2022/ Conciertos internacionales

De 2019 a 2022 solo pasaron tres años, pero fue un mundo en el caso de Fontaines D.C. Nos iban a visitar en 2021 con dos discos bajo el brazo, pero fue imposible. Cuando finalmente lo hicieron, ya en 2022, traían tres. Y una progresión apabullante que supieron mostrar en salas y en grandes festivales. Ni La Riviera (20 de marzo), ni Razzmatazz (21 de marzo) ni el enorme escenario Estrella Damm del Primavera Sound (3 de junio) les quedaron grandes. Volvieron a barajar sus naipes, se amoldaron al contexto, encendieron el pogo y triunfaron sin reservas transmitiendo la misma proverbial veracidad y entrega. (Foto: Sharon López). Carlos Pérez de Ziriza

El astro nigeriano, gran estrella del pop africano actual, venía de lograr un hito con la proyección de los afrobeats al conseguir llenar el Madison Square Garden de Nueva York el 28 de abril, de la mano de Youssou N’Dour. Su pase en el Primavera Sound, el 10 de junio, en un abarrotado escenario Tous, fue más corto pero no menos estimulante. Un “grandes éxitos” servido por una potente banda, en frenéticas conexiones rítmicas con el dancehall y el amapiano, con rotundas coristas y sección de viento, que le permitió mostrarse como rapero concienciado y, a la vez, crooner smooth. Que vuelva. (Foto: Val Palavecino). Ramon Súrio

Parc del Fòrum, Barcelona, 11 de junio. Exterior, tarde. Chaqueta plateada, gafas de sol. Entre la avalancha de nombres del Primavera Sound, Arooj Aftab fue un elixir esperado por los oídos que buscan evitar los caminos trillados. Arpa (Maeve Gilchrist) y contrabajo (Petros Klampanis) bastaron para que la voz y las canciones de Aftab embrujaran. ¿Folk neosufí? ¿Contemporánea? ¿Jazz? Todo y mucho más en un repertorio basado en “Vulture Prince” (2021), el álbum que la ha puesto definitivamente en el radar. El 3 de noviembre volvió (Galileo Galilei, Madrid) dentro de una breve gira europea. (Foto: Marina Tomàs). Juan Cervera

El saxo de Shabaka Hutchings, la tuba de Theon Cross y la doble batería de Eddie Hick y Tom Skinner (el de The Smile): huracán de sonidos, excitante crisol de estilos. En agosto pusieron punto y final a su trayectoria, pero aún nos dio tiempo de disfrutarlos en el Primavera a la Ciutat el 6 de junio (Apolo). Tres meses antes habían estado en Madrid (2 de marzo, BUT; sin Cross por problemas de visado) y Barcelona (3 de marzo, La (2) de Apolo). Free jazz que podría ser ethio-jazz, afrobeat, calipso y grime, con el espíritu de Nueva Orleans y el pálpito del Caribe entero. El poder y la gloria de la música negra en toda su magnitud: soplo catártico. (Foto: Óscar García). Santi Carrillo

El festival Cruïlla (9 de julio) quiso poner su nombre bien grande, plantando cara a lo anglo, y ahí estuvo Rubén Blades con su danza intelectual y justiciera. Verbena de lujo, de la mano de la Roberto Delgado Orquesta, con seda y motor turbo, partiendo de “Salswing!” (2021) y haciendo parada y fonda en las esquinas de la memoria popular a golpe de “Decisiones” y “Pablo Pueblo”, con filosofía de vida y honores al oficio llano: “El cantante”. Y sin permitirnos dejar de bailar para festejar la salida del túnel pandémico. (Foto: Òscar Giralt). Jordi Bianciotto

No tiene la presencia escénica de Missy Elliott, ni el carisma espiritual de Lauryn Hill, ni el sex appeal de Beyoncé. Es ligera, menuda, de apariencia discreta. Pero sobre el escenario flota como una mariposa y pica como una abeja. Tres años después de su primera visita al Primavera Sound, y con una banda que recrea orgánicamente la epopeya vital del magno “Sometimes I Might Be Introvert” (2021), la británica combinó (Parc del Fòrum, 3 de junio) hip hop, funk y soul con un dominio apabullante de sus virtudes en un festín de negritud activamente reivindicativa. Un portento de la naturaleza. (Foto: Òscar Giralt). Carlos Pérez de Ziriza

