Elegida en 2019 por la revista ‘DownBeat’ “Mejor guitarrista de jazz” y segunda “Mejor artista de jazz”. Foto: James Wang
Elegida en 2019 por la revista ‘DownBeat’ “Mejor guitarrista de jazz” y segunda “Mejor artista de jazz”. Foto: James Wang

Entrevista

Descifrando a Mary Halvorson

La admiración que despierta en Nueva York la guitarrista de jazz Mary Halvorson es de las que solían sentirse en las épocas más efervescentes de la Gran Manzana… “Artlessly Falling”, el segundo álbum que publica con su banda Code Girl, fue votado en la lista de Rockelux de los mejores discos internacionales de 2020.

La pandemia la ha mantenido casi un año parada, sin actuaciones en directo. Se puede decir que su última actuación tuvo lugar en el teatro Principal de la localidad gaditana de Puerto Real el 11 de marzo del año pasado. Podéis imaginar qué sucedió a continuación… “Solemos bromear diciendo que aquella fue ‘La última cena’ –recuerda, en conversación mantenida a través de FaceTime, durante el temporal de nieve que azotó Nueva York recientemente, tan solo un par de semanas después de que la tormenta Filomena sembrara el caos en Madrid y el centro de la Península Ibérica–, porque después de ese concierto tuvimos que cancelar el resto de nuestra gira europea y volver a casa. Fue un concierto genial y la cena posterior fue increíble. Después, todo se vino abajo y, desde entonces, solo he realizado un par de conciertos a través de internet. Miento: participé en un concierto al aire libre este pasado verano, pero el último concierto de Code Girl con público fue el de Cádiz. Después he estado, básicamente, en casa todo el año. La parte buena es que he podido componer mucho; para eso, ha sido genial y me siento muy afortunada en ese sentido: he podido practicar mucho con la guitarra y ha sido agradable tener un descanso de tanto viaje constante y dedicarme a trabajar, escribir y dormir mucho. Pero la realidad es que ahora echo de menos viajar y la música en vivo. O, incluso, simplemente tener interacciones sociales con la gente o verla en persona, no limitándome a mirar una pantalla todo el tiempo”.

“Artlessly Falling” (Firehouse 12, 2020), el álbum aparecido a finales de octubre del año pasado, no es, curiosamente, fruto de la pandemia. El disco se había grabado en diciembre de 2019 y contó con la sorprendente presencia, como cantante invitado, de Robert Wyatt, figura mítica del rock progresivo de los años 60 y 70, en los que formó parte, como batería, de Soft Machine y Matching Mole, dos de los nombres imprescindibles del llamado Sonido Canterbury, antes de quedar parapléjico en un absurdo accidente al caerse, borracho, de un cuarto piso durante una fiesta de cumpleaños.

Wyatt había anunciado en 2014 que dejaba la música, pero Halvorson no se amilanó ante ese inconveniente. “Me he mantenido en contacto con él durante varios años, principalmente por correo electrónico –explica la guitarrista–. Y siempre le enviaba por correo mis discos cuando los publicaba. Siempre había sido una gran admiradora suya y mi sueño era que cantara en el disco. Había leído que ya no hacía música y pensé: ‘No lo va a hacer’. Pero también pensé que lo peor que me podía pasar sería que me dijera que no. Así que cuando me respondió y me dijo que sí, que le encantaría, me alegré muchísimo”.

Code Girl: Maria Grand, Michael Formanek, Mary Halvorson, Tomas Fujiwara, Amirtha Kidambi y Adam O’Farrill. Foto: James Wang
Code Girl: Maria Grand, Michael Formanek, Mary Halvorson, Tomas Fujiwara, Amirtha Kidambi y Adam O’Farrill. Foto: James Wang

La admiración de la guitarrista por Wyatt nació cuando Halvorson (Brookline, Massachusetts, 1980) tenía unos veintitantos años. “Un amigo me puso ‘Rock Bottom’ (1974) y me sucedió eso que ocurre cada vez con menos frecuencia a medida que envejecemos. Creo que sabes de lo que estoy hablando: sentí algo que te golpea tan fuerte que es como si no lo pudieras creer. Nunca antes había escuchado música como esa y lo escuché cientos de veces. Me obsesioné por completo con su música. Escuché también a Soft Machine y a Matching Mole, pero siempre pensé que era su música en solitario, realmente, la que más me atraía. Pero ‘Rock Bottom’ sigue siendo mi favorito, tal vez solo porque lo escuché primero y tuvo ese impacto inicial. Me parece único. Hermoso. Extraño, pero también melódico y poderoso. Y creo que es la expresión perfecta, por la forma en que canta, por su composición y por los arreglos”.

