ntro en la oficina de Sonido Muchacho interrumpiendo sin querer la entrevista anterior, en la que preguntan a Kokoshca por su grupo preferido. Riéndose, dicen que Los Punsetes. La siguiente demanda es: “Una canción que odien de ese grupo”. Les digo que me voy para que respondan sin presión… Y espero al fondo de la oficina para hacer la primera entrevista de toda mi vida. Cuando pongo el móvil a grabar, Amaia Tirapu (voz), Iñaki López (guitarra, voz) y Álex López (batería) –falta su bajista, Iñigo Andión– leen en la pantalla los nombres de las notas de voz anteriores, y quieren saber si son canciones nuevas. Carraspeo, nos reímos y damos por empezada una charla que tratará de su nuevo disco, “KOKOSHCA” (Sonido Muchacho, 2021), pero también de Ella Baila Sola y la importancia de los coros, de los futuros conciertos con inmunidad, de Jesús Quintero y Toni Rovira, de Fela Kuti y Pata Negra, de Betacam y Mujeres, de Los Chorbos y Bielorrusia, de la conexión navarra con México, de Lola Flores y el flow, de Nacho Vegas y la justicia poética, de Álex como dueño del Daba y no como batería de Kokoshca. Incluso de Los Punsetes…
Ha pasado más de una década desde que compartimos con Kokoshca una noche en la que nos echaron de un bar por cantar a gritos “¡Alísate el pelo, alísatelo ya!” después de un concierto que dieron en el Nasti. Amaia llevaba un vestido blanco, que no era de estilo ibicenco, sino de encaje. Estaba por ahí Álvaro de Templeton también, y acabamos en el Iberia. Tenemos la imagen de alguien de mi grupo durmiendo en la cama de Álex en Donosti, rodeado de treinta y cinco personas metidas en su cuarto, de fiesta. “Era un cuarto grande”, puntualiza Iñaki. Fue después de nuestro concierto de Lurrazpiko, en 2014. Y recordamos cuando a Amaia, estando en Madrid en una fiesta con algún Punsete, se le hizo de día y fue directa a coger el tren de vuelta a Pamplona.
Sus discos son como salir con ellos por ahí. Sabes que la noche empezará en un concierto suyo o nuestro, pero no lo que pasará hasta la hora de irte a casa. Kokoshca viene con más hits que nunca, así que auguro una noche larga y llena de anécdotas.
Al margen de estas juergas, al grupo se le ha definido con muchas palabras: carismáticos, crudos, cortantes, canallas, costumbristas… Pero no sé si se ha hablado suficientemente de lo románticos que son y de la capacidad que tienen de sacarte del mood dramático que crean ellos mismos, con una frase que te hace darte cuenta de que el asunto no era tan trágico. Y te ríes mientras piensas en lo cabrones que son cuando lo hacen.
Recordamos que no son tantos los grupos que empezaron entre 2004 y 2008 que siguen vivos: están ellos, Triángulo de Amor Bizarro, Mujeres, Los Punsetes y alguno más. Este es uno de los puntos que ven en común con Los Punsetes. Eso, y el enfoque de las letras. Amaia describe el nuestro como irónico y ácido, Iñaki piensa que “Los Punsetes son muy indies por culpa de Manu” y que Kokoshca son más rockeros. Hablamos de aquella época y de esos grupos: Margarita, Ginferno, Tarántula, Los Claveles, Templeton, Bicicross… Y de cuando, como decían Los Directivos, “el indie era el indie y el resto era el resto”. Ambos grupos nos alegramos de seguir por aquí.
Empecemos por la portada de “KOKOSHCA”. ¿Me podéis explicar la conexión entre flamenco, funk, rap, krautrock, afrobeat y el diseño gráfico del disco? Yo veo Rusia. Ese edificio de fondo de la URSS, todos abrigados salvo Álex, Amaia con la babushka a punto de entrar en una iglesia ortodoxa rusa…
Iñaki: La verdad es que es una foto que nos salió de casualidad; hacía un frío del copón. Sí que nos molaba el contraste entre esa cosa soviética y el brutalismo del edificio, con los colores cálidos de la tipografía africana, tropical. No hay una intencionalidad oculta, pero si le das la vuelta al disco es verdad que no parece Rusia; se muestra África con España en el mapa; sale el concepto rítmico con el teclado, una planta, que siempre queda bien, la mascarilla de la pandemia, un abanico y el Annapurna, por la canción del montañero.
