Eddie Palmieri, en la década de los sesenta. Foto: Tom Copi (Michael Ochs Archives/ Getty Images)
Eddie Palmieri, en la década de los sesenta. Foto: Tom Copi (Michael Ochs Archives/ Getty Images)

Fuera de Juego

Eddie Palmieri, rumba con swing

El pianista y compositor está considerado una leyenda por sus contribuciones a la música caribeña y al jazz que impulsaron a la Nueva York tropical al mundo. La extensa carrera de Eddie Palmieri lo consagra como un referente de la segunda mitad del siglo XX. El director de las orquestas La Perfecta, Harlem River Drive y La Perfecta II falleció el pasado 6 de agosto en su casa de Hackensack, Nueva Jersey, después de una larga enfermedad. Tenía 88 años.

Desde pequeño, Eddie Palmieri (1936-2025) fue un músico inquieto. En sus inicios, estuvo influenciado por la síntesis de Mario Bauzá y Dizzy Gillespie, conocida como cubop. Punto de encuentro que estableció una conexión experimental, fiable y duradera, que enriqueció las respectivas esencias de la música latina y la música de jazz, dotándolas de un universo sonoro todavía vigente. En esa misma década de 1940, gracias a su hermano Charlie, también prestó atención a las prominentes big bands de Tommy Dorsey, Glenn Miller y Woody Herman.

Eduardo Palmieri nació el 15 de diciembre de 1936 en Nueva York. Fue el segundo de los dos hijos de Isabel Maldonado, costurera, y Carlos Manuel Palmieri, técnico de radio y televisión. Ambos eran de Ponce, Puerto Rico. Cuando Eddie tenía 5 años, su familia se mudó desde el Spanish Harlem al sur del Bronx, donde su padre abrió una tienda de dulces y una heladería.

En su etapa final, el pianista tuvo tiempo para atender la petición del cineasta Spike Lee para formar parte del elenco y del soundtrack de su última película, “Del cielo al infierno” (“Highest 2 Lowest”, 2025), basada en el clásico de Akira Kurosawa “El infierno del odio” (1963); Lee también es conocido por su estima y conocimiento de las distintas músicas de raíz afro. En el filme, aparece Eddie Palmieri, junto a The Salsa Orchestra, interpretando una de sus piezas emblemáticas, “Puerto Rico”, durante el Puerto Rican Day Parade en el Bronx. La cinta se presentó, en mayo pasado, en el festival de Cannes, y desde el 5 de septiembre estará disponible en Apple TV+.

Eddie Palmieri se inició en la música tropical en los años cincuenta como pianista en la Orquesta de Eddie Forrester. Luego se unió a la banda de Johnny Seguí y a la de Tito Rodríguez antes de formar la suya propia en 1961. Aunque tenía dudas, le gustaba el formato clásico de conjunto cubano, con una primera línea de cuatro trompetas. Como los trompetistas eran caros, buscó otras opciones. Conocía al trombonista Barry Rogers, que lo ayudó en la resolución de la fórmula musical. “Se convirtió en una cuestión económica: el trombón o la flauta”, declaró Palmieri. Pero una noche pudo disponer de ambos instrumentistas, a quienes añadió una pequeña sección rítmica. La guinda fue un joven cantante que empezaba a despuntar, Ismael Quintana, que como compositor tenía un don poético. Todo un hallazgo. Fue su fórmula “perfecta”. De ahí el nombre. “La Perfecta lo cambió todo en la historia de nuestro género, en mi opinión. Sin duda, en Nueva York”, apuntó con énfasis el pianista.

Eddie Palmieri e Ismael Quintana a la voz: fórmula “perfecta”.
Eddie Palmieri e Ismael Quintana a la voz: fórmula “perfecta”.

La Perfecta fue el primer combo en incorporar una sección de trombones en lugar de trompetas, algo poco común en la música latina de entonces. Con su sonido diferencial, el conjunto compitió con éxito con las orquestas de Machito, Tito Rodríguez y otras reconocidas bandas. La Perfecta pronto se convirtió en una de las formaciones más arrechas de la época. El repertorio de Palmieri ayudó a construir un éxito duradero, iniciado con un montuno como “Café” y una guaracha como “Muñeca”.

