Cancionero popular desde la atalaya de Barcelona. Foto: Òscar Giralt
Cancionero popular desde la atalaya de Barcelona. Foto: Òscar Giralt

Entrevista

Joan Garriga: “Hablar de la creación de un estilo, la rumbia, es algo muy gordo”

El eclecticismo y el rastreo en las raíces de géneros muy diversos son común denominador en la obra de Joan Garriga, quien sigue indagando en la expansión de su propio lenguaje al frente de El Mariatxi Galàctic en un proceso de aprendizaje que reconoce inconcluso. Este sábado, 22 de junio, de manera excepcional y como despedida definitiva del grupo con que se dio a conocer, se reunirá sobre el escenario con sus compañeros de Dusminguet en la localidad leridana de Les Borges Blanques.

Después de liderar los grupos Dusminguet entre 1995 y 2004 y La Troba Kung-Fú de 2005 a 2014, el acordeonista y cantante Joan Garriga (La Garriga, 1972) se encuentra desde 2016 al frente de El Mariatxi Galàctic, una formación con la que profundiza en el conocimiento y la divulgación de las músicas populares.

Tras editar el álbum “El ball i el plany” en 2020, Joan Garriga i El Mariatxi Galàctic han vuelto a la carga con el EP “Et cantaré el rock & roll és mort perquè marxen lluny”, un título que es el resultado de mezclar los nombres de las cuatro canciones que lo componen.

En esta entrevista no solo hablamos con Garriga sobre su trayectoria, su música, su banda actual y su último disco, ya que al final también nos detenemos en la reaparición en directo de Dusminguet, prevista para el 22 de junio.

“El rock & roll és mort”: vídeo dirigido por Gerard Escalante.

¿Existe una línea de continuidad entre Dusminguet, La Troba Kung-Fú y El Mariatxi Galàctic?

Por supuesto. Si le haces esta pregunta a alguno de los otros miembros que han formado parte de estas bandas tal vez te dirá que no, pero en mi caso es evidente, porque he pertenecido a los tres grupos. También te podría explicar que he intentado poner en marcha proyectos muy diversos con personas diferentes, pero la verdad es que no. He evolucionado, porque los grupos no son los mismos y las influencias son ligeramente distintas, pero el hilo conductor no ha cambiado. He intentado hacer canciones con un mismo objetivo, a la manera del blues, que sean una liberación de los males que llevo dentro, cosas que me molestan y las saco a pasear. Y siempre con el propósito de hacer bailar a la gente. Esa es la música que me ayuda y que me resulta más fácil interpretar.

Siempre has dicho que tu trayectoria quedó marcada por las músicas populares que escuchaste de pequeño. ¿Cómo has reflejado esa influencia en tu obra? Al fin y al cabo, las músicas festivas también han evolucionado.

Sí. Han evolucionado mucho. Lo que intento es respetar la memoria de todo cuanto he vivido, con aquella emoción que he sentido escuchando aquellas músicas y transmitiendo de la manera que sé hacerlo. Por supuesto que las formas cambian con el tiempo, pero tampoco cambian demasiado. En el fondo, lo que cuenta es que cuando alguna cosa te ha afectado potentemente, puedas dar fe y transmitirlo.

Con el paso del tiempo has ido definiendo tu propio territorio, a medio camino de muchos estilos: la tradición, la rumba, el rock, el reggae, la cumbia, la world music… Y todo ello se puede resumir en la creación de un estilo con nombre propio: la rumbia, la fusión de rumba y cumbia.

Yo creo que hablar de la creación de un estilo es algo muy gordo. Todo el mundo ha de inventarse una etiqueta y venderla, para ver si hace fortuna. Pero las fórmulas son una mentira. Si hablamos con propiedad de los estilos musicales, no hay para tanto. Todas las músicas son diferentes y a la vez son cercanas. Hay hermanamientos entre ellas. Hay que encontrar la similitud entre sus raíces y al mismo tiempo disfrutar de su diversidad. Por eso, lo de la rumbia es como una broma. Por un lado, cojo el ventilador de la rumba, y por el otro el vallenato colombiano, y compruebas que caminan igual. Dices que haces esto porque te lo crees, porque lo ves en el paisaje. Nosotros bebemos en unas fuentes vallesanas (se refiere a la comarca del Vallès, donde reside), que no son las mismas que las de Barcelona, París o Ciudad de México. Y ya está. El hecho de ponerte una etiqueta es para sentirte cómodo, y cuando te preguntan explicas esa película. Si viera que hay quince grupos que tocan la rumba con un acordeón diatónico pensaría que he hecho fortuna. Pero solo he hecho unas canciones que reflejan mi entorno.

“He intentado hacer canciones con un mismo objetivo, a la manera del blues, que sean una liberación de los males que llevo dentro, cosas que me molestan y las saco a pasear. Y siempre con el propósito de hacer bailar a la gente. Esa es la música que me ayuda y que me resulta más fácil interpretar”

¿Qué es exactamente El Mariatxi Galàctic?

La formación de La Troba Kung-Fú había crecido mucho y era difícil moverla. No teníamos el favor del público ni nos pagaban lo suficiente. Era como un gigante que no podíamos mantener. Y se acabó. Por eso, El Mariatxi ha sido como una continuación, pero variando algunos elementos. Es un proyecto concebido para ser defendido con un cuarteto: batería, bajo, guitarra y acordeón. A veces vamos sin batería, y en otras ocasiones más desnudos todavía, porque también he actuado solo, con bases electrónicas. Es la forma que tengo de defender las canciones que hago. En el fondo se trata de la misma fórmula que otras muchas músicas populares de folk, como la música norteña de México, que es una adaptación de un folclore más antiguo al que se ha incorporado el pálpito del rock y que ahora se está convirtiendo en música electrónica.

