Selecto clasicismo musical. Foto: Alfredo Arias
Selecto clasicismo musical. Foto: Alfredo Arias

Sintonizando a…

Ray Loriga: “No concibo mi vida sin Bowie, desperté cuando él me llamó”

Es uno de los grandes de literatura nacional y de esos melómanos incombustibles que ha filtrado en su obra la pasión exorbitante por la música que lo inflama. Ray Loriga es un pozo de anécdotas cipotudas y reflexiones geniales sobre este raro arte que tanto lo ha definido y sobre el que tanto puede decir.

Ray Loriga (Madrid, 1967) se me ha escurrido como un cochinillo engrasado. Arrinconarlo en la esquina de un ring cervecero en la calle Almagro de Madrid ha requerido mis mejores dotes de fajador. El entrevistador –el entrevistador corajudo– y el inspector de policía comparten un atributo insobornable: la obstinación. Pero aquí está. El sol calienta por encima de sus posibilidades invernales y, en buena hora, tengo a mi Moby Dick delante. A Ray Loriga, enfrente. Él, con su parche, su overcoat negro y su cuello de cisne gris, se da más aire de capitán Ahab que yo, que con mi camisa lisérgica y mis botas de serpiente con punta de acero parezco un dandi mal avenido con tarjeta regalo del Humana. Da igual. El hecho es que tengo a mi ballena blanca literaria mirándome, arrinconada, esperando a que la desvista. Sin otra escapatoria salvo la descortesía, a la que no parece saber rendirse.

Loriga anda cojo de un lado de la cara a causa de un tumor extirpado. Eso hace que su sonrisa le cargue la jeta de un ramalazo corsario. Es el malo risueño de la peli con el que te identificas, nada más sea por la gracilidad tan sincera con que despacha el frente izquierdo de sus labios hacia el cielo del bienestar. Hacia arriba. En dirección al trono donde lo sientan miles de sus lectoamantes desconocidos. Ya sé, ya sé... todo esto suena a fanatismo de Ray Charles. A ceguera adorativa. Pero es lo que hay. Al César lo que es del César. Y al crío que leyó “Lo peor de todo” (1992) antes de sofocarse en celos literarios con “Tokio ya no nos quiere” (1999), pues se le brinda un pijo, un pellizco na’ ma’, de pasión gratuita. A quien le joda, llame a mi editor si se le tercia…

Una de las exigencias para este prestigio es la de componer una playlist… Una metáfora –seguro limitada, seguro precoz, pero eyaculada al fin y al cabo– de la banda sonora vital del entrevistado. A pesar de mis primeros escalofríos, inquieto por sentir una violenta ignorancia ante las canciones de Loriga, Ray me pone henchido de gozo, brindándome un rosario de referencias en las que chapoteo igual de seguro que en una piscina infantil… A decir verdad, no sé por qué me acojonaba…

 “Lo peor de todo” (1992), “Héroes” (1993) y “Tokio ya no nos quiere” (1999).
“Lo peor de todo” (1992), “Héroes” (1993) y “Tokio ya no nos quiere” (1999).

Ray huele a David Bowie desde su novela “Héroes” (1993). La portada, con una imagen suya taciturno, tan crápula como serio, y con el mismo feeling facial que ha convertido a Johnny Depp en un dispensador de pasiones histéricas, también perfuma a rock’n’roll. Una categoría que Loriga carga desde entonces y que le debe machacar un poco las pelotas a estas casi sexagenarias alturas, visto que lo del eterno rocknrolla hace efervescer los prejuicios y lleva acoplado una frivolidad de difícil desparasitación.

Pero lo siento, Ray. Tu lista de canciones solo perfora con mayor contundencia en el rumor de tu estrellato cool, avivando el chorro de oro negro, tan pringoso como venerado, de tu personaje. Una figura baja en atrezo, igual de solvente que guasona y, leñe, muy rock’n’roll. Ahora bien, sin despistar la ternura del melómano. Esa proporción áurea, trazada igual que un holograma levitante, que emana de una boca con las declaraciones de quien, honesta y sacramentalmente, ama la música en su libertino conjunto. Como un swinger parroquiano-de-toda-orgía-a-tiro que, por si fuera poco, recuerda el nombre de la mayoría de los cuerpos que lo frotan.

Antes de ponernos a sintonizar, hemos despachado tres cervezas con el compromiso de un catador. Sin escupir, claro. El masaje etílico relaja las lenguas. Resulta que el padre de Ray es pintor, ilustrador más concretamente, igual que el mío. Que algunos de sus antepasados se remontan a las nobles y cabezonas tierras de Aragón, como los míos. Y que sus gustos deportivos atracan en el culto al boxeo y su tira y afloja existencial con el desencanto y la gloria, como los míos. Al final, incluso antes de rebozarnos en la música, siento que comparto bastantes cosas con Ray Loriga… Qué gusto, ¡cojones!

