Tiempos nuevos, tiempos salvajes.
Tiempos nuevos, tiempos salvajes.

Lista

Los 30 mejores discos hardcore punk

Suciedad, velocidad y agresividad son su tarjeta de presentación. Gestado en Estados Unidos desde finales de la década de los setenta del siglo XX, el hardcore punk llegó para quedarse con su talante contestatario. A día de hoy su espíritu prevalece sin ajarse.

Directamente heredado del punk, el hardcore nace como su expresión más radical y punzante. La rabia, la sobriedad y la rapidez son sus señas más definitorias. De ahí que nos hayamos basado en estos parámetros a la hora de elaborar esta lista, en la que no están todos los que son, pero sí son todos los que están. Los criterios de selección obedecen sobre todo al respeto a las raíces, evitando por ello la segmentación que se dio a posteriori en subgéneros como metalcore, post-hardcore, grindcore, thrashcore, deathcore, mathcore, crossover, etc. Por eso están presentes Minor Threat y no Fugazi, artífices de un sonido mucho más elaborado y alejado de los presupuestos iniciales. Ocurre igual con otras formaciones capitales como Napalm Death, Converge o The Dillinger Escape Plan, que pueden considerarse como una hibridación posterior. La mayoría de los discos que copan esta lista fueron facturados en la época en que la Guerra Fría y el mandato de Ronald Reagan tensaron las relaciones diplomáticas entre el Bloque del Este y Occidente. Resulta significativo que en esta selección tan solo haya dos bandas no estadounidenses: los británicos Discharge, precursores del sonido d-beat o crust, y los suecos Refused, que dieron una vuelta de tuerca con su peculiar experimentación. Entre el primitivismo de Germs, Negative Approach, The Faith o Void, encontramos clásicos populares como Circle Jerks, Hüsker Dü, Adolescents, Zero Boys, Dag Nasty o Gorilla Biscuits; la angustia vital de Rites Of Spring, padres del emocore; abanderados del punk a ultranza como Poison Idea o Fear; e inspiradores del hardcore melódico de la talla de Descendents y Bad Religion. También a Bikini Kill, punta de lanza del movimiento feminista riot grrrl; a Misfits, creadores del horror punk; a representantes del sonido straight edge –movimiento que abomina de las drogas y el alcohol– como Minor Threat y Youth Of Today; así como a revolucionarios de última hornada: Turnstile o Soul Glo. Miguel Ángel Sánchez Gárate

04

Circle Jerks

Group Sex > Frontier, 1980

Catorce cortes directos, demoledores e hiperveloces en menos de dieciséis minutos. Una furiosa rabia posadolescente que no da más respiro que algunos ingeniosos cambios de ritmo. Y canciones sobre frustración, sexo, alcohol, insubordinación, falta de perspectivas de futuro y desprecio hacia los esnobs, el gobierno o el ejército. Esos son los ingredientes de este contundente clásico hardcore de la Costa Oeste. No pudo salir mejor la creación, tras su breve paso por Black Flag, del indómito Keith Morris junto a Greg Hetson, quien acababa de dejar Redd Kross. Circle Jerks se habían formado en 1979. Y en un año se las apañaron para engendrar una obra maestra que enlazaba enérgicos proyectiles punk sin tregua ni pretensiones, aunque alguno venía heredado de sus bandas anteriores. Laura Pardo

05

Germs

(GI) > Slash, 1979

Qué hubiera sido de los Germs si su frontman Darby Crash no se hubiera suicidado el 7 de diciembre de 1980, la noche antes de que dispararan a John Lennon. Su muerte fue sepultada por un aluvión de otros titulares. “GI” (Germs Incognito) quedó como único disco de la formación mixta californiana. Sin embargo, esta pieza fue un hito histórico porque canaliza toda la energía del hardcore, y tan solo era 1979. Tenían todo el caos del punk, con la estética importada por la visita de Crash al Londres de Vivienne Westwood y Malcom McLaren, pero incorporaron el músculo y la velocidad a un disco producido por la mismísima Joan Jett. Esta banda lo prometía todo, hasta un culto propio. Y fue el primer proyecto de Pat Smear, que luego participó en otras formaciones clave como Adolescents, Nirvana y Foo Fighters. Aïda Camprubí

