Desde que fundó lo que la industria argentina llamó “cumbia villera” a finales de los 90, Pablo Lescano fue convirtiéndose en una especie de embajador. Tanto con Damas Gratis, su proyecto principal, como con los grupos para los que produjo y compuso –Flor de Piedra, Amar y Yo, Los Gedes, entre otros– no solo hizo que un género de canciones románticas en castellano neutro empezara a contar, sin anestesia, escenas reales de los barrios bajos de la provincia de Buenos Aires, también lo llevó a lugares a los que no había llegado. Sus dos décadas de hits fiesteros suenan en varios países de Latinoamérica, pero su expansión puede medirse también por cómo conquistó espacios que convocan a otras clases sociales y están regidos por otra escala de valores, como el rock.
Desde aquel famoso grito de “¡la cumbia es una mierda!” de un frontman punk argentino –Cristian Aldana, hoy caído en desgracia– hasta nuestros días, tanto público como escena no son los mismos. El rock argentino echa mano de la cumbia desde fines del siglo pasado, pero tuvo que venir Lescano a hacerle un espacio en sus escenarios. Quizá vistas en algún momento como curiosidades simpáticas, las colaboraciones de Lescano con artistas como Los Auténticos Decadentes, Fidel Nadal, Los Fabulosos Cadillacs o Andrés Calamaro –quienes elogian su musicalidad y las texturas psicodélicas de sus teclados– ayudaron a construir una escena en la que el límite entre géneros ya no es tan claro ni tan necesario.
Hoy, a sus 44 años, Lescano es una figura de autoridad cumbiera que desarrolló un cuerpo de trabajo con peso propio. Y puede bendecir los coqueteos tropicales de popstars como Tini o apadrinar a referentes parados en la intersección de la cumbia y la música urbana como L-Gante, un nuevo fenómeno de masas. Con este último ya tiene cinco colaboraciones lanzadas en menos de dos años, y prepara un show conjunto para el primer Primavera Sound en Argentina, que se celebrará en noviembre. Considerando el ritmo de trabajo y tareas que maneja Lescano, falta muchísimo para ese esperado cruce en vivo. En el momento de esta conversación telefónica con Rockdelux, está enfrascado en su típica agenda semanal de varios recitales por noche en distintas bailantas. Así va y viene por todo el país.
¿Cómo le explicarías a alguien que no conoce la cultura argentina en profundidad cuál es el lugar que ocupa la cumbia?
Es la música popular. Se escucha en todo el país de punta a punta. No es de una zona, trascendió fronteras. Damas Gratis toca en México, en Colombia, en Chile, en Uruguay, en Paraguay, en todos lados. Ellos también escuchan cumbia, pero por ejemplo viene un mexicano acá y no puede creer que haya tanta gente que escuche cumbia, ni que haya tantos venues donde toquen bandas de cumbia y boliches donde se baile. Una banda de cumbia vocal como Damas Gratis puede hacer quince shows en un fin de semana. Eso no se ve en todos lados.
Imagino que un show como el que Damas Gratis dio en Barcelona el pasado abril tiene algo diferente. ¿Cómo es el directo y el público en otros países?
Lo que nos pasa en España es como lo que nos está pasando últimamente en Latinoamérica: es como tocar en casa. El público estaba eufórico. ¿Sabés lo que nos dijeron los productores? Que nunca habían vendido tanta bebida. Fuimos récord histórico de barra. Para nosotros esas cosas son importantes. Queremos que haya sold out, que le vaya bien al productor y a los organizadores, y que la gente se lleve un show del carajo. Porque todo salió perfecto: sonido, imágenes, FX, no se escatimó en nada. Mucha gente laburó para que saliese todo de la manera que tenía que salir y el público respondió. Somos una banda orgánica al cien por cien. Cero playback, nada de andar poniendo un disco y dándole play. Y no usamos lista de canciones. Cuando vemos que el clima decae un poco, inmediatamente hacemos un tema que sabemos que va a hacer saltar a la gente para que esté durante todo el show ATR (A todo ritmo). Es lo que buscamos y creo que logramos, ¿no?
Después de tantas colaboraciones, ¿te sientes parte del rock argentino?
Yo me tengo que sacar el sombrero ante todos los artistas y músicos del rock argentino, porque siempre tuvieron la mejor con nosotros. Saben que somos músicos, que vivimos pensando en la música más allá de que hagamos otro género. Estamos todo el día laburando. Ahora vos me llamaste y yo estaba mezclando una canción acá arriba de una camioneta con los auriculares puestos. No paramos. Los rockeros vieron eso y me dieron la posibilidad de participar musicalmente con sus proyectos y yo pude tenerlos a ellos en los míos, ¿entendés? Pero eso fue por parte de los músicos. Si me preguntas por cierta prensa o público de otras clases sociales, yo creo que la opinión general en un principio fue mala. Nosotros fuimos bastardeados y ninguneados. Un artista de música urbana que dice lo que nosotros decíamos ahora es cool. Para nosotros al principio no fue así.