Oh, y ¡ojo!, porque cuando no comparto algo se debe a que es una cosa tan exótica, genial, cipotuda o inalcanzable que solo se puede escuchar boquiabierto… tal que un púber onanista ante el hallazgo de un agujerito que da al vestuario de animadoras. Cosas como sus encuentros con Lou Reed o la choricera de amistades y anécdotas con leyendas de todas las artes son ejemplos del tonelaje de palpitantes relatos por los que Ray se deja caer. Sin presuntuosidad, sin fardar, sin bling-bling. Con una agradable mezcla entre sencillez, naturalidad y modestia que se mantiene intacta a lo largo de todo el soleado aperitivo.

Aventuras personalizadas. Foto: Alfredo Arias
Aventuras personalizadas. Foto: Alfredo Arias

Aunque las canciones que has seleccionado son todas cojonudas, me da en la nariz que te has dejado cosas en el tintero… Géneros, principalmente.

He disfrutado siempre de toda la música. Cuando estuve en Brighton en la época de los mods y los rockers, un día psicológicamente me peleaba con uno… Bueno, no me peleaba con nadie porque no tenía ni media hostia, pero un día iba con unos y otro con otros. Y me encantan los Who, The Jam y me encantan los teddy boys y los Stray Cats… ¡Me ha faltado flamenco! Algo de Camarón…

Dicen que el primer impulso es el más sincero. O el más reciente, claro.

Sabía que tenía que estar Bowie dos veces y Lou Reed otras dos. Eso sí lo tenía claro. Dylan solo una, curiosamente.

Has puesto “Simple Twist Of Fate”, de “Blood On The Tracks” (1975), que me parece de los mejores discos de los setenta. “If You See Her, Say Hello” me pone el lagrimal tonto.

(Ray la canta como un marinero ebrio en un karaoke coreano) Es una canción preciosa. Del disco del desamor y la derrota, con un mood perfectamente constante. Si tuviera que morir agarrado a un solo disco de Dylan, sería este.

Lo comparto. Por cierto, el punto gangoso dylaniano lo tienes pillado.

Hombre, cantar tan mal como Dylan tiene mérito. Yo lo he aprendido. Tan mal, tan bien. Como en sus conciertos, lo mejor es disfrutarlo y que toque lo que quiera. Como clásicos americanos de Woody Guthrie o de Hank Williams… De hecho, en la lista he puesto solo un ejemplo de country, que ha sido Willie Nelson, pero es un género que escucho mucho...

Aunque la canción que has elegido, “Crazy”, no es precisamente la más country.

Sí, es algo más melódica. Pero, bueno, me encanta Willie… Cuando después de treinta años dijo“yo no sabía que existía Hacienda” (se ríe). ¡Por eso acabó cantando con Julio Iglesias! Por cierto, una canción de un amigo mío que se llama Albert Hammond…

Yendo a la lista por el principio, ¿por qué esa canción tan reciente de Bowie, “Where Are We Now?”?

Intuí que con esa canción se despedía. Bowie tiene una cosa acojonante, cabalgó desde el principio hasta el final con tanta inteligencia, clarividencia… Se ha intentado reducirlo a lo de camaleón, pero creo que dice poco de sus capacidades. Las letras son fantásticas… Y acabar con dos discos tan geniales demuestra una sapiencia superior. El niño, aparte de muy guapo, era muy listo. Y esa canción, que retrotrae a Berlín, con lugares concretos, estaciones… una ciudad donde yo viví… Me remueve mucho. No concibo mi vida sin Bowie. Me desperté cuando él me llamó.

“Bowie tiene una cosa acojonante, cabalgó desde el principio hasta el final con tanta inteligencia, clarividencia… Se ha intentado reducirlo a lo de camaleón, pero creo que dice poco de sus capacidades. Las letras son fantásticas… Y acabar con dos discos tan geniales demuestra una sapiencia superior”

Revisando tu lista, me doy cuenta de que tu forma de escribir mama mucho de la forma de narrar de Bowie o Lou Reed.

Una cosa que aprendí de ellos es que hay que escribir como si le hablases a alguien. Es tan sencillo como eso. De pronto, te ves aludido, interpelado, y te acompaña. Hay otras escrituras que se ensimisman o le hablan a un gran auditorio, y esas canciones tenían esa manera de hablarle solo a uno. A uno que puedes ser tú. Y te sientes inmediatamente reconocido. Otro elemento es una narrativa no lineal pero que consigue crear una estructura. Con pequeños destellos de situación vas armando un espacio. Con estos músicos empecé a entender que esto no era accidental, sino metódico.

