Quizá no con la fuerza de otros países como Argentina, México, Colombia o Cuba, pero lo cierto es que la música de ese pequeño país que es la República Dominicana –comparte isla en el Caribe con Haití y su extensión es la décima parte de la de España– ha dado al mundo valiosas aportaciones que, en el pasado, han sido fundamentalmente masculinas gracias al peso de figuras como Wilfrido Vargas o el ya fallecido Johnny Ventura en el terreno del merengue, y como Juan Luis Guerra y Romeo Santos –neoyorquino de raíces dominicanas– en el campo de la bachata, estilo que después ha dado origen al bachatón, un efectivo combinado de bachata y reguetón. Pero en los últimos tiempos, como en tantos otros lugares, son las mujeres quienes han descollado en el panorama musical dominicano: desde la heterodoxa extravagancia de Rita Indiana hasta el electro-merengue combinado con reguetón queer del trío femenino Mula, pasando por el evocador pop electrónico de Nikóla o, por supuesto, la exuberante escena del reguetón y los sonidos urbanos, que cuenta con estrellas como Natti Natasha, Lennis Rodríguez o la gran Tokischa, a la que se rifan las celebridades del género.
Para contrarrestar este indiscutible predominio femenino, Los Sufridos han conseguido equilibrar en parte la balanza al lanzar en menos de tres meses cinco magníficos temas con sus respectivos videoclips que rezuman una frescura y una originalidad realmente sorprendentes. Pero muy poco se sabe sobre quién o quiénes hay detrás del nombre de Los Sufridos. A veces se tiene la sensación de estar ante un proyecto fantasma o ante la aventura de un productor a lo Bizarrap. Y a veces también puede parecer un equivalente dominicano de las crews de nuevo cuño como Chill Mafia. Lo que nadie puede dudar es que estamos ante un derroche de talento musical y ante algo que viene a aportar aires de renovación al género urbano. Y lo que es seguro, al menos, es que detrás del apartado visual y conceptual de Los Sufridos se encuentra Daniel D’Meza, cineasta y fotógrafo dominicano al que se puede rastrear su trayectoria a través de Internet. Sus vídeos, llenos de espíritu callejero, constituyen una parte importante del conjunto del proyecto, al que dota de un empaque tan coherente como brillante.