¿Quién fue el primero del palo que te hizo un reconocimiento como artista?
No sabría decirte. Pero con los primeros que laburamos fue con Los Auténticos Decadentes. Ellos son unos rockeros del carajo, pero lo que hacen es fusión. Vas a cualquier parte y ahí ya estuvieron los Decadentes; son los referentes argentinos de la música en Latinoamérica. Hicimos algo en un programa de televisión y grabamos unas cosas. Son grandes colegas y se dio una relación de compañerismo.
A través de Fidel Nadal también empezó tu vínculo con la escena del reggae…
Sí, en ese momento, el año 2000, era muy complicado entender por qué se nos acercaban. Era un tipo cuadrado que solo escuchaba cumbia, muy ortodoxo. Fidel venía y me hacía escuchar unos flashes que para mí eran rarísimos. Yo pensaba: “¿Qué quiere mezclar este tipo? Está loco”. Fidel es un fusionador. Le dimos para adelante y salieron cosas, hicimos shows y todo.
¿Hay alguna colaboración que haya significado mucho a nivel personal?
Si tengo que elegir una creo que fue lo que hicimos con Omar Geles, un gran compositor, que toca el acordeón y hace vallenato. Él escribió “Los caminos de la vida” y un montón de otras canciones buenísimas que mucha gente conoce por las versiones, pero yo, que vengo de otra cultura musical, lo conozco de siempre. Eso fue muy especial, pero estoy agradecido con todos los músicos que colaboraron con nosotros porque cada uno puso su granito de arena en la construcción de lo que somos hoy.
En paralelo a tu trayectoria muchos artistas se han apropiado de la cumbia sin tener un vínculo directo con la escena, desde la cumbia electrónica a las bandas de cumbia-pop. ¿Cómo viste esas modas?
Muchas veces renegando, la verdad. Por momentos pienso: “Cada loco con su tema”, y que se manejen como puedan. Pero para nosotros la cumbia es nuestra vida. Nos lo tomamos muy en serio. No es que hagamos esto para joder. No es que nos juntemos cuatro amigos y nos pongamos a hacer esto porque sí y después hagamos otra cosa. No va por ahí la canción. Yo cuando apareció el reguetón no me puse a hacer reguetón porque no tiene que ver con lo que soy. En otros países es la música popular, pero acá en su momento fue de otra clase social; entonces hacerlo sería como traicionar lo que soy. Uno como músico puede fusionar lo que sea, pero no se puede volver un músico que no es.
¿Notás tu influencia en las nuevas generaciones?
Lo que pasa es que vos me preguntás qué escucho de ahora y no te puedo decir nada. Yo sigo escuchando música de los 90 para atrás. A la hora de escuchar soy bastante ortodoxo. No uso Spotify, prefiero tener YouTube Premium donde puedo escuchar cosas de cumbia que no están editadas.
L-Gante tiene hoy la misma edad que tenías vos cuando salió “Para los pibes” (DBN, 2000), el debut de Damas Gratis. ¿Hay algo del fenómeno que te recuerde a lo que viviste vos?
No lo sé. El pibe tiene talento, no hay duda. Yo encendí el teclado, tiré unas cosas y a los cinco minutos él ya tenía una idea. Tiene una chispa especial. Cuando le tiro algo, patea. Y no la tira a la tribuna. Sabe lo que dice, sabe a dónde va y pega piñones. Lo que veo en estos chicos de ahora es que todos componen, no buscan el cover como pasaba en la cumbia cuando empecé. Estos están armando lo suyo, sus letras y su cuentito.
¿Cómo están armando el show del Primavera Sound? Tienen las colaboraciones entre ustedes, pero hay mucha diferencia en sus repertorios.
El otro día nos cruzamos en un boliche de acá, del conurbano, en el que tocaba él, y nos dijimos: “Che, tenemos que juntarnos a armar esto”. Pero, bueno, todavía nos tenemos que poner. Es que cada uno con su agenda no anda corriendo de acá para allá. El plan es juntarnos en el estudio y ver qué armamos. Me decían la otra vez: “Pero mirá, que es importante, vas a tocar justo el día de…” (hace pausa intentando recordar).
¿Travis Scott?
Sí, ese. No tengo idea quién es, pero se ve que es groso, así que, bueno, haremos algo bien contundente. ∎