En cualquier tipo de arte, mirar hacia adelante siempre implica hacerlo hacia atrás, aunque sea de forma inconsciente. No es este último el caso de Alejandro y Víctor Hernández, quienes decidieron hace muy poco tiempo sumergirse en la música tradicional de cercanía, potencialmente la que más llega al corazón. “El cancionero panocho” (1900), del folclorista Pedro Díaz Cassou, o los artículos de José Martínez Tornel, fundador del ‘Diario de Murcia’, han sido algunas de sus fuentes. Dar con tus raíces más profundas, desentrañarlas audazmente pero con respeto y crear una visión propia, novedosa pero comunicable, es la idea que muchos artistas del folk contemporáneo se han propuesto desarrollar con mayor o menor éxito. Maestro Espada añaden, por descontado, el aspecto de la “murcianidad”. Un fenómeno identitario de baja intensidad equiparable al deportivo estatal –creo que desde el gol de Iniesta– del “yo soy español”. Ahora, con Carlos Alcaraz, están que lo petan.
El press kit táctico de Maestro Espada, amablemente proporcionado por su sello catalán, no dice casi nada del pasado inmediato de la pareja. Alejandro, además de cantar en el grupo Vespertine, firmó como Álex Juárez un EP, “Visitante” (2020), con temas de incipiente gen idiosincrático como “Tan murciano”. De Víctor, partícipe y autor en al menos un par de bandas sonoras para películas, también puede rastrearse en las plataformas digitales el EP de título “Nonduermas” (2017). Se publicó con el sobrenombre de Rey Lobo. Ambos trabajos tienen una factura excelente y su enfoque es de cantautor acústico. Nada que ver con la epifanía huertana que se avecinaba. Además, no cantaban con acentico.