Digámoslo sin filigranas: el primer concierto de Richard Thompson en Cataluña fue una maravilla y un colofón perfecto para el retorno del festival Blues & Ritmes a los cauces pre-COVID. Con el Teatre Zorrilla de Badalona hasta los topes de gente y con el silencio de la veneración, el padre del folk-rock inglés interrumpió su primera canción –“If I Could Live My Life Again”– por tener las manos agarrotadas. “Disculpad, es la primera vez que me pasa esto”, se excusó.
A partir de ahí, su austera puesta en escena –micrófono, guitarra acústica y un taburete para la botella de agua– fue el único soporte que necesitó para desatar un vendaval de melodía e instrumentación. Directo a la yugular, a la segunda soltó el clásico de Fairport Convention “Genesis Hall” –“hace 50 años solía estar en una banda”– sin ningún tipo de nostalgia, porque la convicción con la que arpegia y canta este himno contra la policía y a favor de la okupación la hace sonar atemporal. Con un deje de timidez, presentó cada canción al estilo cuentacuentos, explicando sin pudor el significado de cada tema. Y picó en toda su trayectoria: desde los discos con Linda Thompson –presentó la desolada balada “Withered And Died” como “esto va de lo que pasa cuando el amor se jode”– hasta sus canciones más recientes. De su celebrada etapa a dúo cayeron más clásicos: “Walking On A Wire” –con una exhibición guitarrera final que deja en pelotas a cualquier aspirante a guitar hero– y el luminoso pedazo de country-pop “Wall Of Death”. En todas ellas se dejó la piel Thompson, artesano virtuoso de las emociones y sonoridades que genera la combinación de voz y guitarra, en las antípodas de la desgana o la pérdida de facultades que algunos músicos de rock experimentan en la vejez.
A media actuación se unió a Thompson la cantante Zara Phillips, en la rítmica y punzante “The Rattle Within”. En los siguientes temas no cantó las partes solistas de Linda Thompson, sino que aportó un contrapunto de calidez soul a la nítida voz de tenor del inglés, que llegó al primer bis con la festiva “I Want To See The Bright Lights Tonight”, country-funk-pop del disco homónimo de 1974 y única pieza alegre en un erial de desolación tan sombrío como bello. Thompson recordó cómo iba a ver a The Who a los 15 años y tenía que caminar doce millas para regresar a casa por haber perdido el bus. Eso fue antes del enérgico ragtime de “Walking The Long Miles Home”, que culminó con power chord y saltito en homenaje a Townshend; también enseñó con irónico orgullo su “camiseta nueva de The Who, me la compré el otro día”. Y tuvo un momento de recuerdo para Sandy Denny, vocalista de Fairport Convention fallecida en 1978: “Ella fue una de las mejores cantantes de la historia y una excelente compositora. Quiero mantener viva su memoria interpretando sus canciones”, dijo antes de tocar el precioso vals “Who Knows Where The Time Goes”. Y no le faltó sorna y cachondeo: en la canción marinera “Johnny’s Far Away” –“una ‘sea shanty’ actual, sobre las infidelidades que cometemos los músicos en la carretera”– hizo cantar al auditorio sobre ritmos celtas y tabernarios. Hubo ejemplos recientes de pop barroco perfecto, el cauce que ha tomado su carrera en los últimos discos, como “Fortress”. También de ese estilo musical de ida y vuelta de los Apalaches a la pradera inglesa, creado por él y que ha influido en artistas tan dispares y decisivos como Tom Verlaine o Los Lobos.
Fue una actuación que se hizo corta, en la que el artista llenó solo con seis cuerdas y una voz que no envejece temazos que en su momento fueron grabados con muros de sonido y secciones de cuerda. Las listas las carga el diablo, pero tras haber presenciado semejante exhibición de talento y técnica –su mano derecha, con el pulgar acometiendo el ritmo y los cuatro dedos restantes sembrando polifonías, pone la piel de gallina– no me parece exagerado el hype de ‘Los Angeles Times’ cuando lo proclamó mejor compositor de la historia después de Bob Dylan. El huraño de Minnesota, por cierto, puso como condición para tocar en la Expo de Sevilla que le trajeran a su guitarrista favorito: Richard Thompson. Lo dicho, una maravilla. ∎