Año, 1991. Ciudad, Granada. Hecho, publicación de “Hipnosis”. Autores, Lagartija Nick. Se ha plantado la semilla de la revolución. Uno de los grupos que germinó de ella fue Los Planetas, que en 2024 están celebrando el trigésimo aniversario de la publicación de “Super 8” –salió el 13 de junio de 1994– con una nutrida gira de conciertos en la que interpretan el álbum al completo.
El cuarteto granadino –formado por Juan Ramón “J” Rodríguez (voz y guitarra), Florent Muñoz (guitarra), May Oliver (bajo) y Paco Rodríguez (batería)– era un aliado de Lagartija Nick, la banda del bajista y cantante Antonio Arias, quien recuerda cómo su actitud “era muy parecida a la de Los Planetas: huir de las fórmulas que habían desvirtuado la escena de los ochenta y volver a la independencia y a la libertad creativa total. Ese vuelco independiente sacudió la escena granadina y algo de la nacional. Supongo que parte de lo que llaman ‘¿Qué pasa en Granada?’ viene de aquel posicionamiento”.
Tal como explica Alfonso Méndez, coordinador junto a Julio Jiménez del libro colectivo “De viaje por Los Planetas” (Ondas del Espacio, 2014), reconceptualizado hace poco en una nueva edición, “Los Planetas fueron pioneros en romper con el statu quo del rock granadino de Miguel Ríos, 091 o La Guardia. Había una serie de bandas que durante los años ochenta hicieron conocida la ciudad. Pero llegaron cuatro chicos que hacían un sonido que esa gente no entendía, por lo que rompen con la escena local, exceptuando a Lagartija Nick, que son los únicos con los que se relacionan y con los que crean una nueva escena”.
La conexión entre Lagartija Nick y Los Planetas se consolidó de forma instintiva, hasta el punto de llegar a compartir mánager. Paco López, director de la agencia Attraction, recuerda otros puntos de conexión con algunos de sus representados en aquel entonces: “Yo era mánager también de Los Enemigos y de Lagartija Nick. Los Planetas adoraban a Lagartija. Sentían mucho respeto por Los Enemigos, en especial por Fino Oyonarte. La verdad es que Lagartija Nick fue el verdadero primer grupo indie, pero nació unos años antes y pasó desapercibido”.
Siguiendo la historia paralela entre Lagartija Nick y Los Planetas, Antonio Arias recuerda cómo compartían gusto por algunos grupos, discos y canciones: “Spacemen 3, The Bodines y ‘Therese’, los primeros Pop Will Eat Itself y ‘The Poppies Say GRRrrr!’ o los primeros Primal Scream y ‘Velocity Girl’. Supongo que por eso y por la experiencia de nuestro disco ‘Inercia’ (1992) se decidieron a proponerme la producción de ‘Medusa” (1993), su primer EP. Nos lo pasamos muy bien y el sonido del disco me sigue gustando. Todavía sigue siendo de mi repertorio favorito de Los Planetas”.
Aparte de las referencias comentadas por Arias, un corte como “Mi hermana pequeña” se podría haber colado en el “George Best” (1987) de The Wedding Present. Eso sí, con una gran novedad que rompía con la tradición de coetáneos como Penelope Trip, Usura, Australian Blonde o El Inquilino Comunista: cantaban en castellano. J comenta entre risas que para Los Planetas “cantar en castellano era lo lógico, pero cuando comenzaron a aparecer muchos grupos cantando en inglés, incluso dudábamos”. Y afirma que “inconscientemente sí que apostábamos por la cultura popular en castellano. Me pareció interesante traducir esa idea para el público en lengua española. Nos parecía más interesante si podíamos transmitir cosas en castellano. Esas ideas iban a llegar a nuestro público más objetivo, que era el de España”.
“A Los Planetas les hacía especiales que, así como el resto de bandas cantaban en inglés, ellos lo hacían castellano. Para mí, el shock total es que lo suyo estaba emparentado con My Bloody Valentine o Slowdive. De hecho, en la fajita manuscrita de la cinta que me enviaron en 1992 ya decían que esas eran las referencias. La pinché por primera vez en marzo del 92”, recuerda Julio Ruiz, conductor durante medio siglo de ‘Disco Grande’, el programa de radio más influyente en la estructuración de una conducta musical renovada en miles de oyentes, que encontraron en Los Planetas el sanctasanctórum de un sonido foráneo que podían identificar como algo propio. Esto quedó reflejado en los resultados de la “liga maquetera” –el escalafón de grupos noveles auspiciado por el programa de Ruiz– de 1992. “Los Planetas la ganaron con esa primera maqueta que me enviaron”, explica el venerable locutor madrileño. “Pero es que al año siguiente vuelven a ganar. En este caso con una maqueta que apenas tenía dos temas: ‘Brigitte’ y ‘Rey sombra’. Si Los Planetas ganaron estos dos años, lo lógico fue que, cuando llegó el momento de hacer el referéndum de 1994, el ‘disco grande’ aquí fuera el ‘Super 8’”.