Todo ello –músicos, repertorio, sonoridades, ritmos, etc.– llevo a entender que Palmieri era un experimentador radical. Para gozo de los bailadores, recibió una invitación del salón de baile de referencia de entonces, pues Palmieri tocaba a poca distancia, en un pequeño club. “El Palladium recibía a miles de clientes a la semana: estrellas de Hollywood y artistas profesionales los miércoles, gánsteres y chicas glamurosas los viernes, puertorriqueños de clase trabajadora los sábados y afronorteamericanos los domingos. La Perfecta tenía una química especial con el público de los domingos. ‘¡Eddie, tócanos un poco de ‘Azúcar’!’’”, gritaban los bailarines, según ‘The New Yorker’.

Entrado el siglo XXI, el mundo de la cultura lo reconoció como lo que era: un jazzman de primer orden, cuya extensa carrera lo consagró como una leyenda viva. Así lo entendió la Biblioteca del Congreso en 2009, al incluir su álbum “Azúcar pa’ ti (Sugar For You)” (Tico, 1965) en el Registro Nacional de Grabaciones. “Azúcar” es el tema estrella del elepé. De camino al Olimpo, grabó “El sonido nuevo” (Verve, 1966) junto al vibrafonista Cal Tjader, conocido exponente del líquido jazz de la Costa Oeste, más cercano al easy listening que a la innovación. La conexión entre ambos permitió un segundo disco, “Bamboleate” (Tico, 1967). Y en “Champagne” (Tico, 1968), liderando su orquesta ya sin el concurso de Tjader, demostró su dominio del bugalú.

Eddie Palmieri, en la década de los setenta. Foto: Getty Images
Eddie Palmieri, en la década de los setenta. Foto: Getty Images

Comunidad y reconocimiento

Para recordar de dónde surge su naturalidad a la hora de construir armonías, junto a su característico sentido del ritmo, el pianista citó a Thelonious Monk, McCoy Tyner y Herbie Hancock como jazzmen de inspiración. “Lo fascinante para mí es superponer fraseos y armonías de jazz sobre los complejos patrones rítmicos africanos con siglos de antigüedad”, afirmó. Eddie Palmieri investiga para obtener un sonido propio. Desde hace más de 60 años, la música afrocubana disfruta de su pianística. Admite que los bailadores lo han sufrido en diversos momentos de su trayectoria. No todo es bailar: No importa si tengo una charanga (flauta y violín), una gran orquesta (de la época del swing) como la de Benny Moré o un conjunto (con muchos metales) como el de Arsenio Rodríguez (quien inició este movimiento); mantengo esas estructuras sagradas. Simplemente, he buscado extenderlo más”.

Como tantos otros músicos, siempre renegó de la salsa como etiqueta musical. Para él solo era una simple jerga de marketing, que al parecer surgió en Venezuela. Hablar de afrocubano o caribeño no debía ser bien visto en muchas disqueras, que necesitaban una etiqueta neutra e inclusiva, tal vez crossover, para llegar a distintos mercados. En ese terreno, en la década de los setenta, el autor lanzó álbumes de peso como “Vámonos pa’l monte” (Tico, 1971) y “The Sun Of Latin Music” (Coco, 1974). Este disco concita un gran consenso para ser declarado el mejor álbum de Eddie Palmieri, premiado con un Grammy. Fue el primer músico latino en conseguirlo. A lo largo de su carrera, atesoró siete gramófonos más. Le seguiría el notable “Unfinished Masterpiece” (Coco, 1975), que también recibe un numeroso predicamento.

Las crónicas explican que los nuyoricans eran mal vistos. Las cárceles se llenaban y se institucionalizan los abusos y prejuicios contra esa comunidad. Junto a su hermano Charlie fundó la efímera Harlem River Drive, que le permitió afirmar su conciencia social, endureciendo las quejas y las reivindicaciones mostradas en “Justicia” (Tico, 1969). Se aceleró en su credo. Su rítmica más imbricada llegó a la cárcel, cuyo resultado son dos discos, “Live At Sing Sing” (Tico, 1972) y “Live At Sing Sing Vol. 2” (Tico, 1974), una fusión de música latina con funk, soul y orgullo interracial. Luego, apartó por un rato la queja social para seguir experimentando en sus presentaciones.

