El horizonte es el límite. Foto: Marina Tomàs
El horizonte es el límite. Foto: Marina Tomàs

Entrevista

Marco Mezquida: “El reto es crear siempre música nueva”

Se diría que Marco Mezquida, a sus 36 años, ya lo ha tocado todo y podría volverse tranquilamente a casa a descansar. Pero el pianista menorquín no parece tener muchas ganas de retirarse, porque es evidente que todavía le queda mucho por decir.

Marco Mezquida nació en Mahón en 1987. A los 18 años se instala en Barcelona, donde se licencia en la Escola Superior de Música de Catalunya (ESMUC) en 2009. Al principio, además de tocar, también ejerce como profesor, hasta que llegó la pandemia y nació su hijo. Ha colaborado en sesenta discos de otros artistas y ha grabado casi tres decenas a su nombre, como solista o en formación de dúo o trío. Ha tocado en cuarenta países de cuatro continentes.

Los proyectos en que ha intervenido son interminables, desde los relacionados con la música clásica hasta una experiencia con IA, pasando por trabajos con artistas como Alfonso de Vilallonga, Albert Bover, Julianne Heinemann, Juan Saiz, Salvador Sobral, Félix Rossy, Manel Fortià, Celeste Arias, Pablo Selnik, Lee Konitz y Carles Marigó, además de los tríos MAP, Pieris y My Friend Marko y otras participaciones en obras de teatro y danza.

Aunque algunos de estos proyectos puedan reaparecer en cualquier momento, en la anterior relación hemos obviado los que tienes actualmente en cartera, para profundizar en ellos a continuación. Empezaremos con el trío formado junto al percusionista Aleix Tobias y el chelista Martín Meléndez.

Con ellos he tenido más continuidad que con ningún otro grupo. Comenzamos con “Ravel Dreams” (2017), inspirado en la obra de Maurice Ravel. Fue un encargo y pensé que podía crear un trío especial desde cero. A partir de esta experiencia consolidamos la formación con dos discos más con composiciones mías, “Talismán” (2020) y “Letter To Milos” (2022), que han sido muy diferentes.

Con el guitarrista flamenco Chicuelo has grabado otros dos discos, “Conexión” (2017) y “No hay dos sin tres” (2019).

Sí, y estamos preparando el tercero, de nuevo con el percusionista Paco de Mode.

¿Qué ha representado esta aproximación al flamenco?

Ha sido todo un reto. La música de Chicuelo está muy viva. Viajando con él he aprendido mucho. Yo soy un músico con muchas inquietudes y nuestro amor por la música popular y la improvisación hacen que nuestros mundos no sean tan lejanos. Todo lo que hacemos es de cosecha propia. Hablamos de un proyecto que no es flamenco ni es jazz, porque no se trata de dos etiquetas, porque hay una música original hecha con un formato que no es habitual, con piano, guitarra y cajón, que posee mucha intensidad.

“Me planteé si quería ser un intérprete o un creador. A mí siempre me ha gustado ser intérprete, pero lo que necesitaba era ser más creativo, necesitaba la improvisación, necesitaba tener una voz propia. Y todo eso me lo podía dar el mundo del jazz. Así pues, escogí piano de jazz, pero continué estudiando música clásica”

Otro de tus proyectos en activo es el dúo con la trompetista y cantante Andrea Motis.

Sí. Hemos estado tocando durante este año en diferentes festivales. Han sido unos conciertos muy celebrados. Nos gustaría grabar un disco, pero ella precisamente ahora saca uno y yo acabo de editar “Tornado” (2023) y estamos más concentrados en ambos trabajos.

Llegamos a Sílvia Pérez Cruz.

Con Sílvia sí que tenemos un disco, grabado en directo en Japón, “Live In Tokio” (2020). Creo que refleja aquella belleza y aquella proximidad. Luego Sílvia hizo otro trabajo, “Farsa” (2020; entre los mejores discos del año para Rockdelux), y yo me integré en su grupo. Ahora tenemos nuestras prioridades, pero de vez en cuando actuamos juntos, porque este proyecto tiene continuidad.

En algún lugar has afirmado que os retroalimentais.

Exacto. Es como una conversación, es una manera muy profunda de escucharse y de quererse. Musicalmente, los dos tenemos algo en común que hace que salten las chispas. Nos entendemos muy bien.

¿Los resultados de esta relación son diferentes respecto al resto de proyectos que has protagonizado?

Cada iniciativa es un mundo. Por ejemplo, Andrea Motis es un universo musical precioso, íntimo y cálido, mientras que Sílvia es un torrente, una mujer muy poderosa, y tiene una manera de comportarse en el escenario más volcánica, más bestia, pero también con una sensibilidad generosísima.

Háblame de tu actuación con Inteligencia Artificial.