Amaia: Pero también tiene su toque de rumba de la transición, de las típicas personas que vienen del pueblo, que emigran a Barcelona y van con el pañuelo, como si todavía vivieran allí.
Álex: Si no hubiéramos puesto el título en la portada, sí que pareceríamos un grupo de post-punk o bielorruso. Mi hermano, que es el diseñador, empezó a tirar de referencias de afrobeat, de singles de Fela Kuti. Podría ser un disco también de Los Chorbos, de algún grupo de rumba de los 70.
El disco comienza con una canción que te pone los pelos como escarpias, también pasaba con “El Rey” en “El mal” (Sonido Muchacho, 2018). ¿Os funciona mejor abrir así que con un single “petón” que te haga entrar en calor?
Iñaki: Nos parecía buena como primera para abrir el disco. Hay un tema de justicia poética. Nacho Vegas hizo una canción para Juanito Oiarzabal, se llama “Cerca del cielo”. Es un montañero mediático, hace realities como “El conquistador del fin del mundo” en ETB y está vivo. Nos parece que Iñaki Ochoa de Olza representaba valores más puros. Trabajaba en “Al filo de lo imposible”. Para nosotros, Nacho Vegas eligió al montañero equivocado y teníamos que hacer justicia poética.
Amaia: Era muy puro, muy punk, no llevaba nunca oxígeno, vivía en la montaña con cuatro duros. Se había buscado su forma de vida que le hacía feliz, muy fuera de todo. Creo que lo de los singles es como un azar; no sabíamos muy bien cuáles elegir. Y el orden de los temas en cada disco es cuestión de ponerse de acuerdo entre todos, según las canciones que hayas hecho.
Cuando empezasteis a componer este disco acababais de venir de la gira de “El mal”. Además, la presentación será este junio, cuando empieza a haber más opciones de conciertos al aire libre. ¿Consideráis que fue un golpe de suerte que los acontecimientos os pillaran en este punto de la pandemia?
Amaia: Al principio encajó muy bien: paramos, grabamos… Lo que pasa es que ahora que ha salido el disco, vemos la incertidumbre… Aún no ha terminado la pandemia.
Álex: Nosotros dudamos y hablamos con Luis… Creo que tenía razón y estamos haciendo lo correcto: “Lo sacamos cuando esté”. No íbamos a andar jugando con la expectativa de cuándo iba a acabar la pandemia. Vemos que ha pasado ya, con grupos colegas como los Triángulo, Mujeres, Melenas… que han sacado disco y van tocando pero sin locuras; entonces, hay una cola de los que sacaron disco en 2020 que no han podido tocar bien, los que lo están sacando en 2021, los que lo sacan en 2022…
Iñaki: La gente decía que la pandemia iba a durar hasta mayo (risas).
¿Habéis dado algún concierto después de marzo de 2020 con público?
Amaia: Sí, en Navidades, en Dabadaba, en Donosti.
Iñaki: Formato pandemia estándar, con la gente sentada.
Álex: En el Daba ahora el aforo es de 60 personas, así que hicimos dos pases. En el primero estábamos más tensos; en el segundo nos bebimos unas birras, y guay. Teníamos cierta discusión sobre si realmente con el repertorio que tenemos podríamos haber elegido un estilo de canciones para gente que está sentada… Más lento, más denso, y al final hicimos algo intermedio. Pero, por ejemplo, Los Punsetes, que siempre sois más a piñón, no habréis tenido posibilidad de cambiar el repertorio. ¿Cómo ha sido?
Nosotros lo hemos intentado alguna vez, pero no somos un grupo que funcione en acústico. Hemos estado haciendo los conciertos de siempre. Está todo más frío, pero te quedas con que por lo menos hay gente que está programando, y es preferible eso a no tocar.
Amaia: Sí, pero es un poco raro tocar con la gente con la mascarilla, sentada. No eres capaz de saber si les está gustando o no… Yo no sé si están tarareando, porque eso dice mucho; cuando ves a la gente cantando piensas “¡Hostia!”, sobre todo cuando son las nuevas.
Álex: Hemos infravalorado el hecho de que el público, por estar sentado, no iba a ser capaz de sentir la euforia, y en los que hemos organizado en el Daba, a la gente le daba igual ocho que ochenta. He visto a uno en un bolo punk coger la silla y ponerse así en el sitio (hace el gesto de levantar la silla por encima de su cabeza). Al principio, la idea era que tocaba rollo tranqui, acústico, pero realmente a la gente le da igual.