Con su hermano Charlie (protagonismo al piano) e Ismael Quintana a la voz: “Vámonos pa’l monte”.

Palmieri nunca estuvo suficiente tiempo en ningún sello para poder construir un catálogo propio. La desconfianza entre editores y productores y el creador era mutua. Publicó en sellos como Tico, Coco, Alegre, Fania, Concord Picante, RMM y Ropeadope, entre otros muchos. Sin embargo, ese largo conflicto no le impidió tocar en clubes, salir de gira y componer. En la década de los ochenta ganó otros dos Grammy por los discos “Palo pá rumba” (Música Latina International, 1984) y “Solito” (Música Latina International, 1985). Pasó buena parte de esa década y la siguiente en Puerto Rico por sus problemas con Hacienda. En paralelo, su hijo, el productor Eddie Palmieri II, lo instó a reclamar cinco millones de dólares por regalías no satisfechas, que finalmente fueron atendidas. El pianista dejó de sentirse perseguido y vejado. Esos años, según su opinión, tampoco fueron fructíferos para músicos como él. El público había virado a otros géneros.

A mediados de los noventa vuelve al jazz con “Palmas” (Elektra Nonesuch, 1994). En 1998 lanzó en RMM “El rumbero del piano”, regresando a la salsa de los años sesenta. Y, por fin, Tito Puente y Eddie Palmieri unirían fuerzas. En el 2000, Universal publicó “Masterpiece/Obra maestra”. Un álbum sinuoso y exagerado. Participaron demasiados músicos de relumbrón. Destaca la luz vocal de Óscar d’León, así como las voces de Pete “El Conde” Rodríguez y Hermán Olivera. En 2001 se alzó con el Grammy como mejor álbum de salsa, etiqueta que los insignes músicos seguían detestando.

El pianista repasó su educación musical y puso en marcha La Perfecta II. Luego, editó “Ritmo caliente” (Concord Picante, 2003). En 2013 fue galardonado por el National Endowment For The Arts con el premio NEA Jazz Masters, una gran distinción en el campo del jazz. La trayectoria del músico muestra un hombre de convicciones sólidas y también agradecido, como lo fue en la aceptación de estas distinciones. Aunque sabía escoger sus batallas. Unos años atrás, en 1995, el director de orquesta logró que los Grammy premiaran al mejor álbum de jazz latino. La categoría fue eliminada en 2011, lo que provocó una airada reacción de Palmieri, quien calificó la maniobra en una carta como un “acto de marginación”. La Academia corrigió el rumbo al año siguiente.

Eddie Palmieri, cerca de un piano y con un espléndido habano en su mano derecha.
Eddie Palmieri, cerca de un piano y con un espléndido habano en su mano derecha.

Reconocido pionero en la música tropical y el jazz latino, fusionando jazz con ritmos tropicales fue imbatible. “(…) el maestro Palmieri se permitió, desde el principio, obviar el esquema ‘son y montuno’, para trabajar, desde una libertad más cercana al estilo del jazz, los ritmos caribes en los que se mantenían, eso sí, las estructuras rítmicas y tímbricas características”, expone el escritor y periodista cubano Leonardo Padura en su espléndida obra, que bascula entre el ensayo y las entrevistas, “Los rostros de la salsa”, en la edición ampliada de 2021.

Dedicó sus últimos años a fotografiarse cerca de un piano y cuando no percutía lucía un espléndido habano en su mano derecha. Tuvo muchos sobrenombres, no todos amables, pero había uno que le complacía, “El molestoso”, título de una de sus canciones más conocidas. Viajó bastante por Europa, dio charlas y se preocupaba por los suyos. Tuvo tiempo de echar una mirada más a su repertorio y al jazz, con “Sabiduría” (Ropeadope, 2017) y “Full Circle” (Ropeadope, 2018), que de la mano de su último gran cantante, Hermán Oliveira, rompe el cielo. Ese mismo año, dedicó su última grabación, “Mi luz mayor” (Ropeadope), a su esposa Iraida, fallecida en 2014.

