El grupo estadounidense Murder By Death bien podría situarse entre los reyes indiscutibles del folk-rock gótico. La voz barítona de Adam Turla y el chelo ardiente de Sarah Balliet han sostenido un imaginario que va de guerras con el diablo a odiseas espaciales y baladas góticas. Junto a ellos, completando el sexteto, el batería Dagan Thogerson, la violinista Emma Tiemann, el bajista Tyler Morse y el multinstrumentista David Fountain.
Debutaron con “Like The Exorcist, But More Breakdancing” (Eyeball, 2001) y se están despidiendo con “Egg & Dart” (Tent Show, 2025) y una gira que empezó el pasado mes de junio y concluirá en Louisville, Kentucky, el próximo 15 de noviembre. Entre medias han firmado un buen puñado de discos gloriosos. Conversamos con Adam Turla antes de volar a Londres, donde ofrecieron su único concierto en Europa el 27 de septiembre.
¿En qué momento sentisteis que había llegado de verdad la hora de decir adiós?
A lo largo de todos estos años ha habido muchos momentos en los que sentí que nos planteábamos dejarlo, ya fuera por el estrés, por la falta de dinero o de éxito, o simplemente por el cansancio general que acumulas en la carretera. Recuerdo claramente 2004, 2009, 2014 o 2016 como años en los que esa idea estuvo muy presente. Pero durante la pandemia nos vimos obligados a frenar, y entonces me di cuenta de que realmente me gustaba hacer menos cosas y llevar un ritmo un poco más pausado. A partir de ahí trazamos un plan a cinco años, sabiendo que 2025 sería la última gran gira.
En vuestro nuevo disco habéis dejado de lado la ficción y os habéis volcado en algo más personal. ¿Resultó liberador o más complicado?
Fue genial. Siempre he disfrutado utilizando la fantasía y entrelazando vivencias personales, pero pensé que para este álbum me podría expresar de manera más directa.
Veamos algunos temas. En “Searcher”, el narrador pasa de la rabia a la aceptación y la esperanza. ¿Sientes que refleja tu propio viaje emocional durante estos 25 años?
Sí, en cierto modo. Siempre he pensado que las canciones y letras de Murder By Death son un 75% desolación y un 25% esperanza. Me gusta escribir sobre esos espacios complejos que existen entre ambos sentimientos.
También tenemos “Sorry”, que suena casi como una carta de ruptura, con ese “te quiero, lo siento y adiós”. ¿Fue difícil escribir algo tan directo sobre el cierre de un ciclo?
Lo disfruté. Habla de terminar una relación que no quieres terminar, pero que sabes que tienes que acabar. También tiene un punto de ironía, de pulla en tono sarcástico, porque el narrador está dejando a alguien que se niega a mejorar.
Otro de los grandes temas del disco, “Wandering”, funciona casi como una carta abierta al público. ¿Cómo surgió y qué se siente al tocarla ahora?
La disfruto mucho en directo porque es muy clara y directa. Pensé de verdad en lo que iba a echar de menos la carretera y quise transmitir la belleza que acontece en los viajes y en los encuentros personales, y no limitarme a escribir otra canción sobre noches largas o logística complicada. Quería plasmar esa sensación de cobardía que puedes sentir cuando sabes que tienes que pasar página.
Vuestro primer nombre fue Little Joe Gould, antes de convertiros en Murder By Death. Ese cambio os dio una identidad, pero también os cerró puertas. ¿Cómo veis ahora aquella decisión?
No teníamos ni idea de lo que deparaba el futuro para esta banda, y es imposible decir con certeza cómo afectó el cambio de nombre a nuestra carrera. Jamás imaginamos que seguiríamos de gira 25 años después. Nunca pensé en cómo el nombre podía ayudarnos o limitarnos, simplemente no tuve esa visión de futuro. Parte de mí cree que nos perjudicó, porque hubo oportunidades muy tangibles que perdimos directamente por llamarnos así, pero otra parte piensa que nos ayudó a convertirnos en una banda de culto, porque mantuvo alejados a los oyentes más casuales. En lugar de eso, lo que tenemos es un público ferozmente entregado y dedicado.
