n su álbum “Filles de Kilimanjaro” (1969), Miles Davis incluyó una canción titulada “Mademoiselle Mabry (Miss Mabry)” en honor de una jovencita negra cuya desbordante vitalidad le fascinaba y con quien se casaría en septiembre de 1968, al poco de terminar la grabación del disco. Nacida Betty Mabry el 16 de julio de 1944 en Durham, Carolina del Norte, cuando Betty Davis conoció a Miles ya había desarrollado una precoz carrera como modelo (posaría para las revistas ‘Ebony’ y ‘Glamour’), era una de las habituales de los círculos beatnik de Greenwich Village –en uno de cuyos clubes, el Cellar, trabajaba como DJ–, había escrito un tema (“Uptown”) para el álbum “The Time Has Come” (1967) de The Chambers Brothers y acababa de romper una corta relación sentimental y artística con el trompetista Hugh Masekela.
Entonces conoció a Miles y todo cambió para ambos. El crítico de jazz Leonard Feather se entrevistó con Davis en 1968 para someterle a uno de sus famosos blinfold tests, en los que el entrevistado tenía que dar su opinión sobre un ramillete de canciones que se le hacían escuchar sin saber nada sobre ellas, ni siquiera quién las interpretaba. Al llegar a su casa, Feather encontró que Miles Davis tenía desparramados por su habitación decenas de discos que escuchaba a todas horas. Nada de jazz: clásicos del rock, el soul y el funk de la época, como The Fifth Dimension, The Byrds, Dionne Warwick, Aretha Franklin, James Brown, Sly & The Family Stone, Jimi Hendrix o Santana. Un formidable bagaje ajeno al imaginario musical de Miles, fruto de la enorme influencia que Betty ejerció sobre él aquellos meses fértiles y turbulentos que duró su matrimonio, que sirvieron al trompetista para alumbrar sus obras maestras “In A Silent Way” (1969) y “Bitches Brew” (1970) y para producir un puñado de canciones a su esposa, piezas que permanecieron inéditas hasta 2016, cuando la etiqueta Light In The Attic puso en circulación el álbum antológico “The Columbia Years 1968-1969”.
Tras la ruptura del matrimonio, precipitada por una supuesta infidelidad de Mabry con Jimi Hendrix (extremo que ella siempre negó, quejándose del carácter violento de Miles), Betty firmó ya con el apellido Davis dos estupendos álbumes en la discográfica Just Sunshine, “Betty Davis” (1973) y “They Say I’m Different” (1974) y un tercero en Island Records, “Nasty Gal” (1975). Discos devotos del funk abiertamente arrogante y sexual que caracterizó también a su coetánea Millie Jackson, con canciones explícitas como “He Was A Big Freak”, una oda sadomasoquista dedicada por la cantante, según Miles, a Jimi Hendrix. Pero sus propuestas, demasiado atrevidas y vanguardistas, no tuvieron fortuna comercial, y tras colaborar fugazmente con viejos compinches de Miles (Herbie Hancock, Alphonse Mouson) en canciones luego compiladas en discos no autorizados por ella, grabó un último álbum (“Is It Love Or Desire”) que permaneció en la nevera hasta el año 2009, editado por Light In The Attic. Luego, se eclipsó, para reaparecer fugazmente en el documental “Betty. They Say I’m Different” (Philip Cox, 2017), que la reivindicó como genuina precursora en el fondo y en la forma de artistas como Missy Elliott, Erykah Badu o Janelle Monáe. Betty Davis murió ayer, 9 de febrero de 2022, en su domicilio de Homestead, Pensilvania. ∎