El primer álbum de J y los suyos fue una culminación natural de los capítulos previos que vivieron con “Medusa E.P.”, publicado por Elefant Records, el sello de un Luis Calvo que, por aquel entonces, también fue partícipe de la revolución que venía de Granada. Él lo pinchaba en sus sesiones en la sala Maravillas de Madrid: “‘Mi hermana pequeña’ se convirtió en un ‘hit’ en la sala. Había noches en las que se pinchaba hasta tres o cuatro veces. Era muy fuerte porque la gente la bailaba y la cantaba a lo loco”, recuerda. “Medusa” fue publicado por Elefant, pero para el siguiente paso RCA –integrada, entonces, en la estructura multinacional de BMG– ya les había echado el lazo por medio del A&R Javier Liñán, hoy director de la discográfica El Volcán Música.
Había llegado el momento de la verdad y, para el mismo, qué mejor que tirar de alguien como Fino Oyonarte, bajista de Los Enemigos y baluarte en la evolución hacia la vía indie que se estaba constituyendo en aquel momento. “Nosotros estábamos preparando la grabación del álbum con Antonio Arias”, comenta J. “Cuando entró RCA, cambió un poco el proyecto. Antonio fichó con Lagartija Nick por Sony. En esa misma época, sacaron ‘Inercia’. Así que no podía hacer el disco, pero nos recomendó que lo hiciéramos con Fino, que él nos podía entender y nos podría ayudar a desarrollar esto. Partíamos de la confianza que teníamos con Fino, recomendado por nuestro entorno. Contamos con él, tuvimos su apoyo ante gente importante de la compañía que no entendía lo que estábamos haciendo y él tuvo el coraje de defender nuestra idea”.
Así es como lo recuerda el propio Fino: “Yo solo había producido ‘Hipnosis’ de Lagartija Nick, ‘Tres hombres enfermos’ de Los Del-Tonos y muchas maquetas para DRO y GASA a finales de los ochenta. De Corcobado, Los Nikis, Duncan Dhu… Con Los Enemigos siempre me quedaba en el estudio hasta el final con nuestro productor, Carlos Martos. No tenía demasiada experiencia, pero tenía claro que el grupo tenía buenas canciones y personalidad, y había que reflejar su momento, sin maquillaje. Y, sinceramente, creo que lo conseguimos entre todos”.
Respecto al proceso de grabación, J explica: “Las canciones fueron cambiando un poco. Al principio, las maquetas que grabamos eran mucho más shoegaze. Estaban muy influenciadas por My Bloody Valentine o Slowdive”. Y añade que cuando grabaron el álbum les parecían “más interesantes otros artistas cuyas canciones mostraban sus carencias sin pudor, como Pavement, grupos más lo-fi como Guided By Voices o Television Personalities. Cuando llegamos a grabar el ‘Super 8’ con Fino, que era un músico de rock más clásico, queríamos llevar las canciones a algo más desnudo, más crudo y alejarnos del shoegaze, que luego volvimos a retomar más adelante”. Pero el recuerdo de aquellos momentos que pervive con mayor fuerza en su memoria apela a lo colectivo: “Es el hecho de vivir una gran excitación. Teníamos la sensación de que estaban pasando cosas importantes. Podíamos integrarnos con un grupo de gente interesante. Ese momento de excitación igual es fruto de la juventud y es difícil repetirlo más adelante. Pero, eso sí, lo recuerdo de forma bastante impactante. Había una efervescencia. Me asombraba conocer a tanta gente brillante, a tanta gente interesante y de tanto talento junto en un solo momento”.
