“No sé con qué cara, no sé de dónde me salió todo esto”, dice Trinidad Riveros sobre su inicio hace cinco años, cuando se dio a conocer en Chile como Princesa Alba. Fue a fines de julio del 2017, cuando un vídeo titulado “Mi Only One” fue viral. “Antes las princesas usaban coronas, ahora usan la camiseta del Colo”, decía la descripción en YouTube. En el clip, una Trini de 19 años –junto a sus amigas– fumaba tabaco y cantaba al amor sobre una base de trap lo-fi en las galerías del Estadio Monumental, casa del equipo de fútbol Colo-Colo –del que es seguidora– y de su hinchada, los albos.
Las redes se encendieron, también los portales de noticias y los programas del corazón de la tele. ¿Quién era esta chica? ¿Esto era una broma? Todos intentaban explicar la existencia del vídeo: que era un trabajo universitario de marketing en la era digital, un viral de chiste, un experimento. Sin duda, era diferente a todo lo que veíamos y, por ello, gran parte de la sociedad chilena dejó en evidencia su conservadurismo buscando explicaciones diferentes a la única posible: arte popular.
“A mis colegas de esa época, los que empezaron a hacer trap casero y bedroom trap del mismo tipo que yo, jamás se les cuestionó el mensaje”, afirma nuestra protagonista. “En mi caso, cuestionaban el mensaje, la plataforma, cómo se hizo el tema, mi cuerpo y muchas cosas más antes de escuchar la música. Y me acuerdo patente que todos los comentarios en los vídeos de los colegas tenían mensajes como ‘qué bacán, estás haciendo lo mismo que Yung Lean’. Y qué rabia, a mí me escribían que tenía las tetas caídas, que usaba mucho Auto-Tune”.
Es 2022 y, como se dice cuando un equipo de fútbol va perdiendo el partido para luego ganarlo, Trinidad le dio la vuelta. En tan solo cinco años logró construir una carrera sólida en la música. Es una artista libre, creativa y que tiene muy claro el camino que quiere seguir. Sobre esos inicios, dice que esperaba que ese primer tema quizá hiciera algo de ruido, “pero de ahí a ser tendencia nacional, jamás”, asegura, antes de proseguir: “Y cuando pasé esa barrera, me tomó un espíritu de ‘ya no soy Princesa Alba ni Trini, estoy encarnando algo más fuerte’. No puedo dejar como precedente que las redes sociales y el ‘bullying’ hayan derrotado a una mujer que quiere hacer música. Más que en mi proyecto, pensaba en que no quería que alguien escuchara mi primera canción y dijera ‘ah, esta no siguió haciendo música porque la hicieron mierda’. Quería pasar de eso y que la gente entendiera que se puede hacer música a pesar de todo”. Procede preguntar, por tanto, cómo se vence el maltrato. Y más si llega de una forma tan masiva. “Hace un tiempo lo conversé en un ‘live’ que hicimos con Miranda!”, recuerda Riveros. “A mí se me hizo muy simple empezar a componer y hacer música que estuviese influenciada por la escena española de ese momento, por el trap europeo, el bedroom trap y pop, porque yo vivía en un mundo en el que no eres juzgada. Mis amigas, las fiestas a las que iba, éramos todes muy libres, vivíamos en una burbuja. Y de repente sales de ahí y te encuentras con la realidad. Creo que yo me movía en un espacio seguro, y ahí si entienden tu música, bien. Y si no se entiende da lo mismo, a nadie le importa, te dicen que sigas haciéndolo. Pero cuando sales de ese espacio y se vuelve masivo es muy diferente. Me tomé mi tiempo, hice lo mío. Y sí, fue una decisión valiente, creo. Hubo mucho de ese romanticismo juvenil que hace que creas que las puedes hacer todas y que eres medio invencible, también. Y pensé en que necesitaba empoderarme o hubiese quedado como la pendeja viral que hicieron mierda y ya”.
