John Mayall, escuela de blues.
John Mayall, escuela de blues.

Fuera de Juego

John Mayall, el gran evangelista blanco del blues

Decía B.B. King que sin gente como John Mayall, los músicos negros de blues hubieran vivido un ostracismo infinitamente más largo. Y eso que él mismo también lo sufrió a pesar de su blancura: pocos artistas han sido arrinconados a los márgenes mediáticos e ignorados por los premios tan injustamente como este extraordinario y trascendental cantante, guitarrista, teclista y armonicista nacido en un pueblecito cerca de Mánchester y fallecido el pasado 22 de julio a los 90 años.

Patriarca del blues británico, John Mayall (1933-2024) fue uno de los mayores artífices de la inoculación del género en los intereses del público europeo al crear ya no un grupo de éxito, sino un buque escuela como fueron los Bluesbreakers, en el que se formaron los guitarristas más grandes del white blues: Eric Clapton, Peter Green o Mick Taylor. “En Europa –no solo en Inglaterra– el blues negro empezó a ser escuchado por un público que no lo hacía en Estados Unidos. Descubrimos a Elmore James, Freddie King, JB Lenoir, y hablaban de nuestros sentimientos, de nuestras historias de vida y ya está. Me enganchó al instante”, relataría este artista de leyenda.

John Mayall –que nació en Macclesfield el 29 de noviembre de 1933– fue criado por un padre guitarrista y coleccionista de discos que intentó estimular su interés por la música, pero aquel inquieto chaval de mirada felina primero decidió estudiar Bellas Artes en el Manchester College Of Art para ser diseñador gráfico, una habilidad que luego no desperdició, ya que realizó muchas de las brillantes portadas que jalonan su discografía.

Después de trabajar en varias agencias de publicidad y servir en la guerra de Corea en los cincuenta, dio sus primeros pasos musicales con Powerhouse Four y Blues Syndicate con el apoyo de su ídolo Alexis Korner. Y ya era “mayor” a sus 30 años cuando formó los Bluesbreakers al trasladarse a Londres en 1963, donde se convirtió en una especie de figura paternal para toda la escena británica de blues. Para bien y para mal, ya que sus pupilos abandonaban el nido en cuanto sentían que habían aprendido lo suficiente.

The Bluesbreakers en 1966: John Mayall, Hughie Flint, Eric Clapton y John McVie. Foto: Michael Ochs Archives (Getty Images)
The Bluesbreakers en 1966: John Mayall, Hughie Flint, Eric Clapton y John McVie. Foto: Michael Ochs Archives (Getty Images)

Primero el por entonces imberbe Eric Clapton, que llegó a Mayall buscando las esencias del blues y huyendo de unos Yardbirds cada vez más comerciales, y que se marchó nada más grabar el segundo disco de la banda, “Blues Breakers With Eric Clapton” (Decca, 1966). Después Peter Green, que hizo lo mismo el año siguiente tras el lanzamiento de “A Hard Road” (Decca, 1967) para formar Fleetwood Mac con Mick Fleetwood y un todavía menor de edad John McVie, que también participaron en el disco. Y luego Mick Taylor, que se subió a la locomotora de The Rolling Stones sustituyendo a Brian Jones tras dejar su huella en “Crusade” (Decca, 1967), “Bare Wires” (Decca, 1968) y “Blues From Laurel Canyon” (1968). Este último fue el primer trabajo estrictamente a su nombre.

