero a veces olvidamos lo importante que es de dónde viene cada uno. Lo que puede suponer perseguir un sueño de frivolidad en un mundo obligado por el sistema a ser pragmático y realista. De momento sus canciones ponen el foco ahí, en lo que supone crecer en un barrio humilde de la República Dominicana, en lo que supone crecer como mujer y encima destacar en “una cosa de hombres”, en cómo la música urbana puede tener un impacto social positivo en la juventud de las zonas marginales. En lo difícil –y lo bonito– que es lograr las cosas desde abajo y sin padrinos. “No cualquiera tiene la libertad financiera pa’ comprarse lo que quiera cuándo quiera y dónde quiera / No cualquiera tiene voltaje pa’ esta rapera plantarse barra por barra, cualquiera se desespera”, rapea sin esfuerzo sobre una base rollo rapcore de la Costa Oeste.

Al final, y aún con el peso del mensaje y lo ominoso de algunos beats –sobre todo el de “Una carta”, con una narrativa bastante “good kid, M.A.A.d City” (Kendrick Lamar, 2012) aunque sin su gansta trap y su intensidad tumbaestadios–, se trata de disfrutar del viaje, del momento de gloria apenas entrada en la mayoría de edad. Y se nota en la ligereza de los fraseos, en lo juguetón de algunas bases, entre la intensidad y la broma. Esa fiesta sabrosona, entre el metal, el glam, el latin-funk y los sintes retrofuturistas que es “No me pueden parar”; una especie de gangsta cyberpunk que también se puede leer en “Qué fue?”; o el salto casi footwork de “Autodidacta”, el tema que podríamos considerar central de esta primera etapa, casi un manifiesto: “Exclusiva, antirracista, autodidacta. Hago el amor con la pista”.

En septiembre, todavía con 17 años, “de Santo Domingo pa’ this side, el cartel del sur, 002 representing”, fue seleccionada por NPR para celebrar la Hispanidad –conocida en Estados Unidos como Latino Heritage o Hispanic Heritage– con un impresionante “Tiny Desk Concert” que demuestra que le sobra futuro. Cuanto antes te subas al carro, mejor. ∎

J Noa en su ‘Tiny Desk Concert’.
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