Más de viente años de la marca Mishima. Foto: Txema Salvans
Más de viente años de la marca Mishima. Foto: Txema Salvans

Entrevista

Mishima: nuevos miedos

Parece mentira, pero ya han pasado 23 años desde que Mishima naciera. La banda barcelonesa no solo ha sobrevivido con dignidad, sino que ha sabido crecer y consolidarse entre su público, cuestionarse a sí misma y el por qué de cada cosa que hacía. “L’aigua clara” es una nueva obra mayor del combo liderado por David Carabén. Sobre su intrincado contenido hablamos con él largo y tendido.

“L’aigua clara” (The Rest Is Silence, 2022) es el noveno álbum de una discografía, la de Mishima, con la que David Carabén (voz, guitarra y letras), Dani Vega (guitarra), Xavi Caparrós (bajo), Marc Lloret (teclados) y Alfons Serra (batería) nos han acostumbrado a no decepcionar. Tampoco lo hace en la entrevista –en este caso, a través de la pantalla del ordenador, algo muy acorde con los temas que vamos a abordar– David Carabén, siempre un gran conversador, sosegado, reflexivo y lúcido. Hay mucho que contar, así que vayamos al grano.

La foto de portada del álbum parece jugar al desequilibrio entre la idea de agua clara y la piel oscura de la modelo. ¿Qué intentabais representar ahí?

Hicimos un poco lo mismo con “L’amor feliç” (The Rest Is Silence-Warner, 2012). Los títulos son de una blancura, una belleza quizá demasiado evidente, o bobalicona incluso, así que necesitábamos crear un contraste. En “L’amor feliç” lo hicimos con el pañuelo ensangrentado, que era un emblema del amor romántico, y en este caso la imagen representa muchas cosas. Junto a Luis Cerveró hice un trabajo de buscar imágenes para el disco, él me sugirió una serie de fotógrafos y entre ellos estaba Sara Montenegro, que había hecho muchos retratos a chicas ensombrecidas. En este en concreto vi la portada muy clara, no solo porque establecía este juego con el título, sino también con la intimidad casi obligatoria del confinamiento, que es algo que circula por la temática del disco. Representa una intimidad diurna, y esa posible persona amada o deseable se presenta también como una amenaza. En esa tensión aparecen el amor y la muerte, que son temas que me atraen mucho y que están en el ADN de la canción popular en general. Está hasta en Guns N’ Roses.

Portada de “L’aigua clara”.
Portada de “L’aigua clara”.

¿De qué manera ha influido el confinamiento en las nuevas canciones?

No sabría decirte exactamente cómo, pero yo creo que ha sido como una caricatura de tendencias que ya están insertas en nuestra época. El siglo XX fue el siglo del cine, la cámara y la pantalla eran trampolines para acceder a nuevas realidades, pero hoy en día las pantallas son las paredes de nuestra cárcel. Por culpa de las redes sociales, o de esa especie de ombliguismo al que tiende el ser humano, ya no las utilizamos para acceder a otros mundos, sino para recrear el nuestro de una forma casi cancerígena. La imagen que nos presentan estas pantallas es muy autorreferencial, y todo eso te genera una sensación un poco claustrofóbica. El confinamiento obligó a recrearse en esa intimidad, pero castró el ansia de explorar y descubrir, de la aventura. Eso circula por casi todas las canciones del disco, el enfrentamiento con los miedos de la época que nos ha tocado vivir.

¿Podrías darme algún ejemplo?

“El gran lladre” plantea un juego, coge el personaje que yo he afianzado sin darme cuenta en otras canciones que han sido importantes en la historia de Mishima, como “Un tros de fang” o “Qui més estima”, donde el “yo” siempre se presenta como la parte inferior o devota en la relación. Y este tema parte del mismo lugar, pero lo perturba porque al principio tienes la sensación de que el gran ladrón es el “yo” que canta porque no entiende de qué va el amor, no saca nada en claro, que es a lo que se refiere la expresión catalana “L’aigua clara”. Luego, a media canción, nos vamos dando cuenta de que el gran ladrón es el tiempo. Está la idea de que, si hemos sido imperfectos al principio, temamos serlo para siempre.

Dani Vega, Alfons Serra, David Carabén, Marc Lloret y Xavi Caparrós. Foto: Txema Salvans
Dani Vega, Alfons Serra, David Carabén, Marc Lloret y Xavi Caparrós. Foto: Txema Salvans

Al escuchar el disco percibo como si hubiese un diálogo constante entre los personajes de todas las canciones.

