Desde los primeros momentos de “You & i are Earth” es fácil sentir que estás componiendo desde un lugar nuevo, uno de certidumbre y calma.
Creo que así es. No tiene que ver solo con mi vida personal. También está relacionado con los avances en mi vida profesional. Ahora que ya he compuesto tres álbumes, por fin tengo la sensación de que tengo esto por la mano. Es una buena sensación.
Hay una intimidad sorprendente en estas canciones, como si nos estuvieras cantando muy cerca al oído. Es todo un cambio respecto a cómo usabas la voz en discos anteriores, sobre todo en el primero, en el que parecías querer abrumar por momentos.
Sabía que no quería presionarme a mí misma, tratar de hacer cosas difíciles con la voz. Quería que todo fuese más amable, fácil y agradable. Pero sin que dejara de haber dinámicas interesantes, sea como sea. Quizá a nivel de arreglos es menos obvio, quizá sea menos fácil señalar lo que son grandes barridos y elementos más pequeños, pero espero que siga siendo una escucha rica.
“You & i are Earth” suena a culminación de un proceso de autoconocimiento. “in|FLUX” era una obra marcada por la terapia. Aquí suenas a una persona que, al menos de momento, no necesita esas sesiones.
La terapia ha afectado a todo lo que hago. Tuve suerte de poder hacerla durante tanto tiempo como la hice, unos cuatro años. Durante la grabación de “in|FLUX” seguía haciéndola y eso me permitió tener confianza y sentirme cómoda. Acabar ese álbum fue eso: un ejercicio de confianza en mí misma, una idea que se puede aplicar aún más al nuevo. Quería ser amable, calmada, agradable… Algo muy diferente de “A Common Turn”. Y solo podía conseguirlo confiando en mí misma. Ahora mismo no estoy en terapia. Sé que volveré a hacerla en algún momento, pero es muy cara y desde el año pasado o así no ha sido algo que sintiera que necesitara de la misma manera.
Lo primero que oímos, en la inicial “Talk To Me”, son los sonidos del mar. ¿Ha sido la naturaleza parte de tu proceso de curación?
No hablaría tanto de curación como de aceptación. No estoy arreglada, no hay punto final y no he acabado. Eso es algo que he aprendido de la naturaleza, el hecho de que todo sucede en ciclos y que debemos aceptar esos ciclos. En cierto momento las cosas volverán a cambiar, pero si vemos con calma la imagen completa, entendemos que no hay nada de malo en ello. Es una constante en el mundo natural, como puede verse en las estaciones o incluso con las mareas. Últimamente he vivido cerca del mar y he podido ver lo agradable que es, pero también lo terrorífico que puede resultar. A veces te parece algo pequeño, privado, mientras que otras veces solo ves la enormidad. Es todas las cosas a la vez. Estoy aprendido que la vida es eso, es todo al mismo tiempo en todo momento. Hacerse a la idea de algo así lleva tiempo. ¡Estoy en ello!
Esos sonidos naturales, igual que esos arreglos tan ricos pero sutiles, me han recordado a uno de mis discos favoritos de los últimos años, “An Overview On Fenomenal Nature”, de Cassandra Jenkins. ¿La conoces, te gusta?
Me encanta Cassandra Jenkins, pero no es una influencia musical que haya incluido de forma consciente. No me molestaría que se hubiera colado de forma inconsciente. En realidad, mi principal influencia fue “Diamond Mine” (2011), de King Creosote y Jon Hopkins. Es un disco con un gran sentido de lugar, en el que puedes escuchar Fife en todo momento, en parte gracias a las grabaciones de campo. Cuando lo escucho siento que entiendo ese lugar. Quería hacer un poco lo mismo, solo que con Donegal. Entrelazar los sonidos naturales en el tejido de la música de forma tan fluida como fuera posible.
¿Dirías que Lankum ha sido otra influencia? Colaboras con el violinista Cormac Mac Diarmada y el productor John “Spud” Murphy.
Sí, desde luego que sí. Hay mucha música irlandesa que está funcionando muy bien y con todo el merecimiento. He estado oyendo mucho a Lankum, Ye Vagabonds, Rachael Lavelle, Anna Mieke (otra colaboradora de “You & i are Earth”), Junior Brother… Artistas que me entusiasman e iluminan. Y Spud se ha encargado de grabar a muchos de ellos.
En la nota de prensa has dicho que te sientes nerviosa por lanzar un disco “tan delicado y sutil”, dado que “la economía de la atención nos ha hecho desear cosas grandes y brillantes que pronto desaparecerán”. En este entorno de ruido y velocidad, cada vez me atrae más la música espaciosa, intemporal y (para los estándares actuales) lenta. ¿Te sucede lo mismo?
