Viajera electrónica. Foto: Teddy Fitzhugh
Viajera electrónica. Foto: Teddy Fitzhugh

Entrevista

Ela Minus: “Quiero hacer una electrónica del pueblo”

Ahora que una pandemia parece haber borrado cada historia particular para hacernos partícipes de una narrativa colectiva, “acts of rebellion” ha vuelto a poner el foco en el individuo como manivela para accionar cualquier cambio. El primer álbum de Ela Minus, colombiana asentada en Nueva York, aproxima lo concreto y lo general mientras acerca también el club y el punk.

Ay, el contexto. Al final va a resultar que no lo es todo, pero casi. Ya lejos de su pasado como batería en bandas punk y de su formación en jazz en la Berklee College Of Music de Boston, Gabriela Jimeno tenía listo su primer álbum como Ela Minus, “acts of rebellion” (Domino-Music As Usual, 2020), a mediados de 2019. De haberse publicado por aquel entonces, líneas como “I haven't seen anyone in a couple of days / I am afraid I forgot how to talk / To anyone else that's not myself” no hubieran resonado de la misma manera que resuenan ahora en mitad de una pandemia mundial, acostumbrados de golpe como estamos a que la interacción entre personas esté bajo mínimos.

Esta charla, de hecho, pasa en Zoom, donde pasaron muchas de las cosas de 2020. Ela Minus, nacida en Bogotá hace 30 años, conecta desde su apartamento en Nueva York, donde se asentó hace un tiempo. A su espalda hay una colección bastante impresionante de maquinaria musical: teclados, sintetizadores, algunos construidos por ella misma. Ahí compuso, grabó y produjo “acts of rebellion”, uno de los debuts de 2020. También un debut de “su” año, uno que está perfectamente conectado con su tiempo y su momento aunque sea de rebote. La artista colombiana llama a una revolución cotidiana en la que el club y el punk no están tan lejos.

Creo que el disco lo tenías terminado desde mediados de 2019, pero ha acabado saliendo ahora en un contexto muy diferente al de aquel momento. ¿Este es un escenario más apropiado para un álbum como este?

Sí, es muy loco eso. Siento que este es un momento completamente adecuado para este disco. No solo por las letras, también por el espíritu que tiene la música. Al hacerlo pensaba mucho en luz y esperanza, y todo eso es evidentemente lo que necesitamos ahora. Tuvimos la opción de aplazarlo para 2021, pero para mí era superevidente que este era el momento perfecto. Quizá no para mi carrera, porque ahora mismo no puedo tocar; en ese aspecto hubiera sido más inteligente esperar, pero en realidad creo que hay que apostar por lo que le sirva más a la música. Si a una sola persona le ayuda, será suficiente.

¿Te sigues reconociendo en estas canciones aunque las circunstancias hayan hecho que su composición ya quede un poco lejos en el tiempo?

Me siguen gustando, las disfruto, sorprendentemente me sigo viendo en ellas. Me sorprende muchísimo, nunca pensé que un trabajo mío me seguiría gustando después de tanto tiempo. Lo escucho y todavía me siento orgullosa.

“el cielo no es de nadie”: vídeo codirigido por Pepi Ginsberg & Ela Minus.

Lo primero que se escucha en “acts of rebellion”, antes que cualquier otro sonido, es una respiración fuerte, como si alguien hubiera estado conteniendo la respiración un rato y la soltara por fin. ¿Lanzar un disco, especialmente un debut, es algo parecido a eso?

Para mí era una imagen que reflejaba justo eso: sentarme a hacer el disco, tomar una bocanada de aire gigante y después soltar todo el aire. Eso es el álbum, porque viene de muy dentro de mí.

Tú misma has tocado, producido y grabado todo el largo, pero vienes de tocar en bandas punk en tu adolescencia y también tienes formación como batería de jazz. ¿Cómo ha sido el proceso de pasar de trabajar en equipo a estar a solas con tu música?

