Lou Savary y Luc Bersier, originarios de Suiza, se instalaron en Bruselas, lanzaron la primera casete de Reymour, titulada “Enigme” (2018), con el sello berlinés Kinship. Tras publicar el miniálbum “Sarabande à deux” (CAF?, 2020), encontraron refugio para “Leviosa” (2021) y “NoLand” (2024) en la discográfica Knekelhuis, con sede en Ámsterdam. Parece que ya hemos escuchado a Reymour en bandas como Broadcast, LeFemme, Young Marble Giants o Agar Agar, o incluso en el “Depression Cherry” (2015) de Beach House. Pero, al mismo tiempo, consiguen que todo suene completamente fresco, como si lo hubieran reinventado desde cero: “Por supuesto, seguimos influenciados por todas nuestras referencias, pero, como trabajamos en dúo, siempre es una conversación y cada uno aporta su propio lenguaje al proceso creativo. Y como no siempre escuchamos lo mismo al mismo tiempo, eso añade diferentes matices e ideas a la mezcla. Lo que es seguro es que tuvimos la suerte de encontrarnos. No tuvimos que crear un lenguaje, ya lo teníamos en común”, explican por correo electrónico, desde la honestidad. Nos preguntamos muchas veces qué sonidos rugen desde las playlists que trazan su camino angular, así que nos pareció natural preguntar:“Desde la música francesa, que ha estado con nosotros desde la infancia e influye en la forma en que cantamos y escribimos, hasta las canciones melódicas y kitsch de los años ochenta. Ahora mismo, Luc está escuchando ‘Total Eclipse Of The Heart’ de Bonnie Tyler, y a Lou le encanta ‘Sardine V’ de Sudan”.
Hay una especie de tensión suspendida en todo su último trabajo, “NoLand”, como si estuviéramos a punto de cruzar una puerta hacia un viaje psicorromántico que nunca termina de abrirse, pero que te mantiene atrapado en su umbral: “Diríamos que ‘NoLand’ es, ante todo, un territorio desconocido. Es un espacio donde nos permitimos explorar emociones y pensamientos que quizá antes no nos habríamos atrevido a afrontar. Al mismo tiempo, también puede actuar como un espejo, porque al aventurarnos en lo desconocido, a menudo nos encontramos cara a cara con quienes realmente somos”. En este viaje, los sintetizadores y las melodías siguen vibrando con fuerza, y los estribillos mantienen esa iconicidad que tanto engancha. Sin embargo, “NoLand” logra un equilibrio con una energía melancólica apenas disimulada: “La atmósfera del disco surge de nuestros intercambios y emociones compartidas. No hay un recuerdo concreto que haya inspirado el álbum, sino una acumulación de momentos en los que dejamos que nuestros sentimientos se mezclaran y se alimentaran mutuamente”, reflexionan.
Algunas de las canciones, aunque a veces rozan lo futurista, sorprenden con letras memorables. En “L’odeur du tabac froid”, por ejemplo, exploran el olor a tabaco que queda impregnado: “Este tipo de olor se convierte en una especie de testigo del paso del tiempo, algo intangible pero profundamente evocador. Es una forma de captar la belleza en la simplicidad, de recordar lo que parece insignificante pero que en realidad lleva un enorme peso emocional”.
Especialmente en “Sans éveiil” e incluso en “Dix mois”, la música parece tornarse en un baile de salón, como si buscáramos una pareja de baile: “En ambas, la idea de movimiento está presente, pero es más un baile emocional, interno, que uno físico. Con ‘Sans éveil’ queríamos crear una atmósfera ligera y fluida, como un paso de vals suspendido en el tiempo, una danza de emociones donde cada nota hace avanzar el sentimiento, lenta pero constantemente”.
En otras canciones, como “Documentary”, la música es exquisita en términos de atmósfera, pero su letra es inquietante, tal y como revela su estribillo: “Queríamos transmitir esa sensación de ser a la vez observados y observadores, como si estuviéramos en una película, en un documental sobre nuestras propias vidas”. Esta perspectiva fílmica representa uno de los cambios más notables respecto a sus trabajos anteriores: “La música clásica ha formado parte de nuestras vidas desde muy jóvenes, y con este álbum queríamos explorar una dimensión más cinematográfica, utilizando instrumentos clásicos para crear esa atmósfera”.
Rodeados de personas muy diversas, los componentes de Reymour disfrutan trabajando con quienes los inspiran en su vida cotidiana y su proceso artístico, desde músicos a diseñadores: “Nos gusta pensar en todo casi como una pequeña representación teatral: una historia y su entorno, con todos sus códigos”. De hecho, Lou ha colaborado en proyectos como Tonito Yama, Drifting By Degrees o Yeun Elez, mientras que Luc ha trabajado con Musique Chienne y formó parte del grupo Jean-Luc. “Actualmente también estamos involucrados en varios proyectos colaborativos, pero con enfoques diferentes, como el teatro, por ejemplo”.
Una parte clave de su definición y evolución como identidad musical radica en la autoproducción. El hecho de que Luc sea ingeniero de sonido les permite trabajar con total intimidad en su pequeño estudio: “Esto es fantástico porque elimina cualquier sensación de timidez y nos da una libertad inmensa. La autoproducción nos parecía una elección obvia porque nos da esa libertad total”.
Dejaron atrás su localidad natal en los pre-Alpes suizos y ahora viven en Bruselas, un entorno lleno de diversidad cultural y constante evolución. “La gente se mezcla, crea y colabora sin parar. Es un espacio muy eléctrico, con mucho corazón”, explican. Sin embargo, confiesan que echan de menos la calma de los ríos y paisajes de su tierra natal: “Hay una hermosa melancolía en esos paisajes que quizá resuena también en nuestra música”. Este proceso de evolución no solo se refleja en su música, sino también en su relación como dúo, tras años de trabajo compartido. “Lo que sabemos con certeza es que seremos leales el uno al otro durante toda nuestra vida. Solo nosotros entendemos realmente cómo ha sido todo, y eso es increíblemente valioso”.
Con esta honestidad y sensibilidad, Reymour traslada su esencia a los escenarios, un terreno fértil: “No hay muchos filtros entre nosotros y el público. Podemos terminar sintiéndonos eufóricos, cansados, llorando o riendo. Siempre es un momento intenso, marcado profundamente por la esencia del instante”. Como os adelantamos aquí, nos sentimos dichosos por su visita. Perderse uno de sus directos sería pasar por alto lo que nos acaban de contar y no queremos que eso suceda. On se voit à votre concert! ∎