06

Hüsker Dü

Zen Arcade > SST, 1984

De los diecinueve minutos de “Everything Falls Apart” (1983) a los setenta de “Zen Arcade” (1984): un descomunal paso de gigante que colocó a Hüsker Dü en lo más alto del podio de la facción hardcore punk norteamericana. Los de Minnesota –Grant Hart, Bob Mould y Greg Norton– entregaron un doble LP preñado de furia y electricidad y, con la complicidad del fiel Spot en tareas de producción, construyeron un majestuoso artefacto conceptual que, a grandes rasgos, narra la historia de un chaval que escapa de un entorno familiar desestructurado para enfrentarse a un mundo que le muestra las caras menos amables de la existencia. Dominado por las composiciones de Mould –escribe o coescribe dieciocho de las veintitrés piezas del lote, aunque Hart es autor de “Pink Turns Into Blue”, una de las cumbres del trío–, el álbum no da respiro: desde los compases iniciales de “Something I Learned Today” hasta el huracán final de catorce minutos de “Reoccurring Dreams”, todo en “Zen Arcade” es puro magma volcánico, un campo de minas que se iría refinando, sin perder fuerza, en discos como “New Day Rising” (1985), “Flip Your Wig” (1985) y “Candy Apple Grey” (1986). Juan Cervera

07

Bad Brains

Bad Brains > ROIR, 1982

El icónico relámpago destruyendo el Capitolio de la portada anticipa agresión, pero nada puede preparar al oyente novicio para la apisonadora de cerebros que abre la cara A de este casete: asalto instrumental de velocidad y pesadez inenarrables con una voz tan desquiciada como ininteligible. La turbia mezcla refuerza esta brutalidad que, rematada por fulminantes solos de guitarra, avanza sin concesiones. En uno de los sincretismos más notorios de la historia de la música, el ambiente se oxigena con piezas de reggae-dub, islas de sosiego rastafari en plena borrasca. Combinado con fragmentos de contundencia casi metalera, este muestrario de destellos aceleradísimos de elevada sensibilidad melódica convirtió a la anómala banda afroamericana de Washington D.C. en hito instantáneo del hardcore. Xavier Gaillard

08

Discharge

Hear Nothing See Nothing Say Nothing > Clay, 1982

Como un big bang para el hardcore punk, así llegó al mundo el debut de Discharge. Era 1982, ya había habido avisos de los propios Discharge con sus primeros singles y de bandas como The Exploited o G.B.H., pero la influencia de este álbum dentro de cualquier subestilo extremo dentro del punk –y metal– desde su publicación –llamémoslo crust, thrash o grindcore, por no hablar del d-beat, bautizado así en su honor– es indiscutible. Rápido, crudo y minimalista hasta decir basta, la reglas del juego nunca fueron las mismas a partir de ese momento. Como si Motörhead y Sex Pistols hubiesen concebido un hijo bajo el efecto de anfetaminas baratas, “Hear Nothing See Nothing Say Nothing” llegó a este mundo para escupir a todos en la cara y elevar el “menos es más” a la categoría de arte. Richard Royuela

09

Poison Idea

Feel The Darkness > American Leather-Vinyl Solution, 1990

Menudo hostión el de la obra magna de Poison Idea. Imposible obviar la influencia que ejerció el mejor disco de los de Portland: con la introducción de “Plastic Bomb” entiendes de dónde ha salido Turbonegro. La sección rítmica se adscribe más al metal que al hardcore: escuchen la versión que hizo Pantera de la furibunda prefiguración del metal alternativo de “The Badge”. La sutilidad metafórica jamás fue el fuerte de esta banda, pero sí la creatividad. “Feel The Darkness” se mantiene como un tratado de agresión y ferocidad aplicado al rock’n’roll. Con la cafre pero ilustrada guitarra de Pig Champion como punta de lanza, rompieron el molde hardcore punk ochentero para destripar cualquier género con guitarras, velocidad y cabreo: speed metal, punk‘n’roll, boogie acelerado. Ricard Martín