En realidad fue una decisión bastante consciente. Toda mi vida, desde los once o doce años, había estado en bandas, así que uno de los motivos para embarcarme en este proyecto era cambiar y hacer lo contrario. Quería hacerlo sola para probarme a mí misma, quería retos para evolucionar. Me dije “OK, hagamos una lista de cosas que nunca haya hecho en la música” y vi que nunca había hecho música sola, nunca había escrito una canción sola, nunca había cantado porque hasta ese momento solo tocaba la batería… Decidí hacer las cinco primeras cosas de esa lista y todo resultó en Ela Minus sin pensarlo mucho, la verdad. En este contexto de música electrónica, creo que es mucho más natural para mí hacerlo sola. Me gusta mucho la soledad y aquí estoy en mi elemento; después de probarlo, creo que no podría volver a estar en una banda. El funcionamiento democrático de las bandas me frustra un poco.

¿Alguna vez durante el proceso no echaste de menos una opinión externa?

Claro, tengo un amigo de mucha confianza, que en realidad también es mi mánager, que siempre me da feedback. Él era también el mánager de la banda en la que estaba cuando tenía trece años; ya es como un hermano. Es superimportante para mí su opinión porque él no es músico, es como si fuera alguien del público. Siempre le mando ideas y demos porque quiero ese feedback honesto. Con el label fiché cuando el disco ya estaba terminado, pero ya tenía relación desde hacía unos años con la persona que me firmó, somos muy cercanas. A ella también la tengo como referente para la música nueva que estoy haciendo, los vídeos, el arte…

¿En tu trabajo actual notas tu pasado en el punk y el jazz? ¿Cambiaría la música que haces si no vinieras de ahí?

100%, pero no solo musicalmente. Lo noto sobre todo en cuanto a los métodos y la filosofía que tengo. Del jazz me viene la idea de que todos los sonidos los tengo que tocar en vivo y el hecho de que también me guste improvisar en directo. Todo eso viene del jazz aunque no toque jazz, pero creo que es un paso más a la hora de hacer una música libre.

Retratos expresionistas. Fotos: Teddy Fitzhugh
Retratos expresionistas. Fotos: Teddy Fitzhugh

A la electrónica siempre la acompaña el tópico de música fría y deshumanizada, pero tú eres muy defensora de la electrónica hecha de manera física. Incluso construyes tu propio hardware. ¿Ese componente real es tan importante para ti como parece?

Yo, como oyente, tenía sed de escuchar música electrónica en vivo de verdad. Estaba cansada de escuchar laptops y DJ sets, quería a alguien que tocara en directo la música que me gustaba. En parte creo que intenté hacer lo que yo estaba buscando.

Es el núcleo de lo que hago, yo no sé crear música de otra manera. Tengo que hacerla con mis manos usando instrumentos analógicos que puedo tocar en la vida real. Para mí es un acto de rebelión porque la música en general, no solo la música electrónica, está yendo hacia un mundo más frío, más hiperproducido, más robótico. Se están eliminando los errores y todo lo que nos hace humanos. A mí eso no me mueve el corazón, así que me rebelo contra eso. Quiero hacer electrónica de manera humana, quiero hacer una electrónica del pueblo: estar abajo, con la gente, ensuciándome. Y que suene mal si me equivoco, pero que suene vivo.

Supongo que influye la situación actual, pero el disco me parece que está más hecho para echar de menos el club que para el club como tal. Me da la sensación de que mira hacia las noches de fiesta con nostalgia.

Puede ser que haya cambiado su significado. A mí la nostalgia me encanta, es un sentimiento superbonito, pero evidentemente no lo hice pensando en tener nostalgia del club porque no tenía forma de saber que no íbamos a tener clubes. Lo único que tenía claro es que yo quería hacer un álbum para un club chiquito, sudoroso, con todo el mundo superpegado. De hecho, mientras lo hacía tenía post-its por casa en los que ponía “club punk”. La secuencia de canciones la hice pensando en una noche de fiesta: entras, bailas, te baja un poquito, conoces a una persona...

¿Qué tal te llevas con tu voz? En esa posición te expones bastante más ahora que en tus años como batería.