¿Pero El Mariatxi es tu objetivo final o se trata de una etapa más en tu carrera?

Depende. Si continúo vivo supongo que iré hacia otros lugares. Pero no me lo planteo. Lo que me parece es que todavía me queda mucho por aprender. Siempre he intentado encontrar un lenguaje propio y cómodo para vivir de la música, como un ritual. Pero estoy tan lejos de conseguirlo que creo que esta es una etapa más. El futuro ya lo dictará la vida.

¿De qué meta, de qué objetivo o de qué lugar estás lejos?

De conseguir el cinturón negro, de obtener la sabiduría. No ha cambiado mucho la visión que tengo del mundo desde la adolescencia, pero cada vez soy más consciente de mis limitaciones y de lo que me queda por aprender.

Vuestro último disco, “Et cantaré el rock & roll és mort perquè marxen lluny”, es un EP de cuatro canciones que responden a cuatro patrones bien diferentes.

Sí. Cuando empecé a tocar no entendía mucho de estilos. Digamos que los contemplaba desde lejos y con mucho respeto. También era más transgresor. Pero con la edad te fijas en otras cosas y vas bajando los tempos. Con los estilos intentas hacer algo más estable, más seguro, tanto si tocas una bachata como un rock. No obstante, hay que evitar que con el paso de los años te vayas volviendo agrio. Por un lado, haces un ejercicio de estilo más clásico, pero también es más contemporáneo, entre comillas, que lo que hacía antes, con menos manías.

Paralelamente a tu trabajo con el grupo, durante estos últimos años también has desarrollado una actividad con compañías de teatro. ¿Cómo ha ido?

He trabajado con La Perla 29. Hace unos años, el director teatral Oriol Broggi puso un tema mío con La Troba Kung-Fú en una adaptación que hizo de “Hamlet”. Fui a verla y aluciné. Me dio la impresión de que, más allá del circuito de los conciertos, había alguien que entendía mis canciones. Cuando nos encontramos me dijo que estaba preparando otro montaje con música en directo y que había pensado en mí. Le contesté que me encantaría hacerlo. Y a partir de ahí hemos hecho cuatro obras en las que he puesto la música en directo. Ha habido de todo, un García Lorca, un Bertolt Brecht… Siempre diferente. Y ha sido maravilloso. Gracias a Broggi he llevado mis canciones a un formato diferente, más apto para escucharlas, dando más valor a las letras. La experiencia me ha gustado mucho porque cuando compones música para bailar a veces te da la impresión de que estás haciendo un género menor, porque la gente no escucha las letras. Ahora llevamos dos años sin hacer nada juntos y lo encuentro a faltar.

Aprendizaje continuo. Foto: Òscar Giralt
Aprendizaje continuo. Foto: Òscar Giralt

La reaparición de Dusminguet

El próximo 22 de junio está prevista la reaparición de Dusminguet, veinte años después de su disolución, para celebrar el treinta aniversario de la sala Cafè Slàvia de les Borges Blanques. Y resulta obligado preguntar a Garriga qué les ha animado a volver al escenario. “Lo hacemos a petición de la gente del Slàvia, un local donde habíamos actuado muchas veces”, explica. “Se lo propuse al resto de exmiembros del grupo y estuvieron de acuerdo. Pensé que hacía mucho tiempo que no tocábamos juntos y que tenía mucho sentido volver a hacerlo en una conmemoración como esta. Yo suponía que íbamos a tocar en la sala, ante un centenar de espectadores, pero la cosa se ha ido haciendo cada vez más grande”.

En principio teníais que actuar en un recinto para 3000 personas y han debido ampliarlo a otro de 5000 para dar cabida a tanta demanda de entradas. ¿Qué opinas de tanta expectación?

Siempre nos ha pasado lo mismo con Dusminguet. Parece que hacemos las cosas en plan de broma, pero la broma se hace grande, incluso pesada, que no es el caso, y aquí estamos. Tocaremos ante 5000 personas, que es mucho. Eso quiere decir que la gente no nos ha olvidado. Y es curioso, porque cuando actuábamos nadie nos escuchaba ni aplaudía nuestras canciones. Todo el mundo estaba hablando. Era increíble. Y espero que vuelva a pasar, porque si el público viene a escuchar cómo tocamos, he de reconocer que hemos mejorado un poco, pero no mucho. Hablo con una sinceridad absoluta.

¿Hasta qué punto Dusminguet marcó un camino específico en el devenir de las músicas populares?

Nuestra norma era que no hubiera normas. Hacíamos un ejercicio de anarquía. Tuvimos la fortuna de caer simpáticos y nos salieron muchos bolos. Fue una suerte y la aprovechamos tanto como pudimos. Pero nos lo curramos a tope, lo dimos todo, y nos pasaron muchas cosas, algunas muy duras. Dusminguet fue una banda que se escuchó mucho y dejó una huella. Lo he notado en las maneras de hacer de otros grupos, en sus letras, en su actitud ante la música. Pero también veo que hay otras formaciones que han sido mucho más influyentes, aunque no hayan evolucionado tanto como nosotros. A veces, cuando te detienes a pensarlo, llegas a la conclusión de que hacíamos una cosa muy rara. Pero, bueno, el concierto del día 22 será único y, a pesar de alguna propuesta que nos han hecho, será irrepetible. Será el concierto de despedida que no hicimos en su momento. ∎

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