Tras los momentos estelares de las escenas de Mánchester y Bristol a finales del siglo pasado, Londres recobró el pulso y no cedió protagonismo en las últimas dos décadas. Tanto la música de club –con todos los artistas de UK garage, drill o dubstep– como el neosoul, el indie o el revival post-punk no han cesado de proveer candidatos a estrella, algunas fugaces, otras con su sitio en el firmamento. Una característica diferencial de muchos artistas británicos ha sido su deseo de alcanzar el éxito comercial, por mucho que su estilo musical ocupe lugares más underground en otros países. El prestigio artístico y una carrera profesional modesta parece no ser suficiente para muchos de ellos. Pero antes de dar la campanada y convertirse en the next big thing –como dicen allí– viene la fase de la expectación y el runrún. Algún single suelto o alguna actuación en directo, una crítica elogiosa o el de boca en boca de los fans van haciendo crecer la bola. En ese estadio se encuentra ahora Peace Okezie. Ambicioso desde el principio, utilizó la fonética de su pacífico nombre de forma que se lea como obra maestra, Master Peace.
Al igual que Burial, Kae Tempest, Shame, Squid o black midi, Peace proviene del sur de la capital británica. De uno de sus distritos externos, Sutton, en concreto del tranquilo y familiar municipio de Carshalton. Fue en el pijo –según sus palabras– colegio católico de la zona al que asistió donde entró en contacto con compañeros con gustos indies de la época; Friendly Fires, Bastille o The Vaccines. Sus colegas del barrio escuchaban a Skepta u otros raperos británicos, y aunque él empezó rapeando con los amigos sin mucha convicción de llegar a nada, fueron los ejemplos de otros jóvenes negros en bandas de rock indie, como Kele Okereke -cantante de Bloc Party– o Dev Hynes –el alma de Blood Orange, conocido anteriormente como Lightspeed Champion– los que guiaron su atención y su camino hacia ese estilo musical. A falta de banda, empezó como muchos otros chavales haciéndolo por su cuenta, sonando al principio a algo similar al bedroom pop, quizá más por falta de medios que por vocación. El single “Night Time” (No Fake Ones, 2019) era pegadizo y el EP “Love Bites” (EMI, 2020) tenía cierto encanto aunque con una producción algo tibia.