Fue un encargo del Sónar, que me propuso que hiciera improvisaciones con el piano a dúo con una máquina programada por unos informáticos. Creamos un nuevo universo con otras sonoridades, otros paisajes musicales. Mis improvisaciones libres se reactivaban y se retroalimentan en una conversación con la inteligencia artificial.

Colaboraciones y creatividad. Foto: Marina Tomàs
Colaboraciones y creatividad. Foto: Marina Tomàs

Retrodezcamos al principio de tu carrera. ¿Fuiste un niño prodigio?

No. En todo caso era un niño con facilidades y curiosidades musicales. Desde pequeño, a los 5 o 6 años, vieron que tenía mucho ritmo y habilidad para sacar melodías de oído. También era capaz de componer e improvisar. Jugaba con la música. De hecho, el tema siempre ha sido el juego con la música; ha sido algo natural en mí. Cuando empecé a estudiar música a los 8 años, ya empecé a actuar. A los 15 o 16 era un músico semiprofesional, tocando el órgano o con grupos de música moderna, no solo en Menorca. Y a los 18 vine a Barcelona.

Podías haberte decantado por la música clásica, pero optaste por el jazz. ¿Por qué?

Fui una de las pocas personas que podía entrar a estudiar piano clásico y piano de jazz en la ESMUC. En aquel momento me planteé si quería ser un intérprete o un creador. A mí siempre me ha gustado ser intérprete, pero lo que necesitaba era ser más creativo, necesitaba la improvisación, necesitaba tener una voz propia. Y todo eso me lo podía dar el mundo del jazz. Así pues, escogí piano de jazz, pero continué estudiando música clásica.

Digamos que, con el tiempo, has ido ampliando el abanico, mezclando la música popular y la culta: jazz, improvisación, romanticismo, impresionismo, barroco, contemporánea, pop, folk, flamenco…

Todo tiene un denominador común. La música es un océano lleno de registros y de lugares que puedes explotar. La música romántica tiene mucho que ver con el jazz. La música impresionista se entiende como una evolución de las armonías occidentales. Las músicas tradicionales, de Menorca a Colombia pasando por Turquía… Son muchas las influencias que forman parte de mi mundo. Y a partir de aquí confecciono un cóctel musical que configura mi estilo personal.

“La música es un océano lleno de registros y de lugares que puedes explotar. La música romántica tiene mucho que ver con el jazz. La música impresionista se entiende como una evolución de las armonías occidentales. Las músicas tradicionales, de Menorca a Colombia pasando por Turquía… Son muchas las influencias que forman parte de mi mundo”

¿Reconoces influencias? ¿Hay alguien que te haya inspirado particularmente?

Tengo apuntada una lista con más de 250 nombres de la música clásica, de la tradicional y del jazz que me han influido. Por poner nombres cercanos: Eliseo Parra, un referente de las músicas tradicionales, o Alfonso Vilallonga. En cuanto al jazz, es una barbaridad. A los 16 años descubrí a Bill Evans; más adelante a Ahmad Jamal y sobre todo a Brad Mehldau y a Keith Jarrett, que son mis dos máximos referentes. Pero hay más: Paco de Lucía, Ella Fitzgerald, Schubert, Mozart, Bach, Monteverdi, los madrigales, los Beatles, la música brasileña…

Actualmente estás haciendo un centenar de conciertos al año. ¿De dónde sacas el tiempo para componer?

Cuando tengo alguna semana más tranquila me gusta encerrarme en casa con mi piano para crear nuevas melodías y pensar en nuevos proyectos.

¿Crees que este ritmo de vida puede durar siempre o tiene una fecha límite?

De momento no lo pienso. A veces pienso que me jubilaré a los 40 y en otras ocasiones que no lo haré hasta que me muera.

Vamos con tus últimos discos. Grabaste “Talismán” y “Letter To Milos” con Tobias y Meléndez, pero entre los dos hay bastantes cambios, ¿no?

Sí. Hay un cambio bastante radical. Busco que las sonoridades de mis trabajos no sean iguales. Si hiciera un disco que sonara igual que el anterior no sería yo mismo. Estaría intentando vivir de renta. Para mí el reto es crear siempre música nueva.

Yo creo que “Letter To Milos” es más tranquilo, más maduro, más contemporáneo y está más centrado. Se nota la influencia de Keith Jarrett.

Jarrett está presente porque no son muchos los músicos que han apostado por la improvisación con tanta capacidad de libertad estética. Es un artista que puede combinar folk, country, rock, improvisación y estándares. Pero este es un disco con muchísima composición, es muy sofisticado, es donde encontrarás los temas más bonitos y lúdicos de mi producción. Celebraba el primer aniversario de mi hijo. Además, con “Letter To Milos” hice un tributo al álbum blanco de los Beatles, que es un disco con temas muy diferentes entre sí.