Festival viene de festivo, de fiesta. Y desde luego, pocas opciones son más apropiadas para animar una fiesta que Gorillaz. La jugosa ensalada de estilos que elabora el polifacético chef Damon Albarn, unida a la fantasía cromática y macarra de Jamie Hewlett, dio como resultado dos sesiones ditirámbicas y jubilosas en el Primavera Sound (4 y 9 de junio). Y Mos Def, el impetuoso Hypnotic Brass Ensemble, slowthai, la majestuosa Fatoumata Diawara, el rasposo toasting de Sweetie Irie, unos siempre brillantes De La Soul y algún que otro invitado en pantalla contribuyeron a conformar un line-up de ensueño en el mayor festín pos-COVID posible. (Foto: Òscar Giralt). Luis Lles

“Get Ready For Love”, y que los demonios se exorcicen mientras las heridas remiten, a grito destemplado. Los Bad Seeds se refuerzan con un trío de coristas que hace justicia a tamaña página góspel. Estamos en el Parc del Fòrum (Primavera Sound, 4 de junio) y el ministro Nick Cave alterna alabanzas de cada domingo con salmos especiales teñidos de luto. Cave se acercará al público, tomará sus manos, mirará sus caras y se dejará tocar, mientras los benditos bastardos que lo acompañan en escena evitarán que su jefe, con dos pies y medio brazo en lo mesiánico, descalabre. Esta vez es diferente, somos nosotros los que sanamos al pastor golpeado. El “ministro” Cave también ofició, el 2 de septiembre, en el nuevo festival Cala Mijas en Málaga. (Foto: Sergio Albert). Jorge Acevedo

Aun adaptado al formato festival –se quedaron en cinco las ocho pantallas de brazo articulado diseñadas por Kuka–, el “Multitude Tour” de Stromae es mucho, muchísimo más que un prodigio técnico. El sonido (inmaculado), el concepto de iluminación, el atrezo (un perro robot, un sillón sobre un raíl de trávelin) y hasta el material 3D de nWave Pictures se comprometen con un bien mayor: la invención de la dramaturgia pop para las masas. Cada canción, una escena exquisitamente interpretada por un artista total que, como un Brel de la era TikTok, sublima el equilibrio entre contenido y continente. De “Invaincu” a ese “Mon amour” a capela con su banda en la intimidad de 35.000 personas (Bilbao BBK Live, 8 de junio), setenta y cinco minutos para el mejor espectáculo musical que Europa puede hoy ofrecer. (Foto: David Mars). Gerardo Sanz

Existía curiosidad sobre cómo traducir al directo un disco como “HEY WHAT” (2021), donde el estudio digital era un instrumento más. Alan Sparhawk y Mimi Parker –que murió el 6 de noviembre– habían prometido no salir a escena con más de lo que salían desde 1994: guitarra, bajo, una batería escuálida y dos voces como columnas de entrada a un reino bello y fracturado. Desde ahí, Low construyeron bajo una puesta en escena que negaba sus rostros en un buscado contraluz. Solo la música y su lenta ascensión podían ser la experiencia del momento. Es complicado ver un puñado de músicos que consigue la atención total, el silencio granítico, la escucha como objeto de contemplación. Desaparecidos ellos, solo nos quedaba vivir en la arquitectura frágil de las canciones. Fuimos removidos y arrebatados aunque aún no sepamos exactamente qué cambió en nosotros. El arte, la fidelidad y el talento hieren. De algún modo experimentamos lo sublime. Ver posarse la gracia sobre la tierra durante poco más de cincuenta minutos es una experiencia imborrable. Lamentablemente, debido a la velocidad del samsara que nos otorga el diktat poscapitalista, al cabo de un tiempo se diluye. Por suerte, hay momentos, poco antes de que el parpadeo tímido de la aurora aletee, que el recuerdo de la voz de Mimi en el Auditori Rockdelux (Primavera Sound, 3 de junio, y al día siguiente en el escenario Binance) se hace fuerte y puja por hacerse presente en el recuerdo, para que cuando la vida se ponga en marcha camine en compañía de un regalo para siempre. (Foto: Sharon López). Ramón Ayala