Me pasa que necesito esa música más que nunca, pero a la vez necesito el subidón de dopamina de lo inmediato, de lo más rápido. En mi interior me debato entre dos preguntas. Por un lado, me digo: “¿Qué me haría sentir mejor a largo plazo?”. Y por otro: “¿Qué me haría sentir bien ahora mismo?”. Esa es la batalla, eso es lo complicado. Lanzar un trabajo tan suave me ponía nerviosa, pero la gente se está portando bien hasta ahora. No es la primera vez que publico música que puede considerarse y se ha considerado, digamos, “vulnerable”, pero por algún motivo con “You & i are Earth” me sentía mucho más expuesta. No sé decir exactamente por qué. Quizá porque, al menos en Inglaterra, lo culturalmente aceptable es autoflagelarse y ser desagradable con uno mismo. Me daba miedo la idea de mostrar mi satisfacción con la vida.
Tu conexión con Irlanda es antigua: hace más de una década estudiaste un máster de poesía en Mánchester y tus dos maestros eran irlandeses. A la hora de escribir las letras, ¿te apoyaste un poco en tus viejos estudios? Creo que en aquellos días te enganchaste a Seamus Heaney.
Desde luego, Heaney está en estas canciones. Desde que leí su poesía, he intentado pensar en él cuando estoy componiendo. Me resulta muy cálido y muy agradable. Incluso cuando está hablando de cosas que son realmente tristes, de algún modo consigue que parezca que está ahí contigo, como tu compañero, como tu amigo. Es algo que realmente quería hacer con este álbum: convertirme en compañera de quien quiera que lo estuviese escuchando. Para mí esa es parte de la magia de Seamus Heaney. También me interesa lo imbuido de lugar que está su lenguaje. Incluso en sus elecciones de palabras, sus poemas me hablan de una localización geográfica muy específica. Intenté un poco eso con la terminología que uso a través del disco.
De hecho, en el estupendo tema “Mo cheol thú”, cantas sobre la conexión entre la lengua y la tierra.
Me inspiró mucho la lectura del libro “Thirty-Two Words For Field. Lost Words Of The Irish Landscape” (de Manchán Magan), que es sobre la lengua irlandesa y lo absolutamente arraigada que está en Irlanda. Hasta ahora nunca había pensado demasiado en el hecho de que la lengua pueda estar tan ligada al paisaje del que proviene. Leer eso mientras componía el disco me pareció interesante, porque me hizo pensar todavía más sobre las palabras específicas que estaba usando. No estaba leyendo muchas otras cosas, en realidad. Leí un poco de Seamus Heaney, pero fue solo porque me apetecía, no porque me dijera: “Debo leer estos poemas para que me inspiren”. Me decía simplemente: “Oh, venga, voy a leer ‘Recogiendo moras’”.
Si hay una pieza central, es la penúltima, la que da título al disco, que suena a la vez realmente épica y deliciosamente pequeña. Es un equilibrio interesante, y uno que no debe ser tan fácil de encontrar, ¿verdad? Tiene que ver con la elegancia, con la contención. Es una canción pequeña y dulce y, a la vez, se siente inmensa.
Me alegra que digas que hemos encontrado ese equilibrio. Era la intención, pero no estaba segura de que lo hubiéramos logrado. El álbum se llamaba de otra manera antes de quedarse en “You & i are Earth”. Después me quedé con este otro nombre, lo que no dejaba de resultar un poco peligroso, porque no es una canción grande, exhibicionista; no es un tema que quiera llamar tu atención. Pero supongo que esa es toda la idea que me movía. Tenía sentido. No sé cómo llegamos a ese arreglo particular. Es la primera que intentamos grabar y, a base de trabajar y trabajar en ella, empezó a surgir eso tan interesante, la mezcla de lo vasto y lo pequeño. Eso es lo que me da miedo del disco, que su vastedad es una vastedad sutil, que se revela poco a poco si le dedicas un poco de tiempo.
¿Cómo planeas trasladar su riqueza de arreglos al directo? ¿Qué podemos esperar de tu futuro paso por Madrid y Barcelona?
Serán en solitario o, como mucho, con una o dos personas más. Desde luego no podrán ser con banda completa, porque no me lo puedo permitir a nivel financiero. En cualquier caso, en ningún sitio del mundo me podría permitir ser realmente fiel a la grabación sobre el escenario: tendría que llevarme ocho clarinetistas, un contrabajo, un violín, un chelo y luego guitarra, bajo, armonio… Sería demasiado. Sobre los conciertos españoles y portugueses, sé que quiero hacerlos especiales y adorables. ¡Solo me falta saber cómo! (ríe). ∎