10

Refused

The Shape Of Punk To Come. A Chimerical Bombination In 12 Bursts > Burning Heart, 1998

Desde el título –un guiño a “The Shape Of Jazz To Come” (1959), clásico free jazz de Ornette Coleman–, los suecos ya dejaban claro que este era un disco de espíritu rupturista. Con la banda en un momento inmejorable, haciendo gala de un eclecticismo donde conviven el jazz, el pop, el house, el folk, el noise o cualquier otro estilo que se les ocurriera sin dejar de ser rabiosamente punk, cada canción es una aventura donde puede pasar cualquier cosa. Dignos herederos de Joe Hill y Woody Guthrie, esta es música al servicio de unas ideas. Rock de trinchera con una energía contagiosa capaz de trascender géneros. Obra de arte colosal donde el continente es tan importante como el contenido. Un álbum revolucionario en todos los sentidos, nacido para expandir los límites del hardcore. JuanP Holguera

11

Suicidal Tendencies

Suicidal Tendencies > Frontier, 1983

No es baladí que la ópera prima de los de Venice (California) se convirtiera en disco imprescindible del skate punk. Las bandanas, camisas de cuadros y actitud pandillera calaron hondo en una legión de combos que los tomaron como referente, de Excel a Municipal Waste o Bones Brigade. “Institutionalized”, entre los primeros temas hardcore emitidos por MTV y que formó parte de la película “Repo Man”(Alex Cox, 1984), “I Shot The Devil”, “Two Sided Politics” o “I Saw Your Mommy” destilan adrenalina, humor e inconformismo con una frescura que eclipsa muchos de sus discos posteriores. Miguel Ángel Sánchez Gárate

12

Descendents

Milo Goes To College > New Alliance, 1982

Empezaron de niños, viendo hacer a sus vecinos Black Flag y The Last. Poco imaginaba la familia SST que sus hermanos mocosos, esos nerds que olían a pescado de Hermosa Beach y se juntaban en el local de al lado, inventarían un pop-surf-punk con canciones tan redondas como las de Ramones o The Beach Boys, pasadas de cafeína. Aquí va uno de esos discos perfectos. Desde temas canónicos de medio minuto hasta joyas como “Hope” o “Bikeage”, el enorme Bill Stevenson lideró esta revancha de los novatos hasta convertirse en influyente batería y uno de los más eficaces songwriters de cualquier género. Descastados incluso del punk, eso les hacía, ay, más punk todavía. Abel González

13

Adolescents

Adolescents > Frontier, 1981

Se formaron con miembros de Agent Orange y Social Distortion y en su primera etapa solamente publicaron este LP, pero fueron una de las piedras angulares sobre las que se cimentó la escena de Orange County. Temas con vocación de himno, guitarras y voces más oscuras y composiciones más elaboradas que las de sus coetáneos, sobre todo las que venían de la etapa en The Detours de alguno de sus miembros: “Amoeba” y “Kids Of The Black Hole”. Por momentos se intuye cierta influencia after-punk, aunque la intercalan con trallazos hardcore sin florituras e igualmente efectivos. Imprescindible. Laura Pardo

14

7 Seconds

The Crew > Better Youth Organization, 1984

Pese al piñón fijo y su sonido monocromo, “The Crew” era el acceso más hospitalario a la escena en 1984. No daba respiro, ¡pero escondía canciones! Vociferar “Trust” agarrado a la cofradía era un acto afiliativo puramente hardcoreta. Invitaban a unirse de inmediato a un movimiento que ofrecía positivismo, amistad y amabilidad frente a la náusea que el punk no resolvía y que el hardcore aseguraba solucionar implícitamente. Aspas en el puño, ojos tintados y mensajes inclusivos. Si Ian MacKaye te parecía muy severo, el talante de Kevin Seconds brindaría juventud eterna y abrigaría como un hermano mayor. Abel González