Hay algo de eso. Al componer supongo que busco la manera de fortalecer posibles fragilidades que yo tengo, edificar o crear una estructura para enfrentarme a mis pequeños miedos. “Por de mi” trata sobre asumir la responsabilidad de las cosas y también sobre el miedo que eso produce. En cuanto a “Sé que ets tu”, es una canción de flirteo con una alteridad que no sabes exactamente qué es. Hoy mismo he leído una noticia que me he guardado, sobre un internauta que ha puesto dinero en un chat para ligar, pero en lugar de mujeres u hombres o quien él buscara, le respondían bots. La tecnología aliviará muchas cosas pero, a la vez, creará nuevos miedos, como el no saber a quién estás venerando, que algo tan abstracto como los bots que vienen desde Rusia hayan podido condicionar las elecciones en Estados Unidos o que a un hombre que quería ligar a través de internet lo hubiesen arruinado porque no sabía quién estaba al otro lado.

“El siglo XX fue el siglo del cine, la cámara y la pantalla eran trampolines para acceder a nuevas realidades, pero hoy en día las pantallas son las paredes de nuestra cárcel. Por culpa de las redes sociales, o de esa especie de ombliguismo al que tiende el ser humano, ya no las utilizamos para acceder a otros mundos, sino para recrear el nuestro de una forma casi cancerígena”

David Carabén

“God’s Move (Lee Sedol)” se inspira en un jugador surcoreano de go. ¿Qué te atraía de ese personaje?

Se me ocurrió la idea cuando vi el documental “AlphaGo” (Greg Kohs, 2017), sobre un experimento de Google para una pequeña empresa de inteligencia artificial. Es una maravilla de película que te hace encariñarte con este personaje, al que llaman el Roger Federer del go porque fue campeón del mundo durante muchos años. Lo enfrentan a una máquina y esta lo apabulla, lo destroza. Sin embargo, en la única partida que gana él provoca un movimiento al que llaman el “God’s Move”, una especie de momento divino que es casi como el canto del cisne de la humanidad. En esa canción, el miedo que quiero articular es el del Terminator.

“Mia Khalifa” se refiere a una célebre exactriz porno, pero no es la primera canción que se publica con ese título.

¡Hay muchas! Mia Khalifa ya debe estar hasta los ovarios de que le dediquen canciones, pero yo pensaba que era original cuando le puse el título. Me inspiré en la entrevista que ella concedió a un periodista estadounidense en la que explicó por qué abandonaba el porno, que era algo que no se acababa de entender. Había un desencanto bastante abstracto y a la vez bastante tierno. Sus padres la habían llevado a Estados Unidos desde Líbano, había sufrido bullying y no se había sentido muy integrada, pero se implantó unos pechos de silicona y eso le dio mucha seguridad. Se metió en el porno y estuvo solo tres meses, pero sigue siendo la actriz pornográfica más celebrada del mundo. En la entrevista no castiga a esa industria, no hace una crítica de la explotación de la mujer ni se manifiesta ideológicamente, sino que simplemente dice que ve que hay algo falso en todo eso. Representa muy bien la decepción que tenemos todos ante la sociedad del espectáculo o el capitalismo, y es lo que intento construir en la canción. Parto de ese personaje pero, en la segunda estrofa, yo me considero igual que ella, digo que también yo trafico con los sentimientos.

Mishima y la inmensidad. Foto: Txema Salvans
Mishima y la inmensidad. Foto: Txema Salvans

“El llibre del amor” es una adaptación de “The Book Of Love”, de The Magnetic Fields. ¿Qué creías que podía aportar Mishima a esa canción?

Ya la venía tocando desde hace años en los conciertos que hago en solitario. Al disco le venía como anillo al dedo por ese verso que dice: “El libro del amor contiene cosas que todo el mundo es demasiado joven para entender”, una idea en paralelo a la que expongo en “El gran lladre”: “Otra canción de amor de alguien que no ha sabido sacar nada en claro de ella”. En la versión que hizo Peter Gabriel adopta una solemnidad y una cosa casi sinfónica que me parece horrible. Yo quería devolverla a la ternura y a la proximidad,  a la naturalidad y a la espontaneidad que tiene la original. Los versos son así más poderosos que si te pones en plan con una puesta de sol detrás y un horizonte crepuscular.

“Es cierto que dejé trabajos más ambiciosos para dedicarme a la música, pero a raíz de la crisis he tenido que retomar colaboraciones con periódicos para llegar a fin de mes. Podría vivir de esto mientras toco si no tuviera hijos. En cuanto al resto de la banda, todos tienen curros paralelos, algunos vinculados con la música”

David Carabén

Sé que eres muy proclive a estudiar y adaptar a otros autores como forma de reflexionar sobre tu propio oficio de componer canciones y mejorar en ello, pero, ahora mismo, ¿Mishima puede vivir de la música?

