Aun a riesgo de que nadie se lo crea, hubo un tiempo en que el compositor estadounidense Philip Glass (Baltimore, 1937) era considerado punta de lanza de la vanguardia musical internacional. Pese a su formación académica intachable –alumno de sobresaliente en la Escuela Juilliard de Nueva York, y becado en París por la Fundación Fulbright como alumno de Nadia Boulanger, considerada la mejor profesora de composición del mundo en el siglo XX–, el encuentro, también en París, con Ravi Shankar y la música india le abrió otros horizontes, y a su regreso a Nueva York, previo paso turístico por la India, ya nada sería igual.
En 1967 compuso “Strung Out” para violín amplificado y un año más tarde “Two Pages” para teclado eléctrico, donde ya se podía escuchar el proceso acumulativo y repetitivo de Glass. Fue en ese momento cuando Glass, siguiendo la estela de Steve Reich, que había creado su propia banda de músicos, Steve Reich And Musicians, creó su propio conjunto, The Philip Glass Ensemble. Lo hizo en parte por necesidad, ya que ninguna orquesta convencional hubiera accedido a tocar su música, y en parte por… principios. La idea de un compositor interpretando su propia música, con su propia banda, es inusual en el mundo de la clásica, pero algo muy común en el ámbito del rock y, de hecho, el sonido del grupo de Glass resultaba bastante diferente de la amplificación de los músicos de Reich.
Formada, básicamente, por teclados eléctricos iguales a los empleados en el rock e instrumentos de viento amplificados, la banda de virtuosos de Glass era un estridente y violento torbellino de sonoridad continua. En ese grupo recaló en 1974 el por entonces joven pianista Michael Riesman (Nueva York, 1943), sin imaginarse que, 50 años después, seguiría interpretando una música que, dado el devenir de los tiempos, sigue resultando vanguardista y acerada, como se podrá comprobar la próxima semana en Madrid –el miércoles 26 de junio en Noches del Botánico– y en Barcelona –el viernes 28 de junio en el Teatre Tívoli, dentro de la programación de Guitar BCN–.
¿Cómo conociste a Philip Glass y hasta qué punto fue decisivo ese encuentro para seguir una dirección concreta en tu carrera.
Bueno, la dirección que yo quería seguir en mi carrera era actuar más. Mis estudios no se habían centrado tanto en la interpretación como en la composición, los arreglos y la dirección. Es decir, eso era lo que estudié en la escuela, pero lo que me gustaba era tocar el piano todo el tiempo. Y lo vi claro cuando terminé mis estudios y empecé a dar clases: pensé que lo que realmente quería hacer era tocar. Prefería estar en un grupo y limitarme a tocar y abandonar el mundo académico. Y sucedió que me encontré en el lugar correcto en el momento adecuado: Philip necesitaba a alguien enseguida, porque otro compañero que había estado tocando ese año decidió dejar el grupo y seguir por su cuenta. Philip me hizo una audición tan solo para formar parte del grupo en una gira por Europa… y llevo con él desde entonces.
En la página web de The Philip Glass Ensemble pone que en Madrid y Barcelona vais a interpretar la obra de cámara “Glassworks”, de 1981, y también “early works”... ¿A qué obras tempranas en concreto se refiere? ¿Quizá “Music In 8 Parts”?
Hemos estado tocando “Music In Twelve Parts” (que Glass escribió entre 1971 y 1974) en Nueva York, coincidiendo con el cincuentenario de la finalización de su escritura, pero no vamos a hacerlo en este viaje. Además de “Glassworks”, que es una obra muy popular, vamos a tocar el acto tercero de “The Photographer” (fue estrenada en directo en 1982 y publicada como álbum en 1984). También “Rescue”, un movimiento de la ópera “Satyagraha” (compuesta en 1979 y estrenada al año siguiente), y algo de “The Funeral”, de la ópera “Akhnaten” (Glass la estrenó en 1984). Y como bis siempre tocamos “Spaceship”, del acto cuarto de “Einstein On The Beach” (1976). Así que ese es el programa. No son literalmente obras tempranas como “Two Pages”, “Strung Out” o “Music In Similar Motion”, que sí son las primeras obras minimalistas.
¿Y qué sientes al interpretar música que no ha sido superada, en lo que se refiere a atrevimiento, tantos años después?
Seguimos pasándolo bien tocando y sigue habiendo mucho público para esta música, varias generaciones de gente más joven. “Glassworks” es de 1978, ya se acerca a los 50 años, pero es muy popular. Cuando miro el apartado profesional de Apple Music para ver las reproducciones de las obras en las que he intervenido, “Opening”, de “Glassworks”, siempre está arriba del todo. Y siempre nos la piden los organizadores de conciertos: “¿Vais a tocar ‘Glassworks’?”. Es parte de nuestra historia.
