Bajo un nombre tan común como David Thomas (1953–2025) se escondía uno de los músicos de rock –aunque principalmente fue cantante, a veces tocaba el acordeón diatónico, el trombón, la musette o gaita barroca y otros instrumentos de viento– más extraños que podamos imaginar. Fue el hombre detrás de Pere Ubu y muchos otros proyectos con músicos diversos –siempre con su nombre y apellido por delante– que acostumbraban a ser los mismos que formaban parte –o lo habían hecho– de Pere Ubu.
Su fallecimiento se produjo el miércoles 23 de abril “tras una larga enfermedad”, como se puede leer en el muro de Facebook de la banda que había fundado en 1975. En el comunicado se señalaba que su mujer y su hijastra menor se encontraban a su lado. “Finalmente regresará a la Pensilvania en que se crió”, se añadía, donde quería ser, literalmente, “arrojado al granero”.
En el escrito también se explica que Thomas y Pere Ubu han estado grabando un nuevo álbum “que él sabía que iba a ser el último”. Sus actuales compañeros afirmaban: “Nos esforzaremos para seguir mezclando y finalizar el nuevo álbum para que su última música esté disponible para todos. Además, ha dejado instrucciones para que se siga trabajando en la catalogación de todas las cintas de conciertos en directo a través de la página oficial de Bandcamp. Su autobiografía estaba casi terminada y vamos a terminarla por él”. El comunicado concluye con una cita del propio músico: “Me llamo David Fucking Thomas... y soy el cantante de la mejor puta banda de rock’n’roll del mundo”.
Thomas era, inicialmente, un escritor de oronda figura que escribía sobre música en el semanario de Cleveland ‘The Scene’ con el seudónimo de Crocus Behemoth. En un momento determinado pensó “si soy tan listo, lo que digo debería hacerlo por mí mismo”, refiriéndose a dejar de escribir de música para empezar a hacerla, y junto a otros músicos de la ciudad formó Rocket From The Tombs, una ruidosa banda de rock de garage y protopunk de vida efímera, formada en junio de 1974 y disuelta en agosto de 1975 con una pelea que tuvo lugar sobre el escenario, durante una actuación en directo: “En la primavera de 1975 le dije a la banda que teníamos que grabar un single para progresar. Peter dijo que debíamos hacer ‘Wild In The Streets’: Garland Jeffries era su tema del mes. Yo dije que no tenía sentido hacer una versión. No estábamos en los sesenta y teníamos mejores canciones propias. Un par de semanas después volví a sacar el tema. Peter quería hacer una versión de los Rolling Stones. Decidí dejar a un lado el asunto, pero en mi fuero interno sabía que Rocket From The Tombs estaba muerto”, dijo Thomas a la revista ‘It’s Psychedelic Baby Magazine’, en una entrevista publicada el 13 de septiembre de 2021.
Cuando la banda se deshizo, dos de sus integrantes, Gene O’Connor y Johnny Madansky, se juntaron con Stiv Bators y formaron los Dead Boys, mientras que Thomas y Peter Laughner, el guitarrista de Rocket From The Tombs, formaron Pere Ubu, grupo que se consolidó de forma inmediata pero bajo el liderazgo único y absoluto de Thomas, dado que Laughner murió en 1977, a los 24 años de edad, de una pancreatitis provocada por un alcoholismo extremo. En esa misma entrevista para ‘It’s Psychedelic Baby Magazine’, Thomas reconoció que “la primera persona a la que pedí que se uniera a Pere Ubu fue Tim Wright, que había sido el técnico de sonido de Rocket From The Tombs. No era músico. Le dije que eligiera un instrumento y que yo construiría la banda a su alrededor. Peter se enteró y me pidió unirse. Y así continuó”.
A Laughner, sin embargo, solo le dio tiempo a grabar el single “30 Seconds Over Tokyo” / “Heart of Darkness”, autoeditado en 1975 por David Thomas en su sello Hearthan. Alguna más de las canciones de Laughner, como “Life Stinks”, también entró en el repertorio de “The Modern Dance” (Blank, 1978), el primer álbum de Pere Ubu, que iba a ofrecer una propuesta musical muy diferente. “Rocket From The Tombs tenía fuertes influencias de MC5, The Stooges y Alice Cooper al principio, pero no procedían de mí”, explicaba Thomas a ‘It’s Psychedelic Baby Magazine’. El sonido “avant-garage” de Pere Ubu –esa sí es definición de Thomas– se inspiraba, en cambio, en una mezcla de la música concreta, arte escénico, rock de los sesenta, elementos procedentes del rock progresivo y sus ramificaciones folk y lo puramente experimental.
Su art punk nunca ha sido de digestión fácil, pero, a pesar de su escaso éxito comercial, Pere Ubu es considerada por ‘AllMusic’ como “una de las bandas más influyentes del underground estadounidense”. Y, como sucediera con The Velvet Underground unos años antes, inspiró a generaciones de músicos a formar sus propias bandas a ambos lados del Atlántico. Marcó a grupos británicos ligeramente posteriores a él, de Joy Division a Throbbing Gristle, pasando por The Sisters Of Mercy. Peter Murphy, de Bauhaus, incluyó en “Should The World Fail To Fall Apart” (1986), su debut en solitario, una versión de “Final Solution”, uno de los temas de Rocket From The Tombs recuperados por Pere Ubu. Y Julian Cope y los norirlandeses That Petrol Emotion grabaron sendas versiones de “Non-Alignment Pact” –del primer álbum de Pere Ubu– en sus respectivos álbumes “Saint Julian” (1987) y “That Petrol Emotion Live” (1988). En Estados Unidos su influencia llegó algo más tarde, en la generación de Sonic Youth, Pixies, Hüsker Dü, Mission Of Burma, Henry Rollins o Pavement.
Pere Ubu había nacido en medio de la explosión punk estadounidense, cuando Television, Patti Smith y Ramones ya habían debutado o tenían un par de discos publicados. El nombre elegido por Thomas para su banda daba a entender que no estábamos ante un escupitajo común y corriente contra la sociedad: procedía de “Ubú rey”, la obra teatral del francés Alfred Jarry estrenada en 1896 que es considerada como precursora del surrealismo, el dadaísmo y el teatro del absurdo, al que se adelantó casi 50 años. En su página web se puede leer la frase que explica sus intenciones artísticas: “Pere Ubu era un nombre que no le decía nada al 95% del público. Yo quería crear una banda de la que Herman Melville, William Faulkner o Raymond Chandler hubieran querido formar parte”.
“The Modern Dance” caló hondo en medio del proceso renovador de la escena musical internacional, pero su propuesta en realidad no tenía nada que ver con la visceral crudeza del nuevo género, sino que bebía de manantiales de aguas mucho más profundas, con dos referentes fundamentales situados a ambos lados del mundo anglosajón: la libertad experimental de los británicos Henry Cow y el estadounidense Don Van Vliet (Captain Beefheart). También podríamos añadir, en su concepto de “extrañeza”, a The Residents, sin que su sonido tampoco se pareciera en nada al de los californianos. Son solo referencias explicativas, ya que él lo decía de una forma muy precisa: “Yo soy mi principal influencia”. Y así sí podríamos definir una personalidad tan poliédrica como la suya.

