A las seis de la tarde el Parc del Fòrum de Barcelona abre sus puertas. OffWeek Festival, Nitsa Club y Primavera Sound, bajo la expansión electrónica de Primavera Bits, nos han prometido el primer gran evento al aire libre de Peggy Gou en Barcelona que no depende de un festival. Las expectativas flotan con una mezcla casi anfetamínica de curiosidad, hype y mareo salino del Mediterráneo.
Verushka, venezolana, artista interdisciplinar y ahora residente en Barcelona, abre el cartel y su set funciona como una bienvenida atmosférica. En la fase en que el público todavía no baila sino que se desplaza, su selección construye de manera magistral una rampa de sonido que no invade al espectador pero sí que lo prepara para lo que ha de venir.
A las ocho aparece Job Jobse, neerlandés, figura central del techno-house emocional que Ámsterdam exporta al mundo. Jobse construye un set melódico, cálido, donde las transiciones funcionan como un masaje mental colectivo. El público ya no conversa y se concentra en la psicodelia de los visuales.
A las diez de la noche empieza a llover. Una vibración específica nos sacude cuando entra Peggy Gou. Surcoreana de nacimiento, residente de Berlín, icono global por acumulación de méritos y carismática como pocas. Empezó mezclando en 2009 en su país, aprendió a beatmatchear mientras estudiaba moda en Londres y sacó cuatro EPs en 2016 como si estuviera rellenando un formulario administrativo. Acabó siendo una de las DJs más reconocibles del planeta.
Desde que abre con “Give It All You Got” de Drax Nelson & Van Stoker, el público responde con una exactitud inquietante, como si todos compartieran un mismo manual invisible de conducta. Peggy Gou, como buen producto que es, no mezcla. Ella coreografía el ambiente con un pulso seguro, fluido y eléctrico transportando al público a la misma euforia. Su sonido fluye entre techno, house y electro con esa calidad que definió su álbum para la serie “DJ-Kicks” de 2019.
Es un set que combina sofisticación y accesibilidad a lo TikTok. Los visuales, diseño del artista digital Vincent Schwenk, son figuras regordetas y graciosas de animales de colores, figuras imposibles en un zoológico de neón. Vincent dibuja un universo en el que la música adquiere corporeidad y vida. De repente, parece que los Teletubbies hayan aterrizado en la Tierra acompañados de Pocoyó y Pin y Pon para ir juntos al zoo. Cuando suena ese corte, que hace unos veranos definió medio Mediterráneo, la pista levita. Con “(It Goes Like) Na Na Na”– que la convirtió en una especie de mito intercontinental–, la multitud se vuelve tierna, ríe, canta, se abraza. Cuando introduce la reinterpretación de “The Rhythm Of The Night”, de Corona, el Fòrum vibra con la naturalidad de un karaoke coreano. Y cuando surge “D.A.N.C.E”, tema de la película de “F1”, la pista se lanza en un esprint emocional que no necesita explicación.
Lo fascinante de Peggy Gou, vista en directo, es que su magnetismo no viene de la espectacularidad ni de la técnica, sino de una especie de autoridad emocional, de la capacidad de hacer que miles de personas se alineen en un mismo estado anímico sin que nadie se sienta manipulado. Tiene 34 años y ya ha completado todos los rituales del clubbing: Berghain, Ibiza, Tomorrowland, Dekmantel, Printworks… Y ahora juega otra liga, la suya propia.
A la una de la noche, Dixon, fundador del sello Innervisions, precisión alemana, minimalismo melódico, cierra con un set controlado, elegante y geométrico. Su rol no es competir en intensidad sino redefinir el ambiente, convertirlo en otra cosa: más cerebral, más líquido, más nocturno. Donde otros DJs construyen clímax, Dixon edifica geometrías, y solo quienes entienden verdaderamente de techno saben que están ante uno de los mejores DJs del mundo y que no hace falta decir nada más.
Pero de lo que no nos queda duda es de que esta noche ha pertenecido a Peggy Gou y que Barcelona no ha asistido a una sesión, sino a un fenómeno: cómo una DJ puede ocupar el centro exacto donde convergen pasado, clubbing, presente pop y futuro estético. Colores, luz y acción. ∎