“Le toca ahora el turno a quien el tiempo ha terminado consolidando como el líder fundamental que abre y cierra no pocos ciclos, el verdadero depositario de las llaves de ese Caribe musical que late en Nueva York: Eddie Palmieri”. Así de rotundo y fundamentado se muestra el periodista radial venezolano César Miguel Rondón en la edición ampliada de 2017 de “El libro de la salsa. Crónica de la música del Caribe urbano” (1979). El pianista siempre se aseguraba de que toda la banda estuviera sincronizada con el ritmo. “Mientras haya clave”, le gustaba decir, “puedo hacer lo que quiera”. Así se le recuerda en sus actuaciones en el Blue Note de su ciudad. Rumba con swing. ∎

Soles de la música latina

EDDIE PALMIERI AND HIS CONJUNTO “LA PERFECTA”
“Eddie Palmieri And His Conjunto ‘La Perfecta’”
(Alegre, 1962)

La Perfecta empezó a finales de 1961, cuando Palmieri conoció al trombonista Barry Rogers en el Tritons Club del Bronx. El álbum de debut no tenía título y los aficionados lo bautizaron como “La Perfecta”. Muy seguro debía estar el pianista para romperla a la primera, como así fue. Una espléndida docena de canciones vibrantes y bailables bascula entre guajiras, pachangas, son montuno, tumbaos y chachachás. Influenciado por Arsenio Rodríguez, Palmieri sintetizó una tradición. Canta el simpar Ismael Quintana.

EDDIE PALMIERI
“Superimposition”
(Tico, 1970)

Los setenta son la década de la experimentación y el vanguardismo sin olvidar el funk, combinados con la participación y la repercusión comercial. Entre 1969 y 1971 grabó tres álbumes –“Justicia” (1969), este y el muy valorado “Vámonos pa’l monte” (1971)– que incorporaban improvisaciones de jazz y técnicas de producción prestadas del rock psicodélico para derribar los muros que limitaban la música afrolatina. Sobresalen “La malanga”, “Helado de chocolate” y “17.1”. Y “The Sun Of Latin Music” (1974), en el horizonte.

EDDIE PALMIERI
“The Sun Of Latin Music”
(Coco, 1974)

“Así que llegué a Puerto Rico dije que buscaba un cantante joven y me recomendaron a Lalo Rodríguez”, dijo Palmieri. Destacan “Mi cumbia”, “Nada de ti”, “Un día bonito” y “Deseo salvaje”. La orquesta y el nuevo cantante suenan de primera, los arreglos son precisos. Recibió el Grammy como mejor grabación latina. Sin embargo, la discusión llegó con una hipotética continuación, “Unfinished Masterpiece” (1975), ya que muchos fans consideran que es mejor. Así y todo, el compositor obtuvo su segundo Grammy.

EDDIE PALMIERI
“Palmas”
(Elektra Nonesuch, 1994)

De vuelta a las grabaciones instrumentales y, de nuevo, al jazz menos ortodoxo, Duke Ellington está de visita. Dirige una notable, refrescante y danzarina orquesta. Destacan “Mare Nostrum”, “Slowvisor”,“You Dig” y, sobre todo, la pianística de Palmieri en el cubanísimo “Bolero dos”. En 2010, el trombonista Conrad Herwig, aquí presente, invitará al pianista a participar en “The Latin Side Of Herbie Hancock”. Le seguirán “Arete” (1995) y “Vortex” (1996). Gana el Grammy como Mejor Interpretación de Jazz Latino.

EDDIE PALMIERI
“Full Circle”
(Ropeadope, 2018)

Un delicado fin de fiesta para la música en la que creía Eddie Palmieri. Tradición y contemporaneidad. El líder del Caribe urbano con un profundo sabor neoyorquino recupera algunos de sus mejores temas desde la tímbrica que cohesiona el jazz con el afrocubanismo. El coro “El ritmo que traigo es azúcar pa’ ti” resume en sí mismo un mundo de cultura y hedonismo. Un pianista inconmensurable al frente de una big band que solo podría pagar el Lincoln Center o similar. Los bongós de Nicky Marrero. ¡Siempre! ∎

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