Hemos empezado por Bowie. Ahora vamos con Reed…

Lou Reed es un increíble escritor. He elegido “Halloween Parade” por la formulación narrativa. Toda esa parada de monstruos y muertos, pues hay que recordar que es la época del sida... Había un halloween parade de los yonkis, de las lesbianas, de la familia de Lou Reed en realidad. Y su forma de describir todo eso danzando entre la idolatría, la derrota y la fortaleza que subyace me resulta prodigiosa. La mezcla de lo sublime con lo rastrero, dignificando ese escenario que, aunque desde fuera pueda resultar infecto, mirado desde dentro construye dignidades.

¿Encontrando la belleza de lo marginal?

Claro. Las dignidades se construyen por afecto…

Hablando de afecto, solo has puesto a un artista español, y resulta ser María Dolores Pradera. “Amarraditos”, para más inri…

Es una maravilla. Lo primero, el texto es sublime. La música es un valsito peruano precioso, con esos cantes de ida y vuelta que se volvieron un elemento mixto al viajar de un lugar a otro. En cuanto a ella, siempre he reverenciado el tono quieto de esa mujer. Sin ninguna estridencia… O sea, la echarían de ‘Operación Triunfo’(ríe). Porque es de una elegancia tan profunda como de una emoción sublime, pero sin llegar a lo histérico. Ahora que me doy cuenta, la mayor parte de las canciones que he elegido hablan de la muerte y de tiempos pasados…

Y son tremendamente románticas.

Debía ser la mañana en que hice la lista. Otro día podía haber salido Michael Jackson.

Debía ser una mañana muy tierna para elegir “Caroline, No” de los Beach Boys.

(De nuevo, como embrujado por la nostalgia, canta el tema con el cariño de quien revive tiempos mejores). Esta canción pertenece a “Pet Sounds” (1966), que es uno de los dos, o tres, mejores discos de la historia del pop. No es pero que el mejor disco de los Beatles. De hecho, Paul McCartney le decía a Lennon que había unos tipos que lo estaban haciendo mejor que ellos, y eran los Beach Boys.

Héroes de la música. Foto: Alfredo Arias
Héroes de la música. Foto: Alfredo Arias

Hablando de los Beatles…

Te he puesto “Across The Universe” por una razón muy concreta. Creo que es la canción que intuye Bowie y que lo crea. Me parece que esa canción lo formuló a él de una cierta manera. Y, en cualquier caso, me parece mejor que “Ob-La-Di, Ob-La-Da”, que es la peor canción de los Beatles (ríe).

Orbitas mucho alrededor de Bowie.

Ya te he dicho, para mí es un eje. He puesto también en la lista “Life On Mars?” porque me parece uno de esos ejemplos en los que Bowie pone la lupa y el telescopio en una misma canción.

En una entrevista dijo que ser artista es ser una persona disfuncional. ¿Qué piensas?

Sí, en gran medida. Estas personas muy felices con su vida ni escriben libros, ni canciones, ni pintan nada… Pintan mucho en el mundo, sí, pero, como decía Pavese, “lo normal es no escribir”.

Me sigue sorprendiendo que la única artista que repite, aparte de Bowie y Reed, es María Dolores Pradera, con “Fina estampa”.

Aquí hay una razón un tanto personal, porque mi madre se crío en Venezuela. Su padre era republicano y se fugó para que no lo mataran. Mi madre vino entonces con un bagaje de esa música, que a mí me cantaba. Y en aquella España triste en la que yo vivía de crío con Franco, aquello me parecía un vergel. Yo aquí respiraba en blanco y negro, y eso eran colores.

Y luego tus viajes te han llevado por allí y a otros sitios. En ellos, de hecho, has conocido a no pocas personas ilustres.

Sí, mira, te he puesto una de Talking Heads porque David Byrne es uno de esos ejemplos de tipo meticuloso, inteligentísimo y bizarro, con el que he coincidido un par de veces. Él veraneaba en Cádiz en casa de un amigo, Pablo Carbonell, el de Los Toreros Muertos. Y era una persona más accesible de lo que se pueda uno imaginar.

¿Quién más? Perdona la mitomanía...

Bueno, a Keith Richards, a Bowie, a Lou Reed… No los consideraría amigos, claro, pero sí he charlado en varias ocasiones con ellos. Con Lou Reed más. Con él he cenado, me he ido por ahí unas cuantas veces… Era gracioso, ahora recuerdo que cuando yo salía a fumar me decía “Ray, pásame un cigarrillo”, y es cuando estaba con Laurie Anderson, y seguía: “Laurie no quiere que fume, pero de vez en cuando me apetece uno”. Y yo le respondía pero, Lou, te va a pillar”, y el me venía con que tenía un spray que sabía a mentol. “Tú te crees que a Laurie”, le decía, “con lo inteligente que es, ¿le va a engañar un spray de mentol?”. “No”, respondía, “pero al menos va a saber que intento esconderlo, lo cual es más amoroso” (ríe).