The Bluesbreakers en1967: Mick Taylor, Chris Mercer, Keith Tillman, Keef Hartley, Dick Heckstall-Smith y John Mayall. Foto: Ivan Keeman (Getty Images)
The Bluesbreakers en1967: Mick Taylor, Chris Mercer, Keith Tillman, Keef Hartley, Dick Heckstall-Smith y John Mayall. Foto: Ivan Keeman (Getty Images)

El recorrido estilístico de Mayall en aquellos primeros años de actividad de los Bluesbreakers fue de una riqueza musical fascinante que ya no volvería a desplegar más tarde, transitando en estado de gracia por el blues del Delta, el blues-rock, el folk acústico, el jazz que escuchó compulsivamente de pequeño gracias al buen gusto de su padre y la psicodelia, de la que se empapó breve pero intensísimamente en la segunda mitad de los sesenta al mudarse a una California zarandeada por el tsunami del flower power, en el que se zambulló de la mano de un cicerone excepcional como Bob “The Bear” Hite, el carismático cantante y armonicista de Canned Heat.

En los setenta fue a disco por año, su single “Room To Move” fue todo un hitazo en las radios estadounidenses y realizó numerosas giras con una banda multirracial (su primera formación americana incluía a Harvey Mandel a la guitarra y Sugarcane Harris al violín eléctrico, y después integró a figuras como Sonny Landreth, Larry Taylor, Walter Trout y Coco Montoya), pero la década acabó con una terrible tragedia para él. En 1979 un incendio destruyó su casa de Laurel Canyon y perdió todas sus grabaciones personales, una colección de discos que incluía joyas ancestrales del blues en vinilo y pizarra, sus diarios y gran parte de los recuerdos de su carrera. Fue también una etapa convulsa en lo personal por culpa de los problemas con el alcohol que, según él, heredó de su padre. “Si nací en Macclesfield es porque allí estaba su pub favorito”, aseguraría amargamente, reconociendo que “durante los años setenta estaba borracho en la mayoría de los conciertos” y maldiciendo el día que, en pleno efluvio etílico, decidió intentar hacer un balconing en la piscina de un hotel, fallando el salto y destrozándose un talón al caer sobre un bordillo de cemento en un “incidente” que le dejó una ligera cojera y lo “animó a dejar de beber”, tal como recordaría mucho tiempo después.

En los últimos setenta refundó los Bluesbreakers con diferentes formaciones, pero no fueron años demasiado satisfactorios para él, empezando con “No More Interviews” (DJM, 1979), título que ejemplifica su agridulce relación con los medios, para después publicar solo tres álbumes más antes de los noventa, cuando su carrera empezó a remontar gracias al aura de leyenda que ya empezaba a emanar de su presencia escénica.

John Mayall, en 1979, gritando el blues. Foto: David Warner Ellis (Getty Images)
John Mayall, en 1979, gritando el blues. Foto: David Warner Ellis (Getty Images)

En 2003 celebró su 70º cumpleaños con un concierto en Liverpool en el que participaron algunos de sus antiguos músicos, como Mick Taylor y Eric Clapton, quien describió así a Mayall en la autobiografía que escribió poco después: “Con el pelo largo y rizado y una barba que le daba un aspecto no muy diferente al de Jesús, tenía el aire de un maestro de escuela favorito que todavía se las arregla para ser guay. Tenía la colección de discos más increíble que jamás había visto, y durante casi un año, cuando tenía algo de tiempo libre, me sentaba a escuchar discos y tocar con ellos, perfeccionando mi arte”. “En lo que respecta a ser guitarrista de blues, un concierto de los Bluesbreakers es la cima. Es el Everest”, añadió al respecto Walter Trout en una entrevista: “Puedes tocar con B.B. King o Buddy Guy, pero solo vas a tocar acordes toda la noche. Este tío te presenta a la audiencia. Puedes tocar solos. Grita tu nombre y apellidos después de cada canción, te lleva al frente del escenario y te deja cantar. Te crea un lugar en el mundo”.

“La razón por la que elijo a los músicos es lo que aportan, y disfruto de su trabajo y quiero darles la oportunidad de expresarse porque para eso los contraté”, dijo Mayall sobre sus acompañantes. “Disfruto de su forma de tocar y, afortunadamente, al ser el líder de una banda, puedo elegir con quién quiero tocar. Así que me permito mi propio disfrute musical. La improvisación es lo principal. Tienes la estructura de la pieza musical y luego la adornas en la dirección que te parezca oportuna. Siempre ha sido la base de todo lo que he hecho. La idea es crear música mientras tocas. La improvisación es la parte principal. Exploras la música”.

