as rivalidades en el ámbito musical son tan habituales como quedarse dormido después de comer viendo un documental de La 2. Desde la que enfrentó en su día a los Beatles contra los Stones hasta la que existía entre Mecano y Dinarama o las que se dieron entre el Rollo y la Movida (aireada en aquel mítico programa televisivo de Jesús Hermida) o entre los “babosos” y las Hornadas Irritantes, o la que propiciaron los semanarios musicales británicos entre Blur y Oasis, los ejemplos son innumerables. Pero, sin duda, la más flagrante de todas ellas fue la que mantuvieron 2Pac y Notorious B.I.G., que tuvo consecuencias letales para ambos. Un beef sangriento y mortal en el universo del hip hop, que ha conocido réplicas posteriores en ese mismo ámbito.
A lo que ha ocurrido recientemente entre René Pérez Joglar (Residente) y José Álvaro Osorio Balvín (J Balvin) no lo denominaremos beef. ¿Por qué llamarlo así pudiendo utilizar la significativa y certera expresión tiradera, o tiraera en su acepción latina más sonora? Para entender cómo se ha llegado hasta aquí, hay que ir a las raíces del conflicto. Todo empezó cuando, tras anunciarse las nominaciones de los Grammy Latinos el 28 de septiembre de 2021, J Balvin se quejó públicamente de que el reguetón y el género urbano estaban subrepresentados en las categorías generales. Una queja bastante comprensible si se tiene en cuenta que son, quizá, los estilos más seguidos actualmente en el panorama de la música latina. Aunque puede que fuera demasiado lejos cuando pidió el boicot a la ceremonia por este motivo.
No tardó Residente en acusar al colombiano de quejica y llorón, argumentando que el año anterior, cuando era candidato a 13 Grammy Latinos, no había formulado ninguna queja ni había pedido ningún boicot. Además, se despachaba a gusto con cierta chulería diciendo que “si es cierto que los Grammy no nos valoran, entonces ¿por qué yo tengo 31 premios?, ¿yo no soy urbano, yo no rapeo o de qué género estamos hablando?”. Le acusaba además de ensombrecer con su actitud al verdadero protagonista de esta última edición, su venerado amigo Rubén Blades. Y, de paso, en una comparación gastronómica, afirmaba que su música era como un carrito de hot dogs frente a una comida de calidad que sería la de un restaurante con estrellas Michelin.
Tras este rifirrafe parecía que las aguas se habían calmado, pero el conflicto seguía latente, porque al parecer el mal rollo viene de antes. Y al final todo ha estallado en marzo cuando el borinqueño, con la ayuda del productor argentino Bizarrap, ha lanzado el vídeo con el tema “BZRP Music Sessions #49”, una durísima diatriba de 8 minutos 40 segundos (una duración cada vez más habitual en el líder de Calle 13) en la que Residente descarga toda su rabia, que es mucha, contra J Balvin. Una punzante invectiva, en la que el boricua utiliza su verborreica lírica y su vibrante flow de forma tan brillante como cruel, intentando infligir el máximo daño posible y tachando al colombiano de desleal, mentiroso, blando, pijo e incluso de racista y machista, a cuenta del vídeo un tanto denigratorio del tema “Perra” junto a Tokischa, por el que Balvin ha llegado a pedir perdón. Una brutal andanada con la que Residente exhibe su conocida figura de macho alfa, arrogante, altanero y muy seguro de estar en posesión de la verdad. La tiraera es de un nivel tan extremo de belicosidad que casi evoca a Putin invadiendo Ucrania.
Una disputa en la que han intentando mediar desde el influencer Ibai Llanos hasta el boxeador mexicano Canelo Álvarez, pasando por cantantes como Alejandro Sanz, Sebastián Yatra o Maluma, quien fue objeto de burlas por pedir “paz” en un tuit. Y aunque J Balvin ha contado con firmes defensores, en las redes sociales, por lo general carroñeras y sedientas de sangre, hay también mucho apoyo a un Residente que enarbola la bandera de una cierta “autenticidad” frente a la aureola más comercial de un Balvin que se ha mostrado muy discreto (¿demasiado?) ante tamaña ofensiva, limitándose por el momento a un escueto mensaje de “amor y cariño” en Twitter y a aludir al espíritu “Hakuna matata” de vivir y dejar vivir de “El rey león” (1994), con la canción africana “The Lion Sleeps Tonight” de fondo. A quienes admiramos a ambos artistas nos encantaría una tregua. Chicos, ¿qué tal si lo intentáis? ∎