Una Eurocopa para el recuerdo.
Una Eurocopa para el recuerdo.

Eurocopa 2021

Un mes inolvidable

El torneo continental llegó como un bálsamo, como un salvavidas, tras más de un año sufriendo un fútbol vacío de espectadores y de alma. Solo con recuperar su esencia nos conformábamos. Pero ha sido mucho más. Ha vuelto el público, ha vuelto el verdadero fútbol y nos hemos divertido por encima de lo que imaginamos cuando empezamos esta serie de contenidos, gracias a Heineken®, encontrándonos con una de las mejores Eurocopas de la historia.

¿Cómo hemos llegado aquí? Comenzamos este viaje por Europa hace un mes con la victoria de Italia y hemos cerrado el círculo de su mano viendo cómo volvían a reinar por segunda vez en su historia. Así son los relatos perfectos, aquellos que se inician y concluyen de manera simétrica, como si el destino nos quisiera decir algo, por mucho que exista un nudo previo al desenlace que pueda alterarlo todo. Yo a esta serie de torneos de selecciones tan solo les pido una cosa: quiero divertirme. Es como cuando a tu pareja le dices que la relación no siempre será perfecta, pero prometes que será divertida. A decir verdad acudía a la Eurocopa sin expectativas, quizá porque esta sea mi manera de afrontar la vida o porque con un calendario cada vez más exprimido apenas podemos observar un fútbol emocionante, de ese que te hace saltar del sofá aunque se esté jugando un Ucrania-Macedonia del Norte. Porque justo eso es la Eurocopa, se trata del adiós de Goran Pandev rodeado de sus compatriotas macedonios, como también de la redención constante que persigue Morata, esa pelea ante sí mismo, las voces del exterior y la línea del fuera de juego. 

Las historias no siempre son redondas como le ha sucedido a Italia, ni todas las películas nos dejan un buen sabor de boca. ¿Quién nos privó de ver a Dinamarca en la final de Wembley? Ya teníamos a nuestros héroes de aspecto vikingo que resurgieron tras el episodio de un Christian Eriksen que nos dejó tan helados como aliviados al verlo fuera de peligro a los pocos días. Entre medias cayeron los bastiones alemanes, portugueses o franceses. En los últimos años se usa a la ligera el término ‘fracasar’. Según esta nueva corriente el fracasado es todo aquel que no logra alzar la ansiada copa al cielo de Wembley, por lo tanto estamos ante veintitrés fracasados y un solo triunfador. Díganle a Pogba que tras brillar en todos los encuentros con Francia ha fracasado. Coméntale a Cristiano Ronaldo que tras seguir haciendo goles con la misma sencillez que yo bebo cerveza ha fracasado. En el deporte, como en la vida, caer es lo más normal, tan solo hay que intentar hacerlo de la manera más digna posible y preparar lo que vendrá después.

Leonardo Bonucci, garantía de fiabilidad en la Italia campeona. Foto: Carl Recine (Getty Images)
Leonardo Bonucci, garantía de fiabilidad en la Italia campeona. Foto: Carl Recine (Getty Images)
La diversión se esconde en cada rincón. Existe belleza en las contras que han dibujado De Bruyne y Lukaku con escuadra y cartabón, en los toques cómicos y surrealistas que han perseguido a España a lo largo de todos y cada uno de sus encuentros, incluso habrá quien haya sentido escalofríos del pasado al ver cómo la República Checa iba avanzando por el torneo. Hasta el incombustible Chiellini ha hecho que algo tan rutinario y notarial como es el lanzamiento de una moneda al aire previo a unos penaltis nos pareciera hermoso. Acaba de terminar hace apenas unas horas y ya estoy echando de menos los partidos de las tres de la tarde, las constantes prórrogas y los comentarios de José Antonio Camacho. Ha sido una Eurocopa de categoría. Dicen los que entienden de fútbol que se juega tal y como se entrena, pero me gustaría matizar esa frase: se juega tal y como se canta un himno. Cada vez que sonaba ‘Fratelli d’Italia’ y gritaban poseídos los Bonucci, Chiellini, Donnarumma o Chiesa uno ya comprendía que empezaban el partido con el uno a cero a favor. Incluso el diminuto pero genial Lorenzo Insigne nos parecía alcanzar los dos metros de altura ante semejante derroche de patriotismo y, sobre todo, hambre por comerse el césped.

Inglaterra por su parte pareció tener por primera vez en su historia todo de cara: casi todos sus encuentros los disputó ante sus hinchas, cuentan con una generación tan joven como magnífica e incluso se adelantaron en la final cuando apenas habían transcurrido dos minutos de juego. Pero claro, es Inglaterra y lo normal es que las cosas no le vayan bien, ya sea porque el rival es mejor o porque su técnico tan pragmático en muchas de sus decisiones se ha puesto la tirita antes de recibir el golpe. Mientras Italia asume que de una manera u otra las cosas le terminarán saliendo, los ingleses pelean ante años de historia en los que ya conocen el final de la película antes de que incluso esta se haya grabado. De todas formas, si la dinámica continúa lo normal es que antes o después terminan celebrando, al fin, un éxito deportivo. Pero esto no va de merecer, va de ganar y ahí la península itálica es catedrática. En esta ocasión han sido la mejor selección de principio a fin, les ha ido bien no sentirse la gran favorita y además se sienten cómodos en los instantes en los que las piernas tiemblan, en los que las decisiones se toman más con el corazón que con la cabeza.

Harry Kane y la dolorosa derrota con Inglaterra. Foto: Robbie Jay Barratt (Getty Images)
Harry Kane y la dolorosa derrota con Inglaterra. Foto: Robbie Jay Barratt (Getty Images)
Tan solo tengo dos preocupaciones ahora mismo. La primera de ellas es que quedan tres años para la siguiente Eurocopa, llevo nostálgico desde las semifinales ante el inminente final que se veía en el horizonte, y la segunda es que bien entrada la madrugada, mientras escribo esta crónica, no tengo cerveza fría en el frigorífico. El verano aprieta pero no ahoga, mientras tanto seguiremos soñando entre las sábanas que vivimos rodeados de Chiellini y Bonucci para afrontar nuestro día a día, entre épicas acciones defensivas y con el liderazgo de quienes saben que el destino les sonríe y que estará de su lado. ¿Nos hemos divertido durante este último mes? Lo hemos hecho como nunca ante un contexto que precisamente no nos favorecía, entre noticias dramáticas diarias y mascarillas estas 24 selecciones nos han hecho evadirnos de la realidad tal y como lo puede hacer un buen relato, el sonido de un gran disco o la intriga de una serie. ¿Cómo hemos llegado aquí? No tengo respuestas para todo, aunque así lo pretenda, tan solo quiero volver al sofá a dejarme llevar entre ocho prórrogas y cuatro tandas de penaltis, que sea el balón quien juzgue el destino y no todo lo que gira sin cesar a su alrededor. ∎

Compartir