“Lou Reed es un increíble escritor. He elegido ‘Halloween Parade’ por la formulación narrativa. Toda esa parada de monstruos y muertos, pues hay que recordar que es la época del sida... Había un halloween parade de los yonkis, de las lesbianas, de la familia de Lou Reed en realidad”

Me ha gustado mucho la elección de Blosoom Dearie.

Es que te he puesto una canción preciosa y tremendamente romántica y conmovedora: “Sabiendo que no estás, pero imaginando que estarás, camino más deprisa”. Es una canción de amor a enamorarse. Nadie puede estar realmente enamorado si no se ha enamorado antes de la idea del amor. La idea es lo que te vertebra como posible amante. Luego lo otro, la realidad, se empapa con ese sueño. Es muy delicado esto del amor, pero para enamorarse hay que tener la voluntad de hacerlo.

¿Acaso hay algo más voluntariamente romántico que Leonard Cohen?

Aquí he hecho trampas, porque tenía que meter a Nina Simone y a Leonard Cohen, al cual adoro, así que he elegido una versión. Es que Nina Simone me parece una cosa impresionante. Su coraje, su vida, su talento. Y otra mujer, Joni Mitchell, que también tenía que estar porque “Blue” (1971) es uno de mis discos favoritos…

Diría que has elegido canciones con un atmósfera más esperanzadora en las mujeres que en los hombres.

En mi cabeza no he diferenciado nunca masculino de femenino. Son emociones. No lo divido. Virginia Woolf o Patricia Highsmith no tienen diferencia para mí de Kerouac. Tengo un oído y una inteligencia líquida, no diferencio géneros. No concibo que la inteligencia esté marcada por la genitalia.

No te has dejado el ramalazo francófono. Has puesto “La Javanaise”, de Serge Gainsbourg. Aunque confieso ser más de “Bonnie and Clyde”.

Adoro a Serge Gainsbourg y tenía que estar. Podía haber puesto algo de “Histoire de Melody Nelson” (1971), pero me decanté por “La Javanaise” porque es de esas canciones aparentemente inocentes, un poco como el “Crazy” de Willie Nelson, aunque Gainsbourg y la palabra “inocente”… sería un oxímoron (ríe).

Ray, como te dijo Lou, ¿me das un pitillo? ¿Por cierto, y eso de fumar American Spirit azul?

¡Claro!(me pasa el pito). Esto es una cosa que le copié a David Lynch. Hace años estuve en Madrid con él y lo vi fumando eso. Pensé: “Voy a fumar lo mismo que David Lynch. Si fuma eso será por algo”. Aunque él fumaba el amarillo y se me hacía flojo, así que me recomendó el azul. Estos te duran el doble y no te raspa la garganta al día siguiente, aunque sean igual de malos. Si estoy en una fiesta, me tiro al Camel, aunque afortunadamente ya no voy mucho de fiesta… ∎

Playlist / Sintonizando a… Ray Loriga


  1. David Bowie “Where Are We Now?” (de “The Next Day”, 2011)
  2. Lou Reed “Halloween Parade” (de “New York”, 1989)
  3. María Dolores Pradera “Amarraditos” (del EP “Amarraditos”, 1968)
  4. The Beach Boys “Caroline, No” (de “Pet Sounds”, 1966)
  5. Bob Dylan “Simple Twist Of Fate” (de “Blood On The Tracks”, 1975)
  6. The Beatles “Across The Universe” (del álbum benéfico “No One’s Gonna Change Our World”, 1969)
  7. David Bowie “Life On Mars?” (de “Hunky Dory”, 1971)
  8. María Dolores Pradera “Fina estampa” (del EP “Fina Estampa”, 1965)
  9. Rubén Blades y Willie Colón “Pedro Navaja” (de “Siembra”, 1978)
  10. Talking Heads “Once In A Lifetime” (de “Remain In Light”, 1980)
  11. Willie Nelson “Crazy” (de “... And Then I Wrote”, 1962)
  12. Cole Porter “You’re The Top” (del single “Anything Goes / You’re The Top”, 1935)
  13. Blossom Dearie “I Walk A Little Faster” (de “Give Him The Ooh-La-La”, 1958)
  14. Nina Simone “Suzanne” (de “Nina Simone”, 1971)
  15. Joni Mitchell “Taming The Tiger” (de “Taming The Tiger”, 1998)
  16. Lou Reed “Satellite Of Love” (de “Transformer”, 1972)
  17. Elis Regina y Tom Jobim “Águas de março” (de “Elis & Tom”, 1972)
  18. Serge Gainsbourg “La Javanaise” (del EP “Vilaine Fille Mauvais Garçon”, 1968) ∎
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