Se leen y escuchan estos días posteriores a la muerte de Lady Soul todo tipo de hipérboles y lugares comunes sobre
Aretha Franklin y su legado, pero también algunas voces que minimizan su importancia en comparación con la de otros cantantes de soul cuya muerte tuvo en su momento menor repercusión pública, ignorando que el impacto de Aretha en la música popular trasciende con mucho el de su propia figura y el de sus muchos galardones y millones de discos vendidos. Bobby Womack, Terry Callier, Etta James, Ben E. King o Solomon Burke... todos ellos pertenecieron a una estirpe única e irrepetible, pero Aretha Franklin jugaba en otra división, la de Ray Charles, Sam Cooke y James Brown. Ray, Sam, James y Aretha fueron mucho más que unos artistas excepcionales: ellos impulsaron un cambio trascendental en los corazones del pueblo negro norteamericano y, por extensión, impregnaron de ilusiones de cambio la conciencia de jóvenes blancos y negros en todo el planeta, en una época que los necesitaba precisamente a ellos. Brown y Charles venían de la cultura canalla del viejo rhythm’n’blues, pero Sam Cooke y Lady Soul crecieron en los coros de las iglesias al calor del góspel, allí donde empezaron a germinar las llamas de la liberación, alimentadas tanto del fuego y la palabra de los grandes predicadores (Martin Luther King, James Cleveland, el propio C. L. Franklin, padre de Aretha) como del poder vivificante de sus piezas más icónicas (“A Change Is Gonna Come”, “Respect”).
Dicen que cuando Otis Redding escuchó la versión de Aretha de “Respect” se quedó pasmado y exclamó:
“Acabo de perder mi canción”. Más allá de reivindicaciones feministas o raciales, ella se sabía portaestandarte de una manera nueva de entender el mundo. Quienes crecieron comprando sus discos y asistiendo a sus conciertos lo sabían; Barack Obama lo sabía, tal y como confesó en un artículo publicado en 2016 en la revista ‘New Yorker’:
“Nadie encarna más plenamente que ella la conexión entre los espirituales afroamericanos, el blues, el rhythm’n’blues, el rock’n’roll, la forma en que las dificultades y el dolor se transformaron en belleza, vitalidad y esperanza. La historia de Estados Unidos se aparece cuando canta Aretha; ella es capaz de capturar el alma de la experiencia estadounidense, lo bueno y lo malo, la posibilidad de síntesis, reconciliación y trascendencia”.