Cuando no tenemos nada que perder, tendemos a apostarlo todo. “From lost to the river”, como dice una de las mejores canciones del 2021. Eso fue lo que hizo Trinidad. Y asegura que le “resultó superbien”, antes de aclarar por qué: “Descubrí en el camino qué era lo que quería hacer con mi proyecto. Si algo siempre tuve claro es que quería primero vivir mi proceso creativo y descubrirme, porque me hice viral con la primera canción y quería dejarme vivir ese proceso de aprender a componer, encontrarme en mis composiciones, explorar sonidos. Todo eso lo hice sola, sin firmar con nadie. Yo subía mis cosas, yo hacía y editaba mis vídeos. Se me dio la oportunidad de trabajar con multinacionales, pero yo quería vivir mis procesos, explorar mi sonido, tener clara mi identidad antes de empezar a transar”.
Durante este tiempo has tenido ofrecimientos, pero ¿crees que aceptarlo es una mirada cortoplacista hacia una carrera musical? Lo de tomar la decisión de entrar a una multinacional sin conocerte como artista.
Exacto. Pienso en la fecha de vencimiento que puede tener un proyecto cuando se meten tanto las multinacionales. No las estoy demonizando, creo que funcionan bien cuando una está muy preparada para ese paso. Es cortoplacista en el sentido de que yo no sería dueña de mis cosas. Tanto de mis fonogramas como de mis vídeos. Para mí la música es mi patrimonio y quiero cuidarlo muy bien. Quiero construir mi identidad y cuidar mi música.
El 5 de abril de 2018 llegó “Del cielo mixtape”, un EP que Princesa Alba compuso en su cuarto y grabó en su ropero, rodeada de cajas de huevo. Seis canciones que definieron fuerte y claro que estábamos frente a una artista pop con visión y curiosidad. Canciones cimentadas en herramientas técnicas básicas, pero que salieron de una música acompañada de toda su educación musical, que a la vez es sentimental. “Soy como un mono cuando descubre la piedra y estoy muy orgullosa de eso, porque lo aprovecho mucho”, aclara. “Me gusta la humildad que tengo frente al proceso, yo siempre pido que me enseñen. El ‘mixtape’ es algo que hice muy sola. Lo compuse desde esa inocencia del no saber. Encuentro tan bonito eso, porque son de verdad mis primeras composiciones en las que las melodías eran las primeras que creaba. Eran las primeras formas en las que llegaba a un precoro o a un coro. Recuerdo que no se lo mostré a nadie y lo subí. No pedí opiniones, y yo sin saber de mezcla, de masterizar. De hecho, no están masterizadas, solo usé los presets del Ableton. Fue un proceso muy experimental que ahora escucho y pienso ‘¡cómo hice esto, este coro es increíble!’”, dice riendo. “Este ‘mixtape’ es una pieza superúnica, ensimismada. Saqué un diamante en bruto que no pulí bien porque no tenía las herramientas técnicas, pero hay mucha belleza en que sea así”.
La primera vez que Trini trabajó en un estudio de grabación fue con el joven productor Francisco Victoria para crear “Summer Love”. Allí abrió una etapa, un continuo de bombas pop: “Convéncete”, “Hacerte mal”, “Mi culpa” (con Alizzz), “Me equivoqué” (en la que trabajó con Francisco Victoria y Alizzz), “Ya no quieres quererme” (más su remix junto al argentino LOUTA) y “Dame” (producida por Alizzz). Después de este período, marcado por la revuelta social chilena, llegó el momento de crear un disco. Para ello hizo borrón y cuenta nueva: crear canciones desde cero. “Quería hacer un álbum con el que me moviera dentro de las fórmulas del pop porque es lo que me encanta, pero que tuviera muchas licencias creativas. Mis referentes son desde Britney hasta Caetano Veloso y Grimes. Sé muy bien moverme dentro de ese híbrido y ese es el espacio que más me acomoda”.