Crudo, rabioso, impresionante. “The Modern Dance” combina punk y vanguardia en una época en la que el punk aún se consideraba vanguardia en sí mismo. Tal vez no es su mejor disco, pero sí es el que más fácil se lo pone a quien quiera comenzar a investigar en los terrenos de las músicas raras, que en el caso de David Thomas y Pere Ubu pueden llegar a ser MUY raras. Cuando en cierta ocasión le dijeron que este disco había fijado una serie de nuevos sonidos estándar para “esa clase de música” y le preguntaron por sus influencias e inspiración, el líder de Pere Ubu respondió: “‘The Modern Dance’ es el único ejemplo y el padre de ‘este tipo de música’. Si había 10 canciones en el álbum, en cada una de ellas había 47 influencias y 53 inspiraciones. El objetivo era representar la experiencia humana de la vida real. La vida real no viene en paquetes ordenados. Es un desastre”.

Diez meses después de “The Modern Dance”, la banda publicó un disco aún más completo, que hay que escuchar de principio a fin. A veces industrial, a veces krautrock, a veces avant-garage, a veces post-punk electrónico. Y siempre, siempre, teatral. La sorpresa la habían dado diez meses antes y esta vez ya no sorprendió. Pero si la sorpresa la hubieran dado con este disco, seguro que habría sido mucho mayor.

Ha sido definido como el “álbum de jazz” de Pere Ubu, pero solo lo es en el sentido de la extrema libertad que va tomando forma en su forma de componer. Si hasta ahora lo que hacía Thomas eran canciones (raras, pero canciones), aquí la excentricidad toma un cuerpo mucho más elevado al tiempo que la arropa con diversión. Y si hay jazz lo hay como si lo estuviera tocando una orquesta de niños superdotados con la única intención de impresionar a su familia. ¿Lo habrán oído Gilipojazz?

Sin el nombre de Pere Ubu pero con una banda sospechosamente similar entre cuyos miembros se encontraban Tony Maimone, Allen Ravenstine y David Hild, “Monster Walks The Winter Lake” es una especie de liederkreis o ciclo de canciones sobre la vida urbana y pastoral desde la perspectiva de un monstruo no identificado. Si el “Swordfishtrombones” (1983) de Tom Waits te parece extraño, esto no sabrás por dónde cogerlo, con Thomas cantando con un aullido apenas mamífero sencillamente irresistible. Y aquí descubrirás de donde nace la melodía de acordeón del “Gang Bang” de Nacho Vegas.

Acabemos este repaso con el álbum más extraño de todo el catálogo de Pere Ubu: su auténtica adaptación musical y teatral de la obra de Alfred Jarry “Ubú rey”, de donde procede su nombre original. Se estrenó en el Queen Elizabeth Hall de Londres en 2008 y fue condensada y grabada en disco con Sarah Jane Morris en el papel de esposa del rey Ubú. El tema de apertura, “Ubu Overture”, dice todo lo que necesitas saber sobre la obra: llena de reverberación industrial, ruido blanco y voces-eructo que repiten “Ubu”, es lo más salvaje que nunca grabó Thomas y la demostración de que el tiempo no le había domesticado. Pero no debería ser lo primero que escuches de él… ∎