¿Cuáles consideras que son las obras más revolucionarias o importantes compuestas por Philip Glass?
Es una pregunta difícil. Creo que sus obras más revolucionarias son las más tempranas, como “Two Pages” o “Strung Out”, porque estaban despojadas de todo. Eran de auténtico minimalismo. Ahora no le gusta que lo llamen minimalista, porque en muy poco tiempo se convirtió en un compositor más polifacético, obviamente. Y, ciertamente, supongo que tendría que decir que la culminación de su trabajo fue “Music In Twelve Parts”, que yo diría que es el final de la revolución, porque después de eso aparecieron obras como “Einstein...”, “Koyaanisqatsi” (1982) y “Glassworks”, que ya no eran revolucionarias.
¿Y cuáles crees que serían las que el propio Glass consideraría más importantes o revolucionarias?
Lo conozco bien, pero no sé si siente un amor especial por esta época... Él sabe, con toda certeza, que esas primeras obras fueron sorprendentes. Pero no sé qué opina en cuanto a si querría revivirlas hoy o escucharlas hoy o si prefiere su obra posterior. “Einstein...” o “Satyagraha” puede que sean las que más le satisfacen, pero en realidad no puedo hablar por él.
¿Cree que su obra llegará a ser eterna como la de Bach, Beethoven o Debussy?
Sí, creo que sí. Ahora se ve que piezas que ya tienen 50 años, o casi, gozan de una gran popularidad, así que no creo que vaya a desaparecer. A la gente le encanta tocarla como música de piano. Y acaban de salir al mercado cuatro o cinco discos de pianistas distintos que han grabado completos sus “Études”. Así que verdaderamente este es su momento y va a seguir ahí en los siglos venideros. La gente seguirá disfrutando de esta música del mismo modo que lo hacemos nosotros.
Sin embargo, las élites académicas de la música clásica han menospreciado históricamente a los compositores minimalistas como La Monte Young, Terry Riley, Philip Glass y Steve Reich, definiéndolos como “música pop”. ¿Es por una cuestión de celos por su capacidad para atraer a nuevos públicos o tienen alguna base musicológica para sostener ese argumento?
Podría tratarse un poco de eso, pero yo creo que sobre todo hay celos. Philip encontró el modo de ganarse al público y escribió música. En realidad no necesitas ser musicólogo experto, músico o ni siquiera tener formación alguna para disfrutarlo. No necesitas nada. A veces la gente me pregunta, sin saber nada de Philip Glass, cómo es tocar música con Philip Glass. Y yo les digo: “Es como el rock’n’roll pero sin batería, sin guitarras y sin letra”. Es inmediato. Es fuerte, y eso es lo que lo engloba todo. Y es popular en ese sentido. Atrae al público. Así que, si los académicos piensan que es simplista, OK. Yo no lo definiría así, como simplista. En todo caso, es simplista cuando lo comparas con Schönberg o algo así. Pero, por otro lado, la música de Glass tiene un impacto inmediato. Es ritualista. Es, en cierto modo, como la música africana. Es repetitiva y se te mete dentro.
¿Crees que el tiempo se vengará de compositores como Pierre Boulez o Karlheinz Stockhausen, que criticaron la música de Glass, y caerán en el más absoluto olvido?
Tal vez. Creo que sí… Realmente no puedo predecir lo que va a pasar. Pero, simplemente, la suya no es la “taza de té” adecuada para mucha gente. Yo encuentro interesante e incluso excitante la música disonante. Hay algo en ella que me gusta, pero no me gustaría una dieta constante de esa música, aunque sí puedo tener una dieta constante de Glass. Y también soy un gran fan de la música pop y el jazz y el viejo rock’n’roll de los sesenta, setenta, ochenta. Tomé todas esas cosas en su momento y se quedaron conmigo mucho más que el fallecido Stockhausen.
Para finalizar, hablemos un poco de ti: eres intérprete, director de orquesta, productor, arreglista y te graduaste como compositor, pero tienes muy poca obra propia, al menos en Spotify…
Sí, hay un par de cosas que puedes encontrar en Apple Music o en algunos de esos sitios si lo buscas. Tengo una pieza llamada “Formal Abandon” (1986) que no tuvo ningún impacto cuando se publicó por primera vez, pero se está produciendo ahora una especie de resurgimiento y he hecho un poco de promoción en la prensa francesa… Tengo un par de cosas que he hecho más recientemente, pero no han tenido grandes resultados. ∎