15

Misfits

Walk Among Us > Ruby-Slash, 1982

El primer álbum de Misfits fundó el horror punk: yuxtaposición de horror serie B y pop punk. Todavía impresiona por su conceptualidad vanguardista: trece temas en veinticinco minutos. Pero no va de rapidez, sino de logros: el cuarteto inventó una aleación de doo-wop sangriento rebozada en la arena playera de Brian Wilson. Himnos de minuto treinta. Y, surfeando el raca-raca ramone, una voz de Elvis maligno aúlla sobre despellejar niños. Cuando el punk empezaba a moralizar –veganismo, straight edge–, estos tipos se lanzaron al holocausto caníbal sonoro más sabroso de la historia. Ricard Martín

16

Dag Nasty

Can I Say > Dischord, 1986

Antes de limar las aristas del hardcore punk hacia algo incluso más melódico y pop, Dag Nasty decidieron hacer el disco que –con permiso de Bad Religion– tiene los coros más bien puestos de aquella época. Si conoces “Can I Say” es imposible que no hayas gritado los “silly boy” de “What Now”, que no te hayas llegado a cansar de escuchar tantas veces “Circles” o que no te haya sorprendido sonando en algún garito en los noventa. Es el disco más Dischord del grupo de Washington D.C. y la prueba de que expandir límites y explorar nuevas vías dentro de un género musical a veces sale muy bien. Ivone Lesan

17

Gorilla Biscuits

Start Today > Revelation, 1989

Pocas veces un sermón sonó tan vitamínico. Gorilla Biscuits se tomaba en serio el hardcore y de esa pasión nació “Start Today”, una de las piezas angulares del estilo. Sus esfuerzos, y los de otros grupos de la Youth crew, estaban puestos en mantener una actitud vitalista y decidida, pero también autoexploratoria y coherente con cierta rectitud vital. Aquí hay amistad, autenticidad, amor propio o una temprana mención crítica al concepto de procrastinación. Añadamos a ese equipaje la velocidad, melodía y concisión de este álbum y tendremos algo más de veinte minutos para la historia. Ignacio Pato

18

Zero Boys

Vicious Circle > Nimrod, 1981

Surgido de la aparente nada geográfico-musical que era Indiana, este grupo maneja tres referentes: punk rock setentero, hardcore californiano y una mezcla de garage y art punk raruno típica del Midwest, con reverencia a antecedentes regionales como The Gizmos. Estimulante amalgama –trallazos a todo trapo junto a piezas rezagadas de sabor rock o pop– que sorprende por su excelente producción, madurez melódica-compositiva y destreza instrumental: bajo implacable y elástico, afilados microsolos guitarreros y una cínica voz nasal berreando sobre roña urbana y decadencia humana. Xavier Gaillard

19

M.D.C.

Millions Of Dead Cops > R Radical, 1982

Las siglas ACAB –traducido del inglés: “todos los policías son unos bastardos”– llevadas a su máximo esplendor por esta banda pionera del hardcore de izquierdas más explícito y politizado. Desde Austin, capital del estado sureño de Texas, ayudaron a consolidar las escenas de San Francisco y Portland. Este debut –autoeditado en su sello R Radical– incluía clásicos como “John Wayne Was A Nazi”, que sacaban a la palestra las problemáticas estadounidenses. Después de un hiato y los habituales cambios de formación en proyectos longevos, siguen activos y participando en recopilatorios como “Punk For Ukraine Vol. 1” (2022). Aïda Camprubí

20

The Faith / Void

The Faith / Void > Dischord, 1982

Este split, compartido por dos dispares bandas de la primera generación del sello Dischord, es uno de los cincuenta discos favoritos que Kurt Cobain reflejó en sus diarios. Los caóticos Void –de Columbia, Maryland– fueron pioneros del crossover entre thrash metal y hardcore. The Faith, procedentes de Washington D.C. y más afines al sonido canónico de Minor Threat, viraron hacia terrenos más melódicos, pre-emo. El padrino Ian MacKaye y su habitual Don Zientara coproducen este vinilo, definido como testimonio imprescindible del primer y más canónico hardcore estadounidense: directo, iracundo, peligroso. Luis Miguel Flores