Un poco de “Tornado”, el álbum publicado en 2023, es mucho.

Pasemos a “Tornado”. A mí me parece que es mucho más enérgico y visceral.

Lo he hecho con el contrabajista japonés residente en Barcelona Masa Kamaguchi, que es como un volcán, y con Ramon Prats, un batería con una gran potencia y versatilidad. Para este disco quería músicos capaces de tocar desde la pieza más visceral a la canción más tierna. Hay mucho free jazz y también mucho blues. El disco empieza con mucha intensidad y, a medida que avanza, la calma se va apoderando de él. Hay mucha gente que compone y después su material lo toca quien sea. Yo preparo los proyectos pensando en los músicos que los interpretarán. Estas composiciones están pensadas para Masa y Ramon.

He dejado para el final lo que tal vez sea tu principal anhelo: tocar en solitario. Cuando actúas solo y puedes hacer lo que quieras sin tener que mirar a tus compañeros, ¿te encuentras mejor?

Sí, porque es cuando tengo más libertad. No estoy sometido a un repertorio y puedo improvisar al momento. De hecho, esa es mi declaración de principios. Normalmente, cuando voy solo hago una primera parte de unos cuarenta minutos de improvisación libre absoluta en la que puedo atravesar toda la historia de la música, y a continuación suelo interpretar temas míos, estándares del jazz o canciones más conocidas. ∎

Universo Mezquida

MARCO MEZQUIDA
“Òrrius Concert”
(Autoeditado, 2018)

Lo primero que le viene a uno a la cabeza cuando escucha el primer CD de este doble álbum es el famosísimo “The Köln Concert” (1975) de Keith Jarrett. Grabado en una iglesia del siglo XVI de una pequeña localidad del Maresme, la parte improvisada, que se extiende a lo largo de 52 apasionantes minutos, está inspirada en la monja y música alemana Hildegarda de Bingen (1098-1179). Esta dama iluminó al pianista, concediéndole el don de ofrecer un concierto que va mucho más allá de lo que conocemos como jazz para acercarlo a una música contemporánea libre de ataduras, más abstracta que figurativa, con momentos de placidez y ráfagas de euforia. El segundo disco presenta media docena de piezas, la mayoría compuestas por el propio Marco.

CHICUELO / MARCO MEZQUIDA
“No hay dos sin tres”
(Autoeditado, 2019)

El segundo encuentro entre el guitarrista flamenco Juan Gómez “Chicuelo” echa chispas. La pareja volvió a encontrarse en “No hay dos sin tres”, de nuevo con una imprescindible tercera pata del taburete, el percusionista Paco de Mode, de tal modo que el trío bordea, transita y cruza las fronteras del jondo con el jazz como si esa fusión fuera lo más natural del mundo.

SÍLVIA PÉREZ CRUZ / MARCO MEZQUIDA
“Live In Tokyo”
(Universal, 2020)

La cantante Sílvia Pérez Cruz se presenta junto al menorquín en la capital japonesa con un repertorio que es una especie de catálogo de almacén donde cabe de todo. El protagonismo es de la vocalista ampurdanesa, pero el pianista no se limita a hacer de mero acompañante, sino que con sus teclas va marcando el camino por donde discurre la voz, trazando un sendero que a menudo no es del todo fácil. El muestrario es muy amplio: de Maria del Mar Bonet a “La llorona”, de “The Sound Of Silence” a la canción brasileña, del tango a la habanera, y de “Pequeño vals vienés” del trinomio Lorca-Cohen-Morente a “No Surprises”, de Radiohead, que Marco interpreta con un piano de juguete.

MARCO MEZQUIDA
“Letter To Milos”
(Autoeditado, 2022)

Marco celebra el primer aniversario de su hijo con un disco del todo colorista, enérgico y contenido a partes iguales. Junto a su “trío de cabecera”, completado con el percusionista Aleix Tobias y el chelista Martín Meléndez, se embarca en un viaje en el que a veces no sabes si es el jazz que se está acercando a la música clásica o si ocurre al revés. La sombra de Keith Jarrett, en su vertiente más europea, se hace presente de forma constante.

MARCO MEZQUIDA
“Tornado”
(Autoeditado, 2023)

El menorquín cambia de escuderos y se asocia con el japonés Masa Kamaguchi y el catalán Ramon Prats para provocar un “Tornado” con su vuelta a un jazz más libre y experimental, cercano incluso al free jazz, sobre todo en la primera parte del CD. Pero también abundan los contrastes y la tempestad acaba calmándose, dando paso a brillantes destellos de auténtico blues clásico, algo poco habitual en la obra de Mezquida, así como a plácidos remansos, como en el tema final, que es todo un homenaje a un ser querido, “Adiós, abuela”. ∎

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