A lo largo del presente siglo lanzó diez discos y nunca dejó de difundir la palabra del blues por el mundo en larguísimas giras que lo trajeron varias veces a España, donde siempre ha gozado de enorme respeto entre los aficionados al género. Y aunque incomprensiblemente nunca fue reconocido con un Grammy, en 2014 dio una de sus últimas entrevistas en profundidad en el museo de estos premios en Los Ángeles, en la que rememoró los tiempos en que tocaba “once veces a la semana en antros de iniquidad” al comienzo de su carrera en Londres. “Fue muy emocionante. Todos sentíamos que formábamos parte de la misma familia y que realmente estábamos conectando con la gente, con una nueva generación de personas, y además nos lo pasábamos muy bien tocando. Tocabas continuamente; no valía la pena irse a casa”.

Manteniendo el blues vivo. Foto: Cristina Arrigoni
Manteniendo el blues vivo. Foto: Cristina Arrigoni

Dos años después, en 2016, fue aceptado en el America’s Blues Hall Of Fame y el pasado mes de abril el Salón de la Fama del Rock’n’Roll también anunció que sería incluido este 2024 junto a otros dos iconos del género como Big Mama Thornton y su adorado Alexis Korner. En total ha publicado más de 70 discos y la recta final de su discografía se inició en 2019, cuando lanzó un álbum llamado “Nobody Told Me” (Forty Below, 2019) inspirado por “un susto de salud” en el que invitó a participar a Todd Rundgren, Steve Van Zandt, Alex Lifeson (Rush) y Joe Bonamassa. En su último trabajo, “The Sun Is Shining Down” (Forty Below, 2022), contó con la colaboración de Mike Campbell, Marcus King y Buddy Miller.

Mayall tuvo cuatro hijos con su primera esposa Pamela: Gary, Jason y Tracey, además de un hijo adoptivo, Benedict. En 1978 metió en su banda a la cantante Maggie Parker, más de veinte años más joven que él, se casó con ella poco después y tuvo otros dos hijos, pero se divorciaron en 2011.

La imagen utilizada en redes para anunciar su muerte acompañando el comunicado de despedida.
La imagen utilizada en redes para anunciar su muerte acompañando el comunicado de despedida.
“Con el corazón encogido nos llega la noticia de que John Mayall falleció en paz en su casa de California ayer, 22 de julio de 2024, rodeado de su querida familia”, reza el comunicado de despedida difundido por sus seres queridos, que no especifica la causa de la muerte. “Los problemas de salud que obligaron a John a poner fin a su épica carrera de giras han llevado finalmente a la paz a uno de los mayores guerreros de la carretera de este mundo. John Mayall nos dio noventa años de incansables esfuerzos por educar, inspirar y entretener. En una entrevista de 2014 con ‘The Guardian’, John reflexionaba: ‘El blues trata –y siempre ha tratado– de esa cruda honestidad con la que expresamos nuestras experiencias en la vida, algo que confluye en esta música, y también en sus letras. Algo que está conectado con nosotros, común a nuestras experiencias’. Su honestidad, su conexión, su sentido de comunidad y su forma de tocar seguirán influyendo en la música y la cultura de hoy y de las generaciones venideras. Nombrado Oficial del Imperio Británico, dos veces nominado a los Grammy y recientemente incluido en el Salón de la Fama del Rock’n’Roll, le sobreviven sus seis hijos, Gaz, Jason, Red, Ben, Zak y Samson, siete nietos y cuatro bisnietos. También lo rodean con amor sus anteriores esposas, Pamela y Maggie, su devota secretaria, Jane, y sus amigos íntimos. Nosotros, la familia Mayall, no podemos agradecer lo suficiente a sus fans y a la larga lista de miembros de la banda el apoyo y el amor que hemos tenido la suerte de experimentar de segunda mano durante las últimas seis décadas. John concluyó esa misma entrevista en ‘The Guardian’ reflexionando sobre el blues: ‘Para ser sincero, no creo que nadie sepa realmente qué es exactamente. Simplemente no puedo dejar de tocarlo’. Sigue tocando blues en alguna parte, John. Te queremos”. ∎