“Rock Botton” fue un deslumbramiento adulto, pero la fascinación por la guitarra le había llegado antes, con doce años, a través de la música de Jimi Hendrix. “La guitarra me fue llevando al jazz –asegura–. Cuando empecé a tocar, estaba interesada en la guitarra, no en el jazz. De hecho, cuando comencé a tocar hacía rock, pero el profesor que tuve en el instituto, un guitarrista de jazz, empezó a enseñarme jazz y poco a poco me fui enamorando”. Después se matriculó en la Universidad Wesleyana de Middletown, Connecticut, para estudiar Biología, y aterrizó por casualidad en la clase de música afroamericana que impartía el saxofonista Anthony Braxton y su destino se modificó. “Anthony fue algo así como un mentor, el que me terminó de decidir a dedicarme a la música”, reconoce. En la actualidad, Mary Halvorson es una figura emergente en el ámbito jazzístico mundial –en 2019 fue elegida por la revista ‘DownBeat’ “Mejor guitarrista de jazz” del año, por delante de Bill Frisell, y segunda “Mejor artista de jazz”, tan solo tres puntos por detrás de la cantante Cécile McLorin Salvant, además de recibir la beca de música de la prestigiosa Fundación MacArthur–. Fueron reconocimientos lógicos después de un 2018 intenso en grabaciones discográficas en formato dúo, con artistas como Joe Morris, Robbie Lee o Bill Frisell, y en formato banda, tanto con Thumbscrew, uno de los grupos de los que forma parte, como con Code Girl, banda de la que es líder absoluta (y en la que también intervienen sus compañeros de Thumscrew, el bajista Michael Formanek y el batería Tomas Fujiwara), que debutaba discográficamente ese año.

“Me he mantenido en contacto con Robert Wyatt durante varios años, principalmente por correo electrónico. Y siempre le enviaba por correo mis discos cuando los publicaba. Siempre había sido una gran admiradora suya y mi sueño era que cantara en el disco”

“Thumbscrew es un colectivo; nadie es un líder –explica–. Todos componemos la música y así nos hemos mantenido durante mucho tiempo y adoro el sonido de esa banda. Pero luego me puse a pensar en mi propio proyecto, Code Girl, y cuando pensaba en quién quería que tocara el bajo y la batería en Code Girl, me encontré imaginando el sonido de Thumbscrew con Michael y Tomas tocando con un cantante y un trompetista. Y pensé que sería la sección de ritmo perfecta para apoyar el sonido que estaba imaginando. Así que se puede decir que ‘robé’ la banda y la usé para mi propio grupo”. Una de las particularidades de Code Girl es que, por primera vez, Halvorson escribe sus propios textos.

“Escucho mucha música con letra, pero mucha de la música que toco no tiene letra y tampoco hay cantantes –reflexiona–. Me pregunté en algún momento: ‘¿Por qué escucho tanta música con palabras si toco muy poca música en la que las haya?’. Así que creo que la idea del proyecto era intentar cerrar un poco esa especie de brecha. En realidad, siempre me ha interesado escribir letras y es algo que he hecho a lo largo de toda mi vida, aunque no todo el tiempo. Pero, ya sabes, he experimentado un poco con la escritura de letras, así que pensé que sería interesante darme la oportunidad de jugar con la idea de explorar y escribir con música y palabras. Y forma parte de algo que también me gusta hacer, que es introducir nuevos elementos en la música y desafiarme a hacer algo diferente o esforzarme para ir más allá de lo que ya hice la última vez. De hecho, empecé a escribir y después imaginé la banda. Cuando tuve todas las piezas en su lugar y había elegido a todos los músicos es cuando empecé a escribir la música. En el primer disco incluí –Code Girl” (2018)–, incluso, una letra que escribí cuando tenía veintipocos años, quizá cuando estaba en la universidad. Pero todas las demás ya han sido nuevas. ∎

¿Por qué Code Girl?

“La gente suele pensar que se refiere a alguien a quien le gusta la codificación, como los códigos informáticos o algo así, o a alguien que habla en código. Pero no es por ninguna de esas cosas. Fue por mi maestro, Anthony Braxton. Estaba de gira con él, en la carretera, y dijo una frase, no recuerdo por qué lo dijo ni a qué se refería. Y yo le pregunté: Bueno, ¿cuál es el código?. Él respondió: Code, girl?’ (¿código, niña?). Le repetí: ¿Cuál es el código?. Y él contestó: Cinco, cinco, cinco, cinco. Me resultó tan extraño que me lo anoté en un cuaderno porque en esa época estaba trabajando en las letras de las canciones, y escribí Code Girl (5, 5, 5, 5) y me olvidé de ello. Tiempo después, cuando estaba pensando en cómo bautizar mi grupo, volví a mis cuadernos de anotaciones y lo encontré. Y pensé que tenía mucho sentido para el contexto de la banda. En primer lugar, porque también hay algunas chicas en la banda [se refiere a la cantante Amirtha Kidambi y la saxofonista Maria Grand] y, en segundo lugar, porque las letras están muy codificadas, son algo crípticas, no fáciles de entender de manera lineal. Y, finalmente, podría ser un reconocimiento o un saludo a mi maestro, al usar esa frase que él dijo. Además, pensé que era un nombre genial para una banda”. ∎

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