Todo se sintió muy natural desde el principio. El ego y la vanidad los dejé en la batería porque creía que esa iba a ser mi carrera de verdad y me importaba lo que pensara la gente. Después empecé a cantar con Ela Minus pensando que no se iba a convertir en algo serio, así que no me importaba cómo sonaba mi voz. Lo hice sin pensar y eso me ayudó muchísimo a soltarme cada vez más. Si escuchas mis primeras canciones, ves que no sabía lo que estaba haciendo, no conocía mi voz, todavía no había encontrado mi propia voz. Ha sido un proceso bonito, pero todavía se siente como algo desconocido. En eso soy como una niña chiquita que no sabe bien lo que está haciendo.

Ela Minus: “they told us it was hard, but they were wrong”.

El disco llama a la revolución desde el título, pero la electrónica quizá no tiene tanta tradición de componente político o social explícito como el rap o la música de cantautor en latinoamérica. ¿Por qué crees que es?

Ahora, en los últimos diez años, no hay un componente político en la electrónica, pero a finales de los ochenta y principios de los noventa se hacía una electrónica 100% revolucionaria en Detroit y Chicago. Era canción protesta electrónica. La escena de Detroit era hiperpolítica porque estaba formada por negros marginales que protestaban con su música. Sin duda, aunque en los últimos años haya ido por otro camino, las raíces de la electrónica son sociales y políticas. Es importante acordarse de cómo empezó.

¿Crees que algo, sea musical o no, puede no ser político a día de hoy? Aquí en España hay mucha gente que se etiqueta a sí misma como apolítica y realmente no sé si eso es posible.

A raíz del título del disco me ha pasado que me han preguntado mucho por las diferencias entre lo personal y lo político. No sé si en España pasa, pero en Latinoamérica siempre se separa. Y yo nunca he entendido cuál es la diferencia. Tú puedes decir que eres apolítico, pero eso es un placebo y más en un momento como este. La política y las decisiones que toman los políticos nos afectan a todos todos los días. En parte estamos como estamos por haber ignorado eso y no haber tomado parte. No puedes ser apolítico. Seguro que muchas de las personas que dicen que lo son se quejan del cambio climático: pues eso es política. Nos guste o no, las decisiones que tomamos afectan a todos los que están a nuestro alrededor en nuestro día a día.

“Quiero hacer electrónica de manera humana, quiero hacer una electrónica del pueblo: estar abajo, con la gente, ensuciándome. Y que suene mal si me equivoco, pero que suene vivo”

¿En ese día a día podemos ver actos de rebelión?

Para mí, todo lo que haces en tu vida diaria son actos de rebelión. De hecho, el título del disco iba a ser “little acts of rebellion”, pero quité el “little” para que no sonara de manera tímida. Quiero inspirar a que la gente se rebele porque realmente tenemos poder para cambiar el mundo aunque no nos demos cuenta. Puedes hacer pequeñas cosas todos los días que se irán acumulando con el tiempo.

El disco se cierra con una colaboración de Helado Negro, otro artista de origen latino que también vive en Nueva York. ¿Cómo ha sido ser latino en Estados Unidos durante los últimos años?

Ha sido confuso. En 2017, cuando ganó Trump, mucha gente salió del país, no solo latinos. Y creo que yo nunca había tenido tantas conversaciones sobre dejar el país como en los últimos seis meses, pero Nueva York tiene un alma y una comunidad muy especial en la que te sientes protegido. En los últimos años he tenido un pie aquí mientras iba viajando por todo el mundo. Pasaba mucho tiempo en Londres o en otras ciudades, pero tenía el estudio en Nueva York. Ahora me gustaría cambiarlo por Colombia para poder trabajar más con gente de allá. Hay una escena increíble y muy rica en Latinoamérica que necesita más visibilidad.

¿Hay algún artista, sello o colectivo latinoamericano que te gustaría recomendarnos?

Lo primero que se me viene a la cabeza es el sello Insurgentes, que es de Medellín. Uno de los fundadores se llama Verraco y acaba de sacar su primer álbum también, te lo recomiendo mucho. Todo lo que está haciendo el label es increíble. ∎

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