¿Cómo esperáis ver al público en vuestros próximos conciertos?
Amaia: Fantaseamos con que de repente llegue público nuevo a nosotros y que te digan… ¿De qué te ríes, Álex?
Álex: Me estoy riendo de que el punto de partida nuestro ya es fallido, hemos hecho el disco bailable de Kokoshca cuando la gente va a estar sentada. El fracaso está garantizado (risas).
Iñaki: Yo espero que estén de pie y sin mascarilla, que ya haya inmunidad. Hay cierto público de Kokoshca que tiene este rollo de liberación de bar, también pasa con Los Punsetes, y que igual ahora sí que están más cortados, pero, como dice Álex, quizá están sentados con un botellín en la mano. Yo creo que de cara a otoño todo cambiará un pelín.
En vuestras letras veo bastante guasa y poca presencia de poso pandémico, salvo en “El rayo”, en la que lo mencionáis. ¿Cómo lo veis vosotros?
Iñaki: Nos la ha sudado un poco la pandemia, ¿no? (mira a Amaia y Alex). Quizá de manera contraria, hemos intentado darle más buen rollo, con canciones un poquito más fáciles, más pop. Y lo de “El rayo” era por el concepto rapero, como diciendo: “Aquí estamos con Ariadna, 2021…” (risas).
Amaia: Hablar de lo del brazo –“Me he tatuado, en mi brazo pone ‘Tú’”, de la canción “Te sigo esperando”–, al final es como seguir esperando a alguien; entonces no te tatúes el nombre de “Juanito”, es mejor poner “Tú” y así vale para todos (risas).
En el disco, habláis de dos personas muy queridas y que tenemos en común: una es Álex, que no sale como batería de Kokoshca, sino como dueño del Dabadaba de Donosti. Es un bonito homenaje. Álex, ¿cómo te sentiste?
Álex: (mirando al suelo) Esto es cosa de Iñaki, me hace gracia. Llegué a pensar si sería contraproducente, por si alguien se lo tomaba como un product placement. Sin más, guay. Me gusta el costumbrismo.
Amaia: Pero queda muy bien “Si no tienes pasta yo te invito al Daba” (canta).
Iñaki: Tampoco reflexionamos tanto las cosas, era un rollo también del rap. La parte mía era muy solemne, donde hablaba de la tesis de Paul Preston en “Un pueblo traicionado” (2019), coger un verso de Miguel Hernández, estercolar, las cunetas… Así que le quisimos dar la otra vertiente: solemne y bruta pero jocosa, y por eso cambia también el ritmo. Nos parecía divertido el tópico picaresco, e imaginariamente, improvisando, lo llevamos al Dabadaba. Fue una coña nuestra. Lo despachamos rápido.
La segunda persona es Luis (Fernández, bajista de Los Punsetes y responsable de Sonido Muchacho), a quien mencionais en “Lo tiro”. Ya sabéis que a partir de ahora somos compañeros de sello. ¿Qué tal vuestra experiencia con Sonido Muchacho en estos tres discos?
Álex: Realmente, la canción podría haber estado hecha con samples de notas de voz de Luis. Cuando se la pasamos, se rió, incluso colaboró y nos envió una ad hoc para meterla. Estamos muy contentos. Es nuestra única experiencia con un sello profesional.
Iñaki: Igual en ese aspecto Los Punsetes son más relajados en esa idea de estar más encima, de rendir cuentas. Con Luis, guay, y la canción es una broma de una frase que dice él: “Lo tiro”.
“Himno de España” es una canción increíble que toca muchos palos visuales y estilísticos de la cultura española que se perciben incluso sin ver el vídeo. ¿Cómo ha sido ir hacia ese imaginario? Aparte del documental de Pata Negra, ¿habría un antecedente en “Bom Bom”? Y con la mención al afrobeat, me he fijado en que Iñaki desde hace tiempo se pone camisas con estampados africanos; en el concierto de presentación de “El mal” en Joy Eslava también llevaba una puesta.
Iñaki: (ríe) Está muy guay esa camisa. Era una como de leopardo.
