Carreteras secundarias. Foto: Óscar García
Carreteras secundarias. Foto: Óscar García

Entrevista

Víctor Coyote: contra la realidad, retranca

Superviviente de la movida y de mil azares más, el hombre que panamericanizó el pop español de los ochenta –lo que ahora llaman rock latino– reafirma su identidad con “Las comarcales”, décimo de sus álbumes –si contamos los de Los Coyotes–, un canto a la vida y el humor; también a la grandeza de lo pequeño y a la asunción de que el tiempo no pasa en balde. Empático, proclive a la carcajada, Víctor Aparicio no tiene ninguna cuenta pendiente que saldar.

Continúa este gallego de pro residiendo en Madrid, ciudad donde al frente de Los Coyotes despegó artísticamente hace casi cuarenta años. Sigue allí apegado a la música, aunque sus medios de subsistencia también los obtenga todavía en otras siembras. “Trabajo en ilustración y diseño, lo que siempre he hecho. Como todo el mundo, he tenido que reconducirme. Antes trabajaba más para la industria discográfica, ahora me dedico más al atrezo gráfico para cine”.

No significa eso que Víctor Aparicio Abundancia (Víctor Coyote) haya renunciado a otra de sus múltiples facetas, aquella por la que mejor se le conoce: hacer el coyote. Como tal aúlla a fecha de hoy, marcando territorio en ese marasmo que es la industria musical contemporánea. Eso sí, lo hace a ritmo quedo. Seis años ha tardado en fructificar su último trabajo, “Las comarcales” (El Volcán Música, 2020). “No me lo tomo con relajación, pero es que tampoco doy para más. Antes del anterior disco“De pueblo y de río” (Eureka, 2014)– anduve liado escribiendo un libro para niños –“Tío Budo” (2014)–. Con ‘Las comarcales’ ha ocurrido algo parecido, con una especie de minilibro de ilustración y diseño. Siempre estoy ocupado con otras cosas”.

1979 fue el año de partida de la carrera de Aparicio, una carrera enmarcada en la movida matritense. “Empecé a hacer música cuando acabó el rock sinfónico y apareció el pub rock, un punto de inflexión que fue el germen de la movida. No tuvo nada que ver que se muriera Franco con aquello. La clave está en una serie de gente que escuchábamos a Santana y The Allman Brothers Band y que nos dimos de bruces con el punk. La movida eclosiona gracias a Sex Pistols, Elvis Costello, Stray Cats... Lo que pasa es que se han construido dos relatos. Uno, exagerado, el de la gran fiesta de la democracia y las bendiciones de Tierno Galván. El que dice que el pop español empieza con Kaka de Luxe. Pero no, los grupos ya estaban allí y los medios fueron favorables. Grupos buenos y regulares, cracks y patatas. Lo cierto es que ninguna banda de esa época vendió tanto como Los Bravos, que pertenecían al franquismo. Luego está la contrahistoria, que dice que los de la movida eran todos unos pijos y unos mierdas. Ni lo uno ni lo otro. Condenar la movida diciendo que las clases acomodadas tienen más acceso al arte es descubrir la pólvora. Hubo muchos matices”.

“Actualmente la música no tiene el impulso que tuvo en otros momentos de la historia. Ya no es ni revolucionaria ni explosiva. Pero es que ahora mismo no hay nada revolucionario en ningún campo”

En uno de sus libros, “Cruce de perras y otros relatos de los 80” (2006), el autor ajustaba cuentas con la historia, no sin ironía, a propósito de un sueño en el que se veía indigente en el futuro, mientras a Santiago Auserón lo premiaban por latinizar el rock, síncresis cuya paternidad se atribuyó en su momento a Los Coyotes. En la vigilia, no parece que eso le afecte. “El concepto de Coyotes que ha llegado a nuestros días ha sido limitado, somos conocidos entre aficionados. Nunca hemos sido un grupo de masas”. Lo dice sin resentimiento ni satisfacción, como un hecho consumado y asumido. Ya que hace gala de visión resiliente, ¿podría ser igual de ecuánime ponderando el presente escenario pop? “Actualmente la música no tiene el impulso que tuvo en otros momentos de la historia. Ya no es ni revolucionaria ni explosiva. Pero es que ahora mismo no hay nada revolucionario en ningún campo”.

Cinco álbumes de Los Coyotes y otros tantos a su nombre jalonan un recorrido que, alérgico a las cabinas de peaje, ha preferido circular por comarcales. “Ahora todo está polarizado. Puedes ir a internet e investigar, por ejemplo, el pop asiático de los sesenta, o palos aún más raros. Lo que pasa es nadie transita por esas vías de internet. Lo mismo con las carreteras comarcales. ¡Qué bonito es el paisaje! ¡Qué ecológico!. Pero todo dios tiene prisa y prefiere la autopista. Al fin y al cabo, de lo que te habla la peña es de ‘Sálvame Deluxe’, de las series de Netflix o de los ‘memes’ del día. Eso es inevitable, pero es una pena que se desaproveche tanta información”.