A diferencia de “Del cielo mixtape”, “besitos, cuídate” se construyó con otros y otras. En la producción, Princesa Alba trabajó junto al chileno Pablo Stipicic, los argentinos Nico Cotton y EVLAY y el español Alizzz. Y también incluyó colaboraciones con la brasileña Duda Beat, así como con Pimp Flaco y Ms Nina. Dice que su trabajo con Stipicic fue lo mejor. “Me llamaba mucho la atención su proceso, también que había trabajado con la Mena, con Nicole, con Gianluca, al que en ese momento admiraba. Me gustaba mucho su sonido. Fuimos supercompatibles con Pablo”. En el caso de Nico Cotton: “Me gustaba mucho el trabajo que venía haciendo con LOUTA, Zoe Gotusso, Bandalos Chinos. Algo que estoy apreciando mucho de la música argentina es que los productores trabajan con proyectos muy indies y luego con alguien como WOS. Me gusta cómo comparten los universos porque al final es todo lo mismo; para mí no existen esas distinciones que acá, en Chile, sí pasan más, productores de trap, productores de rock. Allá se comparte”.
Con EVLAY hicieron “simplemente”, su canción favorita del disco, en la que colabora Pimp Flaco. “Llegué al estudio y le dije que no quería hacer un trap. Que estaba muy pegada de nuevo con Beach House, así que quería hacer algo en esa dirección mezclado con las referencias que teníamos. Y al final nos faltaba algo, así que se nos ocurrió meterle guitarras de shoegaze y quedó increíble”. A Alizzz ya lo conocía, porque habían trabajado juntos previamente en “Mi culpa”, “Me equivoqué” y “Dame”. “Así que le envié los demos y me dijo ‘quiero estar en esta canción sí o sí’”. Se refería a “lo siento”: “Él siempre propone cosas geniales, acá propuso estos sintes y percusiones plásticas que suenan como si fueran de juguete, y me encantó. Ahí la agarró Pablo Stipicic y le metimos samples de la banda de mi tío”, cuenta. Su tío es Rubén Riveros, uno de los fundadores de Sien, banda chilena de shoegaze que compuso una de las grandes piezas locales del género en 1994. Rubén murió poco más tarde, a los 23 años, en un accidente automovilístico cuando volvía de un concierto. Trinidad no alcanzó a conocerlo.
En este single, además, Princesa Alba trabajó en la composición junto a Diego Lorenzini, fundador del sello Uva Robot y parte del grupo Tus Amigos Nuevos. “Yo era una fan loca, iba a todos los conciertos desde que estaba en el colegio; de hecho, iba con mi familia”. En este vídeo de la banda incluso se puede ver a una jovencita Princesa Alba haciendo de extra. “Quería que Diego escuchara la canción y ver si se motivaba a escribirla conmigo. Durante la pandemia fui a su taller de composición y tenía muchas ganas de componer con él. Para mí es el mejor compositor de Chile en estos momentos, es un poeta. Sus canciones son tan específicas y tan universales al mismo tiempo. Para mí él siempre ha sido un ejemplo muy grande de composición y de transmitir emoción con la música”.
En plena era de las colaboraciones, asegura que siempre trabajará con personas de las que sea fan. “Tengo que entender sus rollos y admirarlos muchísimo. A Ms Nina, por ejemplo, la admiro mucho. Fue una gran inspiración para mí, un modelo a seguir. Ella también hacía sus vídeos al inicio, es diseñadora gráfica, hacía todo. Me encanta lo libre que es ella. Cuando la conocí, sentí que tenía un aura muy bonita, es inocente, chistosa, vive superfeliz. Y, bueno, colaboré con Pimp Flaco porque me gusta mucho Cupido, también sus primeras composiciones, como “Me da igual”. Él es muy inteligente, sus melodías me encantan. Creo que compone desde un universo superbonito”. A Duda Beat la conoció durante la pandemia y se hizo fan. “Creo que sus producciones son hermosas”, dice. Le respondo que las canciones de la brasileña me recuerdan incluso a “Del cielo mixtape” y ella coincide: “Somos algo parecidas, creo. Nos gusta la misma estética, seguimos a la misma gente, tenemos referencias muy similares y, bueno, ella es muy buena compositora”.