Habéis descrito vuestra carrera como un slow burn, un quemarse poco a poco en el fuego de la decepción. ¿Qué ventajas e inconvenientes tiene crecer de esa manera?
La carga de trabajo ha sido una locura, pero la ventaja es que poco a poco hemos ido ganando más control sobre nuestra carrera y nuestras decisiones. Si desde el principio me hubiera sentido con la capacidad de hacer más trabajo independiente y de contratar ayuda por mi cuenta, quizá la trayectoria habría sido más sencilla. Pero, claro, a toro pasado es fácil decirlo y en general lo que siento sobre todo es gratitud por haber tenido las experiencias que hemos tenido y por haber podido hacer arte durante tanto tiempo.
Siempre habéis sido una banda autogestionada. ¿Qué parte del trabajo entre bambalinas resultaba más agotadora?
Era mejor antes de las redes sociales. La sobrecarga adicional de tener que gestionar y vigilar entre seis y diez cuentas distintas es mentalmente agotadora. Pero creo que lo más duro es trabajar siete días a la semana en la banda incluso cuando no estás de gira: al final acaba pasándote factura, aunque las cosas vayan bien. Necesitamos encontrar la manera de desconectar para poder descansar y recargar energías, y estar constantemente disponible online no ayuda en absoluto.
Esto me recuerda que vuestro proyecto Kickstarter para el álbum fue un éxito arrollador. ¿Qué sentisteis con semejante nivel de apoyo? Fueron 4616 personas las que aportaron 751.818 dólares para hacerlo posible.
El apoyo en sí mismo fue muy emocionante y, a nivel personal, me siento sorprendido y abrumado por la gratitud cada vez que sacamos un álbum. En cuanto a mi experiencia, fue una carga de trabajo enorme, y estoy agradecido, pero me llevó miles de horas hacerlo realidad. Ojalá no tuviéramos que recurrir a este sistema para poder ganarnos la vida como artistas, pero parece que es la única manera, salvo que quieras hacerte mainstream y entrar en el engranaje del sistema.
¿Creéis que el streaming ha cambiado para siempre lo que significa ser un músico independiente?
Sí. La naturaleza depredadora del streaming es nauseabunda y ha cambiado para peor tanto la vida de los músicos como el arte que producimos. Podría ser una herramienta maravillosa y poderosísima para difundir arte, pero en lugar de eso se utiliza para explotar a los artistas y fabricar “contenido” en vez de arte. Es necesario que los beneficios vuelvan a los creadores y que se boicotee a compañías como Spotify, que se aprovechan de ellos, hasta que eso ocurra.
¿Cómo elegisteis las ciudades y salas para esta gira final? Echamos de menos España.
Teníamos muchísimas ganas de volver a España y también a Alemania, pero la logística, los presupuestos y el tiempo lo hicieron imposible. Hoy en día nos cuesta mucho más encajar las giras en nuestra vida, así que decidimos hacer solo un concierto en Londres. En cuanto a Estados Unidos y Canadá, intentamos combinar las grandes ciudades con algunos pueblos y salas donde tenemos buena historia, otras en las que no habíamos tocado en mucho tiempo e incluso algunas en las que apenas habíamos estado. Queríamos abarcar el mayor terreno posible en aquellos lugares donde la gente nos había estado pidiendo que volviéramos o donde llevan años viniendo a vernos.
¿Y ahora, qué? ¿Seguiréis haciendo música o es un adiós definitivo? ¿Qué os gustaría explorar?
En este momento, el plan es no tener plan. Quiero viajar un poco sin tener que actuar. No quiero vivir con la agenda llena de manera infinita. Estoy seguro de que en algún momento volveré a escribir canciones, pero mi meta ahora mismo es no tener metas ni planes durante un tiempo.
¿La idea de lo que viene después os provoca más miedo o más alivio?
Emoción y alivio, completamente. La gira está siendo divertida en muchos aspectos y hay mucha validación y energía positiva, pero estoy entusiasmado con la idea de una página en blanco. ∎