Dos son las materias que parecen bascular con mayor peso en las reflexiones a las que ha puesto solfa “Las comarcales”: la muerte y la ruptura sentimental. ¿Son autobiográficos esos crepusculares pensamientos? “En general siempre hay un carácter autobiográfico en mis canciones. Al principio este era un disco de ruptura, pero después cambió porque pasó el tiempo. Un disco de ruptura, si tú te dedicas a la música, tiene sentido si lo haces en año y medio. De lo contrario, se van superponiendo distintas etapas. Es posible que sea algo melancólico, pero también hay cosas bastante alegres. Sí que es cierto que la vida es implacable, como se sugiere en ‘Es tarde’, cuya letra es muy melancólica, pero también muy ‘fiera’... Nos dice que no todo es posible, como se nos quiere hacer creer. También tiene que ver esa canción con ese otro mantra que reza ‘persigue tus sueños’. ¿Qué mierda es esa de perseguir tus sueños? Es como lo de ‘las mujeres lo podemos todo’. Pues a lo mejor no lo pueden todo. Como los hombres, porque en primer lugar no podemos concebir hijos solos. Todo el mundo tiene sus mierdas de limitaciones. Y con 62 años, que son los que tengo, esas limitaciones crecen. Pero has de adaptarte. Y, para mí, en eso reside la fuerza. Y de triste no tiene nada”.

Siempre Coyote. Foto: Óscar García
Siempre Coyote. Foto: Óscar García
En cuanto a la muerte, esta parece ser la solución a muchos problemas en ciertas canciones, como “Nadie se va a quejar”. “Pues yo pretendía escribir una canción de amor que fuera positiva. Las negativas, las de ‘oh, qué destrozado estoy’, son más fáciles de hacer. En ese tema se expone lo insensible a los problemas ajenos que te vuelves cuando estás enamorado. En ‘Cumbia de milagro’ la muerte tiene otro tratamiento. Hay un punto estético atractivo, que es el de la percepción de la muerte en Latinoamérica, o en sitios como Galicia, donde hay procesiones de ataúdes. Eso es vistoso, resultón. ‘Cumbia de milagro’ es como el ‘Rascayú cuando mueras qué harás tú’, pero mucho más trágico, aunque también tiene su coña. ¿Si pienso en la muerte? De preadolescente tuve una época en que, supongo que por la educación católica, pensaba muchísimo en ella... En la muerte piensa todo el mundo. Ahora no lo hago demasiado, pero considero que, si hay canciones de amor, también tiene que haberlas de muerte. Es uno de los grandes temas”.

Dice Coyote en otra canción, “La maravilla”, que vamos sobrados de verdad y de razón. ¡Y cuanta razón cobija esa gran verdad! “Esa frase la saqué de la entrevista que le hizo Joaquín Soler Serrano a Josep Pla. Y es verdad, todos nos cargamos de razones, a todas horas”. Quizá equilibre esa autosuficiencia Coyote en “Santa Crú”, cuyo protagonista fracasa como poeta. “Es una referencia a eso tan sobrevalorado que es el poeta... Lo del ‘para ser poeta tienes que volar’. El de esa canción no es un poeta que mire al cielo, sino que mira al suelo”. Y es que el drama es lo natural, como se asevera en “Artificial”. “Es lo natural, sí, pero se debe tomar con humor. El humor nos salva de muchas cosas. Es lo que se llama retranca gallega. En el mapa de influencias que he dibujado para ‘Las comarcales’, en esa canción he puesto a Hidrogenesse. Por un lado, a todos los grupos gays les gusta mucho la palabra ‘drama’; por otro, Hidrogenesse me parecen unos letristas increíbles. ‘No hay nada más triste que lo tuyo’ es una canción demoledora. Volviendo al drama, es como la muerte. Puedes regodearte en él. ¡Y todo es tan trágico!”.

Para tragedia, la contenida en “Soy un trabajador, soy un autónomo, soy un artista”. “Hay gente que me ha dicho que esa canción es muy dura. Hay ahí un reivindicarse como trabajador. Aunque ya nadie quiere ser trabajador, porque por quince euros te puedes ir a Ámsterdam. Yo no lo entiendo”. ∎

Huellas de coyote

LOS COYOTES
“Mujer y sentimiento”
(3 Cipreses, 1985)

“Un disco fresco e imperfecto. Experimentábamos con los tambores para construir ritmos latinos, caribeños, aflamencaos, andinos. Todo eso a partir de punk y rockabilly, que era de donde veníamos. Pero no nos valían los Clash, que no habían oído una rumba en su vida. Alguien dijo con sorna que en la contraportada parecíamos una mezcla de Quilapayún y los New York Dolls. Exacto, eso queríamos ser. Además, ‘100 guitarras’ es una canción excelente”.

LOS COYOTES
“Las calientes noches del barrio”
(3 Cipreses, 1987)

“Hacer experimentos con gaseosa es de cobardes. Hacer experimentos con champán francés es de temerarios. Pues eso, fue una temeridad sacar un disco no continuista después del primer LP de Los Coyotes. Pero me calenté con Prince, el synthfunk de la época y lo atractivo de lo negro-latino e impuse mi criterio en la banda. Aquí hay medio disco excelente y medio disco, y voy a ser generoso conmigo mismo y con el grupo, fallido”.

VICTOR COYOTE
“¿A qué viene ahora silbar?”
(Munster, 2004)

“Las canciones son lo bueno de la música popular. Resisten todo. ¿De qué vale tener una fórmula sonora mágica y personal sin tener canciones? Bueno, para ser los Doors sí vale. Pero vayamos a este mini-LP de 2004: ‘Yo, que creo en el diablo’ y ‘Azcona 16’ son dos temas realmente inmensos. Y está muy feo que yo lo diga”.

VICTOR COYOTE
“De pueblo y de río”
(Eureka, 2014)

“Un disco de versiones que es el reflejo de la música que me gusta, de Johnny Burnette a Julio Miranda, pasando por Amália Rodrigues; de la elegancia que me gusta, la de pueblo; del folk que me gusta, el contemporáneo sin etnopostureo, y de la producción que me gusta, la de Pablo Novoa, presionado por un capricornio pelma que soy yo”. ∎

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