21

Bad Religion

Against The Grain > Epitaph, 1990

Envuelto por una elocuente portada obra de Joy Aoki, el quinto álbum de los californianos es la última punta del espídico tridente al que también dan forma “No Control” (1988) y “Suffer” (1989). Un trabajo canónico en el que velocidad, melodía y gloriosas armonías vocales se funden con los extraordinarios textos del doctor Greg Graffin –incisivo en “Modern Man”, académico en “Entropy”– y la envidiable inspiración de Mr. Brett: “Anesthesia” o “21st Century Digital Boy”. Inagotable. César Luquero

22

Negative Approach

Tied Down > Touch And Go, 1983

Abanderado del hardcore en el Medio Oeste, Negative Approach reflejó en su único álbum y en apenas diecisiete minutos –con avales de otro héroe de los subterráneos locales, Corey Rusk, ex-Necros y jefe de Touch And Go– los catastróficos efectos del interminable abandono industrial en Detroit. La embrutecida garganta de John Brannon prende la mecha de concisos cartuchos como “Said And Done”, “Hypocrite”, “Live Your Life” o “I’ll Survive”. Al detonar, estos expanden su acerada y orgullosa metralla antialienación. César Luquero

23

Sick Of It All

Blood Sweat, And No Tears > In-Effect, 1989

La banda de Lou y Pete Koller, oriunda de Queens y aún en activo, es la más representativa de la escena hardcore punk neoyorquina. Su debut en largo para In-Effect, subsello punk de Relativity, enriquece la esencia hardcore con detalles thrash, estribillos gritados a varias voces y riffs 100% metal. El MC KRS-One deja clara la trascendencia e idoneidad del disco en la intro de la brutal “Clobberin’ Time/Pay The Price”: “Spreading the hardcore reality in 89, (...) you suckers!”. Luis Miguel Flores

24

Rites Of Spring

Rites Of Spring > Dischord, 1985

Conocidos por ser la banda en que militaban Guy Picciotto y Brendan Canty antes de formar parte de Fugazi, el cuarteto Rites Of Spring también cuenta con su propia leyenda. Su carrera fue breve e intensa y sus conciertos eran anárquicos e impredecibles. Gracias a este único elepé, producido por Ian MacKaye, se les considera precursores del emocore. Más directos y crudos, y por tanto menos precisos y cerebrales que Fugazi, en estas canciones destilan autenticidad, urgencia y emoción primaria. JuanP Holguera

25

Bikini Kill

The C.D. Version Of The First Two Records > Kill Rock Stars, 1994

Los EPs que recoge este álbum –“Bikini Kill” (1992) y su parte en el split (con Huggy Bear) “Yeah Yeah Yeah Yeah” (1993)– son punk. En el hardcore punk de los ochenta y noventa los ideales eran de respeto, igualdad, antifascismo y anticapitalismo. Aun así, se configuró una escena poblada por hombres, tanto encima de los escenarios como frente a ellos. Hasta que llegó Kathleen Hanna con su “girls to the front” para que se diesen cuenta de que las chicas no solo existen, sino que molan y trascienden. Ivone Lesan

26

Angry Samoans

Back From Samoa > Bad Trip, 1982

Más mayores que el grueso de integrantes de la primera oleada hardcore de Los Ángeles y con dos críticos musicales en sus filas. Llegaron al género casi por casualidad –empujados por el paso de Jeff Dahl por la banda– y abandonaron el género casi de inmediato. Aun así, su primer álbum, despachado en diecisiete minutos, es uno de los debuts más acertados y peculiares de la escena: rapidez y precisión en catorce irreverentes sacudidas llenas de humor absurdo, ironía y melodías pegadizas. Laura Pardo

27

Turnstile

GLOW ON > Roadrunner, 2021

Quien piense que hoy día un disco hardcore no puede ser relevante debería darle un buen repaso a “GLOW ON”. El estilo sigue evolucionando y contagiándose de lo que pasa ahora en la música popular, las barreras estilísticas cada vez están más difuminadas. La furia hardcore que domina el álbum convive sin problema con ritmos funk o el alt-rock de los noventa, así que no tomemos como un golpe de suerte que Turnstile sea la banda escogida para liderar el hardcore contemporáneo. Richard Royuela

