Cicatrices brasileñas. Foto: Nino Andrés Biasizzo
Cicatrices brasileñas. Foto: Nino Andrés Biasizzo

Entrevista

Tulipa Ruiz y el dominio del tiempo

La cantante brasileña Tulipa Ruiz revisa en su álbum “Habilidades extraordinárias” los múltiples hematomas que se forman en la historia reciente de Brasil. Armada de composiciones y coros afilados, emprende un viaje musical en el que busca el autoconocimiento y la expansión de lo que siente. Elementos fundamentales en el intento de garantizar que una obra sea capaz de atravesar el tiempo.

Una situación cómica y curiosa hizo que la cantante Tulipa Ruiz bautizara el título de su nuevo disco. Invitada a tocar en el célebre Lincoln Center de Nueva York, tanto ella como su hermano Gustavo Ruiz –también músico y productor– debían acudir a la embajada de Estados Unidos en São Paulo para renovar su pasaporte. Mientras les hacía preguntas rutinarias, el cónsul decidió romper la somnolencia y quiso saber si ambos tenían alguna “habilidad extraordinaria”.

“¿Qué sería extraordinario desde su perspectiva?”, pensó la cantautora brasileña, una de las voces más prolíficas de su generación. ¿Practicar parkour, malabares en un trapecio o quién sabe si volar? Gustavo, sin parpadear, le dijo con astucia: “¡Ganamos un Latin Grammy!”. La información, recibida con sorpresa, les dio la aprobación inmediata de la visa.

Dos años más tarde, el significado del álbum“Habilidades extraordinárias” (Brocal, 2022) va más allá de una simple expresión. Al fin, esta selección de canciones puede ser una renovación de votos de Ruiz con el arte. “Solo me hice cantante porque empecé a componer, nunca he tenido un plan estratégico para convertirme en eso. Pero tan pronto empecé a hacerlo, establecí la necesidad de cuestionar la perdurabilidad de las cosas, cuál sería la manera más adecuada de afrontar este oficio”.

De hecho, ninguno de sus cuatro discos anteriores se parece al que presenta ahora. Ni siquiera las pistas que ha regalado a otros artistas, entre los cuales se incluyen leyendas como Elza Soares (1930-2022). Los once temas que componen este material transitan entre sonidos elegantes y extrasensoriales, que mantienen el protagonismo de su voz al ocuparse del propósito de acoger, emocionar y hacer bailar. Todo se arregla como un reflejo de las contusiones y el dolor producido por la violencia social, política y ambiental, también derivado de las relaciones amorosas y laborales a las que Brasil ha sido sometido en los últimos años. Tulipa Ruiz, definitivamente, no quiere poner el dedo en la llaga y sonar desagradable. Al contrario, su deseo es invitar al oyente a encontrar el coraje y el ánimo necesarios para hacerlo volver a creer en el amanecer.

En esta entrevista, que se hizo durante un momento de descanso en su ajetreada rutina, habla sobre sus recientes descubrimientos, de las concesiones que no quiere hacer ante los deseos de la industria y de la potencia de la cultura brasileña en este momento de reconstrucción sociopolítica.

Ajena a las concesiones. Foto: Nino Andrés Biasizzo
Ajena a las concesiones. Foto: Nino Andrés Biasizzo

Empiezo con una provocación: ¿cuál es el lugar más lejano a que tus habilidades extraordinarias te han llevado?

Yo creo que para hacer este disco me propuse indagaciones muy profundas, que me llevaron a ver lo que había dentro de mí. Este proyecto surge en un momento de absoluta dispersión. Son tantos los cruces y desafíos en la vida contemporánea que el hecho de mantener la presencia ha sido uno de nuestros más grandes retos como seres humanos. Para hacer estas canciones estuvimos inmersos, nos sumergimos colectivamente en esta labor durante semanas, rescatando el placer de estar juntos. Creo que hasta nuestras subjetividades, tan importantes al crear, necesitan de presencia. Así que nos despertábamos todos muy temprano, todos los días, para ver el amanecer, observar el paso de los días, la dirección del viento, la hora de la luna. A veces eso lo olvidamos. Volver a hacer música tras una pandemia que nos dejó paralizados y desacreditados fue importante porque pudo devolvernos la certidumbre de que estábamos en el lugar correcto. Soy Libra y si me encuentro con una certeza en la vida, sé que de eso no podré dudar (risas). Este álbum me llevó a un lugar especial e interior del cual no deberíamos estar tan lejos, aunque solamos estarlo.