Amaia: ¡Ah! Una que te di yo. Es que, claro, siempre lo visto yo. Viene también del concierto que hicimos en Primavera Sound 2019 como homenaje a Las Grecas; ahí empezamos a tocar rumba. Vimos que Álex e Íñigo eran capaces de tocar esos bajos y baterías que son más complejos, Iñaki tenía una idea…
Iñaki: Sí que es verdad que parte de “Bom Bom”, en el sentido de que prioriza el ritmo y el bajo. Luego probamos… “A ver… ¿Otra guitarra? ¿Qué más pueden hacer Los Punsetes? ¡Pues vamos a quitar las guitarras!”. No, es broma (risas). Y en el concierto del Primavera es donde encontramos ese rollo de rock, funk, pero también de la tradición española de la rumba, y nos salió guay la versión de Los Chichos. Ahí sí que salimos vestidos de lunares. También hay una nueva forma de cantar en “Himno de España”. Siempre he fantaseado con ser rapero. Durante el confinamiento me junté con unos amigos, con Javi de Kokoshca, que era el anterior batería, y con Pablo de Tremenda Trementina, y dijimos: “Vamos a hacer un grupo de rap”. Con unas bases reguetón hicimos un par de canciones. Es un rollo artístico-lingüístico más que rap. En ese momento yo veía tutoriales de flow.
Álex y Amaia: ¡Nooo! (risas).
Álex: Hay dos precedentes que son “Mi consentido”, de “Algo real” (Sonido Muchacho, 2016), que en realidad es una rumba. De hecho, en el “conci” del Primavera Sound de homenaje a Las Grecas, la tocamos. Y en la parte final de “Calle lloviendo”, también tiramos un poco hacia la rumba cuando empieza Amaia a decir “Ali ali se la llevó”.
¿Os acordáis de cuando Rosario y Lolita dijeron que su madre (Lola Flores) ya rapeaba?
Álex: En el listado que hicimos de referencias la teníamos presente. Además de “Cómo me las maravillaría yo”, hay una actuación, un playback en Antena 3 con un rapero en los 90, con la canción un poco bajada de ritmo y rapeando. ¡Es increíble!
¿Qué tal las colaboraciones con Betacam y Mujeres? ¿Cómo surgieron?
Iñaki: Más que colaborador, Betacam es el arreglista de la mayoría de las canciones.
Amaia: Mujeres hacían una versión de “No volveré” y siempre teníamos en mente componer algunas canciones juntos, y esta fue como muy natural, aquí pegaban las voces de ellos.
“Algo real” lo compusisteis prácticamente en el estudio, “El mal” todo lo contrario. ¿Cómo habéis planificado la grabación de este disco con Raúl Pérez? ¿Cómo os es más fácil trabajar, ideando todo en el estudio o al revés?
Amaia: “Algo real” lo compusimos dos semanas antes y lo acabamos casi en la grabación. Con “El mal” estuvimos unos cuantos meses antes de entrar en el estudio. “KOKOSHCA” es el que más mascadito llevábamos. Como había medio confinamiento, nuestra única ilusión era acabar el disco e ir a grabarlo a Sevilla en diez días.
Álex: Lo llevábamos más practicado, pero, por ejemplo, Iñaki terminó la letra de “Himno de España” el día antes.
Iñaki: Como novedad, es la primera vez que hemos ido con descartes: nos hemos cargado cuatro canciones. Lo llevamos bastante trabajado, aunque siempre dejamos una veda abierta a la experimentación; esto es, que venga Betacam e improvise. Es guay que te saquen de tu cerebro, que es un coñazo y está todo el rato con tu cosmovisión. Raúl nos entendía guay, tenía gustos parecidos a los nuestros y es muy audiófilo. El concepto que queríamos del bajo y ritmo, viendo sus producciones, ha encajado bien. De hecho, tiene como ocho o nueve bajos en su estudio y a veces empiezan las canciones con el timbre de bajo que él elige.
Como cantante de un grupo en el que los coros y armonías brillan prácticamente por su ausencia, tengo curiosidad por saber cómo lo trabajáis. ¿Lo cerráis a medida que vais componiendo la canción o cuando llega el momento de grabar?
Amaia: En el local salen muchas ideas. Una de las cosas que más me gusta es cantar. Yo voy escuchando una canción y le saco una voz, armonías. Con mi hermana hacíamos las dos voces perfectas de Ella Baila Sola, y en Kokoshca siempre que hago algo, lleva coros. De hecho, a veces me suelen decir: “Aquí cállate porque es demasiado”. Yo creo que quedan bien nuestras voces, los timbres encajan guay.
