Hace seis años, al principio de los tiempos de Cupido, los entrevisté para una web que ahora tienes que buscar en Wayback Machine y el titular que me dieron fue: “Tenemos más de Bad Bunny que de Tame Impala”. En aquel momento se les consideró desde muchos círculos indies un refrito de los australianos bastante desacertadamente, pues la banda formada por el cantante Pimp Flaco y el cuarteto de pop psicodélico Solo Astra – Alejandro “Al” García (bajo), “Toni D” Díaz (guitarra, voz, sintes), Dani “Dannel” Rodríguez (batería) y Luis “Luichi Boy” Sansó (voz y guitarra)– realmente se estaba fijando en la interacción cada vez más intensa entre el hip hop y el pop, vía melodía, en Suecia, con la órbita de Yung Lean, y en Estados Unidos, donde bandas como BADBADNOTGOOD o The Internet y artistas como Tyler, The Creator ya tenían bastante recorrido.
Ellos, claro, le empezaron a coger tirria a esa idea de que los encasillaban sin conocer completamente el contexto. “Postrap recuerdo que nos llamaron”, bromea Alejandro, el que menos se prodiga hablando. “Yo no sé si estoy del todo de acuerdo, más en el momento en el que lo dijiste”, dice Pimp Flaco mirando directamente a Toni D, el autor de tremenda barra. “A nivel de sonido creo que tenemos mucho más que ver con Tame Impala que con Bad Bunny, sobre todo entonces”. Se ríe bastante antes de dudar por un segundo: “Aunque hoy en día a lo mejor te digo que no lo sé”.
Este debate, aunque no lo parezca, sigue marcando en cierto sentido su día a día, más cuando el pseudoindie del que hablaba con acierto el director de esta revista copa con el respaldo de las multis espacios anteriormente reservados para bandas verdaderamente alternativas, no con coartada de, y cuando ellos mismos han sido definitivamente absorbidos por ese circuito. “Yo la verdad es que no lo entiendo”, sigue Flaco. “¿Cómo vamos a ser indie si estamos firmados con Sony? Y mi proyecto en solitario es independiente, pero no underground, porque a mí me conoce mucha peña…”. Viven cada vez más en la contradicción, confirmando que quizá sí se convirtieron en la isla que parecían ser durante aquellos primeros días. “Aquella frase la dije porque había mucha obsesión con catalogarnos como una banda indie, por meternos en ese saco, en ese circuito…”, reconoce Toni D, que, aunque ya no, porque está completamente centrado en Cupido, durante mucho tiempo formó en la banda de Christina Rosenvinge, dándole motivos a todos los que buscaban en ellos signos de validación. Para Flaco es todo “un tema ir con banda”, y no le falta razón –aunque esto es otro debate–, pero Toni además apunta: “Y los del indie siempre están obsesionados con ser los más listos. Hay mucha gente que se enfada porque le gusta Cupido, y grupos de indie que vienen a los camerinos de un festival y te empiezan a justificar en plan ‘es que a mí el Auto-Tune, no sé qué de la melodía…’. Y yo les digo: ‘No, mira, es que como el indie es la música más simple que ha existido en el planeta Tierra, y más comparada con el latineo y esas cosas, que es muchísimo más complejo, más rico…’. Todavía no terminan de entenderlo”.
El pasado 14 de febrero, tras protagonizar una divertidísima gira de festivales en verano en 2023 con kiss cam incluida y demostrar su enorme peso generacional en un macroconcierto en la Plaza Mayor de Madrid, Cupido dio su gran salto a las arenas en lo que entonces era el WiZink Center de la capital. Era un momento crucial para ellos, pero, como confiesa Dannel, nunca hubo presión, ni expectativas de más, ni miedo. Aunque todo viniera de un troleo como “Lo dejo”. “Nos gusta negarnos a nosotros mismos, ir un poco en contra de lo último que hemos hecho. Podíamos haber seguido con la fórmula del primer disco porque todavía había margen”. Y añade Toni D: “Pero nos la cargamos con ‘La pared’. Y la fórmula de ‘La pared’ nos la cargamos con lo siguiente, y creo que así vamos a seguir, así que eso nos quita un poco la responsabilidad del impacto del primer disco, de lo que ha venido después y espero de lo que vendrá. Siempre nos lo quitamos de encima y evitamos bastante mirar los temas de números y tal”.
Gran parte de estas libertades o licencias se las pueden permitir porque todos, los cinco, son productores, y todos ejercen como tal en lo que respecta a Cupido. Para Luichi Boy es clave, porque “hace que se note mucho la personalidad de cada uno y sus influencias distintas en el conjunto; con los artistas individuales esto es mucho más difícil, que suene fresco, imperfecto… Nosotros no es que estemos peleando en el estudio todo el día, pero sí cuando uno va a un lado y otro tira para el otro… pues salen cosas nuevas siempre”. Para Flaco, además, es una garantía infalible de autenticidad y una fuente de empoderamiento artístico: “Si trabajas con un productor que trabaja con cinco bandas, no quieras sonar único: es imposible. Además está la confianza en el proceso creativo: no es lo mismo meterte en el estudio con tu grupo que con un desconocido aunque te encante lo que hace. Si un día nos vemos perdidos en una isla, pues con cuatro cosas para hacer ruido componemos una canción porque de momento no necesitamos a nadie. Y eso siempre mola, porque además te da muchísima libertad. También me flipa coger un productor concreto para un tema concreto si me flipa su sonido, ¿eh? Pero hasta hoy no ha pasado”.