¿Fue un desafío la decisión de hablar sobre el dolor sin que el discurso se convirtiera en el reflejo literal de una fecha específica?

La verdad es que ya no quiero hablar de los años en que Brasil fue gobernado por Jair Bolsonaro, de cosas que han pasado. Pero el dolor permanece, al igual que el poder curativo. Es interesante comprobar cómo para seguir sintiéndonos bien tenemos que volver al pasado para reelaborar lo malo que quedó atrás. Hacer un álbum desde esa perspectiva fue realmente un desafío, pero eso es lo que me fascina de las artes. Me sedujo esta idea y me sentí preparada, con el corazón abierto. Hacer investigaciones, excavaciones poéticas en general, es algo muy duro. Nunca hemos sentido tanto nuestro dolor colectivo, nunca hemos estado tan conectados en la comprensión de la opresión. Por eso no veo mi disco como un recorrido melancólico. Está hecho para fortalecer a los que escuchan.

Me parece que la decisión de grabar estas canciones en cintas, utilizando técnicas analógicas, es también un contrapunto a la parafernalia electrónica que tenemos hoy en día. ¿Compartes esta percepción?

Absolutamente. Esta inmersión en el proceso analógico nos llevó a poner más atención de la habitual, aunque no nos permitió abandonar la tensión de las grabaciones en vivo, en que todos cantaban y tocaban al mismo tiempo. Es decir, el hacer música en tiempos digitales nos ha dado muchas posibilidades para grabar. Uno puede hacer y rehacer una canción miles de veces, hasta que logre el resultado esperado. Esto, sin embargo, te puede dejar igualmente perdido en el proceso, a la deriva en tu búsqueda creativa. Cuando miro el resultado de lo que hicimos, veo que conseguimos algo con una gran armonía. A menudo pienso en los discos que amamos y que fueron grabados en vivo en los años setenta, con cantantes y músicos haciendo su trabajo en colectividad. Cuando los escuchamos, podemos sentir cómo es esa energía, tan distinta, y lo transformador que puede ser tocar junto a una banda. Así que me ilusiona estar en el escenario, soy una cantante enamorada de las giras. Y no siento que tenga un repertorio con pocos discos. Solo me permito tomar descansos largos entre un trabajo y otro porque me encanta vivir en la carretera.

“No quiero entrar en ese juego propuesto por el monstruo del consumo, prefiero hacer concesiones en otros aspectos. En la música, elegí no ceder”

“Novelos” es una pista diferente, pues te lleva a jugar con la voz y de alguna manera también te hace evocar el tropicalismo. Esta definición es aún más compleja gracias al hecho de que en la letra buscas romper con una realidad ya agotada, como aquel movimiento proponía en los setenta. ¿Qué significó para ti cantar sobre lo que te molestaba, transformar lo incómodo en arte?

“Novelos” fue justo el primer tema que hicimos en el proceso de creación, cuando ya estaba absolutamente aislada. Digo con frecuencia que este es un disco que ya nace maduro, por la historia que he tenido con mi banda, pero también respecto a la rapidez con que construimos su repertorio. Tardé tan solo veinte días en componer las pistas, pues llevaba un largo período desarrollando los esbozos; era como si las propias composiciones estuvieran madurando en mi “nube” cerebral (risas). Cuando nos propusimos hacer el álbum, sentí como si solo descargara las ideas. Aún siento que lo que ocurrió alrededor fue demasiado pesado. Todo sigue muy aburrido en nuestro país. Así que si estaba en curso un desmantelamiento total del planeta, no habría otra manera de empezar a construir mi mensaje. “Novelos” tiene una letra muy cabreada, pero igualmente hecha con calentura, que va al encuentro de la catarsis. A la vez que expulsa lo que siento, también llena al oyente de ánimo.

La crítica te presionó para el lanzamiento de un disco nuevo. Decían que estabas dispersa tras cinco años sin material, desde “Tu” (2017). ¿Te molesta que hablen así?