Iñaki: También porque tenemos ese juego chico/chica, por dinámica de las canciones y por colores. Además, mola el concepto colectivo de la música de tradición oral o popular, que siempre ha sido una puta hoguera y gente cantando. Eso también te da un sentimiento de comunidad que tampoco buscamos; no somos antropólogos ni musicólogos (risas). Los típicos coros punk son como remarcar lo que dices, y eso, en algunas canciones que hacemos más rock, sí que nos gusta. Yo siempre insisto: “Íñigo: hazme putos coros aquí, di lo mismo que yo, no hace falta que hagas armonía”.
Álex: Pero a mí me gusta mucho que un artista, un grupo en este caso, se marque unas líneas rojas, unos límites, y diga: “Mi obra ha de desarrollarse aquí”.
Amaia: Y también que se lo salte cuando le salga de las narices.
¿Qué respuesta han tenido los tres singles y videoclips que habéis sacado? Son un poco la pista de cómo va a ir el disco…
Amaia: El vídeo de “Regresando a la ciudad” es el que más ha gustado a la peña. Es como una historia, una peliculilla, tiene toques gore, graciosillos, esta cosa de que salimos nosotros y Carlotta de Hinds.
Álex: Sí, son los lanzamientos que más lejos han llegado en escuchas.
Iñaki: A vosotros os parecerá poco (risas). Salvo “Himno de España”, que a algunos les ha gustado mucho y unos pocos han dicho que no, prácticamente a todo el mundo les han encantado los tres. Para el vídeo del tercer single, “Asia (canción para Iñaki Ochoa de Olza)”, no conocíamos a la familia; les mandamos la canción porque era delicado frivolizar. Ahí sí que queríamos tener cierto control. Creo que es un poco emocional este videoclip, va más unido al flow de la canción.
¿Os gustaría que os entrevistara alguien en concreto?
Iñaki: ¿Vivo o muerto? (risas).
Amaia: A mí, Jesús Quintero. Es que me encanta todo en él. Que nos hiciera una entrevista de estas en las que solo fuma, te mira y te deja hablar, pero con ese ambiente… A ti te encantaría Toni Rovira, ¿no, Álex?
Álex: Lo he descubierto hace poco, a raíz de Miguel Noguera… Es un show surrealista que lleva mil años en la tele local catalana, es como un sueño, un delirio, es un espectáculo musical, es “Twin Peaks”.
Si hasta ahora en vuestra carrera han pasado cosas tan emocionantes como hacer una gira por Argentina, participar en la Latin Alternative Music Conference (LAMC), salir en “Fariña”, colaboraciones con El Drogas o Los Planetas… ¿Qué esperáis y deseáis que pase con este disco?
Iñaki: Pues que Ariadna… Es la típica broma…
Amaia: Sí, estaría bien que Ariadna colaborara (risas). También nos fliparía hacer una gira por México.
Álex: Y comprarnos una furgo; no como objetivo vital, pero casi como una consecuencia de que tocamos mucho. ∎
Me invento un juego que consiste en lanzar a Kokoshca distintos géneros musicales y comprobar si se sienten identificados o no con ellos. En muchos hay unanimidad, en otros hay debate:
El folclore espacial. Lo traigo a colación de un sinte que hizo Iñaki con una jotilla, pero no lo ven.
La cumbia. Les gusta, pero, como dice Amaia, “no somos capaces de meterla bien”.
Afrobeat. Se sienten “un poquito” identificados con el estilo.
Vals, bolero y rumba.“Siempre”, responden.
Góspel. Aquí callan. No entienden la conexión. Les señalo una frase de “Himno de España”: “Oh, mamá, hace mucho calor…”. Iñaki lo medita: “El rock incluye al folclore negro, del blues al góspel; en este caso sería meter a las flamencas…”. También me recuerdan que, en este punto, también sería un antecedente “Jon y yo”, de “Hay una luz” (Ayo Silver!, 2013).
La jota navarra. Iñaki cree que “líricamente, era bonita antes, pero con el franquismo se convirtió en ‘soy muy navarro, me gusta San Fermín, viva el rojo y el vino…’”. No se sienten identificados con el estilo, pero admiten que, en San Fermín, sucede algo curioso: “La gente canta canciones mexicanas. Hay una conexión extraña entre el compás del vals y los mariachis. Con la jota no pasa”.
Al terminar la entrevista nos fuimos a tomar algo a un asturiano y entró la tuna. Lo que nos faltaba por nombrar. ∎