5 discos ¡de 70!

JOHN MAYALL & THE BLUESBREAKERS
“Blues Breakers With Eric Clapton”
(Decca, 1966)

El disco de debut “John Mayall Plays John Mayall” (Decca, 1965), un directo grabado en el club londinense Klooks Kleek en diciembre de 1964, no llamó la atención que merecía. Pero cuando los Bluesbreakers acogieron en sus filas a un tal Eric Clapton que lo petaba en la city con apenas 19 años, firmaron un descomunal manifiesto de blues eléctrico al estilo Chicago de título homónimo que entre los fans es conocido como “The Beano Album”, en referencia al cómic que Mano Lenta aparece leyendo en la foto de portada.

JOHN MAYALL & THE BLUESBREAKERS
“Bare Wires”
(Decca, 1968)

El influjo lisérgico en la obra de Mayall realmente comenzó unos meses antes de marcharse a vivir a la California hippie, cuando gestó esta obra maestra con Mick Taylor (guitarra), Chris Mercer y Dick Heckstall-Smith (saxos), Jon Hiseman (batería), Henry Lowther (corneta y violín) y Tony Reeves (bajo). Psicodelia, folk y jazz se funden con el blueserismo ilustrado de Mayall, en un disco irrepetible con un medley inicial que incluye flamígeros free-form dignos del “Fun House” (1970) de The Stooges y unas letras de remordimiento y penitencia capaces de desmoronar al bon vivant más recio.

JOHN MAYALL
“Blues From Laurel Canyon”
(Decca, 1968)

En el primer disco tras la disolución de los Bluesbreakers, Mayall grabó guitarras, teclados y armónica acompañado de Mick Taylor a la guitarra, Colin Allen a la batería y Stephen Thompson al bajo (además de una colaboración de Peter Green). Grabado en Londres en el verano de 1968, recrea con delicioso detalle sus vivencias durante su visita al barrio de la jet set de la música hippie, invitado por el cantante de Canned Heat, Bob Hite, a quien rinde homenaje en el tema “The Bear”.

JOHN MAYALL
“The Turning Point”
(Polydor, 1969)

Grabado en vivo en el Fillmore East de Nueva York en octubre de 1969 con Jon Mark (guitarra acústica), Steve Thompson (bajo), Johnny Almond (saxos y flauta) y el mítico Eddie Kramer a los mandos de la mesa de sonido, este álbum refleja el poderío de Mayall en formato acústico, subiendo y bajando revoluciones con inigualable excelencia instrumental entre el sosiego de “Saw Mill Gulch Road” o “I’m Gonna Fight For You J.B.” y el desmelene de “Room To Move” o “The Laws Must Change”.

JOHN MAYALL
“Jazz Blues Fusion”
(Polydor, 1972)

Este trabajo de ilustrativo título fue grabado entre el Music Hall de Boston y el Hunter College de Nueva York en el otoño de 1971, y es posiblemente uno de los mejores álbumes en directo de la historia ya no del jazz o del blues, sino de la música en general. El sonido, la atmósfera en el público, la complicidad desbordante de swing y groove con Freddy Robinson (guitarra), Larry Taylor (bajo), Ron Selico (batería), Blue Mitchell (trompeta) y Clifford Solomon (saxos)… Joya obligatoria en cualquier colección de vinilos que se precie. ∎

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