28

Youth Of Today

Break Down The Walls > Wishingwell, 1986

Youth Of Today fueron los principales impulsores de la subcultura punk Youth crew: mensajes positivos con carga moralizante y fidelidad a los preceptos del straight edge y el veganismo. En su primer álbum, lejos de predicar, su vocalista e ideólogo Ray Cappo –en 1990 se unió a los Hare Krishna y montó la banda krishnacore Shelter– comparte ideas con naturalidad y contundencia sobre el lecho de guitarras de John “Porcell” y Richie Birkenhead, poco habitual en el género. Luis Miguel Flores

29

Fear

The Record > Slash, 1982

El álbum de debut del carismático Lee Ving y sus secuaces rebosa irreverencia y desparpajo a partes iguales. El tono provocador de canciones como “Let’s Have A War”, “I Love Livin’ In The City” –con estrofas tan explícitas como “Mi casa huele a zoológico / Está llena de mierda y vómito / Cucarachas en las paredes / Ladillas arrastrándose por mis pelotas”– o “I Don’t Care About You” deja claro por qué este disco de la escuela angelina se convirtió en un clásico. Miguel Ángel Sánchez Gárate

30

Soul Glo

Diaspora Problems > Epitaph, 2022

A Soul Glo hay que agradecerles que el estilo no se haya convertido en lo menos hardcore punk que se puede ser: una reliquia reaccionaria. También debemos dar gracias a las desigualdades estructurales. Arremeten como un búfalo contra ellas: el racismo, la crisis de salud mental o un ascensor social del que ya queda solo el hueco. Los de Filadelfia son valientes que no temen a la vulnerabilidad y mantienen el orgullo de un género que un día fue una enorme y joven terapia colectiva. Ignacio Pato

03

Dead Kennedys

Fresh Fruit For Rotten Vegetables > Cherry Red, 1980

Que no engañe la romantización nostálgica del pasado: el mundo no era apacible cuando Dead Kennedys se metieron en el estudio a grabar su debut en la primavera de 1980. Jimmy Carter estaba a punto de dejar la presidencia de Estados Unidos a Ronald Reagan, continuaban las tensiones nucleares entre Washington y Moscú, Juan Pablo II había iniciado un papado caracterizado por el conservadurismo casi al tiempo que Margaret Thatcher comenzara su mandato de hierro, sonaba ruido de sables en nuestro país, se alargaba la crisis de los rehenes de la embajada estadounidense en Irán, y Pol Pot hacía de su capa un sayo en Camboya.

Tiene sentido que este disco suene como una pesadilla. Jello Biafra, East Bay Ray, Klaus Flouride y Ted –aún no estaba D.H. Peligro– construyeron, como si el mañana no fuera a existir, un tren de la bruja en el que al montar hoy sigue dando esa risa nerviosa. Montaron sus piezas a conciencia, sabiendo que la provocación era un arma más para ajustar cuentas con una sociedad domada a base de trabajo, orden, consumo y –como californianos lo observaban de cerca– culto y acumulación de capital corporal. Biafra está memorable en su papel de hombre del saco, de Fantômas tanto de la América pacata como de la liberal. Las guitarras surfean el apocalipsis y la base rítmica apunta a un hardcore que necesitaba meterle furia y velocidad al punk porque el medio es también el mensaje. Más de cuatro décadas después, la fruta de los Kennedys sigue imponiendo y divirtiendo. Ignacio Pato

Klaus Flouride, Ted, Jello Biafra y East Bay Ray: Dead Kennedys, primer disco.
Klaus Flouride, Ted, Jello Biafra y East Bay Ray: Dead Kennedys, primer disco.