Jamás. Mi padre, Luís Chagas, además de músico, también es periodista y crítico. Crecí leyendo sus textos, estuve de acuerdo con muchos de ellos y otros los leí en absoluta disconformidad. Nunca me ha deslumbrado lo que escriben sobre mí, ni me he tirado al suelo por algo que hice y a alguién no le gustó. Me encanta, sí, pensar que el nombre de mi primer disco es “Efêmera” (2010); una ironía. Cuando lancé este proyecto, inmediatamente me preguntaron sobre el segundo. Estoy en una industria ampliamente desechable y el contexto me lleva a preguntarme: ¿qué importancia tiene creer en la perdurabilidad poética de las cosas? Buscar lo atemporal siempre ha sido mi desafío. Soy una cantante a la que le gusta manejar bien el tiempo, sin obligarme a tener prisa por empezar algo inédito. Quiero respetar el tiempo de las cosas hasta el punto que compuse “Samaúma”, una canción de casi seis minutos de duración que se contrapone a este universo inmediato y veloz dominado por TikTok. ¿Tal vez podría ser un poco más corta? Bueno, no se puede talar un samaúma, el árbol amazónico tan simbólico y exuberante que le da título. Hay que respetar su tamaño y me gusta entender las dimensiones, reverenciar los procesos. No quiero entrar en ese juego propuesto por el monstruo del consumo, prefiero hacer concesiones en otros aspectos. En la música, elegí no ceder.

Fuera del juego corporativo. Foto: Nino Andrés Biasizzo
Fuera del juego corporativo. Foto: Nino Andrés Biasizzo

Hablas justo de “Samaúma”. Esta composición se basa en la perspectiva de una mujer que se relaciona con la naturaleza de las cosas y sus misterios, conscientes e inconscientes, todavía atravesados por la inmensidad de la Amazonía. ¿Cómo te relacionas con el entorno que te rodea, con el propio medio natural?

Yo vivo en São Paulo. Ha sido un desafío creciente para todos los que vivimos en las grandes ciudades cuestionar cada vez más qué hacemos en esos grandes centros. Decidí que voy a hacer lo que pueda para no vivir más en apartamentos. Crecí en el estado de Minas Gerais, rodeada por la naturaleza. Es muy importante para mí tener cerca los árboles, las plantas y la tierra. Me gusta plantar, comer algo que coseché, aunque sea una simple albahaca. Esa idea me mantiene y, al mismo tiempo, me devuelve el silencio, que es muy importante. La ciudad, o simplemente un celular, nos deja perturbados con su ruido continuo. Para mí es muy importante el hecho de desconectar. Esta inmersión de veinticuatro horas nos ha enfermado como sociedad. Tenemos que aprender de las señales.

Te consideras multiartista. Acabas de lanzar una marca de café, una libreta hecha con papel polen y una marca de ropa. ¿Ser una artista independiente obliga a ser emprendedora?

Lo que hago hoy es lo que siempre hice, desde niña: expresarme a través de la escritura, del dibujo, del tejido y de la música. Actualmente hay un movimiento para que te desdobles en muchas cosas, y esto es una demanda del mercado. Nos hemos registrado en millones de textos, imágenes, imágenes en movimiento… La mayoría de las personas que conozco hacen más de una cosa. Todo este contexto tiene que ver con la garantía de supervivencia, pero también con la construcción de un perfil contemporáneo. Siento que estamos viviéndolo y, por supuesto, nos sentimos más cercanos al empirismo. Si hacemos cuarenta mil cosas, van a verlo de forma natural.

Dices que te convertiste en cantante en el momento en que te descubriste como compositora. ¿Es posible para ti dimensionar tu trabajo en este rol? ¿Eres más consciente de tu legado, del poder de tu escritura en el día de hoy?

En la música nunca me sentí una persona insegura, aunque tenga muchas otras inseguridades (risas). Estoy muy segura de mí misma con mi pluma. Sigo estando orgullosa de todos mis trabajos, tengo varias canciones que atraviesan el tiempo conmigo y que adquirieron un sentido muchísimo más largo con el paso de los años. Ahora, con el nuevo disco y teniendo la comprensión que no tenía de nuestra escena musical, y de lo poco que las mujeres recaudan con derechos autorales en Brasil, veo que es un país conocido por sus intérpretes. Las autoras se invisibilizan. Después de eso entendí mi importancia, lo grande que es poder atravesar el tiempo siendo una mujer cantautora. Empiezo mis conciertos apoyándome en un pentagrama y ese pentagrama, metafóricamente, es mi pluma. Soy yo apropiándome de mi habilidad. Exijo respeto, pues siempre me he respetado. Cuando fue nominada a los Latin Grammys en 2022, le dije a Juçara Marçal: “Debes ir a Las Vegas, es tremenda e importante la oportunidad de ocupar ese espacio, para que nos llene de valor”. He entendido la importancia de que la gente verbalice nuestra autoría, más allá del hecho de que escribimos algo. Eso tiene mucho que ver con la comprensión del feminismo dentro de nosotras. Tenemos más voz cuando nos damos cuenta de que estamos componiendo cada vez más. Así puedo decir que mi poesía nació grande y sigue siéndolo. ∎

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