Tan anonadante resulta la óptima preservación vocal y física de Mark Burgess como la capacidad de la versión actual de The Chameleons –donde, recordemos, sigue militando también Reg Smithies, auténtico mago de los punteos guitarreros filtrados– para trasladar fielmente al directo canciones cuya producción original no es precisamente sencilla. Tras la épica introducción instrumental con sintetizadores “Silence, Sea And Sky”, los británicos iniciaron su turno en la sala Apolo con la triunfal y novísima “Where Are You?”, para luego sumirse en una retahíla imparable de clasicazos, incluyendo la sublime melodía de “Perfume Garden” (que dedicaron a John Peel), con sus guitarras pioneras del shoegaze o el post-rock. Después escuchamos “Looking Inwardly”, con su abrumador e incesante vaivén a dos notas, cascadas de telarañas guitarreras pedaleadas y una sobrecogedora coda airosa. O “Up The Down Escalator”, cuyo pegadizo estribillo –“there must be something wrong, boys”– fue coreado a puño alzado por muchos de los presentes. La locomotora de hits sufrió una ralentización –¿necesaria?– con una interpretación no acústica de la frágil “Tears”, seguida de la popera “Mad Jack”, que quizá se alargó en demasía. Sin embargo, las olas de sintes y la cíclica sección rítmica de “Home Is Where The Heart Is” devolvieron la sangre a las venas de un directo al que solo se le podría achacar cierto hieratismo escénico e inexistente espacio para la improvisación, dado lo estudiado y técnico de la propuesta. El grupo se despidió acertadamente con la galopante “Swamp Thing”, una de las canciones más enormes no solo de su repertorio, sino de los años ochenta en general, cuyo final con guitarras celestiales probablemente dejó levitando a más de uno. Xavier Gaillard