02

Minor Threat

Complete Discography > Dischord, 1989

El eslabón que une a The Teen Idles (el grupo punk previo de Ian MacKaye y Jeff Nelson: 1979-1980) con Fugazi (la banda post-hardcore por antonomasia de MacKaye: 1986-2002). Recopilatorio total de Minor Threat (1980-1983) en orden cronológico, obra completa. Cuatro históricas sesiones de grabación. Abril 1981: EP “Minor Threat” (ocho temas; aquí se suman dos más de la misma tanda publicados en el disco colectivo “Flex Your Head”, 1982). Agosto 1981: EP “In My Eyes” (cuatro temas). Enero 1983: mini-LP “Out Of Step” (nueve temas). Y diciembre 1983: EP “Salad Days” (tres temas; se publicó en 1985).

Tres intensos años de vida en veintiséis canciones con MacKaye (voz y árbitro de la violencia controlada con su aparente severidad conceptual; sobre todo en su demoledores directos), Nelson (batería), Brian Baker (bajo, después guitarra), Lyle Preslar (guitarra) y, desde 1982, Steve Hansgen (bajo) blandiendo su particular manifiesto sociopolítico contra el estado de las cosas: estricta dieta de filosofía straight edge en brutales y apasionadas canciones (al principio, de tres acordes y un minuto) que, en una suerte de explosiva catarsis, son pura terapia de choque, además de irrebatible legado para la posteridad. Hablamos de Las Tablas de la Ley, del canon del hardcore punk. Santi Carrillo

Ian MacKaye en Minor Threat en 1983. Foto: Jim Saah (del libro “In My Eyes. Photographs 1982-1997”).
Ian MacKaye en Minor Threat en 1983. Foto: Jim Saah (del libro “In My Eyes. Photographs 1982-1997”).

01

Black Flag

Damaged > SST, 1981

Greg Ginn –guitarrista, fundador y líder de Black Flag– había sido deadhead, vio a los Ramones cuando empezaban y sabía que él también podía hacerlo. Vivía en Hermosa Beach, cuarenta kilómetros al sur de Hollywood. Había estudiado Económicas, fundado una empresa de componentes modificados para radio –Solid State Tuners, origen del sello SST, crucial en la expansión del rock independiente y su ética en los Estados Unidos– y tenía ganas de romper con los convencionalismos de la América pre-Reagan. Estaba asqueado por el acoso policial a los jóvenes de su ciudad: Black Flag incluidos; lo habitual era que los conciertos del grupo –activo desde 1976– terminasen como el rosario de la aurora.

En lugar de someterse a los dictados nihilistas de coetáneos como Germs, optó por apostarlo todo al estajanovismo punk autogestionario en una California adocenada y enferma de desigualdades. El fichaje en 1981 del voceras Henry Rollins –un fan del grupo proveniente de Washington D.C. que había cantado en los también precursores State Of Alert– permitió a Black Flag –Charles Dukowski se encargaba del bajo, Dez Cadena pasó de la voz a las guitarras y ROBO castigaba la batería– materializar su desaforada visión del rock’n’roll tras una tacada de EPs en la que ya anidaba el germen de lo que conocemos como hardcore. En “Damaged”, el primer álbum del grupo, hay himnos amenazantes –“Rise Above”– y divertimento punk –“TV Party”–, pero también lacerantes ralentís de considerable densidad –“Damaged I”– y acelerones vivificantes como “Gimmie Gimmie Gimmie”, además de heridas que no curan –las de “Depression”– y recetas que no quitan el dolor pero tampoco caducan: la de “Six Pack”. Agresivo y esquinado, el estreno en largo de Black Flag articuló un lenguaje que todavía suena a desafío. César Luquero

Henry Rollins, al frente de Black Flag, en 1981. Foto: Steve Rapport (Getty Images)
Henry Rollins, al frente de Black Flag, en 1981. Foto: Steve Rapport (Getty Images)

Esta lista se ha elaborado gracias a las votaciones de:

Aïda Camprubí, Santi Carrillo, Juan Cervera, Luis Miguel Flores, Xavier Gaillard, Abel González, JuanP Holguera, Ivone Lesan, César Luquero, Ramon Llubià, Ricard Martín, Laura Pardo, Ignacio Pato, Richard Royuela y Miguel Ángel Sánchez Gárate. ∎

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