La elaboración de “Super 8” fue fruto de un trabajo conjunto en el que el productor, tal como recuerda Paco López, favoreció mucho las cosas: “Lo más fácil fue enfrentarnos a la grabación con alguien como Fino, con más paciencia que un santo para sacar adelante la grabación con un grupo tan malo instrumentalmente hablando, pero a la vez con tantas cosas claras. A veces era muy difícil ver a unos críos con casi nada de dominio del instrumento, sin ninguna experiencia en el estudio, pero con un criterio musical tan definido. Menos mal que Fino hizo de tripas corazón y consiguió un sonido e interpretación aceptables sin desmerecer el concepto oscuro y siniestro de las interpretaciones que J quería. Para mí fue una gran experiencia, lo pasamos muy bien, nos emborrachamos mucho y nos sirvió para conocernos a nivel personal, para afrontar lo que fueron giras y siguientes discos en unos años frenéticos, que resultaron determinantes para la música de este país”.
“Super 8” fue cobrando forma a partir de una intuición única para la gestación de himnos generacionales. Treinta años después, temas como “De viaje” o “Qué puedo hacer” pertenecen a esa clase única de mensajes cifrados para una generación que despertó a su vera, y que sigue cumpliendo su función de guía para nuevas camadas de feligreses amantes de la ortodoxia noise pop. Esta clase de hits underground es la simiente que fermentó en “Super 8”, un trabajo de iniciación para el que, tal como recuerda Fino, “había como unas quince canciones en maquetas, algunas sin letra ni título definitivo y una versión de ‘Where’s Bill Grundy Now?’ de Television Personalities. Tras grabar una maqueta a finales de diciembre de 1993 en los estudios de RCA, escogimos las diez canciones que había que grabar para el álbum. El resto salieron posteriormente en caras B y recopilatorios. Ellos lo tenían bastante claro y procuraban hacer pocas o ninguna concesión, y menos con la compañía de discos. Al final, les dimos el disco que queríamos”.
Por su parte, J explica que estas son las primeras canciones que compusieron: “Las primeras que hicimos en la maqueta de cuatro pistas. En realidad, nosotros no sabíamos tocar y con el cuatro pistas nos apañamos para que sonaran a canciones. Por ejemplo, ‘Manchas solares’, que sale en una cara B posterior, sería la primera canción que hice yo en mi vida. Conforme íbamos componiendo nuevas canciones, íbamos dejando las primeras y otras las conservamos. ‘La caja del diablo’ o ‘El centro del cerebro’ son algunas de nuestras primeras canciones”.
Dentro de esta cosecha, Fino expone que “todas las canciones están colocadas como si de un puzle se tratara para mostrar ese momento de Los Planetas; creo que por un lado están las canciones más guitarreras, orgánicas y contundentes, como ‘De viaje’, ‘Qué puedo hacer’ y ‘Jesús’. Por otro lado estaban las más psicodélicas, experimentales e hipnóticas, como ‘La caja del diablo’, ‘Estos últimos días’, ‘10.000’ o ‘Rey sombra’; así como las perlas más pop y delicadas como ‘Desorden’ y ‘Brigitte’. Por su parte, ‘Si está bien’ es la que mejor refleja esa desesperanza que transmitían los jóvenes de esta nueva generación”.
Publicado a través de RCA, “Super 8” fue el arma perfecta para poder ampliar el radio de acción entre el público, acorde a las posibilidades del grupo por traspasar los horizontes underground para captar a una nueva generación de oyentes a su alrededor. En este sentido, hablando de la promoción del disco, Javier Liñán recuerda cómo “de primeras, ‘Super 8’ tampoco fue un bombazo brutal”, aunque puntualiza: “Sí que tuvo un impacto en la escena independiente. Se estaban publicando muchos discos que tuvieron cierta repercusión: el primero de El Inquilino Comunista, el de Penelope Trip, etc. Yo me impliqué de forma absoluta porque era gente que tenía mi edad, mis mismas influencias musicales. Teníamos una sintonía personal muy estrecha con los videoclips, con el arte, las maquetas… A la hora de difundirlo para una audiencia más masiva se hizo lo que se pudo. Teníamos el ‘hit’ ‘Qué puedo hacer’. Y nos lanzamos, a ver qué se podía hacer para tener repercusión en radiofórmulas”.
Treinta años después de la publicación de “Super 8”, la realidad se ciñe a un hecho por encima de todos: la condición atemporal de un trabajo que, en España, fue equivalente a lo que podía sentir un vecino de Whalley Range en Inglaterra cuando surgieron The Smiths. Seguramente, el sentimiento de pertenencia más poderoso que ha transmitido el pop nacional en los años noventa. ∎