Sí y no. Para todos es nuestra fuente principal de ingresos, pero no la única. Digamos que Mishima es el resultado de varios suicidios: el de la música que queremos hacer y, además, hacerla en catalán. Esto a nivel de mercado es una cosa difícil, aunque haya casos que han funcionado, pero yo siempre he sabido que nunca íbamos a tener un éxito masivo. Es cierto que dejé trabajos más ambiciosos para dedicarme a la música, pero a raíz de la crisis he tenido que retomar colaboraciones con periódicos para llegar a fin de mes. Podría vivir de esto mientras toco si no tuviera hijos. En cuanto al resto de la banda, todos tienen curros paralelos, algunos vinculados con la música. Dani compone para publicidad y audiovisual, Marc es el programador del Mercat de Música Viva de Vic, Alfons trabaja en una distribuidora digital, La Cúpula, y Xavi tiene una pequeña productora audiovisual. Podemos decir que todos vivimos de la música, pero ninguno vivimos de Mishima.

En una entrevista que te hizo Paula Bonet para ‘Jotdown’ en 2016 comentabas que, con la llegada del PP a Baleares y la Comunidad Valenciana, se había eliminado TV3 y habíais dejado de sonar en esos territorios. ¿Realmente pueden influir tanto los vaivenes políticos en vuestra proyección como grupo?

En el mundo catalanoparlante el principal creador de contenidos es la Corporació Catalana de Mitjans Audiovisuals. TV3, Catalunya Radio o iCat programan mucha música no solo catalana, sino valenciana y balear también. Cuando esto funcionaba con normalidad, la creación de una especie de star system o de un universo de referencias de nuestra cultura era muy ágil. Cuando el PP cortó esa distribución nosotros lo notamos de forma evidente. Aparecieron menos promotores de Valencia y Baleares. Al cantar en una lengua minoritaria cualquier palo en las ruedas es una putada muy grande, y algunos partidos políticos lo saben y por eso ponen esos palos. ∎

Mishima en directo, una disciplina diferente


Faraday 2013. Foto: Ismael LlopisFaraday 2013. Foto: Ismael Llopis
Primavera Sound 2017. Foto: Òscar GiraltPrimavera Sound 2017. Foto: Òscar Giralt

Antes de este disco, Mishima publicó dos álbumes en vivo: “Ara i aquí. El directe de Mishima” salió en 2019 y “Ordre i aventura. En directe”, en 2021. No es una tendencia de moda, pero en la banda catalana se percibe como algo pertinente para dejar constancia de lo muy diferentes que suenan sus canciones cuando las interpretan ante el público. “Durante muchos años nos ha sucedido que venía mucha gente a decirnos: ‘Vuestros discos suenan bien, pero en vivo sois fantásticos’. El directo nos aporta otra cosa, la experiencia es más intensa o más eficaz”, explica Carabén. Con el primero de esos dos trabajos se quitaron la espinita de publicar un álbum en concierto, además de celebrar el 20º aniversario de su banda, mientras que con el segundo aliviaron el marasmo de la pandemia. “Te diría que son casi dos géneros, dos disciplinas distintas que requieren distintas personalidades, y tienes que aprender a desarrollar ambas”, apunta el vocalista de una banda que, además, ha mostrado gran versatilidad para tocar en todo tipo de espacios: desde el Liceu o el Palau de la Música Catalana a salas de rock, fiestas mayores o grandes festivales.

Carabén lo explica con una lógica aplastante: “Nuestro mánager, Gerardo Sanz, nos ha hecho dar cuenta de las peculiaridades de nuestro mercado. Él defendió mucho que fuéramos primero a auditorios y teatros, que es algo que ya practicó con Manel, y tiene mucho que ver con el formato editorial: primero salen los libros de tapa dura y luego los de bolsillo. Nosotros siempre tuvimos clarísimo que lo que mejor sentaba a nuestro tipo de música eran las salas, y es donde realmente logramos una mejor comunión con el oyente. Pero si te quieres dedicar a esto aquí, tienes que jugar en todos los campos, te tienes que adaptar. No nos influye a nivel de composición, porque el compromiso a la hora de encontrar una manera de decir las cosas que te importen no tiene en cuenta cómo las vas a poner en escena, pero como banda sí tienes que aprender a tocar según qué resortes para convocar un tipo de atención u otro. En un festival estás compitiendo contra otras grandes bandas, contra la luz diurna, la cervecita, la pastilla o lo que sea y, a la hora de presentarte, tienes que ir a piñón. En una fiesta mayor sabes que la gente va a bailar, y en un teatro el tipo de atención es distinta. Si te centras en un solo circuito vas a desincentivar a muchos espectadores”, concluye. ∎

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